sábado, octubre 12, 2024

Siempre nos quedará mañana. Por Álex Ro

Paola Cortellesi, actriz italiana que ha realizado diversas películas de comedia ligera como Hombres contra mujeres o Como pez fuera del agua, se embarca en esta ocasión en la dirección, guion y protagonismo en su ópera prima, un film con mayor carga de social como es Siempre nos quedará mañana.

Precedida por una muy buena acogida en el Festival de Cine de Roma (Premio Especial del Jurado y mención especial como Mejor Ópera Prima) y mejor Película del Año en los Nastri d’argento, ha llegado a las salas hispanas esta narrativa que ha supuesto un verdadero taquillazo en Italia.

Aunque a primera vista pudiera parecer que estamos ante una película de denuncia de la violencia machista (no es inocente que la primera secuencia termine con una bofetada a la protagonista) y de la situación de las mujeres italianas en la postguerra de la II Guerra Mundial, independiente del nivel social de las mismas, realmente el film es una exaltación de la democracia en estos tiempos tan convulsos que vivimos en donde diversas fuerzas políticas están poniendo en tela de juicio el propio régimen político vigente. Y es aquí donde falla, y mucho, la película pues ese supuesto giro de guion de los últimos minutos se transforma en un verdadero fraude. Y es que no se puede estar más de cien minutos de metraje hablando de la violencia de género y, de repente, resolverlo todo poniendo una papeleta en una urna como si ese acto fuera una catarsis social. Hay que ser un genio para lograr esa sorpresa final sin derrapar por el camino y Cortellesi no lo es. Esos fallos de guion se aprecian en muchas ocasiones, como ocurre con el recurso de la elipsis para resolver la explosión del bar, algo que chirría notablemente en la narrativa porque has estado durante muchos minutos llevando la historia por unos derroteros para resolverlo en un instante sin más explicaciones. Es verdad que tiene algunos momentos de hilaridad, como ocurre con el velatorio o el recurso a la metáfora de la danza para descargar dramatismo a la violencia, lo cierto es que esta dependencia directa de la banda sonora con las letras de las canciones convertida en un narrador en off hace que la secuencia final esté más cercano a una parodia que de una película de crítica social.

Si el guion tiene huecos muy graves, técnicamente tampoco se puede afirmar que la película cuente con una fotografía extraordinaria. Grabada, para darle ese aire retro, en blanco y negro, este viaje al pasado comienza con unos primeros planos filmados en el arcaico formato 4:3 para pasar poco a poco a un formato más moderno de 16:9. Sin embargo, grabar en blanco y negro no es solo poner en modo monocromo las cámaras; es necesario construir un espacio contrastado, jugando con las luces y las sombras, algo de lo que carece la película de Paola Cortellesi lo que da lugar a una fotografía plana, sin fuerza.

Por todo ello, cuando surgen los créditos de la película, uno se queda con una sensación extraña pues entiende, hasta empatizar con el dolor de la protagonista (casi no hay planos en donde no aparezca Paola Cortellesi) que lo que te han contado es más una comedia, muy ligera, que una película que de verdad quisiera abordar los temas puestos sobre el tapete. No pedimos un film de autor de los años 70 pero al menos, que los temas tratados se los tomen con la seriedad que se merecen y planteen una respuesta a esos retos que vivimos en la actualidad.

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