“Ahora lo punki es ser de extrema derecha”
“He dado palos a todo dios, al que se lo merecía lo he sacado con honores y a hombros como en Las Ventas”
“Suelo hacer las caricaturas con rasgos muy, muy lesivos, siempre ha sido así”
El historietista murciano, Pedro Vera está a punto de publicar en octubre, el libro titulado, Francofacts, Desmontando los bulos sobre el franquismo escrito por el sociólogo e historiador, Fernando Hernández Sánchez en el que lógicamente Vera se ha encargado de las ilustraciones. Ningún otro dibujante podría retratar mejor el componente rancio intrínseco de una dictadura que está intentando resucitar sin complejos. Todo lo relacionado con lo cutre es su auténtica especialidad hasta el punto de haber conseguido la transmutación del término rancio de calificativo a verbo. Colabora desde 1998 en El Jueves y a partir de 2012 se centró en la sección llamada Ranciofacts, un retrato de la vida que al principio parece limitado a una serie de anécdotas y personajes concretos y que al final da la impresión de infiltrarse y abarcar lo más cotidiano. El autor explica cómo surgió la nueva obra y su contenido.
-Me gustó la propuesta que me hicieron. Por lo visto todo lo que tiene que ver con el franquismo no deja de estar de actualidad y al parecer incluso vuelve con fuerza, como si siempre se renovara. El libro me parece serio y concienzudo y para mí ha sido muy grato y entretenido hacerlo. Trabajar con Fernando es una maravilla, una experiencia única y ahora sólo queda esperar que todo vaya bien y se venda mucho. No lo digo sólo por mis dibujos, sino también por el resto del libro que me parece oro puro.
-La cuestión central es desmontar los bulos que aún existen sobre el franquismo, pese a que se han desmentido constantemente ¿Qué mentiras te vienen primero a la cabeza? Supongo que aquello de que Franco inventó la Seguridad Social.
-O que también le debemos las vacaciones pagadas, lo que no es verdad. Hay un montón de anécdotas curiosísimas por ejemplo, los científicos que llegaron en los primeros años de la dictadura con unas ideas loquísimas, unos inventos revolucionarios como el de un motor que funcionaba con agua. Aquello era una especie de Corte de los Milagros pero en plan rancio, claro.
-En la portada de Francofacts reúnes a todos los personajes más rancios del franquismo, incluso alguno posterior.
-Sí, básicamente me dediqué a hacer realidad las ilusiones y los sueños del autor y el editor que me hacían sugerencias al estilo de “nos gustaría que esto salga así o esto de otra manera”. Aparece el propio Franco, su esposa doña collares con una pieza de su mítica colección de joyas, gente con uniforme como Carrero Blanco y en segunda línea salen Pilar Primo de Rivera de la sección femenina y por supuesto Millán Astray… los responsables de todas esas cosas tan chulas y modernas de las que disfrutamos durante el franquismo.
-También pusiste a la señora mayor con la bandera española en la espalda que se hizo famosa en las movilizaciones de la derecha de hace algunos años por lanzar algo parecido a un grito remotamente humano.
-Sí, fíjate como se va actualizando el santoral. Dudaba entre poner a esta señora o a una que se hizo muy viral por decir que debía volver el baño de sangre para poner orden en España porque esto es un desmadre. Pero elegimos a la otra porque era más conocida.
-¿Dirías que el libro se puede incluir entre los que abordan la memoria histórica aunque de una manera muy diferente a la de otros autores?
-Quizás, lo que pasa es que lo he visto desde un punto de vista digamos humorístico. Mis ambiciones son muy limitadas, me conformo con hacer lo que hago.
-¿Había casos de corrupción en aquella época que trascendieron a la opinión pública? Sólo me acuerdo del Caso Matesa y poco más.
-El franquismo básicamente se asentó en saquear al país después de haber eliminado físicamente al adversario, fuera o no inocente y así se hicieron fortunas increíbles. La familia de Franco, los primeros. Aquello fue la corrupción total.
-¿Cómo explicas que haya nuevas generaciones que tienen nostalgia de esos tiempos?
-Pienso que hay una gran manipulación global a través de las redes sociales, un montón de influencers y una vía mucho más fácil de llegar y engañar a la juventud. Ahora lo punki es ser de extrema derecha, algo que no entiendo muy bien. Tenía ocho años cuando se murió Franco y muchos dirán que no puedo hablar de lo ocurrido pero tampoco viví la expulsión de los judíos y sin embargo conozco el suceso histórico. Mi obligación profesional es leer, estar informado y además hacerlo por los cauces y fuentes adecuadas.
