sábado, febrero 1, 2025

Akásicos y Humanos Mejorados: Superhéroes por la Ciencia y la Tecnología. Por José Gregorio González

Lo que hasta hace unas décadas era imaginación de unos y delirio de otros, hoy es una realidad palpable en unos casos y una posibilidad que apenas necesita tiempo para cristalizar. Es posible que no exista superpoder descrito en el mundo del cómic que la ciencia y la tecnología no esté en la senda de lograr o remedar con un sucedáneo. Inteligencia artificial, nanotecnología, manipulación genética, neurotecnología…todos podemos ser humanos mejorados.

En el mundo presente y en el que nos espera a la vuelta de la esquina han tomado forma real conceptos y descripciones del llamado ámbito espiritual o esotérico que parecían carecer de fundamento alguno. Salvando las distancias, cabe pensar que para los visionarios que por vez primera formularon su existencia, debieron ser una suerte de constructos que con el paso del tiempo fueron asumidos como una certeza o creencia espiritual por la mayoría. Quizá sean solo producto de la mera casualidad, o atisbos del futuro susurrados bajo la forma de claras revelaciones dictadas en detalle, o como pálpitos a los que se debió dar contenido ante las lagunas que presentaban. Uno de los ejemplos más notables es sin duda el de los registros akásicos, que en el argot esotérico define a la memoria colectiva de toda la humanidad, alimentada con las vivencias de cada ser humano y con todos los acontecimientos que han sucedido desde el origen de la vida. A ese inconmensurable archivo de información, desde esa lectura hermética, pueden acceder conscientemente aquellas personas con ciertos dones o habilidades para navegar entre dimensiones, así como el resto de los mortales en estados como el sueño o la hipnosis. ¿A qué le suena al lector ese archivo sin fin al que se sube permanentemente información? ¿Internet?, ¿tal vez la Nube? La tecnología ha terminado por proporcionarnos un equivalente tecnológico de ese constructo espiritual tantas veces desdeñando desde la ciencia. En las cercanías de lo expuesto se encuentra también la idea formulada en algunas religiones y filosofías antiguas, y que tanto éxito ha tenido en las corrientes de la nueva espiritualidad new age, de la interconexión entre todo lo existente. Todo está conectado, todos estamos conectados, de manera que las ondas que generamos como gotas de agua al caer en el océano, afectan al conjunto. Sin necesidad de acudir la física cuántica y a su famoso entrelazamiento, ¿no es acaso internet y este mundo de redes sociales, de comunicación planetaria instantánea, una expresión o vehículo tecnológico de esa unión? A éstas alturas es posible que el lector se pregunte qué tienen que ver las especulaciones expuestas con los superhéroes, la ciencia y la tecnología. Pues nada, o todo, según se mire. Para quien firma éstas líneas existen claros paralelismos, pues lo imaginado por los creadores y guionistas a la hora de dotar con superpoderes y habilidades extraordinarias a sus personajes, está hoy en su mayor parte al alcance de la ciencia y de su expresión práctica en la tecnología. Obviamente en muchos superhéroes y villanos las cartas están marcadas, pues sus creadores se inspiraron en las previsiones y desarrollos vanguardistas de su tiempo, a semejanza del autor de ciencia ficción que pretende ser creíble

WONDER WOMAN, JESSICA JONES, LA MUJER INVISIBLE...

Empecemos por las superheroínas, que afortunadamente y en consonancia con los vientos de igualdad, ganan protagonismo especialmente en el cine. Eso sí, no olvidemos que no siempre fue así, y de hecho, que se llegaba a recomendar en los años cincuenta el no crear o dar excesiva notoriedad a personajes femeninos en el rol de superhéroes, a fin de evitar que las mujeres se crearan demasiadas expectativas sobre su papel y capacidades en la vida real.

Diana Prince, más conocida como Wonder Woman en el Universo DC, es nuestro primer objetivo. Su lazo de la verdad, bajo cuyo influjo es imposible mentir, ha sido replicado hace mucho por el detector de mentiras. De hecho, uno de los creadores de esta princesa amazona en 1941, William Moulton Marston, fue también el creador del polígrafo. Sus brazaletes repelen las balas, como los chalecos y otras formas de armadura disponibles desde hace décadas. Su alta velocidad y super fuerza también la distinguen, como veremos con otros superhéroes que van desde el mítico kriptoniano Superman a Luke Cage, pasando por Capitán América del que nos ocuparemos después. La superfuerza también puede ser emulada mediante el uso de drogas capaces de incrementar nuestra resistencia física o bien de exoesqueletos que amplifican nuestros movimientos permitiendo dar mayores zancas o saltos, o manejar pesos imposibles sin ellos. En cuanto a la velocidad, contamos con vehículos para replicarla.

