miércoles, diciembre 4, 2024

Entrevista a Iván López: la importancia de buscar la verdad en el caso de Javier Fernández Quesada

En esta entrevista para Culturamanía, hablamos con Iván López, director del documental «QUESADA: LA VERDAD DEL SILENCIO», quien nos cuenta sobre su motivación para realizar este proyecto y los desafíos que enfrentó durante el proceso. López nos revela la importancia de contar la historia y buscar la verdad sobre el asesinato de Javier Fernández Quesada, incluso después de más de cuarenta años. Además, explora la reacción de la sociedad y las autoridades en ese momento, así como la percepción pública a lo largo de los años. Con un enfoque humano y comprometido, López espera transmitir un mensaje contundente a través de su documental y generar un impacto duradero en la conciencia colectiva de la sociedad canaria.

¿Qué te llevó a decidirte a realizar un documental sobre el asesinato de Javier Fernández Quesada?

Cuando estudiaba en la universidad, siempre sentí curiosidad por el caso así que un día comencé a buscar información. En 2008 se inauguró la plaza que lleva el nombre de Javier en La Laguna, aproveché y fui a grabar el acto. Posteriormente contacté con Rosa Burgos, que había escrito un libro sobre el sumario del caso y la entrevisté. A principios de enero de 2009 viajé a Gran Canaria y recogí el testimonio la madre de Javier. Enseguida me sentí identificado con el caso y tomé conciencia de la injusticia histórica que se había cometido así que con estas piedras angulares comencé a construir el documental.

Después de más de cuarenta años, ¿por qué crees que sigue siendo importante contar la historia y buscar la verdad sobre este caso?

Es importante para que no impere el olvido. En los días que corren, las fake news, los bulos o el revisionismo manipulado de la historia están a la orden del día. El consumo de información genera ruido y desinformación y nos están volviendo a vender que el pasado, pasado está y no hay que removerlo. Es el mayor error que podemos cometer. La sociedad que no es consciente de su historia, está condenada a repetirla. El caso de Javier es un suceso violento de nuestra historia y debe ser contado desde lo más cercano a la verdad que podamos, más aún cuando a día de hoy nadie ha asumido la responsabilidad de su muerte, algo que me parece extremadamente grave. La Transición española no fue pacífica, se cobró casi doscientas víctimas y hay muchos agujeros negros que cuarenta seis años después deben ser conocidos no solo por los que lo vivieron sino por las nuevas generaciones.

FOTOGRAMA DEL DOCUMENTAL QUESADA: LA VERDAD DEL SILENCIO

¿Cuál fue la reacción de la sociedad y las autoridades en ese momento en relación con el caso de Javier Fernández Quesada? ¿Ha habido algún cambio en la percepción pública a lo largo de los años?

A nivel social, tras su muerte, la reacción de la calle fue de protesta. Se convocaron manifestaciones en varias ciudades de la península, Madrid, Bilbao, Barcelona. El nivel de indignación fue grande, La Laguna amaneció a los días siguientes con pintadas de desaprobación en las paredes de sus calles, pero el gobierno actuó rápido porque envió a la ciudad un destacamento policial de élite para sofocar las protestas que pudieran desarrollarse. La Laguna se convirtió en una ciudad sitiada, casi como si viviera un toque de queda o un estado de excepción. La policía patrullaba día y noche las calles y se establecieron puntos de control de vehículos en lugares como la avenida de la Trinidad. Cualquier persona que tuviera un crespón negro en señal de luto era represaliada e incluso llegaron a disparar a las viviendas donde los ciudadanos les increpaban. Los testigos presenciales cuentan que el ambiente que se respiraba era de mucho miedo y que el silencio en la ciudad perduró mientras la policía la controló.

A nivel político e institucional se tendió a la cautela y a esconder lo sucedido. Se creo una comisión de encuesta, la segunda de la democracia, en la que se intentó buscar responsabilidades, pero en el fondo no existió una intención real por parte de los partidos políticos de esa comisión de llegar hasta el fondo y condenar a los responsables materiales y políticos del suceso ya que lo único que se quería mostrar era que se querían depurar responsabilidades de cara a una “supuesta” apariencia de normalidad democrática.

La percepción pública sigue siendo la misma después de cuarenta y seis años. La vieja escuela y los herederos de aquella época ha mantenido el mismo discurso, nadie ha querido ir más allá o mojarse realmente. Estoy convencido que existen aún personas que conocen quién mató a Javier, pero lamentablemente creo que nunca lo sabremos porque para ello hace falta tener mucho valor y honestidad. La familia es consciente de lo que representa la figura de Javier dentro de la historia de Canarias y ha asumido ese papel con una honestidad fuera de duda pese al dolor que eso ha supuesto durante toda su vida. Creo que la actitud que han tenido todo este tiempo es un ejemplo verdadero y envidiable de comportamiento democrático.

