Esta semana santa ha habido un combate por las taquillas. DC Warner contra Paramount. Una secuela del personaje de CC. Beck de la Charlton contra la segunda adaptación del juego de rol creado por Gary Gigax en 1974… ¿reñido? Para nada… sólo hay un claro ganador… pero vamos por partes…
Los fiascos de Philadelphia es el nombre que la prensa adjudica al grupo de superhéroes comandado por Billy Batson y cía. Los niños huérfanos se enfrentan ahora a las hijas de Atlas, interpretadas por Helen Miren y Lucy Liu que ansían el báculo de El mago (Djmon Honsou). Todo ésto desemboca el caos en la ciudad, con dragón incluido. Y esto es la sinopsis de tan inane secuela, nuevamente perpetrada por David.F.Sandberg (Anabelle Creation) , con un Zachary Levi, si acaso más insufrible que en la anterior, y con un guion inexistente, que, para más inri, intenta «Marvelizar» la premisa, con humor infantil e inclusión forzada…una nadería interminable (dos horas y cuarto) que, junto con Aves de Presa, posiblemente resulte el punto más bajo de la casa. No se entiende que hace Mirren aquí (el cheque, imagino) y los cameos de Gal Gadot o Mark Strong tampoco logran levantar el desaguisado. Un bodrio sin parangón, con o sin Sociedad de la justicia (sorpresa!), que no ostenta el título de película del periodo vacacional… ese honor (nunca mejor dicho) es para el otro film, indiscutiblemente…
John Francis Daley y Jonathan Goldstein se atreven a readaptar Dragones y Mazmorras. El juego de rol pionero, nuevamente vigente gracias a la cuarta temporada de Stranger Things, aterriza por primera vez en los cines hace cuarenta años con E.T (recordáis la partida en la escena inicial, de Elliot, su hermano y amigos, cuando piden las pizzas?), ya todo un culto en USA. TSR comienza a editar sus libros (y a continuación, los de Dragonlance), y, dos años después, la Marvel crea la mítica serie de animación del mismo título (1984), donde un grupo de amigos, se ven trasladados a un mundo fantástico, convertidos en guerreros con sus respectivas características (un equipo de personajes como en el juego), bajo las directrices del Amo del calabozo (Dungeon Máster), contra el mal encarnado en Venger. La fiebre del rol crece y llega a España en los 90. Para cuando ésto sucede, D&D ya es un imperio lúdico, con cientos de expansiones en todos los formatos posibles. Silver Pictures, tras el éxito de Matrix, emprende una adaptación fallida, con Jeremy Irons y Thora Birch (Américan Beauty) con unos FX espantosos, y unos risibles Justin Whalin (Lois y Clark) y Marlon Wayans (Réquiem por un sueño) cómo protagonistas. El desaguisado provocó dos secuelas Direct to video, y la franquicia parecía muerta antes de nacer .. hasta hoy.
Hay que decir que el mundo de D&D ha bebido de Tolkien desde sus inicios. Hay humanos, elfos, enanos, Trolls, orcos…y halflings (medianos), el equivalente al Hobbit. Pero se ha hecho hincapié en la picaresca y en el arte del latrocinio (tema caro también para Robert. E. Howard, por cierto). Tanto en la anterior película del 2000 cómo en la actual, ésto queda patente (quizá la mejor escena del film anterior sea la del laberinto). Así, conocemos al Bardo encarnado por Chris Pine (en una tónica parecida a su capitán Kirk) , que tiene cuentas pendientes (y familiares) con un antiguo compañero (Hugh Grant, que ha mejorado en su madurez como intérprete), y escapa de su presidio con la leal Michelle Rodríguez (Resident Evil, Lost, Avatar), para recuperar un objeto, capaz de revivir a su esposa. Para ello contará con un ecléctico grupo, con un mago, un elfo y una cambiante (Sophia Ellis, revelación de It, y Gretel y Hansel) ,que sortearán diversos peligros, entre la sátira, las referencias (atención al guiño a la serie de animación), el humor (mucho más inteligente que el del MCU) y la pura aventura. Entre el material de base y las novelas, se destila puro sense of wonder…. una delicia que recuerda a Krull, a Legend, a Willow y a los 80 en general. Los espacios naturales, la variedad de localizaciones, entre boscosas y nevadas, el correcto maridaje entre CGI y animatrónica (casi como El mandaloriano) hacen de este ejemplar film aventurero, un espectáculo cuidado, con ritmo trepidante y mucha mala leche (ese cameo de Bradley Cooper). Dragones gordos, piedras walkie talkie, senderos subterráneos, fortalezas, inhibidores de magia o devoradores de intelecto (enemigos mortales de las producciones Disney!) ornamentan una obra honesta y sin pretensiones. Pura evasión. Definitivamente recomendable….
Fotografía en portada: Cartel o escena, público y distribuido para su publicidad de la película