La gaditana ofreció un concierto de poco más de hora y media en la Sala de Cámara del Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas de Gran Canaria, dentro del ciclo Autoras 2025
El sábado 22 de marzo acudí al Auditorio Alfredo Kraus para ver a Julia Medina en su concierto, dentro del ciclo Autoras 2025.
La forma en que tomé la decisión de ir fue, cuanto menos, curiosa: en un arranque a las dos y media de una madrugada de febrero, me dije: “¿por qué no?”. Las entradas eran asequibles y aún quedaba alguna en primera fila. Además, Julia fue mi favorita en su edición de Operación Triunfo -conjuntamente con la canariona Marilia Monzón-, y tras haber tenido la oportunidad de verla en directo en el CICCA allá por 2022, no me parecía mala idea repetir la experiencia.
Algunas cosas cambiaron desde ese último concierto con el que la artista gaditana pasó por Gran Canaria. No solo dispone ahora de más repertorio, sino que esta vez vino acompañada de Alberto Vela al teclado y la guitarra; y Pablo Roda en la percusión, subiendo considerablemente el nivel de su espectáculo.
Lo cierto es que no entraba en mis planes escribir crónica alguna, pero salí tan fascinada de aquella poco más de hora y media que me veo obligada a, como mínimo, contar cuánto lo disfruté y cuán necesarias son artistas como Julia Medina en nuestra industria musical.

«Sin trampa ni cartón, lo que vimos sobre aquel escenario fue verdad pura y absoluta»
La que fuera quinta finalista del talent show de Televisión Española -ahora de Amazon Prime– dio un show de lo más completo. No solo se mostró cómplice con sus músicos -y eso que era la primera vez que Roda se les sumaba-, sino con el público. Habló antes, durante y tras cada canción. Bromeaba, contaba anécdotas de cómo habían surgido sus composiciones, y lo hacía con una crudeza y una honestidad brutales.
Medina, en el que sería su último concierto de 2025 antes de volver con un nuevo proyecto, aprovechó para mostrar su Cara B pero también su cara A. Sin trampa ni cartón, lo que vimos sobre aquel escenario fue verdad pura y absoluta. Se bajó del escenario y recorrió la sala para que todos los presentes pudieran tenerla de cerca y
escuchar Dime, el que fuera su primer sencillo. ¡Hasta se arrancó un bloque de canciones de Tu Cara Me Suena! Fue versátil, cercana y, pese a llevar casi siete años de carrera, hizo toda una declaración de intenciones, un “aquí estoy yo, y vengo para quedarme”.
Para el ser humano, que busca identificarse con el arte que consume, es reconfortante escuchar a alguien cantar sobre vivencias cotidianas, como encontrarse a su ex en la Gran Vía de Madrid y que salude a su acompañante pero a ella no –ADIÓS-, enamorarse por primera vez de una mujer y no entender lo que está pasando –Brujería-, ese “casi algo” que ni te coge ni te suelta y siempre aparece en el momento exacto –La Cuarta Parte– o todas las veces que se ha enamorado en “El Bartolo”, un bar de San Fernando, Cádiz –Mesa Para Dos-.
Eché en falta Sálvate De Ti, una composición intimista en cuya versión de estudio colabora el tinerfeño Pedro Guerra y que es todo un canto al amor propio; y Epicentro, tema que da nombre a su segundo álbum de estudio y que es algo así como un “autorretrato”, que diría El Kanka. No obstante, el repertorio con el que Medina se entregó al público canario durante esos más de 90 minutos fue el adecuado para darse a conocer a quienes, como ella preguntó en un momento, iban “obligados”; e ideal para quienes ya la conocemos y no pudimos contenernos a acompañarla con tímidas voces.

«Las canciones de Julia son un reflejo de la vida misma»
Julia Medina es la mundanidad hecha canciones. Frente a la música manufacturada sobre corazones rotos sin más, la gaditana es capaz de dar contexto, de generar una narrativa lo suficientemente personal y verosímil como para tocar la fibra de su audiencia. Como para que todas las personas presentes en aquella Sala de Cámara pusieran nombre y apellidos a las historias que estaba cantando -sí, también eso de CONTACTO CERO nos suena de algo a tod@s-.
Se me vienen a la cabeza artistas de la talla de Mercedes Cañas, otra de las invitadas a Autoras 2025; o Valeria Castro, que también actuará próximamente en el Auditorio de la capital grancanaria. Todas ellas son necesarias; un soplo de aire fresco en un mercado saturado de canciones efímeras, diseñadas para ser consumidas y olvidadas en un abrir y cerrar de ojos.
Al salir del recinto, quedaba la sensación de querer más, de ansiar todo lo nuevo que nos traerá y contará la joven autora. ¿Lo bueno? Que no resulta esperable. La incertidumbre y la expectación son máximas, totales, porque las canciones de Julia son un reflejo de la vida misma, y si algo sabemos de ella es que es una fuente inagotable de sucesos, positivos o negativos, pero con algo en común: inesperados.
Y lo más importante: todos esos sucesos, esas ocurrencias cotidianas que plasmamos en nuestro anecdotario, pueden convertirse en arte en las manos correctas. Y vaya que si el papel, el lápiz y los acordes de Julia Medina son los idóneos para musicalizarlas y convertirlas en toda una COMPAÑERA DE VIAJE…
Fotografías de Nacho Gonzáles y Auditorio Alfredo Kraus