martes, enero 14, 2025

Las artes escénicas nos harán libres. A propósito del filme Las vidas de Sing Sing (Sing Sing, EEUU, 2024), de Greg Kwedar. Por Manuel García de Mesa

1. LAS “LOCURAS” DE SING SING.

El 1 de octubre de 2005 la revista Esquire publicó el artículo The Sing Sing Follies, que puede traducirse como las “locuras” de Sing Sing, escrito por el periodista de investigación John H. Richardson. En él se da a conocer el programa de teatro RTA (siglas de Rehabilitation Through Arts, es decir, rehabilitación a través de las artes), algo exclusivo de la prisión de alta seguridad de Sing Sing, es decir, toda una «anomalía» en el sistema penitenciario estadounidense, al menos en el momento en que emerge. Dicho programa fue creado en 1997 (8 años antes de la publicación del mencionado ensayo). En el reportaje podemos apreciar que Richardson estuvo entre los convictos durante meses, para recoger y retratar la integridad del proceso creativo y personal de representación de una obra teatral dentro de los muros de una prisión de seguridad. El proceso, que posee un enorme componente de catarsis, transcurre desde el primer día de las audiciones para la siguiente representación, y concluye con la noche de estreno ante el público más exigente del mundo: la población reclusa de una prisión de alta seguridad.

En esas líneas periodísticas, atravesamos diversos instantes absolutamente decisivos en las vidas de los integrantes del programa. Se comienza una especie de inventario de posibles actores entre la población reclusa, que se presentan generalmente con sus apodos, no con sus nombres personales. Algunos de ellos están todavía en la fase de aceptarse a sí mismos. Es el primer día de las audiciones para una próxima representación. Algunos veteranos, junto a otros que llegan por primera vez, se encuentran en las mismas dependencias. Brent Buell parece llevar la voz cantante. Es dramaturgo y actor con bastante experiencia. El director de casting los empieza a examinar, a la manera de Norman Deale, el entrenador que interpreta Gene Hackman en el filme sobre la historia real del equipo de baloncesto de Indiana llegó a ganar el campeonato estatal en 1954, Hoosiers, más que ídolos (Hoosiers, EEUU, 1986), de David Anspaugh. Deale refiere cuando acude al gimnasio y se entrevista con los jugadores “Vamos a ver qué cartas me han dado”. La obra a representar se llama Breakin’ the Mummy‘s Code, escrita por Buell, acerca de seis convictos que escriben cada uno su propia obra y deciden despiezar cada una de ellas y fusionarlas en una comedia. Hay mucha variedad de vestuario que utilizar, de modo que en la obra se verán gladiadores, un espía con smoking, o a Hamlet, el Príncipe de Dinamarca. El siguiente paso es la asignación del casting correcto para cada uno de los actores, y una vez lograda esa hazaña, comienzan las primeras lecturas. Habrá mucho componente de improvisación y de “verdad” que transmita cada actor, de manera que se aceptan las propias contribuciones de cada uno al resultado común. Al fin y al cabo, hay mucho diálogo en la obra que narra las vivencias de unos actores representando una obra teatral. En ese proceso, cada uno de los actores comienzan a emerger y las propias historias personales salen a la luz, sus auténticos nombres, las circunstancias que los llevaron a prisión, su relación con los parientes más próximos, etc. Es en esos instantes cuando comienzan a improvisar, cantar, bailar, sintiéndose personas creativas, ganándose un poco de libertad en su mente, dentro de su terrible reclusión. Richardson cuenta algunas anécdotas que ocurren especialmente en la fase de ensayos, y concluye su maravilloso reportaje de 10 páginas, en la noche de estreno, como decíamos, justo antes de que se abra el telón.

Escena de la película Las vidas de Sing Sing

2. 20 MIL AÑOS EN SING SING. BREVE RECORRIDO POR EL CENTRO PENITENCIARIO EN EL IMAGINARIO COLECTIVO.

La página web del museo de la prisión neoyorkina de Sing Sing deja claro que los muros del centro penitenciario continúan asociados al concepto más radical de castigo y ejecución de la pena privativa de libertad en EEUU. Dentro del imaginario colectivo, el centro penitenciario es “La Bastilla Americana”, “La Casa del Miedo”, o “The Big House”. La reputación, en definitiva, era la de un lugar de espanto y terror. La vinculación con Nueva York era enorme, hasta el punto de que su población reclusa es en su mayoría urbanita. Tanto es así que, cuando al delincuente que cometía un delito en la ciudad de Nueva York, en Manhattan, Brooklyn, Queens o el Bronx, y se le condenaba, en cuanto se le empleaba la expresión Up to the river, es decir “río arriba”, ya sabía que iría a Sing Sing. El rotativo New York Times informaba de lo que ocurría en el mencionado centro penitenciario como parte de la actualidad local. Más de mil artículos vieron la luz entre 1858 y 1980 relatando hechos acontecidos extramuros del siniestro centro penitenciario.

Desde los primeros años de existencia como país, en EEUU se edificaron las primeras prisiones y se comenzó a esbozar algo parecido a una política penitenciaria. En la década de 1820, los primeros pasos hacia el sistema penitenciario, van fructificando a través de dos tipos de regímenes que durante algunos años compitieron entre sí. Por un lado, estaba el llamado régimen solitario, representado por la Prisión Eastern de Filadelfia, Estado de Pensilvania. El régimen era de estricto aislamiento y silencio, y las sanciones por romperlo eran durísimas. En el otro lado está el sistema congregado, o de congregación silenciosa, cuya representación máxima es la prisión de Auburn, en el estado de Nueva York. En este último sistema a los reclusos se les colocaba en solitarias celdas por la noche y se les ordenaba trabajar durante el día en silencio, con trajes a rayas y el paso cerrado y bien marcado, todo ello en los denominados grupos congregados durante el día. Fue el sistema que con Auburn y la inminente nueva prisión, se va a consagrar a lo largo del siglo XIX, sin perjuicio de que la prisión de Filadelfia continúa por supuesto en pleno funcionamiento. Eastern albergaría, por ejemplo, al gánster Alfonso Capone.

Entrado el año 1825, el estado de Nueva York decidió utilizar 20.100 dólares en comprar un terreno de unos 130 acres que bordean al Río Hudson, en la villa de Ossining, que en aquel momento se llamaba efectivamente, Villa de Sing Sing, y había sido fundada en 1813. En mayo de 1825, 100 presidiarios fueron elegidos de la referenciada prisión estatal de Auburn, para realizar los durísimos trabajos forzados de levantar una prisión de alta seguridad para albergar a delincuentes peligrosos. Para la construcción, los convictos tuvieron primero que excavar duramente en una cantera cercana para la extracción de mármol. Los 100 reclusos, que levantaron el primer nivel de la prisión en seis meses, fueron los primeros en ser alojados en él, para que continuasen edificándola.

