sábado, abril 27, 2024

Paco Roca: “El dogmatismo convierte en propaganda todo aquello en lo que crees”

Paco Roca se sitúa en la élite de los dibujantes de cómics españoles, un lugar que se ha ganado a pulso después de atravesar el desierto de emplear su talento en el mundo de la publicidad durante veinte años y en el cómic más pornográfico que erótico. El autor ha llegado a Tenerife y lo ha hecho de la mejor forma posible a través de una exposición que ha permanecido abierta en el Museo de Bellas Artes en la que se hace un repaso pormenorizado de todo su proceso creativo desde los primeros bocetos hasta el resultado final. No pudo estar presente en la inauguración pero sí en la clausura a la vez que ha participado en Viñas y Viñetas que organiza el Ayuntamiento lagunero y el Consejo Regulador de Tacoronte. Una iniciativa consolidada donde se mezcla la pasión por el vino y los cómics.

-¿Cómo definirías el contenido de la exposición que ha permanecido abierta en el Museo de Bellas Artes de Tenerife con motivo del Salón del Cómic de Tenerife?

-Pues es de las más completas que he hecho por el material que he cedido que ha sido un montón de trabajos, de manera que es posible recorrer lo que he ido haciendo a lo largo del tiempo. Refleja casi todas las partes del proceso creativo que concluye con un cómic, como son los bocetos, originales, apuntes… hasta que llega a lo que el lector tendrá en sus manos. Me parece muy interesante que las exposiciones muestren todo aquello que la gente no ve y es lo que está debajo de la punta del iceberg. Convierten estas muestras en más didácticas.

-Por lo que se ve en la exposición tu trabajo tiene una importante carga política.

-No es una premisa y también me parece que a veces se politizan asuntos como la Memoria Histórica que son más bien cuestiones humanitarias. Es triste que nuestro pasado reciente se haya politizado tanto. Mi intención siempre ha sido alejarme lo máximo posible del dogmatismo porque sería convertir en propaganda todo aquello en lo que crees.

-Pero por la fecha de nacimiento no te has visto directamente afectado por la dictadura y sin embargo esta cuestión es bastante recurrente en tu trabajo.

-¿Cómo no voy a ser crítico y reflexionar sobre las dictaduras, la miseria de la posguerra?… En ciertas cuestiones no se pueden tener medias tintas. No puedes decir que eres demócrata y al mismo tiempo blanquear al totalitarismo. Esos conceptos juntos no tienen cabida. Es cierto que por edad no viví el franquismo pero mi madre, mi padre y muchos de mis familiares sí lo sufrieron y esas vivencias llegan hasta nuestros días. Me resulta difícil mantenerme al margen de la historia. Por poco que te interesen ciertos aspectos del presente y te documentes, lógicamente acabas teniendo tu propia opinión

-Tu recorrido es bastante parecido al de muchos dibujantes. Desde pequeño te interesas por personajes como Mortadelo, Tintín y luego estudias Bellas Artes. ¿Cuál fue la influencia de aquellas viñetas en tu trabajo?

-Pues me han influido totalmente, tanto a mí como a todos los autores que crecimos leyendo los ejemplares de la editorial Bruguera que nos despertó el interés por ser dibujantes. Hay que hacerles un homenaje a los creadores de aquellos tiempos porque tuvieron que moverse en un panorama en el que no existían los derechos de autor y crearon personajes de gran calado social y muy populares como Carpanta, Mortadelo y Filemón y muchos más que han sobrevivido hasta nuestros días.

-Durante un tiempo te tuviste que dedicar a la publicidad como forma de irte acercando a lo que era tu sueño, dibujar cómics.

-Estuve 20 años en el mundo de la publicidad porque en aquel momento resultaba muy difícil vivir de la cultura y tenía que hacer cómics a ratos hasta que tuve la suerte de publicar Arrugas. Ese trabajo alcanzó bastante repercusión, se vendió muy bien y pude vivir de los royalties, lo que es toda una suerte porque resulta muy complicado sobrevivir exclusivamente de la literatura, música o cine y la mayoría de las veces para lograrlo tienes que irlo alternando con otro empleo.