¿Cuáles fueron los mayores desafíos a los que te enfrentaste como director al contar esta historia?

Primero que nada, asumir la gran responsabilidad de contar esta historia. Detrás de ella hay un ser humano y una familia que sufrió por ello. Es un tema extremadamente delicado. Quiero dar públicamente las gracias a la familia por haberme aceptado y apoyado durante todo este tiempo sobre todo Carlos Quesada, hermano y Ricardo Alvarado, primo de Javier, que han sido un poco los que me han acogido y colaborado en todo momento de una manera muy sincera. También a Rosa Burgos, sin su trabajo previo tampoco hubiera sido posible y los periodistas e investigadores que de alguna manera trabajaron en esclarecer los hechos.

En segundo lugar, afrontarlo desde la independencia y sin apenas apoyo económico. Realmente nunca lo busqué porque pensé que esta historia debía ser tratada sin la intervención de agentes externos. No quería convertir el documental en “un producto más” sino en una película que pudiera servir para divulgar la verdad y el contexto sociopolítico de aquella época y al mismo tiempo tratar la figura Javier, desde un punto de vista humanista.

En cuanto al proceso de producción, nos gustaría saber cuánto tiempo te llevó rodar y editar el documental «QUESADA: LA VERDAD DEL SILENCIO». ¿Podrías compartir con nosotros los desafíos que enfrentaste durante este proceso y cómo lograste superarlos?

El proceso de producción ha durado unos trece años y ha durado tanto porque nunca tuve prisa en acabarlo en una fecha determinada. Mi obsesión era encontrar al culpable de la muerte de Javier. Con el paso de los años pensé en que los responsables también pudieran de alguna manera de expresar su arrepentimiento a la familia cosa que no ha sucedido. Sin embargo, creo que el valor de lo que he realizado en este todo este tiempo es ser testigo de cómo el paso del tiempo ha ido moldeando aquel suceso y de cómo nos puede enseñar a día de hoy a comprender que no estamos muy alejados de que pueda volver a producirse.

Llevo dos años y medio editando el documental. He recogido el testimonio de cerca 30 personas, algunas de ellas ya han fallecido por lo que su testimonio adquiere aún más valor. Al mismo tiempo cuando afronté el montaje, disponía de una gran cantidad de información de todos los procesos del caso, desde el mismo suceso hasta el sumario de Rosa Burgos y los documentos de la comisión de encuesta hasta los testimonios de testigos directos e indirectos de aquel proceso. El mayor reto ha sido ordenar y condensar todo eso en una película de dos horas.

También es cierto que existían pocos documentos visuales del suceso más allá de lo publicado en su día, pero mi constancia me ayudó a que final haya podido encontrar fotografías inéditas de las horas posteriores al suceso y que hayamos reconstruido el suceso a través de los testimonios recogidos de los testigos presenciales.

FOTOGRAMA DEL DOCUMENTAL QUESADA: LA VERDAD DEL SILENCIO

¿Cuál es el mensaje principal que esperas transmitir a través de «QUESADA: LA VERDAD DEL SILENCIO»?

Hay una frase de Bertolt Brecht con la que comienzo el documental y creo que es muy descriptiva y que dice: “El que no sabe es un imbécil. El que calla y sabe es un criminal”. Creo que define de alguna manera esa verdad que se esconde en el silencio.

Por otro lado, espero que sirva para que las nuevas generaciones tomen conciencia de nuestra historia en esa época que ahora se está tratando de enterrar o manipular y que no solo estén informados del hecho en sí, sino que también conozcan quién fue Javier Fernández como persona más allá del estudiante de biología que murió en las escalinatas de la Universidad de La Laguna.

¿Qué impacto esperas que tenga este documental en la conciencia colectiva de la sociedad canaria y española?

Creo que el simple hecho de la muerte de un estudiante de tan solo veintidós años, con toda una vida por delante, hace cuarenta y seis años en un lugar tan emblemático como puede ser una Universidad y sin que se haya culpabilizado a nadie por su muerte sigue siendo lo suficientemente impactante para hacernos conscientes de ello.

A partir de ahí me gustaría que la gente reflexionara desde un punto de vista honesto de la injusticia que supuso y de que el encubrimiento que perdura a día de hoy nos debe dar mucho en lo que pensar. Yo he intentado ofrecer todas las herramientas desde la narración de los propios hechos en esta película. Creo que lo que he conseguido es el documento audiovisual más completo hasta la fecha y espero que sirva para que primero: se conserve la memoria histórica y por ende la memoria democrática de la historia y segundo: que sirva a los que lo vivieron a no olvidarlo, pero sobre todo que llegue a las nuevas generaciones para que tomen conciencia de dónde venimos.

Fotografía de Iván López

Sobre Iván López

Cuéntanos sobre tu formación académica en Ciencias de la Información y Filología, y cómo crees que ha influido en tu carrera como director de cine.