-Parece una obviedad preguntarlo pero ¿el franquismo tenía mucho de rancio?
-Por supuesto que sí. Además de cargarse a medio millón de españoles arrasaron con todo lo que encontraron a su paso como una República que con sus defectos y virtudes supuso un gran avance, se pongan como se pongan los negacionistas. Tras la guerra civil volvimos a una España medieval gobernada por curas y militares. Todavía me acuerdo de imágenes como la de políticos entrando bajo palio en las iglesias o de que en Semana Santa la programación de la tele se limitara a misas y poco más y sólo podías oír música clásica. Es verdad que a finales de los sesenta y principios de los setenta se produjo lo que llamaron el desarrollismo, la gente comienza a respirar y a comer, ya no se mueren de hambre como en los cuarenta y cincuenta.
-Bueno, en los últimos años también se fusiló a unos etarras.
-Sí, el franquismo murió matando. Todavía al final hubo procesos sumarísimos en consejos de guerra con penas de muerte y fusilamientos hasta prácticamente el día antes de morirse Franco.
-El franquismo sobrevivió años después de fallecer el dictador. Ustedes en El Jueves lo vivieron en primera línea con las querellas y denuncias que les presentaban.
-Es cierto. Había mucho guerrillero de Cristo Rey y mucho matón paramilitar. No recuerdo muy bien quién reivindicó el atentado con una bomba a la redacción de El Papus en el que murió el conserje. Los grupos de extrema derecha en aquellos años iban por ahí pistola en mano y es verdad que hubo episodios de censura. Como cuando la Fiscalía denunció a El Jueves por la portada en la que aparecía Urdangarín y la infanta intentando acogerse a las ayudas para la natalidad mientras decían: “Esto es lo más parecido a trabajar que hemos hecho”. Aquello fue algo ridículo que causó el efecto contrario, si no hubiesen presentado la querella, la portada habría pasado sin pena ni gloria, como una de las miles que salen todos los días y además estoy seguro de que a la Familia Real se la pelaba.
-También acabas de publicar hace pocos meses un nuevo volumen de la serie Ranciofacts.
-Son siete en total, cada uno con su título y su propio tema. El último salió esta primavera y se titula Orgullo Cuñao y en la portada puse a una serie de superstars mediáticos de ahora mismo, no sólo políticos sino también a Messi que no sé de qué ideología política es o a Los Javis, Miguel Bosé, Mario Vaquerizo... Son caricaturas que me hacían mucha gracia, una especie de dream team de nuestros personajes más populares.
-¿Crees que se te puede acusar de ser parcial políticamente?
-Vamos a ver, a estas alturas le he dado palos a todo dios, hasta a Pablo Iglesias. Todo aquel que se merecía estar en mi página ha salido con honores y a hombros como en Las Ventas.
-Eso te quería preguntar ¿No existe ningún personaje que no te motive a retratar con ironía?
-El problema es que aquí tenemos ahora mismo una cantera impresionante, básicamente del mundo de la política, estamos en el top de una competición muy reñida, pero también pasa en muchos países. En Estados Unidos ni te cuento. Y luego está el ciudadano anónimo, ese vecino tuyo, el cuñado o la señora de enfrente que en un nivel más modesto también tienen su huequecito en mi libro. Todos podemos ser héroes aunque sólo sea por una vez como decía Bowie.
-La eterna pregunta que se le hace a autores como tú es siempre la misma. ¿Tienes límites?
-Claro que sí. A veces me mandan fotos de manifestaciones, tanto de Vox como de izquierdas, ves que hay gente discapacitada y simplemente las miro y me callo porque ya tienen bastante. Lo que pretendo es hacer reír, es mi vocación, con lo que me lo paso muy bien y me resulta muy gratificante. Putear a la gente no es mi estilo. Sé que mis chistes son de un humor extremo que van dirigidos a los lectores de El Jueves, que son los que compran mis libros y existe la posibilidad de que alguno se saque de contexto y alguien se mosquee pero esa no era mi intención. Lo que quiero es hacer reír a los que les gusta mi trabajo, no se me ocurre ir por ahí con un megáfono a un mitin de Vox para contar mis movidas, porque no son mi público.
-De todas formas los humoristas que hacen un tipo de humor como el tuyo suelen responder que tienen límites pero no todos los lectores lo ven tan claro.
-Creo que no hay ningún tema del que no sea posible hacer humor, ninguno, lo que pasa es que algunos son más sencillos y más agradecidos y otros más complicados. Pero ahí entra el talento del humorista y su contexto.
-Se suele decir que en tu caso a veces es más potente tu forma de dibujar que el propio texto.
