He visto el muy esperado remake de Nosferatu. Considero que en líneas generales se trata de una muy buena adaptación de la archiconocida historia de Drácula, pues la califico como una de las mejores películas del 2024 y creo que en años venideros será un referente dentro del cine de terror moderno. Por lo tanto, mi dictamen es altamente favorable, lo cual no implica que el filme no esté exento de ciertas pegas, y todo esto lo detallaré más en adelante.
Ante todo, conviene contextualizar un poco. Como es bien sabido, la historia de Drácula en la que se basa esta película tiene sus raíces en esa novela gótica homónima del s. XIX escrita por el irlandés Bram Stoker y toma como punto de referencia al filme mudo de 1922 que dirigió el cineasta germano F.W. Murnau, llevándose así por primera vez dicha historia a la gran pantalla aunque, eso sí, con un título diferente, el de Nosferatu (que el director norteamericano Robert Eggers, por cierto, retoma aquí para la versión del 2024). Por una serie de cuestiones en la que no entraré en detalles, en este mítico clásico del cine de terror a los personajes de la novela de Stoker se les modificaron sus nombres, y entre ellos el del conde Drácula, ya que, aunque en esta cinta sigue siendo un vampiro oriundo de Transilvania sediento de sangre, su nombre es Orlok. Por cierto, es curioso cómo en cada adaptación de Drácula al cine, uno de los personajes que, sobra decir, más veces ha sido llevado a la gran pantalla de un modo u otro, nos encontramos con cambios hechos a la historia general, no sólo tal y como ya se ha dicho con los nombres de los personajes, sino de lugares también, o bien con otros aspectos. Así, de forma progresiva a lo largo de más de cien años en pantalla se han ido añadiendo elementos que no figuraban en la novela de Stoker, como lo de la intolerancia a la luz del vampiro, y que hoy nos parecen inseparables del personaje de Drácula y de su mitología de tanto que se han reproducido.
Asimismo, el hecho de ostentar tantas versiones hace que Drácula se preste a comparaciones cada vez que sale un nuevo producto suyo, sea en cine u en otro formato, como puede ser el cómic, y cada espectador parece tener a su versión favorita, un poco como le sucede a los superhéroes más maneados (Superman, Spider-Man, Batman) y otros personajes populares (Sherlock Holmes, el monstruo de Frankenstein, Godzilla, King Kong, James Bond, etc.); esa mayor predilección por unos que por otros depende de varios factores, más allá de la calidad en sí, como son edad o bien filias y fobias artísticas de cada cual de nosotros como espectadores. Con este último remake de Nosferatu sucede algo parecido, y de ahí las diferencias en apreciación que han surgido tras su ansiado estreno. Esta última versión del mito de Nosferatu se inspira también en la versión setentera con ese mismo nombre que realizó Werner Herzog, pero también bebe bastante del magnífico Drácula de Francis Ford Coppola, que data de los años noventa, además de absorber en mayor o menor medida elementos de varias pelis de cine clásico, muchas de ellas olvidadas o desconocidas por el público general e incluso por muchos cinéfilos de a pie (algunos de los títulos ya nos los ha dejado saber su director Robert Eggers hace unos días). Podríamos añadir El exorcista o Penny Dreadful a esas fuentes de inspiración, pues argumentos para ello no faltan.
Robert Eggers es desde luego uno de esos directores que se presta mejor para este tipo de cine, como podrían serlo también Tim Burton o Guillermo del Toro, o sea, un cineasta cercano al gótico, aunque cada cual de los citados posee su propio sello autoral, claro está, y Eggers tiene el suyo propio, no cabe la menor duda. Efectivamente, Eggers ha depositado su estilo de hacer cine en este proyecto y se nota. Cualquiera que conoce la corta pero intensa filmografía de este joven director podrá percatarse de lo dicho viendo Nosferatu y asimismo señalar parentescos con su espléndida ópera prima, La bruja, y también con El faro (la mejor película de su filmografía, en mi opinión) así como The Northman, una más que interesante adaptación de la historia en la que Shakespeare se basó para crear esa sublime obra de teatro suya titulada Hamlet. En todos estos largometrajes dirigidos por Eggers, encontramos algo de terror, en mayor o menor medida. Nosferatu no es ninguna excepción. Es más, dejando de lado aspectos del expresionismo alemán que ya encontramos en las cintas de Murnau y Herzog, y que Eggers retoma aquí de forma bastante discreta, lo que sí podemos observar es referencias visuales y estéticas a la pintura alemana del Romanticismo, es decir, a los cuadros de Caspar David Friedrich y artistas contemporáneos del s. XIX.
