En una entrevista para Culturamanía, Guillermo Barreira, director de cine, nos comparte los secretos detrás de su nueva película «Tu Sangre», que se estrenará el próximo 31 de octubre en las salas de cine, incluyendo varias en Canarias. Con un enfoque en el misterio y la complejidad de las relaciones familiares, Barreira nos invita a adentrarnos en una atmósfera inquietante que combina el terror con la exploración emocional.
«Tu sangre» es tu segundo largometraje tras The Invisible Worm. ¿Qué te inspiró a contar esta historia en particular?
R- De un tiempo a esta parte escribo historias de personajes. Primero parto de una idea, una sensación, una obsesión que explorar, que puede ser un macguffin o, en este caso, un género y una atmósfera, una localización. Después viene el trabajo técnico-creativo de pensar qué personaje, y con qué arco de personaje, tiene que encajar ahí. Ahí es donde más trabajo hago y lo que merece mayor reescritura de los guiones. Pero no es una fase tediosa, sino que está llena de gozo, y donde inconscientemente e inevitablemente pongo cosas de mi; quizá menos de mi biografía pero sin duda en sensaciones familiares. Dicho todo esto, es evidente que quería partir de hacer una historia de terror. No hay género que no me guste mucho, pero este me fascina por el hecho del misterio y como esto se presta a que le adjudiquemos metáforas muy jugosas. También es el género que más facilita el desafio pero también la oportunidad de enfrentar el personaje a su trauma.
El internado femenino en el que se desarrolla la historia tiene un ambiente muy particular, lleno de misterio y tensión. ¿Por qué decidiste ambientar la película en un internado y cómo influye este espacio en la trama?
R- Del internado me interesaba mucho la primera impresión de misterio, y el hecho de relacionarlo con personajes aún en la infancia (la protagonista tiene 14 años) que, al vivir en el internado, tienen un punto de vista fuera de la zona de confort y motivado por una gran curiosidad y sensación de la maravilla propia de la edad. A esa edad vuela la imaginación y estás enormemente receptiva. El internado es un edificio grande y viejo, aislado. Quería que diera la sensación de que respirara como una gran ballena, que pareciera vivo (de ahí la frase de “¿creéis que las paredes escuchan?”). El internado puede alojar cualquier miedo que tengas y darlo forma en sus sombras y secretos. Con estos ingredientes podríamos hacer cualquier historia de iniciación y descubrimiento de la edad adulta con el tinte del género de terror. Elegí un internado femenino en lugar de masculino, porque entiendo que las chicas de esa edad son más receptivas a la exploración del mundo, al descubrimiento de los cambios internos de su cuerpo y su mente, a la captación de señales, y a la recepción de las energías. Los chicos a esa edad están en otras cosas. Curiosamente, me cuesta mucho ver de dónde viene este gusto por las historias de internado, porque me parece un icono cultural en si.
La relación entre Sofía y su madre parece ser un eje central en la película. ¿Cómo abordaste esta relación desde el punto de vista de la dirección y qué crees que puede resonar más en el público?
R- La relación entre la hija y su madre es la historia. Tiene mucho de la superación de una niña que pasa una edad crítica de crecimiento a solas, y habla también sobre el hecho de la vampirización de padres a hijos. Quise enfatizar que cuando la hija lo daba todo por reencontrar a la madre muerta a través de sublimizar al fantasma, la madre no respondía desde el amor. Lo que debería ser protección, lo que debería empoderar sanamente un personaje al otro, son en cambio martirios y burlas. Usamos el hecho de que ella sufre su primera menstruación sin que nadie la ayude o la aconseje y el fantasma lo que hace es antagonizarla, así que hemos podido jugar mucho con la sangre en clave de género. La sangre contra un cuadro de colores azules, fríos, que lo destacaban. Así como el color de los pijamas, etc… Trabajamos mucho también esto en la interpretación, la progresiva debilidad en la hija según la va usando y vampirizando la madre, hasta el apoteosis final. Hay otros elementos simbólicos, como el pájaro torturado que aparece junto a la litera de la niña. Y luego está el juego de seducción de la madre a la hija, las nanas y sonidos maternales que la niña escucha por la noche, que trabajamos con una ambigüedad entre nana maternal y algo gutural, primitivo, esotérico, y que, en contra de la anticipación que tiene la hija, antecedía momentos clave de esa relación insana.