El 26 de noviembre de 1828 comenzó a llegar la población reclusa del recién levantado centro penitenciario. En 1830 se construyeron otros dos edificios que forman parte de la prisión: uno contenía un hospital y una cocina y el otro una capilla con capacidad para 900 hombres. Altos y gruesos muros de color gris, por un lado, hacia el Rio Hudson y por otro a la vía férrea, torres hexagonales con un francotirador en lo alto de cada una de ellas, desaniman a cualquiera de intentar la huida. Los convictos vivían enjaulados como animales en celdas muy pequeñas, con suelos húmedos y fríos, y apenas se les daba comida y agua para sobrevivir. En esas circunstancias pasaban los años, igual de fríos y pesados que las piedras que componen sus inexpugnables fronteras, dentro de las cuales se fue edificando rápida e inexorablemente, una implacable leyenda negra. La brutalidad, casi medieval, en el trato hacia la población reclusa fue durante muchos años la moneda de cambio corriente.

Sin embargo, todo aquello podía empeorar. La prisión de Sing Sing, adquiriría un nuevo apodo a partir de 1891: “La Casa de la muerte”. El año anterior en la referida prisión de Auburn se había ejecutado a un asesino que había matado a su novia con un hacha a través de la aplicación de corriente eléctrica. Por decirlo de un modo diplomático, el sistema no funcionó y la prensa publicó que mejor habría sido ejecutarlo a él también con un hacha. Finalmente, y después de mucho insistir, el condenado murió en unas condiciones nada humanitarias. El 7 de julio de 1891 se decide probar la silla eléctrica de madera especialmente diseñada y recién instalada en la prisión que está río arriba. Harry A. Smiler es el primero en ser ejecutado. Ese mismo día se ejecutan a tres más. Las cuatro ejecuciones se llevan a cabo con total eficiencia. Las ideas de Thomas Alba Edison, a quien no le hacía ninguna gracia que se le vinculase con aquello, y George Westinghouse, dieron su fruto. Ante tamaña eficiencia, se decide que, desde 1916 todas las ejecuciones de Nueva York se unificarían y se llevarían a cabo en la prisión levantada en 1825. Se construyó incluso un nuevo pabellón al que se le llamó con el sobrenombre ya referenciado de La casa de la muerte. Para la historia del sistema penitenciario estadounidense la prisión de Sing Sing se convirtió rápidamente en “La Abanderada de la pena capital del mundo occidental”. 614 ejecuciones, que incluyeron 8 mujeres tuvieron lugar en el referido pabellón por electrocución entre 1891 y 1963. El pabellón contaba con su propio generador eléctrico para no detener las ejecuciones si había un apagón general. La historia de este centro penitenciario, en definitiva, está en el epicentro de la historia del castigo (casi en los términos del antiguo testamento) en EEUU.

Entre 1840 y 1877 encima del pabellón principal se instaló una prisión de mujeres en lo que se consideraba un experimento, que terminó en fracaso y se canceló.

Cierto es que a principios del siglo XX hubo varios cambios que marcaron cierta tendencia a dotar a las instalaciones de algo de humanidad. Se regula la entrada a calabozos, se valora la libertad de los reclusos a la hora de pasear por el patio, y se introducen actividades recreativas como el baseball, y así, por ejemplo, miembros del mítico equipo de los Yankees de Nueva York, jugaron algunos partidos contra los internos. En la primera mitad del siglo XX se construye una biblioteca, aulas, una barbería, etc. Sin embargo, tales circunstancias no lograron erradicar las realidades del día a día durísimo de la población reclusa.

El imaginario colectivo del siglo XX, sin embargo, fue colmándose de ejemplos serios y paródicos que fueron configurando, junto a la realidad misma de la prisión, pese a cierta humanidad emergente (al menos en comparación a sus comienzos), su siniestra leyenda. Entre el mediometraje silente Alias Jimmy Valentine (EEUU, 1917), de Maurice Tourneur y Una Terapia Peligrosa (Analyze This, EEUU, 1999), de Harold Ramis, los ejemplos son cuantiosos y muy populares. El centro penitenciario se fue convirtiendo en un popular plató de cine en la década de los años 30 y 40 del siglo XX. Películas como El Presidio (The Big House, EEUU, 1930), dirigida por George W. Hill, o Ángeles con caras sucias (Angels With Dirty Faces, EEUU, 1938), de Michael Curtiz, y especialmente, la que constituye durante muchos años la película de referencia de la prisión, 20.000 años en Sing Sing (20000 Years in Sing Sing, EEUU, 1932), de Michael Curtiz, son filmadas en aquellas décadas. Este último filme cuenta con el actor Spencer Tracy haciendo frente a una importante condena por atraco a mano armada e ingresando en la prisión cuya leyenda negra estaba en pleno apogeo en los años de estreno del filme. El cine de reclusos estaba seriamente vinculado al cine de gánsteres, de hecho, era una prolongación del mismo. El estudio Warner Bros. llegó a donar fondos para la construcción de un gimnasio en 1934. La imagen de la prisión que dejaron estas películas perdura hasta la actualidad. Una pequeña gran película que se va haciendo un hueco en la carrera de premios casi cien años después puede contribuir a cambiar las cosas.

