Ha pasado una semana desde su anunciado estreno en Netflix y, aun así, la llama de la polémica aún no se ha apagado. Así que dejo por aquí unas líneas dedicadas a la película mencionada.
Para empezar, Zack Snyder es un cineasta con talento, eso es indudable. Nos ha dejado películas que han pasado a los anales de la historia del cine como “300” o “Watchmen”, sin olvidar las no tan desdeñables como “Sucker Punch” o su versión de cuatro horas de “La liga de la justicia”. Desterrado del universo DC, Snyder emprendió una carrera más independiente, dejando como carta de presentación la discutible cinta “El ejército de los muertos”. Mientras tanto, el realizador tenía en mente desde hace mucho tiempo meterse de lleno en una galaxia muy, muy lejana, y con vistas a una posible saga galáctica. La productora Netflix, ansiosa por rescatar a renombrados cineastas en decadencia, decidieron cederle un cheque con varios ceros para que hiciera realidad su ambicioso proyecto, sin siquiera mirar el dentado del caballo llamado guión. Y así surgió este “Rebel Moon”. El resultado a simple vista, una cinta de algo de más de horas con muchos efectos especiales y con la estética identitaria de su director, ha cumplido con el objetivo de no dejar a nadie indiferente. Y es que, con esta película, Zack acaba de acuñar una técnica más a su sello creativo, aparte del “slow motion” y “la tragedia griega de sus personajes”: el “copia y pega”.
Como servidor, una vez vista la película, no sé si estamos ante una obra maestra del caradurismo cinematográfico o un bodrio plagado de referencias calcadas a clásicos de la ciencia ficción como “Star Wars” o “Dune”, cuya trama avanza a trompicones y sin una muestra de originalidad y emoción. Porque empezar la historia con una comuna de agricultores amenazados por una fuerza imperial, ya referenciamos a “Los siete samuráis” y su secuela animada “Bichos”, y por ende, el universo creado por George Lucas. Por otro lado, el trazado de personajes es tan pobre y perezoso que parece un guión escrito por un grupo de adolescentes con acné y déficit de atención, y bajo la perspectiva protagónica de una heroína (pésima Sofía Boutella) que emprende una odisea con la ayuda de un contrabandista sospechosamente familiar (encarnado por un desorientado Charlie Hunnam), para reclutar una serie de guerreros descubiertos por pura casualidad y en situaciones ajenas a la trama: una samurai con unas espadas las… digo katanas de luz luchando contra una araña, un Conan de Hacendado presumiendo de abdominales entrenando a un descarte de Hipogrifo de Hogwarts, un antiguo sargento que malvive en un coliseo romano que no es otro que el mismo actor que hizo de amigo africano de Máximo en “Gladiator”, un robot narrador de los acontecimientos con la voz de Anthony Hopkins que no hace absolutamente nada, y un ejército adicional que parece un cruce de ”Mad Max” y “Avatar”.
Y si este potaje no resulta lo suficientemente indigesto, no hablemos de los villanos “porque sí”, tan mal construidos como el resto de la película; unas naves espaciales y un diseño de vestuario totalmente faltos de imaginación, una música insustancial a cargo de Tom Holkenborg, y una puesta en escena de serie b italiana de los 80, con excesivas escenas en cámara lenta y pálpitos épicos sin orden ni concierto que agudiza la torpeza de su director.
En resumen, “Rebel Moon, la niña de fuego” es un intento de ciencia ficción que falla en lo más básico: contar una historia que logre captar tu atención. Con esta película, Zack Snyder pone en entredicho su carrera en un producto inútil y vacío, con el consiguiente aviso de una versión extendida de esta entrega (¿) y una rauda secuela que se estrenará en unos meses. Espero que esta última tenga más interés que la citada, pero me temo que a más de un espectador se va a saltar ese postre.