miércoles, julio 23, 2025

La Mar de Músicas: Día 5. Por Álex Ro

Martes 22 de julio

¿Qué fuerza interior nos lleva a cantar? Seguramente la respuesta la hemos tenido en La Mar de Músicas este martes 22 de julio, un día en donde la música vino de la mano del duelo, en donde la voz pudo sacar la pena que embarga el alma cuando nos deja un ser querido, en donde la canción pudo transformarse en un abrazo de amor, en donde la garganta lloró lo que impedíamos que hicieran nuestros ojos. Eso es la música, desde siempre, desde que el ser humano es un ser humano, una manera de compartir con nuestros semejantes lo que nos entristece y nos alegra. Es lo que no somos capaces de transmitir con palabras.

LA PARODY

Soledad Sánchez Parody, La Parody, se subió a la plataforma de la Plaza del CIM para explayarse con su electrofolk. Acompañada por dos trompetas, sus samples hicieron vibrar el aire con sus composiciones que recuperan el saber popular. Melodías, letras y refranes cabalgaron sobre el puerto de Cartagena para hacernos un showcase de sus composiciones.

Multifacética, te hace tanto una ambientación sonora para una película como participa en la producción de una ópera, La Parody demostró en sus propias carnes la situación de la industria musical actual. Una canción puede hacerse hiperfamosa pero nadie conocer a la autora de la misma. Eso es lo que ocurre con su tema Summer Rain, utilizada hasta la saciedad en reels y vídeos de TikTok pero que casi no le reporta beneficios. Porque esa es la famosa economía colaborativa que pregonaban los gurús de lo digital: tú colaboras con tu talento, con tu creatividad, para que ellos se hagan ricos.

RÍO VIRÉ

Rubén Villahermosa, Río Viré, jugaba en casa y se notó en la Plaza del Ayuntamiento, en donde se presentó en formato banda para demostrar que en muchas ocasiones no hace falta irse muy lejos para encontrar grandes grupos. Con la colaboración de José María Vidal (Karmacadabra), Muerdo y Antonio García (Arde Bogotá), Río Viré fue cantando parte de su repertorio, en el que hubo fases melódicas y momentos festivos, saltando de las composiciones más de cantautor a ritmos rock’n’roll o, incluso, a una bachata. Porque eso es Rubén, un polifacético compositor que, aunque viva ahora en Madrid, como dijo: el sur nunca se deja, solo se regresa. Emotivo fue el momento en que fue desgranando su biografía por la ciudad de Cartagena, esas vivencias que lo han hecho la persona que es.

CONOCIENDO RUSIA

Como final de la gira que por dos meses Conociendo Rusia ha realizado por España, en muchas ocasiones haciendo de teloneros de Leiva, la banda liderada por Mateo Sujatovich, fue presentando en el Patio del CIM las canciones que forman su último disco, Jet Love, acompañadas de composiciones de álbumes anteriores como Otra Oportunidad, con la cual abrieron su concierto, o Cicatriz. En el repertorio no faltó Cinco horas menos, canción que le valió a Sujatovich un Grammy Latino en 2024. A pesar de los problemas con la guitarra, Conociendo Rusia presentó una actuación compacta que fue celebrada por sus seguidores y seguidoras.

VALERIA CASTRO

La esperada cantante de la isla de La Palma había logrado un sold out en el Auditorio Paco Martín. Cartagena estaba ansiosa por escuchar a una de las voces más importantes del panorama musical hispano en estos momentos. Y saltó al escenario cantando La Soledad con la voz rota, quebrada. Extrañeza entre los presentes que no entendían lo que estaba ocurriendo, sobre todo entre quienes ya la habían escuchado en directo. Esa no era Valeria, esa no podía ser Valeria, la de la voz con trémolo que embelesaba los oídos. Y es que la canaria llegaba con el alma astillada como explicó. La muerte de Micaela, su abuela, hacía unos días le había roto su espíritu y, aunque estuvo a punto de suspender la actuación, decidió seguir adelante, por una simple anécdota en la vida de esta mujer; de los pocos lugares que había visitado en su existencia, uno de ellos era justamente Cartagena con el Imserso, y Valeria Castro sintió que cantar en La Mar de Músicas era el mejor homenaje que podía realizarle. Porque cuando el dolor nos supera, lo que puede considerarse un hecho baladí se transforma en el ancla que nos amarra a la realidad.

Entre lágrimas y tristeza fue desarrollando su espectáculo, arropada constantemente por su banda, que le sirvió de apoyo para lograr hacer de la noche del martes un momento especial en su existencia. ¿La música? Lo de menos. Que no llegara a la nota, que se quedara acongojada no importaba porque entre todos y todas estábamos acompañándola en su duelo personal. Todos lloramos con Valeria Castro, todas la abrazamos para reconfortarla. Todos pensábamos en Micaela aunque no la conociéramos. La música, por esta ocasión, no fue un negocio; fue la ternura con la que el alma llora.

Ya hemos superado el meridiano de un Mar de Músicas que, en esta ocasión, se está convirtiendo en uno de los festivales más emotivos a los que hemos acudido. A golpe de lágrimas, escribimos esta crónica.

Fotografías y texto de Álex Ro

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