Evidentemente ha influido mucho. Con quince años descubrí que lo que quería hacer en la vida era contar historias, ser testigo de ello y aportar mi grano de arena a ser un cronista humilde. Tuve la oportunidad de poder leer a casi todos los grandes clásicos de la literatura antes de los 25 años. Eso creo que me ayudó a madurar mi conciencia narrativa y aplicarla a mi cine. Aunque he hecho mucha ficción, creo que el documental es donde me siento más cómodo. En 2005 tuve la oportunidad de asistir por primera vez en Cuba, al Festival anual de jóvenes realizadores que se celebra cada febrero en La Habana. Allí puede ver multitud de documentales de cineastas que provenían de diferentes provincias del país. Durante esos días quedé fascinado de cómo con muy pocos medios, contaban sus historias, sus problemas e inquietudes con un talento enorme. Aquello me impulsó para dedicar parte de mi vida a hacer cine a mi vuelta a Tenerife.

Has recibido varios premios y reconocimientos por tus cortometrajes y películas. ¿Cuál de ellos consideras que ha sido el más significativo para ti y por qué?

Realmente todos. Es muy bueno recibir el reconocimiento a tu trabajo mediante premios, eso ayuda a motivarte de alguna manera, pero finalmente siempre los pongo en cuarentena. Para mí el mayor premio es poder acabar una película y compartirla con el público. El proceso de creación comienza con la necesidad de contar una historia y concluye cuando la compartes con la audiencia, es un proceso comunicativo necesario que quizás yo no haría de igual manera en mi vida cotidiana. Yo hago películas como terapia de vida.

¿Cuáles son tus principales influencias cinematográficas y cómo han moldeado tu estilo como director?

Estoy claramente influenciado por el cine de la Nouvelle Vague, El Free Cinema británico o el de figuras como John Cassavetes o Jim Jarmusch, entre otros. En cuanto a documentalistas me gusta mucho Frederick Wiseman

En tu experiencia como documentalista, ¿qué te atrae de este género y qué crees que lo hace tan poderoso para contar historias?

Creo que el documental es el género más potente, directo y libre que existe para contar historias. El cine comenzó siendo documental. Con el documental se pueden retratar las historias desde muchos puntos de vista, aporta un valor real y contribuye a que la memoria social, política y humana perdure en el tiempo.

¿Cuál ha sido el mayor desafío que has enfrentado hasta ahora en tu carrera como director y cómo lo superaste?

Sin duda alguna la producción y dirección de mi primer largometraje de ficción Platón. Dediqué un año completo al rodaje con todo lo que eso implica. Rodábamos los fines de semana que teníamos libres y con apenas una cámara, un micrófono, unos cuantos focos y un equipo técnico y artísticos muy entregados al que les debo mucho, sin ellos nunca hubiera sido posible sacar esa película adelante a la que considero mi mayor hito.

¿Qué consejo le darías a los jóvenes que aspiran a convertirse en directores de cine o documentalistas?

Que busquen su propia mirada, que sobre todo sean constantes pese a las dificultades y que marquen su propio camino. No entiendo la labor del director como un mero trabajador al que se le encarga un producto, entiendo que la labor del director va sumada a su condición de autor.

¿Tienes algún proyecto en mente actualmente en el que estés trabajando y que te emocione compartir?

Tengo pendiente preestrenar en septiembre otro documental: Another Part Of me, que está producido por Rumen Justo Reyes y que aborda la historia de Gus Jackson, que a día de hoy está considerado el segundo mejor imitador del mundo de Michael Jackson. Él es de Gran Canaria y en el documental contamos lo que han sido sus 25 años de vivencias y como su gran sueño se ha hecho realidad. En esta película también nos acercamos a lo que supuso el concierto del propio Michael Jackson en Tenerife, del que este año se cumple el 30 aniversario.

También tengo pendiente el estreno de un corto de producción propia que rodamos a principios de año: “Arderéis en el infierno”, en el que abordo la problemática de los desahucios en este país.

Y la verdad es que siempre hay proyectos. Hay dos más para documental y otros dos guiones de ficción que he escrito y me gustaría hacer en los próximos años, pero todo depende de la viabilidad y de que alguien crea en ellos para producirlos, si no es así, intentaré llevarlos acabo yo como he hecho en casi todos mis proyectos.

¿Cuál es tu visión a largo plazo como director de cine? ¿Hay algún logro o meta en particular que te gustaría alcanzar en tu carrera?

Realmente he llegado a una edad en la que me conformo con disfrutar de hacer películas. Me da igual de qué forma, siempre que pueda encontrar una manera de que sean viables. Hago esto por amor al arte, como se suele decir, a partir de ahí todo lo que venga entiendo que será suerte, mala suerte o el fruto de mi trabajo.

Fotografías cedidas por Iván López

Entrevista realizada por Jesús Hernández

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