martes, diciembre 10, 2024

Crónica: Samantha Fish deslumbra en el Canarias Jazz, a pesar de la organización. Por Eloy Cuadra

Hasta Costa Adeje nos desplazamos este viernes para poder disfrutar de una nueva parada del Festival Internacional Canarias Jazz y Más de este año, hasta allí fuimos para deleitarnos con uno de los mayores talentos del blues rock de la última década, la joven guitarrista americana Samantha Fish. Mayúscula sorpresa que venga a tocar por estas humildes latitudes isleñas la que ya está considerada por crítica y periodistas especializados de medio mundo como la mejor guitarrista femenina del momento -con poco o nada que envidiar a los popes masculinos de las seis cuerdas-. Vayan por delante pues nuestros agradecimientos para los que tuvieron la fantástica idea de traerla en el Gobierno de Canarias, para las algo más de 100 personas que tuvimos la suerte de estar allí este viernes fue un auténtico lujo y un placer para los sentidos, por la aproximadamente hora y cuarto que dedicó a repasar parte de su discografía. Dicho esto vayamos por partes: y es que no se puede traer a Tenerife, una isla que no se caracteriza por tener una afición al rock especialmente grande, a una cantante y guitarrista de este calibre camuflada en un festival de jazz sin hacer la debida promoción. Y créanme lo que les digo, me costó enterarme de que venía, buceando entre la amalgama de conciertos y festivales veraniegos que salpican las islas, gracias a un digital especializado en el que figuraba anunciada a la sombra de Lucia Fumero Trio, el grupo de jazz que tocó al principio y que parecía el cabeza del cartel. Una nefasta promoción que se suma a la localización del evento, en pleno sur turístico de Tenerife, dónde abundan los británicos de terraza y pinta de cerveza ya entrados en edad a los que poco o nada les interesa el blues rock, en una pequeña plaza aledaña a un centro comercial junto a la playa, con la gente toalla en mano volviendo con la familia, mirando sorprendidos hacia aquel escenario improvisado que habían plantado allí. ¿Se imaginan a Eric Clapton tocando en un garito del cuadrilátero? Es cómo si ficharan a Messi para jugar en tercera división… ¡un poco de respeto por favor! No, no se pueden hacer las cosas así. Para muestra un botón, un día antes, el jueves, había tocado Samantha Fish en Cazorla (Jaen), me he pasado por la fanpage de la cantante y suben un vídeo del concierto andaluz con la plaza de toros repleta y entregada. ¿En serio, tanta afición hay al blues rock en Cazorla y tan poca en Tenerife? Vayan pues también nuestras disculpas a Samantha Fish y a su grupo, si es que llegan a leer esta crónica, porque imagino que no se habrán llevado una grata impresión del público rockero de Tenerife, pero créame, no estamos tan mal, es que la mayoría ni se enteraron.


Una muestra más del poco interés de la organización en el evento, el hecho de que no hubiera nadie presentando el concierto. Toda una 31 edición de un Festival Internacional tan significado en Canarias no mereció como presentación más que una voz en off con una fría y somera introducción de cada grupo. Por cierto, nada hemos dicho todavía de la finísima pianista de jazz Lucía Fumero. La joven catalana fue la encargada de abrir la noche, con puesta de sol bellísima incluida como fondo fotográfico, para pasar por una decena de temas de su repertorio propio, un jazz alegre, fresco y vitalista que fluyó con calidez y personalidad, y en alguna pieza también con mucho ritmo gracias al aporte de la contrabajo y el batería que completaban el trío. Especialmente animado su tema final, «la muerte despierta», donde tuvimos que sufrir otro borrón añadido para los técnicos de sonido, pues a mitad de tema se cayó la conexión eléctrica de buena parte del escenario y Lucía y sus chicos tuvieron que improvisar el momento. Un acierto en cualquier caso, y todo un descubrimiento para los que, como yo, no frecuentamos mucho este estilo musical.


Y así, a eso de las diez de la noche saltó al escenario la cabeza de cartel extrañamente escondida por la organización, 33 años, rubia, sublime guitarrista, de Kansas, Samantha Fish, con bajo, teclista y batería acompañando. Inició el espectáculo con su más comercial, animado y contundente tema «Bulletproof», en una declaración de intenciones muy evidente de lo que esperaba la americana de la velada. Aunque imagino lo que debió pensar cuando nos vio a todos sentados cuasi como si estuviéramos asistiendo a un concierto de la Filarmónica de Viena. Por supuesto, no tardó en pedirnos que nos levantáramos de la silla, petición que reiteró varias canciones adelante con el mismo nulo resultado. Como buena rockstar también nos invitó a acompañarla con el estribillo de algunas de sus canciones, pero el público no estaba allí mayoritariamente para eso. Entusiasmos al margen he de decir que Samantha lo intentó, y no faltaron temas emblemáticos y potentes como su «Bitch on the run» o su más sentido y blusero «Don ́t say you love me», alternados con temas nuevos de su último álbum «Faster». Por suerte el sonido no falló en lo que restó de noche, y Samantha Fish completó una hora de concierto que fue un auténtico delirio para este que escribe, en un derroche de virtuosismo y brutal dominio de la guitarra que por momentos recordaba al mejor Steve Ray Vaughan y al instante nos transportaba a un concierto de los Stones, en un recital que sin duda se habría alargado mucho más de la hora si el ambiente, el lugar y el público hubieran sido otros. Con todo, unos cuantos enfervorecidos conseguimos que salieran a tocar un bis extendido de casi diez minutos cuando ya estaban guardando las guitarras, y al final, solo al final los 50 o 60 que quedamos nos levantamos y acercamos al escenario para hacer un mínimo honor a lo que debe ser un concierto de rock.


Conclusión, una fantástica actuación a pesar de todo, con la pena de lo que pudo ser y no fue y la triste impresión que se habrá llevado la señora Fish del mundillo musical tinerfeño. Esto es lo que pasa a veces cuando un festival de música es sufragado casi íntegramente con dinero público, total cómo lo pagamos todos y no hay que rendir cuentas ni beneficios a nadie, poco interés le ponen en la promoción, la localización y todo lo que debe rodear un espectáculo de este tipo. ¿Se imaginan a Salan Producciones o a Leopoldo Mansito trayendo a Samantha Fish con el caché que tendrá, que no debe ser poco, para esconderla entre hoteles de turistas y ritmos de jazz? Con todo, larga vida al Canarias Jazz y Más, que vengan muchas más ediciones con carteles como el de este viernes, pero cuiden la organización, ahí también va la Marca Canarias.

Eloy Cuadra.

Opinión y crónica personal. Crónica no oficial del medio Culturamanía

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