Uno de los principales dibujantes españoles nos ha dejado desde Puerto de La Cruz, donde había asentado su hogar hace años
El dibujante José Carlos Gracia falleció el martes pasado en el Puerto de La Cruz donde había asentado desde hacía años su nuevo hogar y dedicado a los retratos, con los que alcanzó gran renombre. Durante su vida acumuló premios como el Extraordinario del Salón Internacional del Cómic y la Ilustración de Tenerife en su edición de 2022. El autor puede alardear de una prolífica trayectoria, ser uno de los claros exponentes de la llamada generación de la conocida como los Nueve Magníficos y entrar en la categoría de uno de los grandes autores de nuestro país.
Desde hacía largo tiempo este madrileño nacido en el año en el que empezó la guerra civil había elegido Puerto de la Cruz como su nueva residencia y aquí se dedicó a realizar caricaturas por las calles a los turistas, una actividad que le reportó grandes beneficios. En aquellos tiempos no estaba regulada la venta al aire libre, por lo que no tenían que pagar impuestos, de manera que Gracia, según su amigo el crítico Manuel Darias, se hizo de oro y podía ganar al día unas 2.500 pesetas de la época.
El interés por el dibujo le venía de sus familiares, por ejemplo su abuelo fue el fundador de la escuela de Bellas Artes del Puerto de Santa María en Cádiz y su padre ejerció de tertuliano en la peña de Ramón Gómez de la Serna. Todo ello propició que el dibujante asentado en Canarias creciera en un ambiente bohemio y culto donde estuvieron presentes algunos de los principales representantes de la generación del 27, tales como Lorca, Mihura o Tono, entre otros.
Su amigo y alumno, Manuel Giménez precisamente recuerda que gracias a él se acercó a la poesía de García Lorca y además de forma paralela aprendió sobre esta profesión a la que ambos han dedicado su vida. La fama internacional le llegaría a través de los retratos que hizo de Kennedy, Mariano Rajoy o los miembros de la Casa Real Española. Pero también hizo sus notables incursiones en el cómic y la ilustración donde fue uno de los pioneros, primero en el estudio de Carlos Lumen y en Estudios Moro, donde trabajó en el sector de la animación.
Sus inicios tuvieron lugar bajo la sombra de Pepe Laffond, cuando apenas tenía 15 años y con el tiempo pudo codearse con otros destacados autores como Luis Bermejo o Martín Salvador. De aquella época es reseñable su incorporación al grupo catalán secciones ilustradas lo que permitió que su trabajo se pudiera contemplar en las tiras de los rotativos más importantes del mundo a través de la agencia King Factures Syndicate.
Antes, también trabajó con Consuelo Gil, en la revista Chicas, y más tarde con guionistas como Argüello y Medina. Gracia creó personajes como Chico Juárez, junto a Martín Salvador, Luk Jardy, con Pepe Pizarro o Tap Tolikn, con Carlos Giménez. Precisamente, fue este último el que recogió el testigo de una de las series más populares firmadas por Gracia, Drake y Drake, creada para Ibergraf.
Darias acudía puntualmente cada mes a pasar una tarde con su amigo en el Puerto, y en esas visitas le contaba episodios de su vida como cuando tuvo determinados encontronazos con las grandes editoriales que sorteó como bien pudo y de hecho uno de estos lances propició que llegara a Puerto de La Cruz. Darias le dedicó, al menos, en tres ocasiones las páginas de su sección, decana en el ámbito de todo el mundo.
Dominaba tanto el cómic que llegó a ser considerado uno de los principales autores españoles al igual que lo consiguió con los retratos donde hasta el final de vida contó con una sección semanal a página completa en los rotativos de la provincia. Pero también se dedicó a los paisajes realizando obras que fueron muy cotizadas. Prueba del nivel que alcanzó es que en un momento es que fue dueño de estudios situados en Tenerife, Madrid y Cádiz que alternaba según le apetecía. A Canarias arribó hace cincuenta años y al final las islas acabaron engulléndole y sitúo aquí su residencia casi permanente.
Darias recuerda que durante los últimos años su estado de salud se agravó notablemente hasta que hace pocas fechas recibió la triste noticia. El crítico dice que “como dibujante de cómics está totalmente olvidado mientras que como pintor ha sido reconocido”. Su estilo era realista, dominaba muy bien la figura y en un momento dado también hizo lo propio con la caricatura. La última vez que lo vio percibió que su estado de salud era muy delicado.
Giménez lo recuerda como el hombre del que aprendió muchos recursos, que le hizo comprender el arte de las historieta y en definitiva lo considera su maestro o incluso algo más, un gran amigo. En alguna ocasión vino a Tenerife a verlo y califica de “una auténtica pena” la noticia de su fallecimiento, porque “lo quería mucho y su biografía está muy unida la mía”, dijo.