Mientras tanto, los ejemplos de edificación cinematográfica de la macabra leyenda negra, continúan edificándose. En el mediometraje de 47 minutos, El Peregrino (Pilgrim, EEUU, 1923), Charles Chaplin, alias Charlot, es un presidiario que se fuga para eligiendo al azar sobre un mapa pone el dedo sin mirar en la prisión de Sing Sing, para simbolizar el terrible destino que le espera; En Ciudadano Kane (Citizen Kane, EEUU, 1940), el debut de Orson Welles en la dirección de cine, el magnate Charles Foster Kane amenaza a su rival político Jim Gettys con utilizar toda su influencia para enviarlo a la referida prisión si no se retira de la carrera para gobernador. La ira de Kane surge al decirle su oponente que iba a publicar unas imágenes que demostrarían su furtiva relación amorosa con Susan Alexander; Dentro de las actividades disfrazadas de comedia sofisticada que posee el filme Desayuno con Diamantes (Breakfast at Tiffany’s, EEUU, 1961), de Blake Edwards, Holly Golightly se escribe con un presidiario de Sing Sing al que va a visitar allí y se supone que es un pez gordo de la mafia que “financia” a la joven; Para alimentar la porción del implacable castigo intra muros de la prisión dentro de la referida leyenda macabra, en los años 80 del siglo XX, dos filmes de terror hacen truculentas referencias a las ejecuciones y sus consecuencias. Así el personaje central de Maniac Cop (EEUU, 1988), de William Lustig, es un policía asesinado por reclusos del centro penitenciario neoyorkino, que resucita como un asesino de policías en una película de mucho éxito que generó una saga compuesta por dos filmes adicionales. En Shocker, 10.000 voltios de terror (Shocker, EEUU, 1989), un psicópata asesino de familias que es asesinado y ejecutado en la silla eléctrica, llega a un pacto con el diablo, de modo que resucita renovado y con un poder eléctrico considerable renovando su ansia de matar. Toda una llamada de atención a la retirada de una muerte tan vil e inhumana como la silla eléctrica a través del terror más truculento; Probablemente la mención más contundente, excluyendo los delirios aterradores, en relación a lo que ocurría en la prisión de Sing Sing, viene de la boca del actor Harry Belafonte en el filme Apuestas contra el Mañana (Odds against Tomorrow, EEUU, 1959), de Robert Wise. Su personaje dice, en un momento determinado, respecto a otro convicto, que “le cambiaron el color cuando lo rehabilitaron en Sing Sing”.

En otros órdenes, José Feliciano hizo popular una canción La Cárcel de Sing Sing, donde un presidiario a punto de ser ejecutado en la silla, confiesa haber matado a su pareja (a la que todavía ama) y su amante, a quienes sorprendió juntos y dedica sus últimas palabras a su madre. Herman Melville, funcionario de aduanas en la isla de Ellis, y por supuesto uno de los grandes escritores de todos los tiempos, escribió Barthleby el escribiente, un relato insólito y fascinante sobre un escribano judicial publicado en 1853. En él se comenta que el personaje de Monroe Edwards murió de tuberculosis en la referida prisión. Algo habitual debido a las infrahumanas condiciones de la vida reclusa.

Como hecho histórico relevante, y se dio la oportuna crónica periodística, el tren funerario del presidente Abraham Lincoln se detuvo en 1865 en la prisión para repostar agua para la máquina de vapor. Se permitió a algunos guardias del penal acceder al vagón que albergaba los restos del presidente para presentarle sus respetos.

Entre la población reclusa de este centro penitenciario estuvo, por ejemplo, el gánster Salvatore Lucania, más conocido como Charles Lucky Luciano. Una de las ejecuciones más polémicas del centro, fue la del matrimonio compuesto por Ethel y Julius Rosenberg, acaecida el 19 de junio de 1953. Los Rosenberg ciertamente comunistas declarados y militantes, que fueron acusados de transmitir información a la antigua Unión Soviética en plena carrera armamentística nuclear, y condenados de manera injusta, como el paso del tiempo ha demostrado sobradamente a través de nuevas confesiones fuera de tiempo, años después, de los testigos de cargo en aquel juicio, dejando en evidencia la existencia tan solo de evidencias circunstanciales sin confirmación directa. Recluidos en el pabellón de la muerte desde 1952, los Rosenberg fueron los primeros civiles ejecutados por espionaje en la historia de EEUU. En el filme Daniel (EEUU, 1983), de Sidney Lumet, el actor Timothy Hutton interpreta al hijo de un matrimonio ejecutado en los años 50, claramente inspirado en el matrimonio Rosenberg. A través de sus ojos se cuenta la trágica historia, y se reflexiona acerca de cómo los actos de los padres influyen decisivamente en las vidas de los hijos. Como curiosidad, el fiscal del caso del matrimonio mencionado fue Roy Marcus Cohn, mano derecha del senador McCarthy en las famosas audiencias de la caza de brujas, emprendidas contra los simpatizantes de comunismo en los años 50. En la década de los 70 y 80 del siglo XX, Cohn fue, no sólo el asesor legal, sino el mentor de un joven millonario llamado Donald Trump. La vida y “gloria” del “personaje” fue contada en el filme Ciudadano Cohn (Citizen Cohn, HBO Films, EEUU, 1992), de Frank Pierson, con James Woods en el papel principal.

El 8 de enero de 1983, Sing Sing se unió al destino de otras prisiones como Alcatraz y Attica, que habían sufrido severos motines sofocados violentamente. Más de 600 reclusos se amotinaron, tomando a 17 oficiales como rehenes en un alzamiento que duró alrededor de 53 horas.

En 1989 el correccional de Sing Sing recibió un premio de la American Correctional Association por el cumplimiento de los estándares nacionales de salud, seguridad y programas que regulan la vida de los internos, entre otros aspectos.

Actualmente hay alrededor de 2000 presos en Sing Sing, y unos 1000 empleados a cargo de los diferentes pabellones. La prisión recibe unas 5000 visitas al mes.

En la actualidad existe un festival de cine documental en dicha prisión, donde se seleccionan largometrajes en esa modalidad que examina el jurado compuesto por internos de dicha prisión y otorgan premios al ganador. La primera edición de este festival tuvo lugar en 2024. En 2025, con ocasión al cumplimiento de los 200 años desde que la prisión fue erigida en Ossining, se inaugura el museo de conmemoración del bicentenario, con una serie de actos que incluyen discursos de las autoridades y personalidades célebres y la apertura de galerías de exposiciones con la idea de que el visitante sienta la experiencia inmersiva del día a día en dicho correccional.

Reparto de la película Las vidas de Sing Sing

3. ALGUNAS CUESTIONES DE DERECHO PENITENCIARIO ESPAÑOL.

Nuestro país ha pasado por una evolución histórica que ha demostrado la crueldad en el trato de los presos en nuestro país, con voces autorizadas que se han alzado en favor de una consideración menos degradante. Voces como la jurista y escritora gallega Concepción Arenal, cuyos principios, y estudios jurídicos configuran la médula espinal del sistema penitenciario español, o el político canario Ángel Guerra, que fuera director general de la política de prisiones justo con posterioridad a la dictadura de Primo de Ribera, y antes de la entrada de la República de 1931. Personas autorizadas como estas voces mencionadas y otras, defendieron de manera innovadora la empatía y reinserción de los presidarios en épocas pretéritas.

