Rousi Rou en una charla exclusiva con Culturamanía, revela el viaje desde el rap rural hasta la experimentación en ‘Cristalizar’. Desde su época en ‘La Kadespadas’ hasta el proyecto colaborativo ‘Toma Tierra’, la artista explora la autoafirmación, la experimentación musical y la intensidad de llevar la música al escenario. Una entrevista reveladora sobre la evolución creativa y la conexión con el público
En tus primeras rimas en 2004, escribiste desde el aislamiento en un pequeño pueblo del Pirineo. ¿Cómo crees que este entorno influyó en tu estilo musical y cómo ha evolucionado tu enfoque desde entonces hasta tu último proyecto «Cristalizar«?
R- Creo que acercarme al lenguaje del hip hop desde el campo me conformó como creadora necesariamente independiente y/o alejada de los estereotipos del género; que normalmente están ligados a las experiencias urbanas y la competición.
Me ha permitido explorar caminos más libres y conectar de forma más genuina con lo que me fuera saliendo hacer.
“La Kadespadas» fue una etapa importante en tu carrera, culminando en el disco «La maketa». ¿Cómo describirías la evolución de tu música y tu mensaje desde ese álbum hasta tu trabajo más reciente con «Toma Tierra»?
R- Aunque conozco, admiro y consumo rap desde el año 2003 aproximadamente, cuando me dispongo a escribir, tanto antes como ahora, no me siento cómoda adquiriendo los códigos que habitualmente se relacionan con el rap.
Creo que de manera orgánica, y obviamente influída por el aislamiento del que hablábamos del entorno en el que me crié, voy encontrando mi estilo, que trasciende los códigos del llamado ego trip (término que hace referencia a la reivindicación del talento propio, el alarde o las acrobacias estilísticas por encima del contenido).
La Kadespadas fue una época de adolescencia muy comprometida y a la vez ingenua pero curiosamente fue la época donde más conciertos he dado. Quizá fue mi época más urbana porque fue mientras estudiaba en Zaragoza. Era un grupo donde rapeábamos cuatro personas y hablábamos sobre el capitalismo, la naturaleza y demás ideales contraculturales.
Últimamente me fluye escribir desde lugares como la duda, la resiliencia, la vulnerabilidad o lo femenino, y me sale reflexionar sobre la ausencia de referentes diversos en el rap, suelo decir de broma, que siempre he sentido que desde fuera se me ha percibido como “demasiado hippie para los rappers y demasiado rapper para los hippies”. A veces me ha molestado porque siento que no he encontrado un lugar donde mi propuesta se recibiera sin juicios así de simplistas, pero a día de hoy lo que más me satisface es sentir que voy puliendo mi estilo y mi camino propio.
En cuanto a la evolución de la música que hago, hay un salto enorme cuando en 2019 decido empezar a cantar melódico y empiezo a jugar con canciones que van cambiando, cambios de tempo, puentes instrumentales…encuentro por fin un reto en el salirme de las bases de “boom bap” de siempre, porque llega un momento de madurez en el que asumo que ni derrocho flow, ni métricas sofisticadas ni demás habilidades que se desarrollan en el rap y disfruto proponiendo una experiencia más compleja y más sensible a nivel musical donde sí que siento que destaco y que me desarrollo.
En 2019 iniciaste tu proyecto en solitario con «Entre la voz y la piel», explorando la autoafirmación e introspección. ¿Cómo fue el proceso de crear este álbum, y qué elementos crees que distinguieron tu música en este proyecto?
R- Como te comentaba fue una especie de necesidad de autoafirmación y de conectar con mi valor como creadora más experimental, valiente y libre.
Ese fue un proceso muy bonito por que creo que mis ganas de experimentar arrastraron también al productor a salirse de su zona de confort, salimos juntos y fue disfrutón y bastante revelador.
«Cristalizar» es un proyecto de rap altamente experimental. ¿Qué te inspiró a explorar esta dirección musical y cómo describirías la experiencia de trabajar en un proyecto tan introspectivo y oscuro?
R- un poco siguiendo la experiencia anterior, cada vez más experimento, cada vez más libertad y por consiguiente más disfrute.
Es una experiencia medio catártica, por primera vez en mi vida me sentaba delante de mi libreta y en cosa de una hora estaba la letra acabada. Siempre me había llevado meses hacer una letra, no sé, pero creo que es una señal de que estoy conectando cada vez más con la energía creativa que tengo.
Has trabajado con Sudakillah en la producción musical. ¿Cómo ha sido la colaboración y qué crees que aporta Sudakillah a tu sonido y estilo musical?
R-
En Cristalizar el compositor de las armonías, ritmos y propuestas estéticas es Alex Samarín. Todo el disco lo he creado mano a mano con él.
Con Sudakilla íbamos buscando a alguien que nos asentara más el sonido. Me encanta mezclar estilos pero sabía que él, nos anclaría con las baterías y los samples para que no se perdiera del todo la estética rapera y para que sonara “gordo”.
El aporta todo ese sonido más gordo, más concreto, nosotros somos demasiado volátiles y nos vamos por las nubes.
En 2020, uniste fuerzas con Juan Luis Pérez Pérez y más tarde con Alex Samarín para formar Toma Tierra. ¿Cómo nació la idea de este proyecto y qué desafíos y alegrías has experimentado al construir este álbum colaborativo?
R- Todo empezó porque quería presentar mi álbum de 2019 en directo y mi sueño era montar una banda para ello. No sabía ni por donde empezar cuando conocí a Juan Luis, él me dijo que necesitaba tener más repertorio para ese propósito, pero que a él le apetecía trabajar conmigo e ir creando más temas.
Entonces empezamos el proceso de creación, definición del sonido, y las estructuras (yo venía de componer de forma muy caótica y Juan Luis ejerció de productor y maestro). Más tarde apareció Alex Samarín y empezó a nutrir la propuesta con armonías muy sugerentes y arreglos rollo jazz.
El mayor reto cantar melódico, la mayor alegría haber logrado presentar el proyecto en directo con banda tres años después de haberlo soñado.
El tratamiento de las letras en «Toma Tierra» se destaca por su posicionamiento introspectivo y personal. ¿Cómo abordas el proceso de escritura y qué temas consideras más importantes en este álbum?
R- Creo que es lo mismo que te conté antes, cada vez más madura, menos encorsetada y más conectada con mi forma de percibir el mundo.
Sé que mis letras son bastante abstractas, no son fáciles de consumir, sé que soy un poco “come orejas” y que no a todo el mundo le apetece escuchar sobre análisis profundo de las relaciones, la cultura, el devenir de la sociedad…
Has formado un grupo para presentaciones en vivo. ¿Cómo ha sido la experiencia de llevar las canciones de «Toma Tierra» al escenario y cómo influye la dinámica del grupo en la interpretación en vivo de tu música?
R- Ha sido un parto, llevar los arreglos del disco a la banda, cuadrar disponibilidades, entender que una banda de seis músicos es muy difícil de financiar y mover…
Pero por otro lado es un gustazo, estar deleitándote con el talento de tus amigos, todos juntos en un escenario, sentir como las frecuencias y la sinergia se desarrollan, mutan, fluyen…La mejor experiencia que he tenido a nivel musical en mi vida, sin lugar a dudas.