Nadie meridianamente informado puede cuestionar que Canarias es un territorio del misterio, un archipiélago con una fabulosa incidencia de asuntos enigmáticos que, tras miles de años, conforman un patrimonio único y singular. Puede sorprender lo de “miles de años” y pensar que el entusiasmo me conduce a imprudentes excesos, pero quienes conocen mi trabajo ya saben que siempre tomo en cuenta la relación de nuestras islas con grandes temas mitológicos y legendarios de la antigüedad. Es el caso de los relatos sobre los Campos Elíseos, las Islas Afortunadas, las Hespérides o la popular Atlántida del mundo clásico. Estos espacios míticos se situaban más allá de las Columnas de Hércules, en el Atlántico más inmediato, y por ahí mismo quiso la madre naturaleza que emergiéramos del fondo marino. Cuando Canarias pasa a ser un territorio conocido, visitable y codiciado, las primeras noticias también siguen ahondando en el mito y lo fabuloso, con habitantes que parecían dioses, árboles que manaban agua, alguna esquiva isla fantasma y noticias sobre criaturas terribles como los tibicenas, o tan sugerentes como las sirenas y tritones.
Canarias recibe millones de turistas atraídos por el buen tiempo y nuestras playas, batiendo en los últimos años todos los récords, fructífero en gran medida por la estabilidad geopolítica que tenemos. Llevamos varias décadas viviendo de ese modelo, cuyas ventajas y perjuicios sobre nuestro territorio e identidad son objeto de permanente debate. Lo que a nosotros nos atañe aquí es lo poco explotado que están nuestros misterios y leyendas como elementos de un turismo complementario. Hay regiones del mundo donde miran de frente a sus mitos, leyendas y misterios, y los incorporan a su discurso turístico, aunque bien es cierto que lo hacen en un contexto de patrimonio y monumentalidad sin parangón. Pensemos en muchas regiones del centro y el sur del continente americano, en el inabarcable Egipto, en las rutas megalíticas y de castillos encantados del Reino Unido. Obviamente, hay modelos que nos pueden servir de guía, teniendo siempre en cuenta que nuestras realidades son diferentes y requieren adaptación. Pero el potencial es indiscutible y las sinergias entre turismo y misterio en nuestras islas son perfectamente viables. De hecho, hace año y medio se promovió a nivel nacional el Decálogo de la España Mágica, que contempla una decena de puntos consensuados por setenta especialistas que permiten entender por qué un lugar es mágico. Tuvimos el privilegio de participar en la iniciativa y Canarias entraba de pleno en todos los factores evaluados.
Nunca está de más dejar claro que para mí esto no es algo nuevo. Desde hace más de 30 años vengo defendiendo que incorporemos al discurso turístico estas temáticas. En 2003 lo defendí en mi libro Canarias Mágica, que hace un año regresó a las librerías con renovadas fuerzas y contenidos como Guía Mágica de Canarias. Desde aquellos años ya planteamos y diseñamos rutas y paseos por nuestros pueblos y ciudades, con lo insólito, el enigma y lo fabuloso como eje central.
Hay diversidad de campos por explorar. Por ejemplo, el turismo de magia y misterio en Canarias tiene en nuestro pasado arqueológico un rico vivero del que nutrirse, entrando de pleno en la cultura y la historia. Apuntalar la pedagogía sobre los antiguos canarios en sus aspectos más llamativos, como sería el caso de sus mitos y rituales, o el de elementos como las momias, el arte rupestre, los ídolos o los espacios astronómicamente orientados, constituye una fórmula de éxito.
Nuestra naturaleza y paisaje, asociados al clima, también puede ser atractivos para el turista contemplativo, aquel que busca espacios para el encuentro interior, el yoga, el mindfulness, la meditación o los retiros de sanación y de naturaleza espiritual. Cualquiera de nuestras islas cuenta con reductos naturales que permiten ese telúrico contacto con la naturaleza, con actividades que pueden incluir seminarios de crecimiento personal, sesiones de meditación o los tan de moda baños de bosque, mientras las estancias se desarrollan en espacios alojativos rurales, con cocina saludable y de proximidad, y en lo posible, energéticamente sostenibles.
Con mayor conexión con la interpretación popular del término «misterio» contamos con un espectro temático a poner en valor por nuestros guías. Algunos de ellos vienen siendo usados en productos temáticos en varias localidades canarias desde hace años, como la cultura y simbología masónica y alquímica de algunos enclaves, o la figura de personajes de enorme potencial como el corsario Amaro Pargo. Personalmente hemos creado ya cerca de una veintena de itinerarios de este tipo por diferentes localidades que ahora son ampliamente utilizados, y abrazamos la convicción de que cada municipio puede tener el propio. Algunos profesionales también han desarrollado con rigor productos propios con convergencias con el misterio, aunque también emergen de forma inevitable casos reprobables que bajo la etiqueta de «misterio», no dudan en contar a sus clientes historias de nuevo cuño, sin anclaje histórico, hemeroteca o reseña verificable, inventadas exclusivamente para la ocasión con el fin de impactar y hacer caja. Hemos tenido conocimiento del uso de trucos y cómplices para falsear fenómenos misteriosos durante los recorridos. En estos las I.A. les viene de perlas para aportar falsas psicofonías y fotografías, es incluso testimonios sonoros. Pero, evidentemente, no es de la ética de lo que hablamos aquí, que presuponemos al verdadero profesional y damos por inherente a cualquier persona con principios.
La casa encantada; la leyenda local de un rincón que acumula historias de aparecidos y miedos; el itinerario de una vieja luminaria asociada a un alma en pena; el lugar de reunión y desarrollo de los cuentos de brujas; el drago donde se hacían sanaciones o la vieja estancia en la que atendía la curandera del barrio … Lugares con un historial de avistamientos de OVNIs; templos y espacios que fueron testigos de vidas prodigiosas y de hechos que fueron tenidos por milagrosos. La lectura simbólica y hermética que es factible en parte de nuestro arte, arquitectura y urbanismo,…la lista, sin ser infinita, se puede seguir ampliando mucho más.
Hay avances, sin duda. Hace dos décadas me encontré a un centenar de turistas en La Gomera acompañados de un guía que les hablaba de misterios gomeros con un libro mío entre sus manos. Los Realejos se adelantó hace años publicando la primera guía turística institucional local de sus misterios. También La Orotava había apostado por autoguías de temáticas muy próximas, como la masonería o los espacios de la muerte. Mientras, Tejeda despuntó años atrás con su museo de plantas y medicina popular, y Agulo cuenta con uno dedicado a la sorprendente y esotérica congregación de los Filiichristi. Y en proyecto ya existen varias más. Buenos augurios para estas sinergias.