El sistema penitenciario español actual se pactó en la transición española y se edifica en torno al artículo 25 de la Constitución Española de 1978, luego desarrollado oportunamente por la Ley Orgánica General Penitenciaria de 1979 y su Reglamento. El párrafo primero del mencionado precepto constitucional, consagra el principio de legalidad, es decir que nadie puede ser condenado ni sancionado sin que exista una ley que prevea (tipifique) ese hecho como delito, falta (hoy delito leve) o disposición administrativa (que nunca puede ser privativa de libertad ex artículo 25.3). Consagra igualmente el 25.1 que, además, esa ley que prevé el hecho delictivo, tiene que estar vigente en el momento de su comisión (lo que entronca con el principio consagrado en el artículo 9.3 del referido texto, que regula la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables, o restrictivas de derechos). Una vez sentadas esas bases, el 25.2 consagra los principios y bases que deben regir el sistema penitenciario español, pues, efectivamente dispone que las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad deberán estar dirigidas a la reeducación y a la reinserción social, prohibiendo expresamente los trabajos forzados. Seguidamente deja claro de manera expresa que aquel que esté cumpliendo condena en prisión gozará de todos aquellos derechos fundamentales (que no se vean expresamente limitados por la sentencia firme que los condujo a prisión y por la propia finalidad de la pena y lo previsto en la ley general penitenciaria). Igualmente se consagra el derecho de todo interno a un trabajo remunerado y a los beneficios de la Seguridad social correspondientes. Finalmente, el precepto reconoce el derecho al acceso a la cultura de los presos, así como el desarrollo completo de su personalidad mientras se cumple la condena.

Es importante dejar claro que el mandato constitucional de este precepto constituye un Derecho Fundamental, pero no con la protección que tienen por ejemplo el derecho a la libertad de expresión o a la inviolabilidad del domicilio. Es decir, los derechos del 25.2 no constituyen derechos a exigir ante un tribunal. El Tribunal constitucional, máximo intérprete y guardián de la constitución, ya se ha pronunciado al respecto sobradamente. Es decir, un ciudadano estará condenado al fracaso si acude a los tribunales a pedir, por ejemplo, no entrar a prisión argumentando que él ya está rehabilitado. A pesar de que tal circunstancia sea la real, y se pueda probar, el condenado a la pena privativa de libertad tiene que ingresar en prisión, y luego será el sistema el que, valorando las circunstancias concurrentes, decide si se está rehabilitado o no y preparado para vivir en semi libertad o libertad plena.

Tampoco la consagración del artículo 25.2 significa que un interno pueda demandar al sistema de instituciones penitenciarias exigiendo un puesto de trabajo. Éste y los demás previstos en dicho precepto, constituyen un derecho de aplicación progresiva, y su efectividad se halla condicionada a los medios de que dispone la administración penitenciaria en cada momento.

Y, finalmente, el precepto opera en este sentido de que no son derechos ejercitables ante los tribunales, en el tenor de que los fines de reinserción social no son los únicos fines de la pena. También la sociedad demanda que, ante una conducta antijurídica el IUS puniendi del Estado, debe de haber una “respuesta” prevista en el C.P. Una respuesta, por supuesto, adecuada, es decir, prevista en la ley, proporcional, justa y posterior, en su caso, a un procedimiento desplegado con todas las garantías. Es la manera de vivir en una sociedad tan garantista como civilizada. De este modo, los jueces o magistrados, los juzgados o tribunales de justicia, tienen atribuida la finalidad de garantizar a la sociedad y a la víctima de los delitos que la conducta típica y antijurídica de la persona, primero investigada, luego acusada y finalmente condenada, en su caso, recibirá una respuesta jurídica. La justicia posee en definitiva la potestad de aplicar el Ius Puniendi del Estado.

En consecuencia, la manera de entender los derechos consagrados en el artículo 25.2 de la C.E. ha de verse como principios de orientación, que presiden la política penal y penitenciaria. La orientación de la política penal, la aplican los jueces o tribunales (dependiendo del órgano competente para el enjuiciamiento), aplicando el código penal más favorable para el acusado en el momento de dictar Sentencia, y la pena proporcional adecuada de conformidad con las circunstancias del hecho y las personales concurrentes en el presunto autor de los mismos. La concurrencia de circunstancias atenuantes o agravantes o eximentes de la responsabilidad penal, deben valorarse igualmente. Finalmente, la Sentencia que pone fin al procedimiento, agotados los recursos e instancias existentes, con una condena o una absolución, debe de estar debidamente motivada o razonada (la persona debe de saber exactamente cuál es el razonamiento por el que el juez o tribunal lo consideran responsable, o inocente, de la comisión del hecho delictivo), y debe resolver todas las cuestiones planteadas por las partes.

Una vez concretada la pena específica en Sentencia firme, si la misma es privativa de libertad, el complimiento efectivo o la ejecución de la pena, pasa a depender de Instituciones penitenciarias, es decir del sistema penitenciario y las políticas penitenciarias. Todo ello de acuerdo con el mencionado artículo 25.2 de la Constitución, cuya literalidad y espíritu interpretado por el Tribunal constitucional, el más alto guardián de la norma superior del ordenamiento jurídico, pueden esgrimir dos modos de orientación:

I). Uno es con el compromiso de intentar lograr que el interno pase recluido en prisión el menor tiempo posible, es decir, minorar el cumplimiento efectivo de la pena. Para eso se diseña todo un sistema donde de entrada cualquier persona que ingresa en prisión pasa por la Junta de Tratamiento, compuesta por técnicos expertos: médico, psicólogo, jurista, etc. que clasifica al interno después de la primera entrevista y reconocimiento médico.

Se puede clasificar a la persona en uno de los tres grados que se establecen legislativamente. El primer grado está previsto para presos que han cometido delitos graves, para los considerarlos peligrosos, y conlleva importantes restricciones de derechos fundamentales, como aislamiento del resto de los presos y la imposición de fuertes medidas de vigilancia. En este sentido los presos condenados por delitos graves de terrorismo siempre han sido considerados presos peligrosos y tienen que cumplir un período de seguridad para valorar como se adaptan al entorno y al sistema.

El segundo grado es para la mayoría de los presos que entran en prisión. Conviven normalmente con el resto de los internos, sin crear peligros para nadie, pero no están preparados aún, según la Junta de Tratamiento, para vivir en semilibertad.

Finalmente, los presos clasificados en tercer grado son considerados en capacidad para vivir en semilibertad y, por tanto, pueden optar a permisos penitenciarios. Los permisos pueden suponer entrar y salir el mismo día, a pernoctar fuera de la prisión, según la evolución y circunstancias concurrentes.

El siguiente status es el de Libertad Condicional, donde el interno sale del establecimiento penitenciario con normalidad, debiendo cumplir unos requisitos periódicos de cierto control que no menoscabe su dignidad hasta pasar a la plena libertad.

