Editorial Cátedra, 2019
Morir es de la pocas certezas que existen en este mundo, la única estadística que se cumple sí o sí, que se cumple siempre, pero eso no significa que este hecho se aborde de la misma manera en todo el planeta y en todas la épocas. Ante esta hecho, Emilio Mitre nos invita a bucear en la Edad Media en torno a la muerte, siguiendo la senda que, con el paso de los años de investigación, ha trazado con su prolífica bibliografía entre la cual podríamos destacar los libros La muerte vencida. Imágenes e historia en el Occidente medieval (1988) o Fantasmas de la sociedad medieval: enfermedades, peste, muerte (2004).
En esta nueva monografía, abordará el tema del fin de la vida desde la perspectiva de la religión católica y cómo esta creó todo un aparato teo-ideológico para explicar la muerte y su verdadero significado para los creyentes. Así, estructurará el libro en cuatro apartados (La elaboración de un discurso para la muerte; Encarando la muerte primera; Alejándose de la muerte propia en el medievo; Más allá de la muerte) empleando como fuente de información los textos eclesiásticos, tanto de teólogos como de concilios y encíclicas papales, lo que le permite, no solo trazar el pensamiento de la Iglesia sino como este va permeando en las prácticas civiles (no hay que olvidar que en la Alta Edad Media, no se diferenciaba la legislación civil de la emanada de los concilios eclesiásticos). Nuevos conceptos toman carta de naturaleza y, como muy bien documenta Emilio Mitre, se mantienen vigentes hasta la actualidad, como ocurre con la extremaunción, el purgatorio, la buena muerte o la segregación espacial en los cementerios, por ejemplo. Todo ello es, en sí, una nueva muestra de lo que se denomina como Historia de las Mentalidades, línea de investigación que él se encargó, hace ya bastantes años, de introducir en la universidad española siguiendo la estela de grandes medievalistas como G. Duby o J. Le Goff. Y lo hace con la agilidad que supone el haber hecho del estudio de la religión católica medieval uno de sus focos de interés a lo largo de su dilatada carrera como investigador.
Sin embargo, y a pesar de su capacitación, Morir en la Edad Media adolece de varios problemas. El primero, el empleo de un lenguaje no pensado para el lector medio, con reproducción de fragmentos de textos en latín sin traducirlos al castellano, al tiempo que usa numerosos cultismos que hacen del libro un texto árido en algunos momentos. El segundo problema, es su concepción de esta monografía como libro universitario sin carácter de divulgación como denotan las casi 800 notas en sus 352 páginas, lo que constituye casi otro libro, sobre todo cuando entre ese maremágnum de notas bibliográficas se cuelan numerosos comentarios que matizan y amplían el propio texto. El tercer problema, y este tiene un carácter metodológico, es haber centrado el estudio en las élites sin abordar la religiosidad popular; así, vemos como entienden la muerte los teólogos, junto a reyes y nobles, pero no sabemos cómo esos postulados fueron interpretados por los campesinos o la incipiente burguesía de finales de la Edad Media. Seguramente, esto es consecuencia directa de las fuentes empleadas para realizar su estudio: las fuentes escritas generadas por estos grupos sociales. Obviando estos hándicaps, el texto de Emilio Mitre es una interesante visión sobre el tema, y si algo queda claro tras su lectura es cómo la Iglesia va adaptando su discurso para satisfacer su afán de dinero aunque ello suponga graves contradicciones teológicas como ocurre con la creación del purgatorio o la extremaunción, que aportaban grandes beneficios económicos a las élites eclesiásticas como señalaría, ya en el S.XVI, Lutero al afirmar que si la Iglesia tenía el poder de reducir el tiempo de condena en el purgatorio por medio de la venta de indulgencias, “¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio, dada su santísima caridad y la suma necesidad de las almas?”.