En Marvel una de las mujeres más carismáticas es Jessica Jones, recuperada con acierto años atrás para la televisión por Netflix. Investigadora privada y periodista de profesión, la super fuerza y la capacidad de volar son sus habilidades extraordinarias, que despiertan tras un accidente en unas versiones y como fruto de experimentos en otras biografías. Volar sin dispositivos no está, de momento, a nuestro alcance, a pesar de que el extraordinario sucedáneo de la levitación está documentado no solo en las hagiografía de santos y beatos cristianos, así como en la de yoguis y santones orientales, sino también en la de psíquicos y médiums diversos investigados en la primera mitad del siglo XX.

También en Marvel encontramos a Susan Storm, integrante de Los 4 Fantásticos, cuyo fabuloso poder es la invisibilidad obtenida al igual que los poderes de sus tres compañeros como consecuencia de su exposición a dosis nocivas de radiación cósmica. La clave científica de la invisibilidad no está en desintegrar y ensamblar un cuerpo a voluntad -eso sería desmaterializar y teleportar- sino en controlar los mecanismos ópticos y lumínicos que nos permiten ver. Una pseudoinvisibilidad que no está nada mal es la proporcionada por el camuflaje. Los sistemas de mimetización tradicionales han dejado paso al uso de tecnologías que son capaces, mediante el uso de múltiples mini cámaras, de hacernos invisibles reproduciendo a tiempo real delante de nosotros lo que está detrás nuestro, lo que aplicado a un tejido puede suponer que los demás vean “a través” de nuestros cuerpos. Hace décadas que en aeronáutica se habla de la existencia de materiales que bajo el mismo principio permiten proyectar en la panza y partes bajas de los aviones las porciones de cielo bajo las que están volando. Otra opción interesante para emular a la Mujer Invisible, que tiene una réplica doméstica que puede ser construida por cualquiera con unas decenas de euros, es la facilitada por el uso de diversos tipos de lentes, que colocadas de manera estratégica pueden hacer desaparecer un objeto delante de nuestras narices.

Sin embargo, la capa de invisibilidad diseñada por el físico británico John Pendry, experto entre otras cuestiones en nanofotónica es, de lejos, bastante más que sugerente. Pendry fue uno de los primeros, o el primero, en crear un metamaterial capaz de ser rodeado por los fotones, de manera que los objetos evitan la luz y aunque sigue estando no los podemos ver. Otros equipos han desarrollado materiales similares en las últimas décadas, como el Metaflex. El gran avance estará en convertir estos materiales en funcionales.