Los presos condenados a la pena de prisión permanente revisable, deben haber tenido un cumplimiento efectivo de al menos 15 años para poder optar a permisos penitenciarios. Si la condena a Prisión Permanente Revisable es por delitos de terrorismo, serán 20 años.

II) La otra manera en que opera la orientación de la política penitenciaria es proporcionando los medios adecuados para la reinserción del penado, es decir, la aplicación de lo que se denomina Tratamiento Penitenciario. En este sentido, cada preso posee un expediente coordinado por la Junta de Tratamiento, que establece un programa individualizado para cada interno, y que requerirá siempre las específicas actuaciones que los expertos consideren aplicables a la persona concreta.

En este sentido, la estructura de la aplicación de las políticas penitenciarias trasciende de prisión, pues las resoluciones administrativas de la Junta de Tratamiento (La denegación de una clasificación en tercer grado, o de un permiso, por ejemplo) pueden ser recurridas ante el Juez de Vigilancia Penitenciaria, que hace una función de catalizador de los derechos de los internos recluidos en centros penitenciarios. Es perceptivo siempre el informe del Ministerio Fiscal como garante del cumplimiento de la legalidad antes de que el juez resuelva. La resolución del Juez de Vigilancia es apelable ante la Audiencia Provincial, a reparto a la Sección de la misma que por riguroso turno corresponda. El Auto que dicte la Audiencia Provincial puede ser recurrido en Amparo ante el Tribunal Constitucional si ha habido alguna vulneración de Derechos Fundamentales debidamente invocados, que posea especial trascendencia constitucional.

El cumplimiento de las penas privativas de libertad viene igualmente amparado por el respeto de la dignidad personal y de los referidos derechos a la reeducación y reinserción, evitando las consecuencias desocializadoras y estigmatizantes inherentes a toda condena.

Finalmente, en nuestro ordenamiento a la salida de prisión es importante tener en cuenta que instituciones penitenciarias garantiza el inequívoco mandato de plena reintegración de los derechos de los ciudadanos, y la prohibición expresa de que los antecedentes penales puedan actuar como factor discriminatorio tanto a nivel social como jurídico.

Imagen de una de las obras interpretadas por el proyecto Teatro Yeses en Madrid.

4. EL TEATRO YESES. TODO UN PRECEDENTE EN ESPAÑA DEL RTA.

Doce años antes del nacimiento del RTA en el centro penitenciario de Sing Sing, nuestro país ya desarrollaba un proceso novedoso en torno al poder redentor de las artes escénicas. 1985. Madrid. Yeserías, la antigua cárcel de mujeres. Nace la compañía Teatro Yeses, compuesta en un principio exclusivamente por las internas de dicha prisión. La compañía pasa, con las propias instalaciones penitenciarias, al Centro de Carabanchel Mujeres, para quedarse instalada en el Centro Penitenciario de Madrid I Mujeres de Alcalá de Henares. Comenzó como uno más de los talleres carcelarios, pero, rápidamente, la energía de aquel ecosistema dejaba claro que vino para quedarse. La realidad y el paso del tiempo han puesto de relieve que la experiencia se convirtió en un gran éxito, con clara vocación de continuidad y permanencia. A partir de que se edificaron las bases, se han desarrollado muchísimas puestas en escena, siempre a la búsqueda de mayores retos, pues la complejidad técnica y artística de cada representación va in crescendo, trascendiendo rápidamente del teatro amateur.

La visibilidad comienza a llegar en 1990, con el texto propio Mal Bajío (Escenas de una cárcel de mujeres). Con esta obra obtienen el premio Calderón de la Barca que otorga el Ministerio de Cultura del Gobierno de España al mejor texto dramático. La recepción de diferentes subvenciones a partir de este momento, permite el estreno fuera de los muros fríos de la prisión. La Sala Galileo de Madrid fue el primer lugar de la escenificación exterior. Luego vino una gira con esa obra por diversas comunidades de España. Mal Bajío supone el comienzo igualmente de la colaboración de las actrices que cumplen condena con actores profesionales. La cooperación fue tan fructífera que por supuesto se repitió posteriormente. Fuera de Quicio de José Alonso de Santos, constituye la siguiente colaboración con actores profesionales, obra que volverán a representar en enero de 2003 en Madrid y en 2004 por toda España. Desde finales de los años 90 colaboran regularmente con el Teatro Yeses actores consagrados como Jaime Blanch, Manuel Galiana, Juan Luis Galiardo o Loles León.

Durante los años 90, las internas representan multitud de obras emblemáticas. La Orgía de E. Buenaventura, Marcado por el típex de Antonio Onetti, Bajarse al moro de Jose Luis Alonso de Santos y La Isla amarilla, de Paloma Pedrero son algunos ejemplos contundentes de la profesionalidad del capital humano que compone el Teatro Yeses. La Asamblea de mujeres, de Aristófanes, que en 1998 participa en la Muestra Internacional Alternativa y Farsas y otros Pervertimientos, representada en 1999, nada menos que en el Teatro Albéniz de Madrid, en ambos casos con posterior gira por la Comunidad de Madrid, constituyen los logros que cierran el milenio.

Marzo de 2000 es la fecha elegida para el estreno en el Teatro La Latina de Madrid de la obra La Balada de la Cárcel de Circe, escrita por Elena Cánivas, la directora del grupo escénico, junto a dos de los actores que son habituales colaboradores: Rubén Cobos y Juan Carlos Talavera. Es una obra de actores de teatro carcelario interpretando, precisamente, a actores de teatro carcelario, pues un grupo de presas van a representar una obra teatral, partiendo de sus propias vivencias en el grupo de Teatro Yeses. De esta manera, se representa ante la sociedad la realidad del específico día a día de privación de libertad, así como su evolución y proceso de redención personal.

Mayo de 2000 asiste a uno de los más heroicos actos de esta compañía teatral. Realizan su primera salida internacional. El Teatro Yeses participa en el Encuentro Europeo de Teatro y Prisión, celebrado en Berlín, con la responsabilidad de representar a España. El espectáculo fue interpretado por las actrices españolas en tres idiomas: español y fragmentos en inglés y alemán. La expectación en la capital de Alemania era máxima. En tierras germanas el Teatro Yeses se erige en la única formación de mujeres, además del único grupo teatral europeo que contaba con la colaboración de actores profesionales y música en directo. Es, por tanto, la primera formación de estas características que trasciende de las fronteras españolas.

