sábado, junio 22, 2024

Alfonso Zapico, dibujante y docente: “El cómic es un lenguaje fantástico para los alumnos, que muchos conocen y dominan, aunque está infrautilizado por los docentes”. Por Noé Ramón

Alfonso Zapico forma parte de ese grupo de autores que han visto reconocida su carrera con el Premio Nacional del Cómic, en su caso en la edición de 2012, con un álbum que se centra en la figura del escritor James Joyce. Destaca por sus obras de carácter histórico e incluso periodístico como si de un corresponsal de guerra se tratara. Combina el trabajo como dibujante con su labor docente en la ciudad francesa de Angoulême, lugar que eligió para residir, no por casualidad, sino por ser la capital europea del cómic y de hecho tiene la doble nacionalidad española y francesa. Él mismo nos cuenta su tramiyectoria.

-Creo que mi carrera es todavía bastante corta. He publicado una decena de títulos y he hecho del cómic el pilar central de  labor profesional. Sólo por esto ya es para estar muy satisfecho en los tiempos que corren.

-Veo que su vida se divide entre Asturias y Francia. ¿Qué le une a este último país?

-De hecho tengo la doble nacionalidad así que soy hispanofrancés, que es una mezcla que me va muy bien. A Francia llegué con una residencia en la Maison des Auteurs de Angoulême, que es la capital europea del cómic. Allí hice un libro, luego otro, luego otro… y al final me quedé y eché raíces, aunque no corto la conexión con Asturias porque vuelvo constantemente a ella, ya sea a través de los cómics o por la autopista A-10.

-Supongo que no es casual su relación con Angoulême donde se lleva a cabo uno de los salones más valorados de Europa.

-Angoulême es un fenómeno cultural, una capital de provincias en declive que consigue reinventarse a través del cómic y convertirse en una ciudad referente de la imagen. Aglutina en un pequeño espacio geográfico a un montón de gente dibujando cómics, realizando películas de animación, documentales, videojuegos… Por no hablar del aluvión de estudiantes que llegan a ella para formarse precisamente en esas materias.

-Su primer álbum se publica en el exigente mercado francobelga y tiene carácter histórico. ¿Nos puede contar su contenido y qué le impulsó a publicar esta obra y dedicarse al mundo del dibujo?

-Quería encajar en el mercado francobelga, esa gran industria de álbumes de tapa dura y 48 páginas a color, por eso dibujé una historia titulada La guerra del profesor Bertenev que tiene como fondo la Guerra de Crimea a mediados del siglo XIX. No me salió la aventura clásica que había imaginado, pero supuso mi primera incursión en el mundo del cómic y en Francia precisamente, lo que no fue poco, en aquel momento.

-Por lo visto, si no me equivoco, usted se ha decantado por realizar una especie de estilo parecido al de los corresponsales de guerra y relacionado con el periodismo.

-Hay periodistas en algunas de mis historias, como Café Budapest o La Balada del Norte, pero es porque los periodistas nos sirven muy bien para contar lo que pasa en cualquier situación. De forma un poquito insolente yo también me atreví como autor a ejercer el rol de periodista en Los Puentes de Moscú, que casi se puede considerar un cómic documental, porque lo abordé con el espíritu de escuchar y contar que, bajo mi punto de vista, encarna el periodismo auténtico.

-También está muy relacionado con la prensa, especialmente realizando ilustraciones. ¿Existe alguna vertiente más?

-De hecho mi primer trabajo fue como dibujante de tribunales para un periódico pero la experiencia no fue muy satisfactoria. Pero sí he ilustrado artículos y algunas tiras cómicas, aunque tengo claro que no es lo mío. El humor en la prensa me parece muy difícil porque yo soy un corredor de fondo y necesito muchas páginas.

-Otra faceta suya es la didáctica, impartiendo charlas y cursos tanto en España como en Francia.

-La realidad es que soy profesor de español en Francia, y utilizo en clase los cómics como una herramienta didáctica que sirve para casi todo. Aparte, realizo talleres y cursos como autor con otros profesores. El cómic es un lenguaje fantástico para los alumnos, que muchos de ellos conocen y dominan, aunque está infrautilizado por los docentes.

-En España su estreno es con Café Budapest donde aborda el conflicto palestino-israelí, que está ahora mismo de absoluta actualidad. ¿Nos podría explicar cómo ha variado el enfrentamiento desde 2009 cuando hizo la obra hasta ahora y cómo ve la situación y su posible solución?

-Pues la verdad es que no soy un experto en el conflicto palestino-israelí. De hecho el libro surgió como una punzada de curiosidad sobre el origen de la crisis. ¡Ojalá tuviera una respuesta clara para esta pregunta, y ojalá fuera más optimista y luminosa de lo que impone la realidad!

-Veo que su temática es absolutamente variada porque en Dublinés aborda la vida del escritor James Joyce, un álbum con el que gana el premio Nacional del Cómic 2012 y que da pie a otro relato sobre el mismo autor. ¿Qué ha supuesto el galardón para su carrera?

-El premio fue un empujón más que un reconocimiento a la trayectoria, y supuso quizás la diferencia entre atreverme o no a dibujar La Balada del Norte, así que no se puede decir que supusiera poco en lo que concierne a mi propio recorrido de autor.

-Antes recibió el premio del Salón del Cómic de Barcelona, quizás la cita más importante para los dibujantes en España.

-Me dieron el premio al autor revelación, que en aquella época se llamaba Toutain. El Salón de Barcelona es lo más parecido que existe en España a los grandes festivales europeos de cómic y una cita ineludible cada año.

-¿Puede dedicarse de forma exclusiva al dibujo?

-Siempre me he dedicado sólo a dibujar, aunque no exclusivamente cómics, ya que para mí un libro es un proceso largo e inestable, una carrera de fondo. Desde hace unos años también compagino todo esto con la docencia, que me da la estabilidad que no existe en las profesiones creativas. Es difícil a veces encontrar un equilibrio, aunque estoy bastante a gusto en mi piel actualmente.

-¿En qué consiste la tetralogía La Balada del Norte que ya suma casi el millar de páginas?

-Básicamente es la historia de una revolución olvidada, la revuelta de Asturias de 1934. Un retrato social y auténtico de un territorio y una sociedad: la de los valles mineros asturianos, que es de donde provengo. Es una apuesta personal, un ejercicio de memoria.

-¿Conoce el libro blanco del cómic que acaba de editar el Ministerio de Cultura? ¿Cuál es su punto de vista?

-Lo conozco y me parece una iniciativa fantástica. La Sectorial del cómic está dando pasos muy importantes para mejorar las condiciones de trabajo de los autores en España. ¡Ojalá este libro sea una herramienta útil en una tarea que será ardua, sin duda!

-¿Qué piensa de la Inteligencia Artificial?

-Tengo sentimientos encontrados. En lo que concierne al trabajo artístico de algunos autores que conozco, las aplicaciones de IA vampirizan y saquean su obra y especulan con ella. En otros ámbitos parece ser un avance con enormes posibilidades. Veremos todo lo que está por venir.

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