SUPERSOLDADOS, GADGETS TECNOLÓGICOS Y ARMAS CLIMÁTICAS

Los artilugios tecnológicos, la destreza en la lucha y las habilidades acrobáticas son las fortalezas de un nutrido grupo de superheroínas, aunque también de tiarrones como Batman y en menor medida de los extraordinarios arqueros Green Arrow y Ojo de Halcón, por citar apenas algunos nombres reconocibles por el gran público. En ellas la inteligencia, su capacidad estratégica así como su incombustible determinación son esenciales y poco tienen que ver con la ciencia, aunque sus gadgets sí que son el producto de desarrollos tecnológicos punteros. Batgirl y Catwoman por DC o la Viuda Negra, Mockingbird o Elektra por Marvel, son los ejemplos más populares, mientras que las villanas Cheshire con sus uñas envenenadas o Lady Shiva, juegan en el equipo contrario. Cualquier artilugio que se nos ocurra, cualquier dispositivo tecnológico destinado a mejorar nuestros sentidos y destrezas, ya existe o están en desarrollo, principalmente para aplicaciones militares como sucede en la ficción con Capitán América. Recordemos que aunque Steve Rogers tenía una constitución más bien endeble, su patriotismo le llevó a intentar alistarse en el ejército de EE.UU justo antes del comienzo de la II Guerra Mundial. Fue rechazado, pero por su determinación se le ofreció formar parte del Proyecto Renacimiento, sometiéndose a los efectos de un suero que aumentó su desarrollo y fortaleza física, afinó sus sentidos, agilidad y destrezas, así como su capacidad de recuperación, lo que le permitió luchar con éxito contra nazis y japoneses, ocultando su identidad bajo una máscara y adoptando el nombre de Capitán América. Lo imaginado en el cómic por Marvel hace más de 80 años es un anhelo que persigue con ahínco desde hace décadas la Agencia para Investigaciones de Proyectos Avanzados en Defensa, DARPA, invirtiendo millones de dólares en investigación para conseguir humanos mejorados capaces de conformar un super ejército. Las mejoras a bases de medicamentos, estimulación magnética, biotecnología y alimentos funcionales implicarían mayor resistencia física así como mayor tolerancia al sueño, a la fatiga física, al hambre y a la sed, sin perder capacidades cognitivas, que también serían estimuladas con esos mismos mecanismos. Afinar los sentidos, anestesiar el dolor, acelerar la recuperación de heridas y controlar las emociones que pueden hacer dudar de la moralidad de ciertas misiones, ya son, como las anteriores, realidades experimentales financiadas por DARPA en universidades como Berkeley, Stanford, Harvard y Columbia. A ello le podemos sumar cascos inteligentes capaces de recibir y procesar en segundos infinidad de datos y parámetros, provistos de traductores instantáneos y amplificadores visuales y auditivos. Con exosqueletos aumentamos la rapidez, agilidad y capacidad de carga del soldado. Y todo ello lo completamos con tejidos ligeros resistentes a los impactos y provistos de biosensores que monitoricen el estado físico, emocional y mental del individuo, así como sistemas de regeneración biológica que puedan, por ejemplo, cerrar heridas y frenar hemorragias, tendremos a supersoldados que sólo serán vulnerables ante otros supersoldados enemigos…o mediante el talento y destreza que siempre esperamos de esos antihéroes llamados hacker. En este escenario entran infinidad de superhéroes, como Black Panther, Iron Man, Ciborg, Falcón, Machine Man o el propio Batman, junto a villanos como Deathlok, Deathstroke y Titanium Man, y antihéroes como Bucky, el Soldado de Invierno y su brazo cibernético.

Concluimos este repaso fijando nuestra atención en aquellos superhéroes y villanos que han sido dotados por sus creadores con la habilidad de controlar el clima y los elementos. No hablaremos de la nanotecnología que hace posible los poderes de Ant-Man o Atom, de la combinación de ADN animal y humano que explica parte de las destrezas de Spiderman, de las armas sónicas en manos de nuestros ejércitos y que en el mundo de los superhéroes tienen personajes como Black Canary o el rey de los inhumanos, Rayo Negro, cuyo grito y voz respectivamente tiene efectos devastadores. Vayamos pues con los elementos. En el universo mutante de los X-Men encontramos a Tormenta, inolvidablemente interpretada en el cine por Halle Berry, así como a su equivalente en DC Comics, Ciclón; Crystal es otro personaje que hace lo propio entre Los Inhumanos de Marvel y Tora Olafsdotter, que oculta al personaje Hielo en DC, también controla el frio generando armas a partir del hielo…¿Hay algo de realidad en esto? Los conspiranoicos no albergan duda alguna y señalan directamente al celebérrimo Proyecto HAARP, High Frequency Active Auroral Research Program, proyecto estadounidense oficialmente destinado al estudio de la ionosfera desde sus instalaciones en Alaska, con vistas a mejorar las radiocomunicaciones y los sistemas de defensa. Sin embargo, una creciente corriente de opinión contempla al HAARP como un programa de control climático capaz de desencadenar a voluntad violentos fenómenos meteorológicos susceptibles de ser usados como armas de choque, o de forma más estratégica, como medio para alterar estratégicamente el clima en otras regiones de manera paulatina. A este proyecto se le ha señalado también como desencadenante de terremotos. De hecho, explosiones nucleares subterráneas e incluso dispositivos de ultrasonidos han sido señalados como medios para provocar a voluntad movimientos sísmicos. Sin embargo, el gran problema de huracanes y terremotos como armas quizá no esté en nuestra capacidad para desencadenarlos, sino en la de controlarlos.

Imagen en portada generada con IA

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