domingo, octubre 6, 2024

Diego Navarro nos revela los entresijos de FIMUCITÉ

No todos los días se tienen una cita como esta. Nos desplazamos a Santa Cruz centro, sobre las 17 horas. Día de semana, algo de jaleo, los niños saliendo de los colegios … Mucho sol, también. La primavera se empieza a notar en la piel y los ánimos que conducen las calles. Llegamos a nuestro destino y el maestro Diego Navarro, nos abre las puertas de su, podemos decir, nave espacial. Donde surge la magia. Su estudio, acogedor y lleno de detalles en sus paredes a modo de crónica del tiempo, nos enseña como si de una película se tratase, su trayectoria. 

Diego Navarro, que fusiona notas con emociones, es mucho más que un compositor ya de renombre internacional. Con su batuta como pincel y la orquesta como lienzo, Navarro es un arquitecto sonoro que ha demostrado una habilidad innata para tejer historias sonoras que resuenan en el corazón del oyente. Su colaboración con algunos de los más influyentes de nuestro tiempo ha llevado su arte a nuevas alturas convirtiéndose en un viaje que va más allá del papel y las grafías. 

Esa tarde, con la nueva entrega de Fimucité como protagonista, nos cede asiento en su estudio -y sí, en la mismísima sala donde nacen sus obras- para contarnos más sobre este proyecto que ha puesto a Tenerife en el mapa de la música para cine y sobre su carrera como compositor.

¿Qué te inspiró para convertirte en lo que eres hoy?

Diego Navarro: “Pues muy buena pregunta. La respuesta es curiosa. La única manera de ser yo mismo, de ser feliz, era realizándome como compositor. Era la única opción que tenía sentido para mí. No podía haber buscado otro camino diferente al que emprendí. Más concretamente convertirme en un compositor y director de orquesta especializado en el género audiovisual”.

Y, ¿por qué música para el audiovisual?

Diego Navarro: “El compositor tiene que ser capaz de escribir música para cualquier área. Demostrar una absoluta versatilidad. Pero, sí que es cierto que la razón fundamental por la que escogí centrarme en el ámbito audiovisual, fue porque desde niño me fascinaba la relación entre la imagen y la música. Hasta qué punto la música podía narrar una historia convirtiéndose, gracias al inmenso poder narrativo que tiene, el cine en sí mismo. El poder evocador y generador de imágenes que tiene la música es inmenso. Esa relación entre las imágenes, la música y las emociones que generaban en mí cada vez que veía cine en los 80 y 90, unido a mi fascinación por las películas que me hacían soñar desde niño, es lo que hizo que decidiera finalmente enfocar mi carrera dentro del ámbito audiovisual. Fíjate que de niño, cuando jugaba con muñecos como los Madelman, Geyperman incluso los Playmobil, le ponía música a cada una de las acciones. Sonaban en mi cabeza esas músicas y a veces las tarareaba mientras jugaba en mil batallas”.

¿Cómo abordas ese proceso creativo de componer música para imágenes?

Diego Navarro: “Es un proceso creativo muy fascinante, complejo y que consta de varias fases. La primera es la lectura del guion y esa historia tiene que hacer que algo dentro de mí vibre. Si no me conmueve, no es buena señal. Después de la lectura del guión, comienza otra fase muy interesante de diálogo con el director o la directora. Tiene que haber muchísima comunicación entre las dos partes porque el compositor necesita saber qué es lo que está buscando el director y qué es lo que quiere expresar para después hacer su aportación a la película mediante la creación de la partitura. Es importante reseñar que el compositor es coautor de la película junto con el director, el guionista y el argumentista. Una vez que ya han habido varias conversaciones y comienzo a saber exactamente qué busca el director/a, comienzo a componer. La música se escribe en perfecta sincronización con las acciones que vemos en las escenas por medio de una serie de técnicas muy complicadas. En inglés, se denomina el arte del film scoring. Luego hay un proceso que, en nuestro argot, se denomina spotting. Es cuando realizamos un estudio de qué escenas deberían de llevar música en la película. Una vez que ese spotting se ha culminado, comienza el proceso de creación ex profeso de la música para las imágenes, ya que todo debe estar perfectamente sincronizado. Cuando has terminado de escribir, llega la fase de grabación, en la que todo ese trabajo creativo increíble se hace real, se lleva a la vida. No existe realmente hasta que no se interpreta y se graba. Las partituras son esos grafismos que tienen un sentido, pero hasta que esas músicas no suenan y los músicos no interpretan esa música a través de su instrumento, esa partitura no existe. Y ahí después empieza la última etapa, que es la de mezcla de toda la grabación, una etapa muy ardua, muy compleja y de auténtica orfebrería. Finalmente se da paso a las mezclas finales de la película, con todos los elementos que forman parte de la banda sonora, como los efectos de sonido, el sound design, el sonido directo con las voces de los actores y, por supuesto, la música original. Todo ha de quedar perfectamente balanceado”. 

