lunes, diciembre 23, 2024

Nadia Martín: “El Arte como Voz de la Comunidad y Agente de Cambio Social”

En esta entrevista para Culturamanía, Nadia Martín, periodista y fotógrafa comprometida con el cambio social, comparte su perspectiva única sobre la intersección entre el arte, el periodismo y la lucha por la igualdad de género. Desde su experiencia, destaca la importancia del arte como herramienta de concienciación y su compromiso con la comunidad a través de su obra.

¿Qué te inspiró para convertirte en periodista y fotógrafa, especialmente enfocada en transmitir mensajes con tanto peso social?

R:No sé decirte una inspiración concreta, más que formo parte de esta sociedad y sus problemáticas no me son ajenas. Tal vez encontré en la escritura y en la fotografía unas vías de comunicación que me interesaban para establecer conversaciones de cambio social.

¿Echas en falta la figura de referentes en tu sector?

R: Creo que tenemos referentes interesantísimas también en Canarias, lejos de esa idea de que todo lo importante pasa fuera. Pienso en las escritoras Andrea Abreu, Lorenza Machín o Meryem, pienso en Daniasa Curbelo, en la poeta Ivette Dalianna, ¡y en muchas más! Todas ellas las quise reivindicar también en las mesas de literatura de la exposición que tenemos ahora montada en Casa de la Cultura Agustín de la Hoz, en Arrecife.

Es cierto que cuando me adentré en la fotografía conceptual y fineart no conocía muchas referentes que lo hicieran, así de pronto se me ocurren brooke shaden o en activismo visual Zanele Muholi. Y al final lo que hacemos es una mezcla de todo; lo que nos mueve, lo que nos duele, lo que reivindicamos en las calles… Todo eso también está en mi obra fotográfica y textos periodísticos.

¿Cómo crees que el arte y el periodismo pueden trabajar juntos para crear un impacto más significativo en la sociedad?

R: Creo que un ejemplo muy bello sobre esto es el trabajo de El Salto Diario y de Píkara Magazine. Ambos medios, asamblearios y autogestionados, cuidan mucho tanto las informaciones que publican, como su diseño y parte artística. Por ejemplo, la última portada de la revista de El Salto, creada por el artista Byron Maher, la publicaron con acceso libre para las personas que quieran mostrar su solidaridad con el pueblo palestino y luchar contra el genocidio en la Franja de Gaza. Un ejemplo precioso de arte protesta del pueblo para el pueblo.

¿Cómo manejas el equilibrio entre la estética y la narrativa social en tus proyectos?

R: Normalmente primero viene la consigna y luego la forma de ‘gritarla’ con la foto. Es decir, la rabia ante una injusticia, desigualdad o violencia estructural suele ser el motor que me hace querer contar algo, que me parezca necesario no ser indiferente, sea alzando una pancarta en la manifestación o creando una fotografía protesta.

Romper silencios si pensamos en movimientos sociales ha sido crucial. Cuando salimos a manifestarnos a las calles se busca lo contrario al silencio, se busca que se escuchen las consignas y que ese movimiento haga ruido; que cale, y es así como se han conseguido los avances sociales.


¿Cuál ha sido el proyecto o trabajo que más orgullo sientes haber realizado?

R: Es complicado. Así recientes se me ocurren un curso que impartimos a profesorado de toda Canarias sobre coeducación e interseccionalidad en las aulas; una guía de coeducación; y el más reciente fue el comisariado de una exposición colectiva de artistas canarias que rompen silencios desde la creación artística interdisciplinar, en la que nos juntamos artistas de diferentes islas en Casa de la Cultura de Arrecife, Lanzarote, y que pueden visitar hasta el 30 de marzo.

Si me preguntas por las fotografías, he abordado temas muy diversos que nos atraviesan, desde el derecho al aborto, el desarraigo, los desahucios y la especulación inmobiliaria, las violencias machistas, la socialización diferencial, el activismo bisexual, el antiespecismo o las violencias estéticas, temática en la que también me adentré con la creación de un documental y una guía didáctica.

Si hablamos de escritura, pues el trabajo literario y periodístico contra la LGTBIfobia con guías, libros, reportajes y fotografías.

¿Qué desafíos enfrentas al tratar temas sensibles o controversiales en tus obras?

R: Las ciberviolencias que recibimos sigue siendo descomunal. Queda mucho trabajo como sociedad por hacer de toma de consciencia, de prevención y reparación reales frente a las violencias en las redes sociales. Y desde luego que esto no es algo individual. De hecho, según datos de la ONTSI en su informe ‘Violencia digital de género: una realidad invisible’, el 54% de las mujeres que han sufrido ciberacoso tiene ataques de pánico, ansiedad o estrés. A esto nos referimos también cuando incidimos en que la salud mental es una cuestión de salud pública que hay que cuidar en comunidad, desde los buenos tratos, desde no abandonar la ternura y pensar antes de poner comentarios que puedan resultar hirientes en redes sociales. Menos ‘ah, estás expuesta, pues que no te afecte’ y más poner el foco en no hacernos daño, sea dentro o fuera de la red.

