El pasado sábado, durante el Festival de Cine de Las Palmas de Gran Canaria, tuve el placer de presenciar el estreno de «Nina», la nueva obra de la directora Andrea Jaurrieta, en las instalaciones del Yelmo Las Arenas, que sirvieron como sede de las proyecciones del festival en este año 2024.
«Nina» es un intrigante drama thriller con un claro mensaje social, fusionando elementos de venganza empoderada con el estilo del western y una profunda carga psicológica. Andrea Jaurrieta aborda con valentía los límites del consentimiento desde una perspectiva femenina activa, explorando la complejidad psicológica y social que rodea este tema. ¿Cómo se define el abuso cuando parece existir consentimiento?
La película sigue a Nina, interpretada magistralmente por Patricia López Arnaiz, quien decide regresar al pintoresco pueblo costero donde creció, ubicado en Euskadi. Armada con una escopeta en una noche hostil de lluvia y barro, apunta hacia una casa donde el objetivo permanece indistinguible. Luego, busca refugio en un hotel donde es reconocida por el gerente, y aquí se reencuentra con su antiguo amigo Blas, interpretado por Iñigo Aranburuya. Comienza así una serie de encuentros en el pueblo, donde también se reencuentra con otros conocidos, hasta que se encuentra con Pedro, interpretado por Darío Grandinetti, desencadenando una oleada emocional al recordar escenas de su juventud, donde la actriz Aina Picarolo da vida al personaje de Nina en su adolescencia. Aunque el pueblo fue testigo de lo ocurrido, optó por el silencio. Años después, ese mismo silencio persiste, tejiendo una red de secretos y tensiones.
«Nina» se basa en la obra teatral homónima de José Ramón Fernández, a su vez una versión libre de «La Gaviota» de Anton Chéjov. La adaptación cinematográfica de Jaurrieta presenta una revisión contemporánea desde la perspectiva de Nina, tanto adolescente como adulta, utilizando una estructura narrativa similar al western y un enfoque visual poético y contemporáneo.
La directora Andrea Jaurrieta mantiene al espectador en vilo a lo largo de toda la película, con una tensión palpable que se refleja en la elección magistral de escenarios y fotografía. La secuencia de persecución, donde pasado y presente se entrelazan y los roles de víctima y verdugo se invierten, es sencillamente inolvidable. «Nina» es una obra cinematográfica digna de ser experimentada.
Mi puntuación: 8