viernes, noviembre 22, 2024

Cómics y Cine: Del papel a la pantalla y viceversa. Por Noé Ramón

El séptimo arte está unido al mundo de las historietas desde su origen por medio del intercambio de tramas y personajes

Para los espectadores resulta habitual ver cómo el cine toma prestados a los personajes de los cómics y los convierte en protagonistas de unas películas que con el tiempo van siendo cada vez más elaboradas. Y también lo contrario, que las historietas se basen en filmes que han gozado del apoyo del público. El caso más destacado del primer supuesto es todo lo referido a los superhéroes que tuvieron primer un contacto con los medios audiovisuales en las series televisivas de los años sesenta del pasado siglo y luego dieron un salto sin red a la gran pantalla con resultados cada vez más espectaculares. La relación continuó en los años setenta cuando la televisión rentabilizó a personajes de cómics, tales como Hulk o Batman que con el tiempo se fueron volviendo más convincentes en el nuevo formato. 

 En realidad el inicio del cine está unido, incluso cronológicamente, a la primera gran expansión de los tebeos en los periódicos, y de hecho una de las primeras películas de los hermanos Lumière titulada El regador regado estaba basada en una sencilla tira de cómics sin palabras. Aunque hoy no nos cuadren las fechas, lo cierto es que no sería hasta 2001, un año marcado por el ataque terrorista a las Torres Gemelas de Nueva York, cuando las productoras Marvel y DC apostaran de lleno por convertir en actores a sus grandes superhéroes como Spiderman, Superman, Batman, X-Men o Los Vengadores. 

 Estas películas suponen el principal ejemplo que se viene a la cabeza a la hora de hablar de cine y cómics y llegaron a reventar las salas que aún no se habían visto afectadas por el fenómeno de internet y sus descargas gratuitas o por suscripciones. “Hasta entonces la repercusión había sido muy limitada pero a partir de ahí ambas franquicias se convierten en más poderosas aún y prácticamente dominan el mercado”, indica el profesor de Narrativa Audiovisual y Teoría e Historia del Cine de la Universidad de La Laguna (ULL), Fernando Iturrate. 

 Ocurrió así durante años hasta que en los últimos tiempos se ha comenzado a notar un cierto agotamiento de la fórmula, como acaba de ocurrir con la película Flash, aunque aún es pronto para saber si es una tendencia definitiva o una cuestión puntual. Un análisis inicial podría concluir con que la sobresaturación de efectos especiales va en detrimento de las historias, que son una parte fundamental del cómic, en los que el argumento se sitúa a la misma altura que su desarrollo visual. 

 Después existen intentos de llevar otro tipo de personajes de los dibujos a la gran pantalla que se han saldado con un importante éxito en cuanto a calidad y taquilla. Iturrate recuerda por ejemplo, la película sobre Tintín dirigida por Steven Spielberg. En otros casos no se tuvo tanta suerte y por ejemplo el film del Teniente Blueberry de Gir, quien también colaboró -en su faceta como Moebius- en el rodaje de la exitosa Alien o la primera Dune, de David Lynch, pese a ser una fuerte apuesta resultó un fracaso comercial. Otro tanto ocurrió con el filme sobre el Llanero Solitario, respaldado por un importante presupuesto y una banda sonora firmada por John Barry, pero que no cumplió con las expectativas. Entre las propuestas alejadas de los superhéroes de tebeos que han pasado al cine también estaría Corto Maltés en 2002 o la película antisuperheróica por antonomasia, Watchmen.

 Iturrate cree que es muy difícil concretar porqué unas películas o fórmulas determinadas dejan de recibir el apoyo del público y más bien se decanta por creer que en realidad lo que se produce es una “sobresaturación”. Como ejemplo cita a los westerns que en la década de los años cuarenta y cincuenta representaban la mayoría de las producciones para luego acabar desapareciendo prácticamente de las pantallas hasta que hace algunos años ha pasado a ser un género un tanto reivindicado. 

 En cuanto a los superhéroes pocos dudan de que Marvel y DC han realizado una labor modélica y gigantesca, acertada incluso en la elección de unos actores que en ocasiones acaban siendo devorados por unos efectos especiales cada vez más elaborados. Iturrate cree que lo principal es que el uso de estas técnicas ‘mágicas’ no se note demasiado y se integre en la historia “porque cuando caemos en el espectáculo todo acaba siendo demasiado cansino y al final el público se aburre por muy llamativo que sea lo que se le ofrezca”.

 Una mirada sobre las primeras series televisivas de superhéroes, según Iturrante, puede despertar “empatía” pero también cree que el tiempo les ha hecho “un daño terrible”. Así habría ocurrido con Batman, Misión Imposible o Los Vengadores, propuestas que en aquellos tiempos se debían desarrollar en decorados interiores lo que limitaba mucho no sólo los movimientos de los actores sino también la propia trama.

 Igualmente, se ha producido el fenómeno inverso. Personajes de cine han sido trasladados luego a los cómics y como ejemplo estaría lo ocurrido con los de la Guerra de las Galaxias o Rambo. Otra variante añadida es que la estética de las historietas se adentra en el mundo cinematográfico para acabar dominándolo y ahí estarían filmes como 300 o Sin City. El profesor resalta especialmente la primera película de Hulk dirigida por Ang Lee, en la que destacaban técnicas propias de los cómics como observar la misma viñeta desde distintos puntos de vista. Otro tanto ocurrió cuando Orson Wells rodó Ciudadano Kane utilizando recursos de presentación que sólo se habían empleado en las historietas. 

 La saga de los superhéroes puede significar el declive o descrédito de algunos actores y el propio Leonardo Di Caprio recomienda a sus amigos que nunca los interpreten. Pero también su resurrección, tal y como le ocurrió a Robert Downey Jr. caído en el olvido a causa de sus excesos y que volvió a primera línea tras interpretar Iron man. “Si un actor es bueno puede hacer el papel que le dé la gana que siempre quedará bien”, señala Iturrate en clara discrepancia con el protagonista de Titanic.

 Pero si hay un personaje de los dibujos que rompió todas las barreras en el cine fue sin duda Superman y concretamente la primera película de finales de los setenta interpretada por Christopher Reeve con un cameo del propio Marlon Brando. Aquel largometraje supuso un auténtico bombazo y quizás sea el punto de partida de la larga saga de films sobre superhéroes que se hicieron a continuación. En aquel caso los efectos especiales todavía eran limitados pero causaron un auténtico revuelo entre los espectadores, especialmente en las escenas en las que se veían a Superman volando.

 Tal vez ahora todo aquello nos parezca muy rudimentario pero en su momento convenció al público, un fenómeno que también ocurrió por ejemplo en la película sobre King Kong de los años treinta que ahora nos parece ingenua pero que fue percibida como si fuera de un realismo descomunal. “En la actualidad con las posibilidades que existen en cuanto a efectos especiales gracias al uso de la técnica digital podemos decir que se han volatilizado las leyes físicas y ya todo nos da igual, nada nos sorprende. Ni siquiera ver cómo un personaje de carne y hueso cae del quinto piso y se levanta como si no hubiera pasado nada”.

 En el caso de España los ejemplos de cómics trasladados a la pantalla han sido pocos y no todos demasiado afortunados. Quizás el mejor resultado logrado ha sido con la película sobre Mortadelo y Filemón dirigida por Javier Fesser en la que resultó evidente la pasión que el director sentía por los personajes de Francisco Ibáñez.

Fotografía cedida por Noé Ramón

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