viernes, noviembre 22, 2024

 El prisma y el arcoíris: 50 años de The Dark Side of The Moon. Por Adrián Gómez

Ésta semana Roger waters ha tocado en Barcelona y Madrid, en su supuesta gira de despedida. La reacción general ha sido entusiasta, tanto por crítica como por público. This is not a Drill… y todos sabemos que el ex Pink Floyd (líder?) no suele echarse faroles… última oportunidad de catarlo en vivo? Veremos. A diferencia de otros coetáneos suyos como Mcartney, los Stones, los Who o el neverending tour de Dylan, el parece ir en serio… paradójicamente, de un par de meses para acá, no hace sino aparecer en los medios constantemente, la mayoría de veces por circunstancias extramusicales… que si Twitter de la señora Gilmour, que si vetado en Frankfurt, que si antisemita, que si pro-Putin…y la joya de la corona, la regrabación de The Dark Side of The Moon, porque, al fin y al cabo, es una obra suya («se acabó lo de nosotros!»).

El 1 de Marzo, cumplía 50 años de su publicación. No sólo su disco más vendido (se supone que uno de cada diez habitantes de la tierra tiene un ejemplar), sino, posiblemente, su obra cumbre… aunque aquí hay debate.

El caso es que aquí se impone la hegemonía de Waters, forjando un disco conceptual, capital en la historia del Rock…y como llega el cuarteto británico hasta aquí?..pues atravesando diversas etapas.

En plena era psicodélica, The Piper of The Gates of Dawn (1967) da rienda suelta al genio de Syd Barret, confeccionado coetáneamente, al SPLHCB, de Los Beatles… incluso coinciden en los pasillos de los estudios Abbey Road con los de Liverpool..pegan el pelotazo entre un público culto londinense, que se queda asombrado ante los happenings en directo de la banda, en locales como el UFO y similares, captando la atención de popes como Peter Townshend, Mick Jagger, John Lennon, Michael Caine o el propio Joe Boyd, que les produce. A saucerful of secrets (1968), expande el mito a Europa, mientras la mente de Barret se va diluyendo, de tanto abusar de ácidos (y lo que venía de fábrica). Su amigo David Gilmour se une como apoyo a la guitarra, acompañando a Nick Mason (batería), Richard Wright (teclados) Roger Waters (bajo) y el propio Syd (vocales y guitarra)..cuya cordura y profesionalidad brilla por su ausencia. El diamante loco abandona el grupo, y lo suple su amigo, que encaja perfectamente en soundtracks como More (1969) o Zabriskie Point (1970). Entre medias, con el combo consolidado, publican el doble Ummagumma (1969), esplendor  en la primera rodaja (lecturas en vivo de varios de sus buques insignia; Astrónomy Domine, Careful with this Axe, etc…) y ego tríp en la segunda (plumbeos e insuficientes cortes compuestos por cada uno de los miembros). No era The White Album precisamente.

Con Atom Heart Mother (1970), el famoso disco de la vaca, se atreven, en sentido literal, con el sinfónico, el mismo año que Deep Purple editan el Concert for Rock and Orchestra. Y al año siguiente, vuelven a la maestría de su debut con Meedle (1971), y abren década con piezas como Echoes o One of these Days, que se convertirán en imprescindibles en su repertorio.

Tras la película Live in Pompeii , y la banda sonora de Obscured by clouds (1972), emprenden la concepción de su obra más ambiciosa hasta entonces.

Según su principal impulsor e ideólogo , se trata como el estrés de la vida moderna puede llevar a la locura… y el álbum lo refleja perfectamente..Speak to me inicia el viaje… voces por doquier en el día a día.. siempre a la carrera, como demuestra On The Run, perfecto ritmo sincopado que nos lleva a tomar un respiro… Breathe, la tercera canción, es la presentación con la formación entrando en pleno, como un bálsamo de paz, con texturas instrumentales que nos conducen a Time. Nuevamente sin aliento, estallan los relojes, y la voz de Gilmour, alternada con la de Wright en una curiosa dicotomía de calma y tempestad… el espectacular sólo de guitarra nos deja con la lengua fuera… pero no tenemos tiempo… desconectamos con un recital en el cielo The great gig in the Sky. Magnifico solo de piano, acompañado por la celestial voz de Claire Torry en un hiato necesario. Todo es tranquilidad… hasta que el bajo cabalgante de Waters se entremezcla con el sonido de cajas registradoras…el dinero lo domina todo, y el tema Money se convertirá, irónicamente, en su single más exitoso. El saxofón de Dick Parry se desvanece con los primeros acordes de Us and Them…el viento y los teclados van de la mano serenamente, mientras el guitarrista canta sobre la diferencia entre clases sociales e intereses mundanos, e incluso, muy británicos…es quizá, el tema más épico, con un elaborado trabajo de Mason, una vez más, entre la ventisca y la sobriedad…otra pausa musical para que elijas lo que quieras (puya al consumismo?). Any Colour you like, con un exquisito trabajo de VCS3…y llegamos al clímax, donde Waters toma, por fin la voz cantante. Brain Damage es el patético final anunciado…carcajadas sacuden el cerebro… perder la cabeza en una sociedad delirante, enlazando con Eclipse…casi el reverso tenebroso del Listening to you, del Tommy de The Who… coros y auge orquestal, en un subidón , tan directo como contundente, broche de oro fatídico a la vez que hermoso, de una travesía tan profunda como deliciosa… la magia está en los textos, en los arpegios vocales y en el perfecto colchón sonoro forjado por el cuarteto… la reescucha es obligada, of course.

Sirva este pequeño análisis (que no estudió ni dossier) para arrojar algo de luz en el siglo XXI , del por qué de la importancia de un trabajo mayúscula en la historia del Rock. No vamos a hablar de la sincronización con El mago de Oz, ni de quién tuvo más peso en la confección de semejante joya… sólo invitamos a disfrutar, a indagar y a abrir boca, de aquellos neófitos, que aún no lo han escuchado… con auriculares y con tiempo, por favor…nos vemos en el lado oculto de la luna.

Imágenes públicas de diferentes singles

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