» El tiempo lo es todo» dice uno de los personajes en la última escena post- créditos. El MCU llevan dando la murga (efeméride carnavalera obliga) unos quince años, con una veintena de producciones, de las que apenas se salvan (artísticamente) tres o cuatro, y si añadimos Daredevil de Netflix. El megalómano de Kevin Feige comienza la fase cinco (que agotamiento, por Dios) con la tercera entrega de la saga iniciada por Edgard Wright (cineasta con talento que, al igual que Kenneth Branagh, salió echando pestes de la churrería). Peyton Reed recogió el testigo y nos ofreció dos entregas con puro Feeling eightie, del que se desmarca en esta tercera (y mejor) parte, constituyendo una grata sorpresa, cómo sucedió con No way home, hace año y medio.
Así, como en la citada secuela arácnida, más la primera media hora de Eternals o el segmento central de Endgame, se atisban diversos aciertos creativos, por lo general ajenos a la casa desde Soldado de Invierno. No me olvido de la genial película de animación sobre el Spider-verso. De resto, material desechable prefabricado en serie. Y en TV más de lo mismo.
Aires Pulp rodean esta aventura en el reino cuántico, un mundo subatómico, presidio durante largo tiempo de Janet Van Dyne (Michelle Pfeiffer, en una espléndida madurez) , esposa de Hank Pym (un Michael Douglas que ocupa más tiempo en pantalla que en las anteriores), ambos, no olvidemos; verdaderos miembros fundadores de Los Vengadores, circunstancia olvidada por el » maravilloso universo cinematográfico», con sus disparates anacrónicos…Scott Lang junto con su hija y Hope (Paul Rudd, Kathryn Warton y Evangeline Lilly) son arrastrados por accidente, a dicho lugar, donde microorganismos y subespecies se alían en clanes, formando una rebelión contra el rol estrella del film, en una enloquecida combinación entre el cine de Jack Arnold y el mundo literario de Edgar Rice Burroughs, en una entretenida película de aventuras, que comienza como Cariño he encogido a los niños, enlazando con el final de El increíble hombre menguante prosigue como Viaje Alucinante, y desemboca en Pellucidar, o John Carter de Marte. Enmarcada en un sugestivo universo, cuyos diseños son pura delicia para el fan de los cómics o la space opera, impera el CGI, de acuerdo, pero aquí fundamentado necesariamente. El humor imbécil está reducido considerablemente, y el ritmo es adecuado, sin dilatar metraje gratuitamente, para alcanzar supuestos niveles de trascendencia, como en la insufrible y tediosa Infinity War…otra cosa, el trepidante guión de Jeff Loveness (Rik y Morty ) presenta caracteres como Modok (regreso de Corey Stoll), que no terminan de funcionar en imagen real, ni visual ni psicológicamente, cómo hicieron con el monigote digital del titan loco, desastroso en todos sus aspectos, mal desarrollado (ojo, en el cine) durante diez años, con un perfil tan ramplón y vergonzoso, que nada tiene que ver con la creación de Jim Starlin…y a lo que vamos…
Nada de eso ocurre con la presentación de Kang El Conquistador, un magistral Jonathan Majors (Territorio Lovecraft, Creed III, Devotion), cuyas inquietudes, miedos, anhelos, y objetivos, están tan perfectamente escritos como interpretados. Es cierto, que saldría ganando con un actor más maduro, pero supera con nota a otros intentos como Daniel Bruhl (Barón Zemo) Julian Mcahon o Toby Kebell (Dr. Muerte, esto ya en Fox) o…. Josh Brolin (Thanos… aunque está excelente como Cable en Deadpool). La majestuosidad que desprende así como la aureola de misterio y leyenda que enarbola hasta su aparición, realza una figura importante en el devenir de los acontecimientos de éste (interminable) ciclo. Al parecer, introducido en Loki (no pasé del piloto) , aquí han hecho las cosas bien, cómo se demuestra en los créditos finales.
Han crecido? No más que las hormigas porque, al igual que éstas, siguen construyendo sin prestar atención al resultado final… producir, producir… pero disfrutemos de este pequeño oasis entre tanta mediocridad…no es buena, pero es menos mala… y eso, con ésta gente, ya es mucho decir.
Dos apuntes; se condiciona el clímax con la única concesión woke en todo el film, para justificar el título conjunto. El peso del personaje de Janet (la auténtica Avispa y, en cierta etapa, líder de los Vengadores en las viñetas) si está bien fundamentada en la historia.
Atención a Bill Murray, en un papel atípico y, por primera vez, hasta mezquino. Otra sorpresa. Muy disfrutable
Imagen promocional de la película