viernes, abril 26, 2024

Adrián Gómez opina sobre la película Wonder Woman 1984

La película de estas navidades. Warner se la juega, deja superproducciones como Dune en el frigorífico, y apuesta por la segunda incursión de Patty Jenkins (Monster) en el personaje de DC comics. El (relativo) fracaso de la magistral Tenet (próximamente en Culturamania) ha empujado a la productora a jugar sobre seguro con un blockbuster previsto para verano. En vista de ciertas decisiones empresariales que han hecho cabrear a Nolan o Villeneuve ( estrenar en plataforma algunos de los títulos más esperados), tantean el terreno con un producto para toda la familia. Pero he aquí que el guión de Geoff Johns (Green Lantern) da un paso más allá, y se toma su tiempo en presentar situación y personajes. Así, tras un prólogo en la isla de las amazonas, nos mete de lleno en la década de las hombreras y los pelos cardados, con una fotografía y guión deudores de la época, que es puro cómic y qué nos retrotrae a las denostadas y muy divertidas Superman 3 o Supergirl. El fan de las viñetas disfrutará de un enloquecido Pedro Pascal (Juego de Tronos, El Mandaloriano, La gran muralla) como Maxwell Lord, fracasado familiar y laboralmente, que se convierte en el mcguffin de la trama (una personificación de la pata de mono) y objeto del deseo ( en sentido literal) de muchos, que deviene en caos global, en plena era Reagan, con paranoia nuclear ( se cita su conocido programa Guerra de las galaxias) y aroma de guerra fría. Conocemos a Bárbara (estupenda Kristen Wigg, vista en Cazafantasmas, Minimize Me o Madre) patito feo convertida en depredador Alfa (Cheetah, la mujer leopardo) en todas sus vertientes, protagonista además, de un claro mensaje feminista (atención a la escena con el acosador en la calle) sin que chirrie en ningún momento (aprende, Marvel). El concepto de empoderamiento sobrevuela el film, y ahí nos encontramos con Diana Prince, la cada vez más carismática Gal Gadot, que aquí ya produce directamente. Se abandona el toque Pulp de la primera, por una historia no menos aventurera centrada en el amor (romántico, paternal, propio) y la esencia de la verdad. La resurrección de Steve Trevor (Chris Star Trek Pine, que ríanse ustedes de la de Sean Connery en Los inmortales 2) recalca este aspecto.

El desarrollo de la trama es ágil, aunque con un ritmo ajeno a la temática superheroica. El humor está bien dosificado, y hay suficientes guiños para contentar a los fans (el avión invisible, el descubrimiento de la capacidad de volar…Lynda Carter!), pero quizá resulte algo insatisfactorio para el espectador comiquero que solo va buscando hostias. El mensaje llega como el lazo de la verdad: el poder corrompe y uno ha de ser honesto consigo mismo. Si el mal era el Leit motiv de la primera, aquí es la verdad la que ha de aflorar para salvarnos. Producto quizá involuntariamente idóneo en estos tiempos pandémicos, pero más necesario que nunca. Somos lo que somos. Feliz Navidad y próspero año nuevo.

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