martes, abril 16, 2024

Adrián Gómez opina sobre la película Bloodshot

Adaptación del cómic de Bob Layton y Don Perlin, de la editorial Valiant. Avanzadilla quizá, para meterle mano en pantalla grande a un universo rico en personajes y temática fantástica, como el gran Manowar X-O. El film que nos ocupa es de los congelados en cartelera, durante el confinamiento, que aún puede ser disfrutado en la reapertura.

Vin Diesel, soldado con merecidas vacaciones junto a su cónyuge. Se masca la tragedia, y así es… suena Psycho Killer, de los Talking Heads… aparece Toby Kebell (Skull Island, los cuatro fantástico) en bata y cholas (con calcetines)… baila con su pistola y se acerca al protagonista…fa fa fa fa fa fa… Diríase que recupera su personaje en Rock, N Rolla. Pero nada es lo que parece. La escena se cierra de manera fatídica. Diesel es revivido. Aroma de Robocop y Soldado Universal en el ambiente. Parece que ha perdido a su mujer. Huele también a El Cuervo y Mad Max. El científico Guy Pearce (Ravenous, Iron Man 3) nos lo explica todo. Una vez más la nanotecnología. Ni Gates ni Bosé ni hostias. Ésto es un cómic.

La trama sigue. Asoman también el espíritu de Memento ( y no sólo por Pearce) , Babylon A.D (y no sólo por Diesel) y Al filo del mañana. Pero.. descubierto el pastel, la excitación desaparece. Todo se desmorona. Aparecen los tópicos, desde el hacker de color gracioso, hasta la paternaire redimida. Cyborgs celosos, vidas rehechas y ojos energéticos a tope. Y al final, desfase de CGI , restando veracidad en la narración visual, que no en el planteamiento, ojo. Es un tebeo. Todo hacia presagiar algo bueno. Produce Mathew Vaughn (director de las brillantes Stardust, Kick Ass, y Xmen: First Class, y del mediocre díptico Kingsmen), experto en estas lides; y dirige Dave Wilson (Love, Death and Robots, Star Wars: Old Republic), fogueado en el campo de la animación. Pero nada funciona. Por lo menos, tras la primera media hora. Más previsible y adocenada aún que Aquaman, Shazam y el MCU juntos, el efecto sorpresa se va disipando, rematándolo todo en una somanta de palos digital, que canta como nunca.

Sólo para domingos muy calurosos, por aquello del aire acondicionado. El pobre Diesel, tras El último cazador de brujas, debe seguir insistiendo. Pues sólo la saga de Riddick (a nivel de calidad artística) y el reggaetón​ audio visual » rápido y furioso» (a nivel comercial) le funcionan. Lo cual es bastante triste.

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