domingo, octubre 6, 2024

Manuel Darias: Ni de lejos hay una página de cómic tan veterana como la mía

Desde el punto de vista estadístico, si una generación dura cerca de 20 años, entonces el experto en cómics Manuel Darias Darias ha instruido sobre este mundo a dos generaciones y media de tinerfeños.

Su página “Historieta” se viene publicando cada semana de forma ininterrumpida desde hace 50 años. Un hito que no tiene comparación en ningún otro medio de comunicación del mundo.

«Ni de lejos» hay algo parecido, asegura que le han reconocido varios especialistas.

Darias comenzó en 1973 casi de casualidad escribiendo en La Tarde y luego se pasó a Diario de Avisos, donde aún continúa.

Para reconocer su labor la Fundación Cine+Cómic organizó este sábado un completo homenaje en el que el alcalde de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Bermúdez, anunció que iniciaría los trámites para concederle a Darias el mayor galardón de a ciudad, la Medalla de Oro al Mérito Cultural.

Pregunta: ¿Cómo recibió el anuncio del alcalde de otorgarle esta Medalla?

Respuesta: Pues mi respuesta es muy sencilla. Siempre me he considerado un santacrucero de pro y lo seguiré siendo toda la vida. Por eso es todo un orgullo que el alcalde haga esta propuesta. En principio me ha dicho que los trámites van a ser rápidos. Estoy seguro de que va a ser así. No puedo sino estarle muy agradecido.

P: ¿Cómo vive estos días en los que se cumple el medio siglo desde que salió la primera página dedicada al cómic? Supongo que estarán siendo de vértigo.

R: Resulta emocionante comprobar que durante cincuenta años he sido capaz de escribir una página semanal en un periódico local y que haya tenido una gran resonancia en el ámbito nacional. Empecé a escribirla en un espacio que se llamaba “Especial Sábado” en el periódico La Tarde y unas semanas más tarde me preguntaron si podía mantenerla durante más tiempo. Les dije que sin problema.

P: ¿Cuáles son los principales reconocimientos que le han hecho durante estas fechas?

R: Sin duda es la exposición que organizó la Fundación Cine+Cómic de Francisco Pomares. La Fundación me parece una iniciativa increíble, de una gran calidad y nivel. La prueba es que sus salones superan de sobra a otros que se celebran en distintos puntos del mundo. Hay que reconocer el esfuerzo que Pomares ha hecho para sacar esta iniciativa adelante.

En cuanto a otros reconocimientos, en la última página que salió la semana pasada en el Diario de Avisos hice una lista de los que he recibido en estos años. Aunque me daba un poco de vergüenza lo vi como una forma de recordar a quienes me dieron un premio y demostrarles mi agradecimiento.

P: Supongo que la idea de escribir esta página surgiría de una gran afición previa por este mundo.

R: Cuando yo era niño no existía la televisión y el principal medio de entretenimiento y el más barato era una historieta; leer el Pulgarcito, el Guerrero del Antifaz… eso y a la pelota era lo único con lo que podíamos jugar. Luego estaba el matinée del domingo que era bastante más barato. Cuando apareció la televisión yo ya tenía 16 años.

Al hacerte mayor se supone que dejas de leer las historietas pero yo me negué. Por eso cuando empecé a escribir ya tenía 31 años y contaba con una gran colección. Incluso las compraba en Francia porque en España la censura se había cargado las historietas.

P: ¿Todavía a finales de la dictadura había censura? ¿Se metían también con los cómics o no usaban tanto las tijeras?

R: Sí, de hecho en los años cincuenta y sesenta era muy popular lo que se llamaba el Cuadernillo de Aventuras que tenía forma apaisada, de diez páginas y todo su interior estaba en blanco y negro, menos la portada que era en color y la contraportada que era azul.

En ese cuadernillo el Guerrero del Antifaz estaba matando moros todo el tiempo, el Pequeño Luchador disparaba cargándose criminales en el Oeste o El Cachorro que era una historia de piratas en la que estaba todo el rato pegando sablazos.

Llegó un momento en el que la censura prohibió que los personajes llevaran armas. Incluso en las reediciones. Recuerdo una del Guerrero del Antifaz que en el original se le veía con el espada en alto gritando: “¡A por ellos!” y luego y cuando se editó de nuevo le quitaron la espada y no sabías muy bien de qué se trataba. Un cosa ridícula.

P: ¿Y cómo se vivió la irrupción en este panorama del cómic underground?

R: Los inicios fueron en Barcelona y lo impulsaron una serie de personas que no tenían cabida en los canales normales de las editoriales y se dedicaron a publicar ellos mismos con su propio estilo y en contra de todo.

Hubo algunas personas que se dieron cuenta de que había el suficiente público para que saliera rentable y crearon El Víbora, donde se canalizaron todos los autores que habían participado en el movimiento underground.

Esa publicación ha sido la revista de este mundo por excelencia y tuvo una vida larguísima. Pero El Jueves es con diferencia la mejor de España. Llegaron a vender 120.000 ejemplares y ahora van por 60.000, lo que también tiene su mérito.