-También, claro. Suelo hacer caricaturas con rasgos físicos muy, muy lesivos, siempre ha sido así. Hay gente que dibuja de una forma muy agradable y otros con un estilo más árido. Tenemos para todos tipos de gustos y colores.
-¿Cuál es tu próximo proyecto?
-Siempre tengo en marcha los volúmenes de Ranciofacts porque son recopilaciones de lo que voy sacando en El Jueves junto con otras historias nuevas. Estoy preparando un álbum de un personaje que dibujaba en los noventa que no tiene nada que ver con el costumbrismo. Un detective de lo oculto y lo astral que se dedica a combatir las amenazas del espacio exterior o incluso del subsuelo, que quieren destruir el mundo, todo mezclado con la casposidad de la casa. Después hay otros proyectos pero hasta que no los vea en imprenta no los comento. Digamos que tengo para entretenerme, no me aburro.
-¿Es verdad que cuentas con una red de fanáticos que te van contando historias para que las publiques?
-Sí, es muy divertido. La gente me presta una ayuda valiosísima, incalculable, la intención es pasarlo muy bien. En internet comentamos paridas, nos reímos un huevo y todo eso me sirve para montar las viñetas. Al principio iba un poco a cuchillo contra la ranciedad pero enseguida me di cuenta de que era mucho más satisfactorio abrazarla, ser uno con lo rancio. En vez de criticar a quienes hicieron la ranciada más gorda pasé a enorgullecerme de ellos, a no apuntarlos con el dedo ni mirarlos por encima del hombro. Es como una fiesta colectiva y la verdad es que la gente me ayuda mucho, claro que sí.
-Una vez que se lee tu trabajo cambia la percepción del mundo y empiezas a ver gente y actitudes rancias por todos lados.
-Es divertido. Lo que digo es: “¡Joder, que nunca se pierda nada por muy rancio que sea!” Por ejemplo, lo que decíamos de la Semana Santa, incluso ahora si no veo una o dos películas de romanos no soy feliz. Es algo rancio pero a la vez también es una maravilla.
-¿Cómo definirías “lo rancio”?
-Son conductas, expresiones y hechos. Todo empezó una tarde en la que estaba intercambiando unos correos electrónicos con un colega y se me encendió la bombilla y puse el hashtag #ranciofacts, usando frases de periodistas porque sois los putos amos como cuando dicen: “marco incomparable”, “escalada de violencia”, “climatología adversa”…
– …“una hora menos en Canarias”
-Me dieron unas ganas enormes de ponerle un nombre a ese montón de cosas tan complicadas de resumir con una etiqueta, que son las ranciadas, frases hechas que se usan en el lenguaje cotidiano y que huelen a más cerrado que la caseta del perro. Como el típico cuñado gracioso que cuando vas en el metro y anuncian que la próxima estación es Chueca dice: “Manolo esta es tu parada, aquí te bajas”. Ese tipo de mierdas.
-Al final has conseguido que el término rancio haya pasado de ser un calificativo a un verbo con sus conjugaciones incluidas.
-Si, algo así como: “Vamos a ranciar a los bares” que son también un filón para sacar los chistes. Las conversaciones entre los camareros y los clientes son oro puro, un filón, inabarcable. La verdad es que resulta difícil encontrar un ámbito del ser humano que no esté impregnado de lo rancio.
-¿Cuándo vas por ahí estás muy pendiente de captar conversaciones para luego elaborar tus viñetas?
-Vivo en el mundo real y estoy muy pendiente de lo que pasa a mi alrededor. En el lugar más insospechado puedes encontrar la inspiración.
-Me parece que la mayoría de las charlas ajenas que se escuchan en las terrazas son de compañeros de trabajo poniendo a parir a los jefes y a los que no están allí.
-Sí, son una maravilla. Mi trabajo es muy de zulo, estoy en mi casa y si no salgo me explotaría la cabeza. Por eso no vivo lo que ocurre en los lugares de trabajo y muchas veces me dicen: “Un día te tienes que venir a mi curro, que ahí sí que vas a sacar ideas, jajaja”. Ese clásico.
-A estas alturas de tu carrera, ¿cómo crees que se valora tu trabajo?
-La verdad es que me da un poco igual como me vean. La percepción que tengo es que no soy un producto de masas, ni muy conocido dentro del mundo del cómic pero vivo confortablemente de lo que hago y creo que estoy razonablemente bien considerado. El principal premio es haber podido conocer a gente increíble y a muy buenos amigos dentro de la profesión, lo que para mí es impagable, si me hubiese dedicado a otra cosa me habría perdido un tesoro valiosísimo.