La obra La Noche de Sabina, de Ignacio del Moral es representada el 5 de marzo de 2001 en el teatro Muñoz Seca de Madrid, con la presencia del autor y llevando la obra de gira por la Comunidad de Madrid como uno de los actos de conmemoración del Día Internacional de la Mujer. El Teatro Pavón de Madrid es la sede elegida para la representación el 4 de marzo de 2002 de Retazos de amor y desencuentro, una dramaturgia teatral que constituye el mestizaje de cuatro piezas de diferentes autores.

El Teatro Yeses celebró los 20 años de existencia en 2005 con la presentación del libro Veinte años no es poco. Obras como Ahora que vamos deprisa vamos a contar verdades, Historias de la tierra y de las nubes, Volando entre los clásicos, o Aquí hay mujeres de armas tomar, representadas entre otras obras, en el período entre 2011 y 2016. En junio de 2016, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid conmemoraron los 30 años de existencia en un acto presentado por Pepe Viyuela y Loles León. En septiembre de 2016, El Teatro Yeses es convocado a Las Jornadas de Puertas Abiertas del Tribunal Supremo 2016, donde efectuaron el montaje escénico Micro juicios teatralizados. En 2023, Hijas de la comedia, una obra de Julieta Soria, supuso una visión novedosa de algunos clásicos teatrales. 2024 es el año de estreno de La traición en la amistad, adaptación de Julieta Soria de la obra de María de Zayas. Han participado igualmente en el Homeless Film Festival de Bilbao, el Festival Clásico de Alcalá, el Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro y el Certamen de Teatro Clásico de Toledo, entre otros.

El compromiso de representar obras de teatro clásicas, en permanente dialogo con la actualidad y obras de dramaturgas de la modernidad, continúa plenamente vigente entre las intrépidas figuras que componen este singular ecosistema, que ha redimido claramente a una porción de población reclusa femenina, entregadas en cuerpo y alma a un proyecto que no solo ha mejorado sus vidas y las ha devuelto a la sociedad, sino que ha mejorado la vida de la población española.

Ilustración: the Prison At Sing Sing, Nueva York.

5. LAS VIDAS DE SING SING. INTROSPECCIÓN EN LA VERDAD INTERPRETATIVA COMO REDENCIÓN PERSONAL.

En la página web del museo del centro penitenciario de Nueva York, se habla del RTA, y se le define de la siguiente manera:

La RTA no es una actividad que se realiza sin cita previa. No se trata de convertirse en actor. RTA es un compromiso con una comunidad de iguales que utiliza las artes como herramienta de apoyo al crecimiento emocional, social y cognitivo. (1)

El realizador estadounidense Greg Kwedar había dirigido un atractivo y modesto filme ambientado cerca de la frontera de EEUU con Méjico, Transpecos (EEUU, 2016). En 2017 trabajaba en un cortometraje documental sobre una prisión en el estado de Kansas. Paseando por las dependencias del centro penitenciario, se fijó que en una celda tuvo lugar ante sus ojos una escena de la realidad. Un convicto cuidaba a un perro de rescate, en lo que objetivamente era un acto de empatía, afecto y compasión. A Kwedar ser testigo de tal circunstancia, no sólo le desmontó sus propias expectativas sobre las personas encarceladas, de acuerdo con la imagen construida por el cine americano. Es que, además, le hizo reflexionar acerca de la durísima historia de los correccionales en su país y sobre la realidad de que se hacían cosas diferentes en prisión a las que se pensaban, o a las que se habían recreado previamente. Esa misma noche en su habitación de hotel, tecleó en Google “Who is doing things differently in prision”, es decir, “¿Quien hace las cosas en prisión de manera diferente?”. El cineasta aterriza en su habitación ávido de saber de programas penitenciarios que de alguna forma ofrecieran un prisma de humanidad de las prisiones estadounidenses. Y se encontró con el RTA y por supuesto con el artículo de John Richardson, que cayó en manos del cineasta en el momento perfecto. Esa misma noche envió el artículo a Clint Bentley, su guionista. Además de quedarse ambos absolutamente prendados, rápidamente contemplaron mentalmente las infinitas posibilidades para una película. El camino no fue fácil. El viaje emprendido por Kwedar, Bentley y la productora Monique Walton, duró desde aquella noche de 2017 hasta que estrenaron el filme a finales de 2023.

Acostumbrado a utilizar actores sin experiencia, la idea de hacer un filme sobre presidiarios montando una obra de teatro en una de las prisiones más sórdidas de su país, le atraía demasiado. El libro escrito por Brent Buell (excelente Paul Raci en la película) sobre su experiencia como director de obras de teatro para el RTA ayudó muchísimo a la escritura del guion. Desde el principio quedó claro que habría un maridaje entre el estilo documental, pero también la técnica narrativa cinematográfica. Lo siguiente, por supuesto tenía que ser ir conociendo a todos los implicados en el RTA e impregnarse del proceso creativo. Las elecciones correctas, la implicación de los personajes auténticos, y más adelante de actores como Colman Domingo, y la decisión de rodar en una prisión real, devinieron en esenciales durante el proceso creativo. Efectivamente, en el filme vemos a algunos de los actores teatrales participantes del proyecto RTA, y que han sido parte activa en el proceso creativo del filme, al que aportan lecciones de vida propias y a los que el cineasta garantizó que se sintieran cómodos para comunicar cuando algún texto o situación les parecía forzada y para que hicieran cualquier aporte alternativo. La expresión de Brent Buell, de que se dejen llevar por el proceso, que les indica a los personajes del filme, de alguna manera fue la consigna igualmente de Kwedar a su equipo actoral. En consecuencia, hubo un modelo horizontal de trabajo. La interpretación en este filme es un proceso comunitario. Todos los actores cobraron el mismo salario y se partía en los ensayos y filmación de un principio muy claro: todos ellos poseen el mismo valor intrínseco en todo momento.

Otra de las grandes decisiones a la hora de afrontar la realización de este modélico largometraje es la filmación en celuloide, no con cámaras digitales, sino combinando el formato de 16 y 35 mm, cuidando al máximo la iluminación en interiores y exteriores, confiriendo a la imagen una textura especial, añeja, y muy cinematográfica. Hoy en día se hace muchísimo cine utilizando celuloide y formatos ya desestimados en líneas generales. Entre otras razones porque la inmensa mayoría de salas de cine exhiben en digital, de modo que de una manera o de otra, la generalidad de las películas se termina viendo por los espectadores en formato digital. Además, muchos filmes se exhiben, aún en los cines, en un formato más próximo a los grandes televisores que a las propias pantallas de cine, con vistas a su inmediata exhibición en plataformas. Sin embargo, afortunadamente repartidos por el mundo y especialmente en países anglosajones, hay una proliferación de salas de cines, que albergan filmotecas y festivales, que resisten, cuan ‘aldea gala’ al invasor digital, y mantienen (y hacen de ello un baluarte), sus proyecciones en formato celuloide. Aún es posible visualizar grandes clásicos en 70 mm y con sonido estereofónico, es decir, como fueron concebidos en su día. En esta línea, filmes actuales como Anora (EEUU, 2024), de Sean Barker, o The Brutalist (EEUU, 2024), de Brandy Corbet, y en general los filmes de Richard Linklater y los de Christopher Nolan, se han filmado en celuloide. El galardonado filme de Corbet, incluso, se ha filmado en el extinto sistema de Vista Visión. Pues en esa línea, y aunque el destino final sea una sala con proyector digital, el esfuerzo de ciertos cineastas y sus grandes decisiones (tomadas por auténticos artistas amantes del cine), se pueden percibir y apreciar en mayor o menor medida, en la penumbra de una sala de cine.

