jueves, diciembre 26, 2024

David Pantaleón y José Víctor Fuentes retratan en Un volcán habitado la humanidad de los palmeros durante la erupción del Tajogaite, «con otro nivel de verdad y otro punto de vista»

  • Los audios de un grupo de residentes en El Paso a medida que evoluciona el desastre dan peso a una pieza cuya principal fuerza “radica en que descubres que, al final, la gente se ayuda”, apunta Pantaleón
  • “Cuando el público ha visto la película, lo primero que pregunta es cómo está la gente de La Palma ahora”, señala el realizador canario
  • Un volcán habitado tiene programado su primer pase este 19 de abril en el Cine Yelmo Las Arenas

Un volcán habitado no es, definitivamente, un documental al uso sobre una erupción volcánica. Sí, la pieza encaja perfectamente dentro del género: pero no hay impresiones captadas a pie de lava de la manera más arriesgada (aunque sí mucha calidad en las imágenes del suceso), o lágrimas en primerísimos planos de los damnificados por la catástrofe. Y, sin embargo, la película de Pantaleón y Fuentes alcanza capas muy profundas acerca de todo lo que supuso el suceso acontecido en La Palma en septiembre de 2021. Las conversaciones telegráficas, los audios de mensajería, son un elemento poderosísimo para trasladar al espectador toda la enjundia que verdaderamente adquirió la explosión del Tajogaite sobre el terreno. El primer pase de Un volcán habitado se proyecta en la primera fecha de esta 23 edición del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, este viernes, 19 de abril (Cine Yelmo Las Arenas, 17:30 horas, Sala 6). 

David Pantaleón, un clásico del cine documental canario y buen conocedor del festival de la capital grancanaria, recuerda que, con la erupción, “había una pulsión colectiva de atracción por el evento. Fuimos para allá para ver algo que llevaba en el imaginario colectivo de los canarios desde hace mucho tiempo. Teníamos en la memoria las imágenes de Roberto Rodríguez del Teneguía, ya había pasado lo de El Hierro…”. La naturaleza lanzaba un reto a estos dos realizadores canarios, que ha cristalizado en este título producido por Chukumi Studio, y que ya ha transitado de forma llamativa por festivales como los de Nyon (Suiza), Valladolid o Prizren (Kosovo), que ha formado parte de parte de la competición en la categoría de documentales del Festival CINESPAÑA de Toulouse, y que ha sido galardonado en L’Alternativa y Márgenes. 

La película tuvo una gestación que partió de ese impulso inicial y que adquirió peso cuando la realidad de los pobladores sobrevino a los cineastas. “Sí, nos dimos cuenta de que había algo interesante para construir a nivel cinematográfico, cuando hicimos ese primer viaje más intuitivo que racional”, cuenta Pantaleón. “Pero entonces sucedió algo, cuando buscábamos cómo filmar el volcán: le llegaban unos audios a José Víctor de sus amigos de El Paso, porque su familia es de allí. Y a través de esos audios y de lo que emitían los medios información descubríamos que teníamos algo íntimo. Algo realmente especial. Vivencias en primera persona, trabajadas desde la intimidad de un grupo de WhatsApp. Teníamos otro nivel de verdad, otro punto de vista y, desde luego, otro nivel de intimidad”. 

La construcción de la película se produjo en 2021, y luego, a nivel narrativo y estructural, en el propio montaje. Fue un rodaje “atípico, con varios viajes a la zona. Sabes que estás rodando algo, pero a nivel de producción era extraño, porque no teníamos claro cuándo iba a terminar. Acabamos tomando la decisión de cerrar la peli antes de que concluyera la erupción”, resume David Pantaleón. Él, Fuentes y el montador, Fernando Alcántara, establecieron un sistema de trabajo a tres. “Al final fue súper agradable: pienso mucho en que las películas no son solo el resultado, son los procesos. Y en este caso fue muy orgánico, con sus momentos críticos, pero muy agradable en general. En contraposición, claro, con lo que estábamos contando”, afirma el director grancanario. 

La fuerza diferente de la película radica, sin duda, en esos diálogos que se reproducen sobre las imágenes. Para Pantaleón “se convierten en un elemento muy atractivo, más cuando ves que es gente que ve algo que sucede a pocos kilómetros de su casa. O directamente sobre su casa. La gran baza de la película es esa: desde el desastre natural se llega a la solidaridad”.

Lo que cuentan esos mensajes de audio reflejan de manera fiel las inquietudes de la población palmera en el momento. Y también después. “Normalmente hay que debatir cada hilo que tiras, cada subtrama. En este caso, el contenido nos lo da la propia realidad, con ese grupo que está pendiente de las ayudas. El tiempo que pasa después de la erupción, la espera. Percibes que las soluciones son mucho más complejas que donde distribuyes unos fondos aquí y allá. Todo eso tenía que salir también”, explica Pantaleón. 

El codirector de la obra asume que “un documental siempre tiene un elemento creativo, con el juego con la realidad en mayor o menor grado”. Y, por ende, defiende la figura del autor dentro del género. En Un volcán habitado, “enfrentarte al volcán como ser humano es algo casi onírico. El linde entre la realidad y la ficción vuelve a estar difuso. A veces piensas que lo que estás viendo no puede ser verdad. Y sientes también esa atracción hacia el abismo, no te cansas de mirarlo y hasta tienes un ansia de acercarte lo más posible”. 

¿Cómo se rodó al Tajogaite para esta producción? Con dos cámaras, filmando de manera independiente durante el día, y compartiendo por la noche “lo que habíamos hecho, a veces, encontrándonos con los mismos planos. No utilizamos permisos especiales, y eso también da a la película una dimensión humana”, explica Pantaleón. 

El proceso creativo se alejó de las pulsiones de la actualidad y la urgencia informativa. “Al hacer una película te liberas un poco de ese carrusel de noticias actualizadas, que es algo loquísimo a nivel conceptual. Eso, por no mencionar a ciertos medios muy concretos, que buscan el amarillismo. Creo que nos colocamos en un lugar que le hace mucho bien a la película, con una visión más reflexiva, sosegada, desde la que no perseguíamos la tensión o la lágrima. Queríamos construir un relato íntimo: la fuerza de la película está en el poso con el que creo que te quedas. Descubrimos que la gente se ayuda, y eso es esperanzador”. Ese es el mensaje en el que incide Pantaleón, que habiendo iniciado su recorrido internacional con Un volcán habitado comenta que «la gente cuando la ve lo primero que pregunta es cómo está la gente de La Palma ahora”. 

Un volcán habitado integra el apartado de largometrajes programado dentro de la sección Canarias Cinema en esta edición número 23 del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, en la que también se proyectan La hojarasca (Macu Machín), Una casa en el pueblo (Domingo J. González) y Voy a desaparecer (Coré Ruíz). El público tiene disponibles dos pases de cada uno de estos títulos. 

Toda la programación del festival está disponible en su web oficial, lpafilmfestival.com.

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