¿Cómo crees que el arte, en particular la fotografía, puede influir en la conciencia social y el cambio?

R: Creo que el artivismo ha tenido un papel importante en los movimientos sociales feministas. Se me ocurren desde la canción protesta contra la cultura de la violación o las autopublicaciones fanzineras que se hacían en los ochenta, hasta las fotografías conceptuales que comenzaban por entonces a cuestionar los roles de género y las violencias patriarcales de una manera muy clara. Igual que creamos pancartas para las manifestaciones, muchas activistas han usado altavoces muy diversos y creado diferentes narrativas para alzar su discurso por el bien común. Como recogen en el fanzine ‘Rojo del Arcoíris’: «El arte no es exclusivamente burgués, no relegamos lo artístico a un lugar a emancipar ‘menor’ […] De hecho, la cultura que desarrollamos aquí es desde, por y para la comunidad».

¿Cuál es el papel del periodismo en la promoción de la igualdad de género y la lucha contra la discriminación?

R: La influencia en la opinión pública de cómo se trate una información es muy importante. Por eso desde el movimiento feminista reivindicamos tanto dar unas informaciones de calidad, sin revictimizar, por algo existen los códigos deontológicos del periodismo. Cada vez se están impartiendo más formaciones públicas para aprender a informar sobre violencias machistas en los medios de comunicación, cosa que en la carrera de periodismo y comunicación audiovisual a mí jamás me enseñaron y tuve que formarme luego. Se me ocurren los cursos de La Marea con Oxfam Intermón, por ejemplo, que ponen en el centro la necesaria conciencia y responsabilidad a la hora de redactar. Además, la desinformación está muy ligada a los discursos de odio, lo vemos con los discursos racistas, LGTBIfobos, gordófobos, etc. Véanse los datos que corroboran que 8 de cada 10 personas hemos escuchado bulos sobre personas migrantes y la relación de esto con los discursos xenófobos y racistas. Se sustentan en estereotipos y desinformación, que va mucho más allá de una noticia falsa; tiene que ver con cómo de aborde, dónde se ponga el foco, etc.

¿Cuál es tu opinión sobre la evolución del movimiento feminista y su representación en los medios de comunicación?

R: Como dicen en la película ‘Te estoy amando locamente’: las cosas están cambiando, pero no han cambiado todavía. Es decir, creo que si echamos un vistazo atrás hacia cómo eran las redacciones alrededor, por ejemplo, de violencias de género, vemos que hemos avanzado mucho en su abordaje. Esto es gracias al movimiento feminista que ha salido a las calles, que ha estado en las redacciones, en las aulas, en la cultura y en las conversaciones cotidianas poniendo en el centro cuestiones tan relevantes como la no revictimización, el consentimiento, las prácticas antipunitivistas y reparadoras, la importancia de terminar con el sexismo, racismo, capacitismo, clasismo y LGTBfobia en el lenguaje, etc. Si pensamos en la cobertura mediática de los últimos 8M, eso hace unos 10 años era impensable, lo que no quiere decir que esté todo bien, como decía, seguimos en el camino.

Llevamos ya muchos años reivindicando que no se deben abordar los feminicidios como si fuesen casos aislados, descontextualizados de la realidad del machismo estructural, ya que esto, como bien recogen en La Marea, dificulta que la violencia machista se perciba como un problema global que debe ser abordado desde la raíz. Las violencias machistas no son un problema individual, son un problema social y colectivo.

Las violencias de género, como recoge la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, no se tratan de un problema que solo afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiestan como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Por tanto, acabar con éstas requiere de la implicación de toda la sociedad, y los medios de comunicación tienen un papel clave en su prevención. Para ello, todas las personas debemos trabajarnos nuestros sesgos machistas que pueden interferir en la creación de unas redacciones veraces y responsables.

Para mí, una muestra evidente de luz en el periodismo actual, son las voces de periodistas como Gabriela Wiener, Ana Requena, Moha Gerehou o Jennifer Jiménez -entre muchas otras-, con quienes contamos en las II Jornadas de Comunicación Igualitaria que celebramos en Tenerife y que pude codiseñar con Irene Negrín y Ariadna Batista. La verdad es que, además de aprendizaje, nos dieron un chute de esperanza en el camino hacia unas redacciones más igualitarias.

Entrevista realizada por Vicky Suarez Ferreira 

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