- Esta sesión especial tendrá lugar el próximo lunes, 20 de noviembre, a las 19:00 horas en el Espacio Cultural CajaCanarias de Santa Cruz de Tenerife. La entrada será libre hasta completar aforo. Toda la información se encuentra disponible en www.cajacanarias.com
La Fundación CajaCanarias celebra una jornada especial de su Filmoteca para homenajear a uno de los grandes directores de la historia cinematográfica: William Friedkin. The French Connection (EE.UU. 1971) es el largometraje elegido, que será proyectado el próximo lunes, 20 de noviembre, a partir de las 19:00 horas en el Espacio cultural CajaCanarias de Santa Cruz de Tenerife. Como es habitual, la entrada será libre hasta completar aforo. Toda la información se encuentra disponible en www.cajacanarias.com
El pasado 9 de agosto fallecía uno de los cineastas más importantes de aquellos que eclosionaron entre finales de los años 60 y primeros 70 del siglo XX. En un entorno tan anárquico para la industria del séptimo arte como el del citado periodo, precedido por el colapso y caída del sistema de los grandes estudios y con la llegada del Nuevo Hollywood (esa industria liderada por jóvenes talentos a la producción, dirección y la escritura de guion), una excepcional generación de cineastas tomó forma.
La lucha por los derechos civiles, las protestas contra la guerra de Vietnam o el asesinato de varios líderes de la nación van desencantando a una sociedad estadounidense que ya no quiere ir al cine a ver lo de siempre. Quieren contenidos más reivindicativos y una revisión de los géneros que desmonte los mitos y conciba antihéroes. En este momento, filmes como Bonnie & Clyde (EE. UU., 1967), de Arthur Penn; El Graduado (The Graduate, EE. UU., 1967), de Mike Nichols; o Buscando mi destino (Easy Ryder, EE. UU., 1969), de Dennis Hopper, revientan las taquillas. En ese contexto social, un grupo de jóvenes cineastas emergen durante esos años únicos en la historia del cine estadounidense. Pertenecen a esta generación realizadores como Francis Ford Coppola, Steven Spielberg, Brian de Palma, Martin Scorsese, Paul Schrader y, por supuesto, William Friedkin, junto a Coppola, el de mayor edad de todos ellos.
Nacido en 1935 en Chicago, Friedkin entró en la escena con un documental titulado The People Vs. Paul Crump (EE. UU., 1962), acerca de un joven afroamericano condenado a muerte en una prisión de estado de Illinois. El impacto de este documento audiovisual logró que el gobernador de ese estado indultase al joven que esperaba en el corredor de la muerte su implacable sentencia. Tras una serie de filmes de arte y ensayo que pasaron bastante desapercibidos, su gran oportunidad llegó con The French Connection. Esta película revolucionó el cine policíaco y lo cambió para siempre. La gran novedad que aportó fue colocar las cámaras en el interior de los vehículos, involucrando al espectador en las secuencias de acción como nunca había sucedido previamente. Friedkin fue un paso más allá en 1971. Incluyó un estilo documental adquirido en sus años en la televisión estadounidense. Utilizó localizaciones sucias, corruptas y anti glamurosas. En su persecución automovilística se está a punto, más de una vez, de atropellar a gente inocente. William Friedkin también creó a un agente de policía, Popeye Doyle, antipático, gruñón, implacable, vicioso, que avasalla a los sospechosos, confidentes y otros compañeros policías y que dispara por la espalda a los delincuentes que persigue. Los rasgos de este ordinario personaje fueron los del emergente Gene Hackman. Las carreras del actor y del realizador pasaron directamente a la estratosfera. Un éxito de público rotundo, cinco premios Oscar y un reconocimiento crítico consensuado constituyen el balance global de este mítico filme, que contiene una de las persecuciones más electrizantes del cine estadounidense.
La carrera de Friedkin todavía aumentaría un grado más en otro género bien diferente, el del terror, con El Exorcista (The Exorcist, 1973), uno de los filmes más taquilleros de la historia del cine. Su carrera seguiría con películas importantes como Carga Maldita (Sorcerer, 1977), remake del filme francés El Salario del miedo (Le salaire de la peur, 1953), de Henry Georges Clouzot; A la Caza (The Cruiser, 1980); Vivir y Morir en Los Ángeles (To Live and die in LA, 1984) o Killer Joe (2011). Pero nunca volvería a tocar el cielo de la taquilla como en los reivindicativos y crepusculares años 70, década en la que dirigió el largometraje que protagoniza esta sesión especial de homenaje en la Filmoteca CajaCanarias.