Lucina, diosa del parto.
Lucina es una diosa romana asociada con el parto y el nacimiento. Su nombre deriva de la palabra latina «lux», que significa «luz», en referencia a la idea de que el nacimiento trae una nueva vida a la luz del mundo.
En la mitología romana, Lucina era una deidad importante y venerada, especialmente entre las mujeres embarazadas y las que estaban a punto de dar a luz. Era considerada como la protectora de las mujeres durante el parto y se creía que asistía en los nacimientos para garantizar un parto seguro y saludable.
Para honrar a Lucina, se celebraban ceremonias especiales en su honor durante el parto. Las mujeres embarazadas y las parteras pedían su ayuda y protección, y se le ofrecían ofrendas y sacrificios en su honor.
Se creía que Lucina también tenía la capacidad de conceder fertilidad y aumentar las posibilidades de un parto exitoso. Por lo tanto, muchas mujeres que deseaban tener hijos o que tenían dificultades para quedar embarazadas, invocaban su ayuda y se encomendaban a ella en busca de ayuda y protección.
En la iconografía romana, Lucina se representaba a menudo como una mujer joven y radiante, con una antorcha o una lámpara en la mano, simbolizando la luz del parto y la protección que ella brindaba a las mujeres que daban a luz. También se la asocia con la luna, ya que se creía que las fases de la luna tenían una influencia en los nacimientos.
En resumen, Lucina es una diosa romana venerada por su protección y ayuda durante el parto y el nacimiento. Su nombre, derivado de la palabra latina para «luz», simboliza la idea de que el nacimiento trae una nueva vida a la luz del mundo, y se cree que tiene la capacidad de conceder fertilidad y aumentar las posibilidades de un parto seguro y saludable.
Texto de Carlos Jesús Pérez Simancas