De origen francés, aunque afincado en Brasil desde hace casi 30 años, Chartiot no había actuado antes en España
Eric Chartiot no se define. Sus espectáculos combinan la narración y la magia, pero no quiere encasillarse en ninguna de las dos disciplinas: “yo hago lo que me gusta y parece que al público también le gusta lo que hago”, confiesa. El francés piensa que la palabra artista le queda grande y asegura tenerle “envidia” a los narradores porque con “solo un micrófono hacen un espectáculo maravilloso”.
- Llevando tanto tiempo en el mundo del espectáculo y siendo originario del país vecino a España, ¿cómo es que Eric Chartiot no había actuado aquí?
Es una historia de vida un poco distinta. Soy francés. Nací en Francia. De una madre española. O sea, la mitad. Lo que pasa es que me fui a vivir a Brasil hace 26 años. Entonces, es la primera vez que me presento en España. Pero, ¿cómo empezar mejor en España? Ha sido maravilloso empezando por el lugar: es encantador, es único. La gente te ayuda en todo. Y los otros artistas que vi, la gente que he conocido aquí, es increíble.
- ¿Qué tal el encuentro con el público del festival?
Fabuloso. He tenido un espectáculo para niños que escribí hace muchísimos años con un amigo brasileño. Había muchos adultos y yo siempre me preocupo por si será bueno para los adultos. Pero la gente sacó al niño que tienen dentro y lo dejaron vivir. Fue fabulosa la reacción de las personas, de los niños que participaron, pero de forma educada, no de forma exagerada, queriendo invadir las cosas.
- ¿Crees que los adultos deberían dejar salir al niño que llevan dentro más a menudo?
Claro. Cuando yo trabajo con niños, cuando abren la puerta del teatro del lugar donde voy a presentar, vienen corriendo para ponerse delante en la primera fila. Si pueden subir al escenario. Al contrario, los adultos se sientan al fondo. Los que llegan al final: parecen castigados porque tienen que sentarse en primera fila. ¿Dónde está el niño ¿Por qué crecemos y vamos desarrollando esos miedos? “Uy, ¿me quedaré atrás? ¿No?”. Y realmente creo que es una pena. Por un montón de razones escondemos ese niño y no lo dejamos salir. Es bueno que haya momentos como este, que haya gente que se preocupe por esto y que haya ratos como este festival para decir “voy a dejar vivir al niño que llevo dentro”.
- En tus espectáculos mezclas la narración con la magia. ¿Cómo te defines: mago o narrador?
Yo no me defino. Cuando estoy con un mago, me dicen que soy contador. Cuando estoy con un contador me dicen que soy mago. No me considero artista, es una palabra que me parece muy grande para mí. Yo hago lo que me gusta, lo que me parece que al público le va a tocar emocionalmente. Intento no definirme para no encerrarme. A veces al público le gusta también y entonces ahí nos encontramos. Intento no definirme el personaje. Esa es la envidia que yo no tengo. A los cuenteros no, porque llegan, no tienen absolutamente nada, piden el micrófono y te hacen un espectáculo maravilloso.
- Usas diferentes elementos de atrezo en tus espectáculos. ¿Te ayudan en el desarrollo del mismo?
Desgraciadamente yo no soy tan bueno. Necesito aparatos. Puedes hacer magia de una cierta manera sin nada, pero es muy limitado. Entonces, yo necesito de objetos para que sucedan cosas que no estaban previstas. Yo les tengo mucha envidia a los cuenteros que llegan, no tienen nada, lo tienen todo en la cabeza y en el talento. Yo ni cabeza ni talento tengo (ríe).
- ¿Te gustaría volver al Festival Internacional del Cuento de Los Silos?
Me gustaría quedarme (ríe). La verdad es que me encantaría volver. Es el tipo de festival que a mí me encanta. Es en un lugar todo cerca junto con los otros compañeros con los que participo en varios aspectos. Hay escritores, artistas de varios horizontes. La gente ya te conoce, lo cual no sucede en un festival grandioso grande, pero no tiene eso de la intimidad. Y a mí me encanta esa intimidad en el tipo de espectáculo que hago. Me gusta la proximidad de la gente, me gusta que esté muy cerca y que suceda todo de manera muy íntima, como si yo pudiera tocarlos a todos.