Has comentado que querías que el espectador se sintiera inmerso en el ambiente del internado y en las emociones de la protagonista. ¿Qué técnicas o enfoques visuales utilizaste para lograr esta inmersión?
R- Aunque la película tiene algún elemento de gramática cinematográfica tradicional, o académica, como la disposición de los colores y su peso en los encuadres, mi intención era buscar no el distanciamiento de espectador y obra mediante prácticas canónicas del oficio de director, sino usar todos estos elementos para facilitar la inmersión del espectador dentro de la historia. Cuando mi objetivo para lograr el terror era acercar la identificación y simpatía del espectador con el personaje, mi prioridad era hacerte sentir dentro de la historia. Entonces quería buscar una atmósfera, que los planos panorámicos dieran espacio a la presencia de sombras y huecos que pueda rellenar el miedo, grabar en una estación del año con atmósfera otoñal, y dar presencia a la masa del edificio y sus estancias. Y buscar encuadres que identifiquen por una parte el punto de vista del personaje con el espectador, y que aplaste las emociones y reacciones del personaje con lo que va a sentir el espectador. Todo esto, imprescindible, con cámara en mano para buscar la subjetividad.
En «Tu sangre» utilizas elementos del cine de terror, como la tabla Ouija y fenómenos sobrenaturales. ¿Cómo equilibras estos elementos con la exploración más psicológica y emocional de Sofía?
R- El objetivo era partir de un tratamiento realista, muy de mano con la cámara en mano y el tono inmersivo y subjetivo, para que de ahí emergieran los códigos del cine de terror, lo cual los hacía menos cliché y más probables, más realistas.
El elenco está compuesto por actrices como Ángela Arellano y Sara Jiménez. ¿Cómo fue el proceso de selección de los actores y cómo trabajaste con ellos para dar vida a estos personajes tan complejos?
R- A través de la directora de producción, Sofía Jordán, trabajamos a mano con la agencia de representación de Cristina Chaparro, que lleva un conjunto de actores jóvenes de enorme talento. Sara vino como una recomendación de la productora, Eye Slice. Es una actriz innata con una facilidad como no había visto antes para entrar en el personaje, y tomaba mis dirección con mucha intuición y precisión. Ángela en principio venía sugerida para otro personaje, pero vi una fuerza y una personalidad enorme que quise para el personaje que acabó haciendo. A veces hay que dejarse guiar por el instinto para tomar decisiones, nunca falla. Con ellas trabajé como llevo trabajando con actores desde hace diez años: hacemos un gran estudio del personaje desde su trasfondo a su motivación; después no pudimos tener mucho tiempo de ensayo por las fechas de que disponíamos, pero pudimos fijar tono y ritmo, y después las sumergía en la escena, y ahí confiaba en que la llenaran con su instinto y sus decisiones. El resultado siempre es de mucho realismo y todas sus acciones resultan orgánicas.
«Tu sangre» ya tiene distribución internacional en varios países. ¿Qué expectativas tienes para la recepción de la película en diferentes culturas y cómo crees que conectará con audiencias de contextos tan diversos?
R- El tema de la película es universal, y el gusto por el terror también lo es. Será divertido ver si algunas culturas reciben todas la atmósfera de internado católico como algo exótico.
Vienes de una formación variada, desde la New York Film Academy hasta proyectos en videoarte y fotografía. ¿Cómo ha influido esa diversidad en tu estilo como director y, en particular, en «Tu sangre»?
R- Jugué con muchos medios audiovisuales hasta que tuve que centrarme sólo en el cine. A eso que mencionas junta el trabajo de VJ mientras hacía cortometrajes. Es verdad que deja experimentar mucho con lenguajes, y eso te acaba dando armas para expresarte. Cuando estamos tan saturados de cineastas aspirantes, tener un estilo propio y proponer cosas diferentes, es importante. No arriesgarse es arriesgado.