Las Vidas de Sing Sing, se estrenó por primera vez modestamente a finales de 2023. Los sucesivos estrenos por su país y en el resto del mundo, han motivado reacciones. La más llamativa es que se ha ido colando de rondón en la carrera de premios de la industria de EEUU en 2024. En esta línea ha tenido Nominación al Globo de Oro al mejor actor, tres nominaciones a los Independent Spirit Awards, Los Satellite Awards (premios de la prensa internacional), una nominación a los premios del gremio de actores. Igualmente ha sido considerada en los premios anuales de la National Board of Review (La asociación de críticos de cine estadounidenses), La Asociación de críticos de cine de Los Ángeles, la de Chicago, etc. Han coincidido en nominar al actor principal, Colman Domingo. La mayoría de las veces, también su realizador, y ambos guionistas, han sido mencionados y considerados, compitiendo de tú a tú con los pesos pesados de la temporada. Domingo brinda una de las mejores interpretaciones vistas en una pantalla de cine en los últimos años. Al actor lo hemos podido seguir, por ejemplo, en la serie Fear the Walking Dead (AMC, 2015-2023), y filmes como Lincoln (EEUU, 2013), de Steven Spielberg, Selma (EEUU, 2014), de Ava DuVernay, Los blues de Beale Street (If Beale Street Could Talk, EEUU, 2018), de Barry Jenkins, y sobre todo en Rustin (EEUU, 2023), de George C. Wolfe, por la que fue nominado al Oscar al mejor actor, entre otras muchas.

El filme se va ganando con cada exhibición un merecido prestigio de filme humanista que trasciende del mero buenismo para consagrar lo que realmente es una gran manera de redención personal. Las Vidas de Sing Sing se convierte en un filme franco, muy directo y emotivo, que rezuma autenticidad y honestidad. Se agradece el camino elegido. Lejos de erigirse en una muestra adicional de la habitual mirada del cine americano a los centros penitenciarios, la de la prolongación del cine de gánsteres como el mencionado emblemático filme de Curtiz con Spencer Tracy, o los múltiples filmados en formato thriller, narrándonos la historia del hombre inocente, o de presos amenazando a otros, oficiales y alcaides corruptos, altercados en el comedor, o presidiarios haciendo series imposibles de levantamiento de pesas en el gimnasio, entre otros clichés.

Lejos de estos temas, que asoman simplemente en algún momento del comienzo o durante la trama del filme de Greg Kwedar, pero colocados con gran inteligencia, como analizaremos, el filme pretende abordar el poder y el derecho a la redención, a la dignidad y a la humanidad perdidas, en un proceso claramente catártico, a través de las artes escénicas, expresando vulnerabilidad donde suele haber tan solo dureza y agresividad. El gran tema del filme, en definitiva, afecta a la necesidad del reconocimiento de la humanidad que hay en las personas, tratando de cambiar la manera tradicional de ver a las personas condenadas y que ingresan en prisión, lo más lejos posible de la marginalidad. Lo importante, parece decirnos el filme de una manera bastante sutil, es que lo importante no es lo que hicieron (los hechos que los condujeron a prisión), sino lo que pueden hacer ahora en el momento presente. En la pandemia, a muchos de los que estuvimos confinados en nuestras casas, la cultura: ver cine, leer libros, escribir y publicar, nos salvó la vida y nos salvó de perder la razón. El arte escénico obra el mismo milagro para las almas de Sing Sing.

En este filme, las escasas dosis de violencia suelen provenir de actos de tremenda frustración personal cuando en ciertos intentos de lograr recuperar algo de humanidad, el propio sistema aplasta toda expectativa. Así el personaje principal John “Divine G” Whitfield (Colman Domingo) en un momento determinado estalla en gritos y desafíos a otro convicto y a punto está en agarrarse en una pelea justo después de la magistral secuencia de la Vista o Audiencia para valorar su petición jurídica de indulto, expuesta en unos términos absolutamente frustrantes. El convicto ha preparado meticulosamente su propia petición, inmerso en la sección legal de la biblioteca antes de que comience el filme. Ha agotado todos sus recursos económicos en un laberinto legal de apelaciones que no han llegado a ninguna parte concluyente. En ese momento, en la secuencia de la vista, y solo entonces, descubrimos que es muy posible que Whitfield sea inocente y que su condena de 25 años a perpetua (lleva desde 1988 en prisión), sea un castigo injusto. Una grabación, la de un testigo que, según él, lo exonera, no puede ser traída a la audiencia, literalmente porque Fiscalía no responde a las llamadas y además la persona que efectuó la grabación ya ha muerto y no hay forma de adverar su testimonio. La propia situación, y como el actor, y por ende su personaje, es soportada y encajada en un primerísimo plano, en uno de los grandes instantes del cine actual.

Actor Colman Domingo en los Premios Globos de Oro

En este sentido, Kwedar desde la imagen, y desde el guion escrito con Clint Bentley tratan de buscarle a los personajes a través del teatro un escapismo momentáneo a la realidad del día a día de una prisión como Sing Sing. El cine está lleno de ejemplos de este tipo de escapismos, que van desde los presos que viven en su mente y por tanto consiguen llevar el día a día como ocurre con Huracán Carter (ídem, EEUU, 1997), de Norman Jewison, hasta aquellos como Cadena Perpétua (The Shawshank Redemption, EEUU, 19), de Frank Darabont, donde hay una secuencia sensacional en la que el presidiario interpretado por Tim Robbins se cuela en el despacho del alcaide y pone una ópera en el tocadiscos conectada a los altavoces de la prisión, convirtiendo los escasos minutos que dura ese momento en toda una evasión en las vidas de los convictos y en el difícil día a día. En otras ocasiones es un acontecimiento deportivo el que ilusiona a la población reclusa el elemento que logra la abstracción momentánea. En este sentido son ejemplares los filmes Rompehuesos (The Longest Yard, EEUU, 1973), de Robert Aldrich o Invicto (Undisputed, EEUU, 2002), de Walter Hill. Un partido de rugby entre guardias y presos en el primer film o el combate de boxeo entre el campeón de la prisión (Westley Snipes, actor que estaría realmente en prisión por evasión fiscal) y el campeón del mundo (Vhing Rhames) que como una especie de sosias de Mike Tyson aterriza en la prisión donde transcurre el filme de Hill.