¿Hay alguna película en la que hayas trabajado a lo largo de tu carrera que te haya desafiado especialmente como compositor?

Diego Navarro: “Muy buena pregunta. A ver, todas son un desafío porque no importa lo que hayas aprendido antes y el background que tengas. Sobre todo para alguien como yo, que tiene una filosofía muy concreta que es siempre intentar dar lo mejor de sí, siempre intentar en ir en busca de la excelencia, sin saber si la vas a llegar a conseguir pero por lo menos ir en su búsqueda. Pongo el 200 % de mi en cada proyecto. Todos los proyectos suponen un inmenso reto, independientemente del género o de la historia que estemos contando. Piensa que estás creando una música exclusivamente para esa película en concreto. Evidentemente hay producciones y producciones. Hay películas y géneros que necesitan más música que otras. Si a eso le unimos el hecho de que en este arte normalmente solemos tener muy poco tiempo para escribir … mis últimas películas, por ejemplo, las he escrito en cuatro semanas y media, cinco. Tener ocho semanas es un lujo extraordinario … no es lo más común. El reto, entre otras cosas, es ese. No todo el mundo está preparado para soportar la presión derivada y tener la capacidad de escribir de una manera eficiente, rápida, manteniendo el nivel e intentando superarte. Esa es siempre mi máxima. Recuerdo la frase de una querida profesora: Always try to do your best (siempre intenta dar lo mejor de ti). En mi caso, además, trabajo de manera integral. Siempre compongo, orquesto y dirijo mi música desde que escribí la partitura de mi primer largometraje hace 24 años”.

¿Y hay alguna película o algún contenido audiovisual al que te hubiese gustado componer su música?

Diego Navarro: “Uff … Muchas, muchísimas películas. Hay una película que es la adaptación de una novela que me fascina. Es una de mis novelas favoritas: ‘El perfume’ de Patrick Süskind. Cuando me enteré de que se estaba haciendo un proyecto en torno a ‘El Perfume’, me puse nerviosísimo. Me enteré de que uno de los productores resultaba ser un buen amigo mío con el que he trabajado en varias de mis películas. Entonces, lo llamé y le dije que me había enterado de que la estaba co-produciendo. Me lo confirmó pero me dio la noticia de que ya tenía los compositores asignados. Entonces me dije a mí mismo ‘bueno … No la pude escribir yo, pero si la película está a la altura de la novela y la partitura está a la altura de la película y la novela, voy a proponerme hacer la adaptación de concierto para FIMUCITÉ y voy a dirigir ese estreno mundial’. Y lo conseguí. Dirigí el estreno mundial de ‘El Perfume’ en el Teatro Guimerá en el año 2008, la II edición de FIMUCITÉ. La partitura es una maravilla, he de reconocerlo”.

¿Y cuál es tu parte favorita de todo este proceso de composición?

Diego Navarro: “Sin duda, la composición. El momento puro de creación es el más bonito, sobre todo cuando empiezo a escribir las primeras líneas. Yo soy de los que todavía cree en tener un tema principal para la película, la construcción de diferentes leitmotiv dependiendo de personajes, situaciones… En ese sentido soy de la escuela de Williams y sigo cultivando esa filosofía, más allá del fin del proyecto y lo que este requiera. Por supuesto, todo depende del proyecto y de lo que este requiera. Ese es el objetivo fundamental: estar al servicio de la historia”. 