No en vano, es en el plano estético, en su bella fotografía (Jarin Blaschke) y en determinados aspectos visuales, que esta película destaca por encima del resto de adaptaciones de Drácula. Es su punto fuerte, y sólo por eso merece que sea valorada positivamente. No obstante, la banda sonora (Robin Carolan) y el siempre importante componente interpretativo no defraudan en absoluto. El reparto incluye entre otros a Bill Skarsgård (el payaso de It) como el monstruoso conde Orlok, al veterano y siempre eficaz Willem Dafoe, a la joven Lily-Rose Depp, hija de Johnny Depp (la cual se inspira bastante en su compatriota la francesa Isabelle Adjani que protagonizó la cinta de Herzog, y que me resultó ser un descubrimiento muy grato para mí), al sólido Nicholas Hoult (que hemos podido ver este año en Jurado nº2 de Clint Eastwood y que por otro lado será el próximo en interpretar al villano Lex Luthor en la nueva versión de Superman de James Gunn, entre otras cosas), así como Ralph Ineson (La primera profecía), Aaron Taylor-Johnson (Kraven) y Emma Corrin (The Crown).
La primera parte de la peli, es decir, el tramo que se centra en el viaje de Thomas Hutter (N. Hoult) al castillo de Drácula y su estancia allí, representa lo mejor de toda la peli para mí. El retrato del pueblo gitano que vive por esos lares está muy bien. Y el retrato de la ciudad de Wisborg me agradó bastante también (las calles y la arquitectura de Praga se prestan a ello). Las escenas con el enigmático personaje de Renfield, interpretado por Simon McBurney, me parecieron correctas (curioso que N.Hoult interpretase a Renfield en una película del 2023). El hecho de que Ellen tenga mayor protagonismo y pase de ser un personaje pasivo a ser uno mucho más activo, sobre todo en la parte final de la película, me pareció una decisión acertada, y estuvo muy bien ese giro a la historia que nos ofreció Eggers. Aprovecho aquí para señalar que si algunos han visto ‘wokismo’ en esta cinta, pues están viendo cosas donde no las hay desde mi humilde opinión. En cambio, la película de Eggers flaquea en el aspecto narrativo y lo peor en este sentido es la parte del viaje del Demeter (muy escueta, a mi gusto), además de la representación de los efectos de la peste en la localidad alemana de Wisborg (siendo muy superior en ambas cosas lo que se ve en la película de Herzog).
La caracterización, que no la interpretación, del conde Orlok no me agradó del todo (sin colmillos y con bigote), aunque sí se logra el efecto de monstruosidad e intimidación, sobre todo en el tramo final de la película. El Orlok de esta peli es más grotesco que en cualquiera de las anteriores, un ser altamente aterrador, pero el de Murnau es un icono prácticamente insuperable a estas alturas. En resumidas cuentas, esta nueva versión de Nosferatu dirigida por Robert Eggers es atractiva por su atmósfera gótica que se percibe en varios planos, pero luego sacrifica cierto contenido narrativo en favor de lo estético, lo cual no hace que termine siendo una mala película en su conjunto, pues me parece digna de un notable, incluso de un notable alto, pero en ciertos puntos este Nosferatu falla y esto le impide poder haber sido algo más grandioso. No obstante, a pesar de todo, no dudo que esta versión del mito del conde Drácula pasará a la historia, porque tiene muchos elementos positivos a su favor, no solamente en lo estético, ojo, sino porque la dirigió Robert Eggers, un cineasta cuya filmografía no me ha defraudado hasta ahora y que ya está marcando la historia del cine del sXXI, y en la cual Nosferatu no dudo tendrá un lugar destacado.