P: ¿Cuáles serían sus autores y obras favoritas?

R: Tengo un listado de cuarenta tebeos de obras realistas y otros tanto de humor. Todos me encantan. Lo primero que leí fue Zarpa de León, el Guerrero del Antifaz, Hazañas Bélicas, el Cachorro, el Capitán Trueno, el Pequeño Luchador… unas historietas que te dejan una huella en la infancia y una nostalgia que no la puedes borrar nunca.

Empecé a leerlos con cuatro o cinco años y poco a poco fui eligiendo aquellas publicaciones que podían ser significativas. Siempre las apunto de tres en tres. La última en humor fue Las Estupendas y en el lado serio la de Miguelanxo Prado. Luego hubo una época en la que cometí el error de nombrar reyes y reinas del cómic español.

Para mí la reina del humor español es Mariel Soria, ya retirada, que dibujaba en El Jueves y tenía un personaje que se llamaba Mamen, una chica pelirroja. El rey, sin lugar a dudas, es Paco Ibáñez, el autor de Mortadelo y Filemón. Y el del cómic realista sería Carlos Giménez con su obra autobiográfica llamada Paracuellos.

P: ¿Cómo definiría la evolución del cómic a lo largo de todos estos años?

R: Cuando empecé a leerlo estaba enfocado al público juvenil e infantil y luego empezaron a salir historietas para los adultos. Ese movimiento comenzó en Francia y ahora lo cierto es que está principalmente enfocado a los mayores porque les sale más rentable.

P: ¿Cómo resumiría su trabajo en este medio siglo? ¿Cómo fue el tránsito de La Tarde al Diario de Avisos? ¿Hubo algún paréntesis?

R: En aquel tiempo La Tarde atravesaba una mala situación económica y a los periodistas no les pagaban bien o incluso directamente no les pagaban. Entonces llegó de La Palma el decano, el Diario de Avisos, y nombraron a un nuevo director que era Leopoldo Cabeza de Vaca, quien para alegría mía estuvo presente en el acto del sábado.

Como es normal lo primero que hizo fue ver lo que salía en la prensa y le encantó mi página. Habló conmigo y me convenció porque el Diario tenía mejores medios para que las ilustraciones salieran perfectas. Y la verdad es que la diferencia era notable.

P: ¿Cree que el cine se está comiendo al cómic?

R: Nunca entendí porqué si en el cómic había personajes con aceptación contrastada como Superman o Batman que vendían millones de ejemplares en Estados Unidos o que en España el Capitán Trueno llegara a vender 400.000 ejemplares y el Guerrero del Antifaz 500.000, no hubiesen dado antes ese paso al cine.

Yo veo esas películas pero es muy raro que me gusten, como mucho cinco de cada diez pero las demás me parecen abominables. Estoy acostumbrado a que no me den las imágenes masticadas sino que tengas que imaginarte lo que pasa entre las viñetas.

P: ¿Alguna vez se ha planteado convertirse en autor?

R: Es una cosa rara porque antes de meterme de lleno en el mundo de las historietas, lo mío eran los relatos cortos y llegué a ganar algunos premios. Tengo como 70 relatos cortos escritos. En teoría me hubiese resultado fácil pero la verdad es que nunca me he atrevido a escribir un guión. Y menos aún a dibujar cuando conoces los fenómenos que he visto. Tendría que estar diez años todos los días para llegar a adquirir un cierto nivel.

P: ¿Es habitual que haya a la vez un dibujante que también sea guionista?

R: Hay autores completos. Por ejemplo, Ibáñez se hace sus propios guiones y luego los dibuja. Recuerdo que una vez lo llamé y estaba haciendo un guión y me dijo que para él era la cosa más aburrida del mundo porque tenía que estar tres o cuatro días prácticamente a solas, a oscuras… ahora eso sí, cuando lo acaba y empieza a dibujar ya todo es “garabatear, garabatear”, como él me dijo.

P: ¿Sabe si hay alguna página parecida en el mundo que haya durado tanto tiempo?

R: En España ha habido varias pero no han durado más allá de año y medio.

Cuando yo llevaba unos 15 en un salón del cómic de Barcelona estaba hablando con dibujantes y críticos y uno me dijo que preguntara a dos especialistas de Europa y Estados Unidos y los dos me dijeron que ni de lejos había algo parecido. Por eso de cachondeo a veces ponía “Página Decana de Las Historietas”.

En ese cuadernillo el Guerrero del Antifaz estaba matando moros todo el tiempo, el Pequeño Luchador disparaba cargándose criminales en el Oeste o El Cachorro que era una historia de piratas en la que estaba todo el rato pegando sablazos.

Llegó un momento en el que la censura prohibió que los personajes llevaran armas. Incluso en las reediciones. Recuerdo una del Guerrero del Antifaz que en el original se le veía con el espada en alto gritando: “¡A por ellos!” y luego y cuando se editó de nuevo le quitaron la espada y no sabías muy bien de qué se trataba. Un cosa ridícula.

P: ¿Y cómo se vivió la irrupción en este panorama del cómic underground?