También es de agradecer a Kwedar que aporte un filme que otorgue una visión muy diferente de un correccional tan sórdido estricto y tan provisto de una leyenda negra, como se ha visto, asociada en el cine a las fugas, al gansterismo o las ejecuciones. En este sentido, Las Vidas de Sing Sing puede contribuir a vincular esta terrible prisión con algo tan hermoso y positivo como es la recuperación de la dignidad y la redención personal, no a través de la violencia, sino a través de las artes escénicas. El propio título original del filme, exclusivamente el nombre de la prisión de Sing Sing, posee claramente esa vocación. Si colocas en Google, ‘Sing Sing’, no deja de aparecer multitud de detalles sobre este filme antes que sórdidos detalles históricos de la legendaria prisión. La idea es similar a la emprendida por el cineasta Nat Parker, cuando utilizó el título A Birth of a Nation (El Nacimiento de una nación) para su poderoso filme de 2013, de modo que cuando se teclea ese título en Google, aparece Nat Turner (el esclavo negro que se reveló ante la opresión en el siglo XIX), antes que el clásico filme silente de D.W. Griffith del mismo título, un filme técnicamente prodigioso, pero que socialmente ha hecho mucho daño al problema racial de EEUU. Son maneras de derribar ciertos tabúes y mitos en estos tiempos de internet y Redes Sociales ganando visibilidad en otras sensibilidades.

La idea de rehabilitación del presidiario a través del arte es, en definitiva, algo muy hermoso y gratificante, especialmente en un país donde el sistema penitenciario posee muchas carencias garantistas, y existe una importante gestión privada, es decir, un negocio fundamental alrededor del sistema penitenciario. El espléndido documental Enmienda 13 (13th, EEUU, 2016), dirigido por Ava DuVernay, nos lo demostró sobradamente. El documental construye un sólido discurso sobre la Enmienda número 13 de la Constitución de EEUU, la gran apuesta de Abraham Lincoln de erradicar la esclavitud en su país, aprobada en 1865, poco antes de su muerte, cuyo proceso constituyente puede verse en todo su esplendor en el mencionado filme Lincoln. Efectivamente el texto prohíbe expresamente la esclavitud en EEUU y el trabajo forzado en EEUU o en algún lugar sujeto a su jurisdicción. A continuación, la excepción a la regla “…excepto como castigo de un delito del que el responsable haya quedado debidamente convicto”. Esto no significa que un juez o tribunal imponga expresamente el castigo a trabajo forzado, sino que el propio sistema penitenciario es quien puede imponer trabajo forzado a cualquier persona condenada y debidamente ingresada en prisión, que es como debe entenderse la expresión “debidamente convicto”. El documental denuncia un encarcelamiento masivo en EEUU, donde estadística, y, por tanto, objetivamente el porcentaje mayoritario de los presos encarcelados es de raza negra. Todo ello con independencia de que obviamente, población de otras minorías de EEUU también resultan encarceladas. Por tanto, cuando se dice en el valiente filme de Greg Kweder que están en ese programa, haciendo teatro, obra tras obra, es para sentirse más humanos, con ello no solo se quiere decir que ellos mismos recuperan su humanidad después de cometer el delito e ir pagando por ello, sino, además, porque el propio sistema, literalmente los aplasta de manera implacable.

«Las vidas de Sing Sing» constituye, en esta línea «El Hombre de Alcatraz» del nuevo milenio. Dirigida por John Frankenheimer en 1962, El Hombre de Alcatraz (The Birdman of Alcatraz, EEUU, 1962), narraba la historia de Robert Franklin Stroud (Burt Lancaster), un presidario peligroso que, curando a un pájaro que se posa en la ventana de su celda, se termina convirtiendo en una de las grandes autoridades ornitólogas del mundo. El formidable filme ha sido el principal, sino el único de referencia, en favor de la reinserción social del condenado desde prisión y la palpable demostración de la capacidad de cambiar y estar preparado para regresar a la sociedad aportando algo a la misma. También se ha erigido desde hace muchos años en el filme insignia de otro centro penitenciario famoso, el de la isla de Alcatraz, en San Francisco, California. Las vidas de Sing Sing podría convertirse en la película emblemática de ese tema mencionado, y de la prisión neoyorkina, contribuyendo a suavizar su leyenda negra en el inconsciente colectivo. El valor y la importancia de Las vidas de Sing Sing, dirigido por Greg Kwedar, y escrito por éste con Clint Bentley, empieza a ser incalculable. Será un filme de absoluta referencia.

Notas a pie de página:

(1). RTA is not a drop-in activity. RTA is not about becoming an actor. RTA is a commitment to a community of peers that uses the arts as a tool to support emotional, social and cognitive growth.

https://www.singsingprisonmuseum.org/singsingtoday.html

Bibliografía consultada

I). Trapero Barreales, María A. Catedrática de Derecho Penal de la Universidad de León. Los fines de la pena y el artículo 25.2 de la Constitución española. Revista jurídica de la universidad de león núm. 8: Monográfico, 2021, pp. 165-184.

II). Zapico Barbeito, Mónica, Mónica. FPU-Derecho Penal. Universidad de da Coruña. ¿Un derecho fundamental a la reinserción social? reflexiones acerca del artículo 25.2 de la CE.

III). Fernández Bermejo, Daniel. Doctor en Derecho Profesor adjunto de la UDIMA. El fin constitucional de la reeducación y reinserción social ¿un derecho fundamental o una orientación política hacia el legislador español?

IV). Ortiz Velasco, Cristina. Reeducación y reinserción social en el sistema penitenciario español: mito o realidad. Madrid. Abril 2023.

V). Página web del museo de la prisión de Sing Sing, Nueva York.

https://www.singsingprisonmuseum.org

VI). El Audio de visita al edificio histórico de la prisión Eastern State. Script de visita en audio. 18 de julio de 2019. Eastern State Penitentiary Historic Site, Inc.

VII). La Página web del Teatro Yeses. https://teatroyeses.com/

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