Amistades Particulares Editorial, 2025
Augusto Prieto, Una tumba en Arcadia. Homosexuales exiliados en Italia a partir de 1747
Los referentes son necesarios para abrir puertas en los cambios sociales. Así ha ocurrido con la lucha feminista, la lucha por los derechos humanos, la lucha por la igualdad. Saberte que no eres una rara avis, que lo que tú piensas y que te hace ser un elemento desclasado en una sociedad, ya le pasó a otra persona y buscó una respuesta, eso allana el camino. Por eso es tan importante libros como el presente, un catálogo de vidas (no lo denominaré diccionario biográfico porque no lo es en sí mismo, aunque asuma formalmente este formato) que tuvieron que hacer frente a roles sexuales divergentes. Su desviación de la norma les llevó a buscar un “refugio” en donde poder vivir y ese lugar fue la península italiana por diversas razones. La primera, fue una parada imprescindible en lo que se conocía como el Grand Tour (viaje iniciático por Europa de los jóvenes aristócratas al llegar a la edad adulta) para conocer las huellas de la cultura grecolatina; al mismo tiempo, en los territorios italianos existía una tradición de “respeto” hacia el amor entre personas del mismo sexo al menos desde finales de la Edad Media (recuérdese los femminielli de Nápoles o las algaradas en la Florencia de los Medici en defensa del amor entre hombres); finalmente, desde la ocupación napoleónica de la Península, se impuso el código civil francés que despenalizaba las relaciones sexuales entre varones siempre y cuando fueran consentidas, se realizara en la intimidad y no se vieran implicados menores.
Por todo ello, Italia se convirtió en el refugio de la comunidad gay en el momento en que arreció la persecución de los homosexuales por Europa. Esto ocurrió a partir de 1730 cuando en la ciudad de Utrecht se juzgó a más de trescientos varones por practicar el pecado de la sodomía, siendo ejecutados de manera atroz más de cien de ellos. Esto hizo saltar todas las alarmas cuando esta represión se extendió por todo el continente, con continuos escándalos y que tuvo se culmen en la acusación, juicio y condena del escritor Oscar Wilde. Muchos miembros de la aristocracia, ante el pánico de ser acusados de ser homosexuales, pusieron tierra de por medio, pasando a residir en Italia.
Y es aquí, en este “exilio” voluntario en donde se fragua el hierro necesario para la construcción del homosexual como persona. Italia y su tradición clásica era el crisol que se alimentó de gente como Johan Joachim Winckelmann quien, en su búsqueda de la belleza masculina puso las bases de la moderna historia del arte y la creación del Neoclasicismo o Wilhelm von Gloeden quien ayudó a colocar la fotografía entre las bellas artes al recrear con efebos italianos el mundo grecolatino. En esta nómina de gays ilustres, tenemos a escultores, escritores o pintores que miraron el cuerpo masculino de otra manera como ocurriera con los frescos de Hans von Marées para la Estación Zoológica de Nápoles y sus perfectos marineros desnudos (que contrastan con las mujeres vestidas); o los lienzos, ya entrado el siglo XX en donde Elisár von Kupffer reivindica su relación con Edward von Mayer, llegando a plasmar una boda, la primera que conozcamos, entre dos hombres (ellos dos) completamente desnudos y siguiendo el rito de adelfopoiesis (ritual por el cual dos varones se unían “espiritualmente” siguiendo las palabras de las Santas Escrituras: “Entonces Jonatán hizo un pacto con David. Porque le amaba como a sí mismo” [Samuel 1:18]). Pero el fuego de la fundición fue avivado no solo por artistas sino también por sociólogos (nueva disciplina surgida en el siglo XIX), politólogos y juristas que buscaban normalizar su situación en una sociedad que los repudiaba. Así, tenemos a Karl Heinrich Ulrichs quien, en 1864, acuñó el término uranismo para definir un tercer sexo, el de los hombres que aman a hombres. Actualmente, el término ha pasado a desuso en favor del de homosexualidad, acuñado en 1869 aunque no generalizado hasta 1886.
Sin embargo, no todo fue brillo en este hecho histórico. La cara oculta de la moneda, y que el autor aborda también en el libro, es la explotación sexual de la pobreza de la población italiana. Analizado desde la actualidad, claramente muchos de estos exiliados practicaron la pederastia con jóvenes, casi niños, que veían en estos adultos con dinero una vía para escapar de la pobreza, recibir formación y ascender socialmente. Existió en la sociedad una verdadera omertá pues todos salían ganando con esta situación. Lugares como Taormina (Sicilia) o Capri se enriquecieron con el maná de estos exiliados, quienes construían sus villas en las faldas de sus montañas y contrataban a su servicio doméstico en la localidad; a cambio, esa sociedad tenía que mantener silencio frente a sus gustos sexuales. Como en muchos otros aspectos, los exiliados recurrieron a la cultura clásica para justificar estas relaciones al considerarlas como un proceso de enseñanza y aprendizaje entre un adulto y un joven. Cara y cruz de un hecho histórico en donde la libertad sexual supuso un avance en las artes y la cultura.
Por todo lo dicho, se entiende que estamos ante un libro más que interesante de una editorial, Amistades Particulares, que hace de sus publicaciones bandera de emancipación de la comunidad sexodivergente. Comprar sus libros supone acceder a un conocimiento y una realidad no divulgada, al tiempo que permite mantener proyectos tan importantes como este. Solidaridad, apoyo mutuo y conocimiento, y todo ello a un precio más que módico.