R: Los inicios fueron en Barcelona y lo impulsaron una serie de personas que no tenían cabida en los canales normales de las editoriales y se dedicaron a publicar ellos mismos con su propio estilo y en contra de todo.

Hubo algunas personas que se dieron cuenta de que había el suficiente público para que saliera rentable y crearon El Víbora, donde se canalizaron todos los autores que habían participado en el movimiento underground.

Esa publicación ha sido la revista de este mundo por excelencia y tuvo una vida larguísima. Pero El Jueves es con diferencia la mejor de España. Llegaron a vender 120.000 ejemplares y ahora van por 60.000, lo que también tiene su mérito.

P: ¿Cuáles serían sus autores y obras favoritas?

R: Tengo un listado de cuarenta tebeos de obras realistas y otros tanto de humor. Todos me encantan. Lo primero que leí fue Zarpa de León, el Guerrero del Antifaz, Hazañas Bélicas, el Cachorro, el Capitán Trueno, el Pequeño Luchador… unas historietas que te dejan una huella en la infancia y una nostalgia que no la puedes borrar nunca.

Empecé a leerlos con cuatro o cinco años y poco a poco fui eligiendo aquellas publicaciones que podían ser significativas. Siempre las apunto de tres en tres. La última en humor fue Las Estupendas y en el lado serio la de Miguelanxo Prado. Luego hubo una época en la que cometí el error de nombrar reyes y reinas del cómic español.

Para mí la reina del humor español es Mariel Soria, ya retirada, que dibujaba en El Jueves y tenía un personaje que se llamaba Mamen, una chica pelirroja. El rey, sin lugar a dudas, es Paco Ibáñez, el autor de Mortadelo y Filemón. Y el del cómic realista sería Carlos Giménez con su obra autobiográfica llamada Paracuellos.

P: ¿Cómo definiría la evolución del cómic a lo largo de todos estos años?

R: Cuando empecé a leerlo estaba enfocado al público juvenil e infantil y luego empezaron a salir historietas para los adultos. Ese movimiento comenzó en Francia y ahora lo cierto es que está principalmente enfocado a los mayores porque les sale más rentable.

P: ¿Cómo resumiría su trabajo en este medio siglo? ¿Cómo fue el tránsito de La Tarde al Diario de Avisos? ¿Hubo algún paréntesis?

R: En aquel tiempo La Tarde atravesaba una mala situación económica y a los periodistas no les pagaban bien o incluso directamente no les pagaban. Entonces llegó de La Palma el decano, el Diario de Avisos, y nombraron a un nuevo director que era Leopoldo Cabeza de Vaca, quien para alegría mía estuvo presente en el acto del sábado.

Como es normal lo primero que hizo fue ver lo que salía en la prensa y le encantó mi página. Habló conmigo y me convenció porque el Diario tenía mejores medios para que las ilustraciones salieran perfectas. Y la verdad es que la diferencia era notable.

P: ¿Cree que el cine se está comiendo al cómic?

R: Nunca entendí porqué si en el cómic había personajes con aceptación contrastada como Superman o Batman que vendían millones de ejemplares en Estados Unidos o que en España el Capitán Trueno llegara a vender 400.000 ejemplares y el Guerrero del Antifaz 500.000, no hubiesen dado antes ese paso al cine.

Yo veo esas películas pero es muy raro que me gusten, como mucho cinco de cada diez pero las demás me parecen abominables. Estoy acostumbrado a que no me den las imágenes masticadas sino que tengas que imaginarte lo que pasa entre las viñetas.

P: ¿Alguna vez se ha planteado convertirse en autor?

R: Es una cosa rara porque antes de meterme de lleno en el mundo de las historietas, lo mío eran los relatos cortos y llegué a ganar algunos premios. Tengo como 70 relatos cortos escritos. En teoría me hubiese resultado fácil pero la verdad es que nunca me he atrevido a escribir un guión. Y menos aún a dibujar cuando conoces los fenómenos que he visto. Tendría que estar diez años todos los días para llegar a adquirir un cierto nivel.

P: ¿Es habitual que haya a la vez un dibujante que también sea guionista?

R: Hay autores completos. Por ejemplo, Ibáñez se hace sus propios guiones y luego los dibuja. Recuerdo que una vez lo llamé y estaba haciendo un guión y me dijo que para él era la cosa más aburrida del mundo porque tenía que estar tres o cuatro días prácticamente a solas, a oscuras… ahora eso sí, cuando lo acaba y empieza a dibujar ya todo es “garabatear, garabatear”, como él me dijo.

P: ¿Sabe si hay alguna página parecida en el mundo que haya durado tanto tiempo?

R: En España ha habido varias pero no han durado más allá de año y medio.

Cuando yo llevaba unos 15 en un salón del cómic de Barcelona estaba hablando con dibujantes y críticos y uno me dijo que preguntara a dos especialistas de Europa y Estados Unidos y los dos me dijeron que ni de lejos había algo parecido. Por eso de cachondeo a veces ponía “Página Decana de Las Historietas”.

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