-¿Crees que el panorama ha cambiado mucho desde entonces?

-Ha cambiado mucho en el sentido de que antes el cómic se hacía por entregas y el público era infantil o como mucho juvenil. En aquel tiempo era inconcebible que se pudieran tratar asuntos como el autismo, alzheimer o el papel de la mujer en Irán, como se hace habitualmente ahora. Estamos viviendo un buen momento para el cómic, hemos entrado en los museos, librerías generalistas y llegamos a todo tipo de lectores, no sólo a los aficionados. Pero vivir de esto sigue siendo complicado y si lo haces es por la necesidad de transmitir historias o escribir canciones más allá de que puedas vivir mejor o peor.

-Creo que tienes bastante relación con la música.

-Sí me gusta y he hecho un cómic con el grupo Seguridad Social en el que se aborda esa industria y el proceso creativo, lo que me permitió compararlo con el del cómic y así poder saber de dónde surgen las ideas y cómo una canción se convierte en popular. Los autores llegan a la fama y pueden perder el contacto con el público que es uno de los grandes temores que tenemos los creadores.

-Otro de tus inicios, en ese intento de acercarte los más posible al cómic de forma profesional fueron los dibujos eróticos.

-Más que eróticos eran realmente pornográficos. En los años ochenta y noventa en los kioscos había muchísimas revistas de todo tipo. Desde terror, aventura, ciencia ficción, underground y también las de porno porque en aquella época no existía internet y todo este mundo era un gran negocio. Pero al final me di cuenta de que no podía contar lo que yo quería porque las editoriales te exigían que el sexo fuera totalmente explícito y condicionaban lo que debías dibujar, así que la cosa duró poco.

-Formaste parte del grupo de dibujantes de la mítica revista El Víbora.

-Sí llegó un momento en el que pude dedicarme a lo que realmente quería y a contar historias más personales.

Por ejemplo, en un mismo relato mezclaste a Drácula y a Dalí. Algo que parece bastante original.

-Al principio, con el fin de ser un poco autodidacta me inventé una historia de terror para que me sirviera como una especie de red de seguridad y pensé que estaría bien recurrir a Drácula y meterlo en un relato inspirado en el mundo del arte y ahí Dalí me pareció perfecto para esta mezcla por su carácter excéntrico. En aquel entonces todavía estaba vivo y lo situé a finales de los años treinta en su pueblo, Cadaqués, en una barraca al lado del cementerio junto con gente muy extraña. Dalí me parecía un personaje idóneo para mezclarlo con Drácula.

-La obra que cambió tu vida fue ‘Arrugas’, publicada como ‘Rides’ en Francia donde tuvo también gran éxito.

-Sí, esa obra me cambió la vida. Hasta entonces como dije me había dedicado a dibujar cómics a ratos y llegué a pensar que no valía la pena dedicarle tanto esfuerzo a lo que era mi sueño. Pero de repente tuve la suerte de que una de las historias, por un cúmulo de circunstancias, acabó funcionando muy bien y me puso en el mapa. La situación cambió de forma radical porque a partir de entonces llegué a publicar en todo el mundo y me pude dedicar exclusivamente a esto, tal y como quería.

-Por la obra La Casa recibiste el premio Eisner, considerado el óscar de los cómics, en la categoría de mejor publicación extranjera.

-Los autores españoles somos muy reconocidos en todo el mundo pero éste es un premio muy difícil de conseguir porque al fin y al cabo el mercado norteamericano del cómic es muy cerrado, al igual que ocurre con el del cine. Por ello, ese premio supuso una especie de milagro y más aún si se tiene en cuenta que se trata de una historia muy localista y autobiográfica, como fue relatar lo que ocurrió tras la muerte de mi padre. Entonces nos vimos obligados a vender un chalet, bastante cutre, en mitad de una montaña en el que estaban almacenados los recuerdos de toda una vida.

Entrevistado por Noé Ramón

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