Fotografía: Concierto en el festival de Música de Cine de Cracovia (Cortesía del FMF)

¿Cómo influye la música en la experiencia cinematográfica?

Diego Navarro: “La música forma parte del fenómeno cinematográfico desde su nacimiento. En las primeras proyecciones, los primeros distribuidores de cine entendieron a la perfección que esa imagen en movimiento que estábamos viendo tenía que llevar música. No es un acompañamiento. Eso es un error muy grande en el que cae mucha gente. La música para el cine en ningún caso es ‘música de fondo’ o ‘un acompañamiento’. Es cine en sí mismo y forma parte de la experiencia audiovisual. De ahí el término: ‘audio’-‘visual’. En las primeras proyecciones de cine mudo había siempre un pianista interpretando unas músicas a la misma vez que veíamos la película. El intentaba sincronizar su interpretación con las imágenes. Esa sincronización fluctuaba, evidentemente, pues estaba el factor humano y estaba interpretando una partitura en ese momento, pero la intencionalidad y las ideas estaban ahí. Eso después fue evolucionando y hubo cines en EE.UU. y en Europa que contrataban orquestas de cámara que interpretaban la música mientras la película se iba proyectando. Cualquier escena memorable de la historia del cine, la vemos sin su partitura y se cae. La escena se desmorona, no se aguanta por sí misma. Spielberg, de hecho, reconoce que en su cine las partituras, mayormente de Williams, son el 50 % de cada uno de sus films”.

Y hablando de vivir la música de cine en vivo, ¿qué es lo que te llevó a fundar FIMUCITÉ?

Diego Navarro: “Pues mira, fue la derivación lógica de una serie de acontecimientos. Todo parte originalmente de la grabación de mi primer largometraje ‘Puerta del tiempo’ en el año 2002. Fue la primera producción musical de una película nacional que se traía a Canarias para ser grabada. Se iba a llevar a cabo fuera de España y yo me empeñé en mantenerla en España y finalmente traerla a Tenerife. Convencí al productor. Esto no había pasado con anterioridad en las islas. La producción musical y la partitura fue un éxito, mi primer partitura para un largometraje, el que me posicionó y presentó ante la industria. Fue un hito ya que se abrió una página nueva en la música y en el cine en Canarias. Ese hecho singular de demostrar que se podían traer cosas grandes a la Isla y construir desde la Isla es lo que me animó a seguir en esa línea. Con posterioridad, grabé las producciones musicales de otras de mis películas como ‘Óscar, una pasión surrealista’, ‘Atrapa la bandera’, ‘Pasaje al Amanecer’, etc… y después, en base a esa experiencia que te comento, una vez demostrado que era posible, redacté un proyecto de más de 80 páginas que presenté al Cabildo de Tenerife en mayo del año 2005 titulado ‘La grabación de música para el cine, un nuevo campo de actuación para la Orquesta Sinfónica de Tenerife’. Como resultado de la presentación de este proyecto, acto seguido, en sucesivas reuniones con los responsables políticos, surgió FIMUCITÉ como el mejor instrumento para potenciar y desarrollar esta forma de arte en la isla. Si no hubiese tenido la iniciativa de redactar, presentar y defender ese proyecto ante el por aquel entonces presidente del Cabildo, Ricardo Melchior, que tuvo la visión de entenderlo y aprobarlo, hoy no existiría FIMUCITÉ. Surge en un momento en el que era una rara avis. Festivales de cine existían en todas partes. Aunque había habido con anterioridad en España algunos eventos especializados que terminaron por desaparecer, un festival de música para el cine con el concepto que plantea y desarrolla FIMUCITÉ desde sus inicios, era algo muy fresco. En 2007 celebramos la I edición y desde entonces el evento no ha dejado de celebrarse, ni siquiera durante los dos años de pandemia. Hoy en día es el festival del género más antiguo del mundo que se haya venido celebrando sin interrupción”.

¿Cuál ha sido el mayor desafío al que te has enfrentado organizando el festival?

Diego Navarro: “Todas las ediciones son un desafío, absolutamente todas. Es un evento extraordinariamente complejo de organizar. Tardamos un año en gestar cada edición. Hay muchísimas anécdotas que podría contar. Los orígenes fueron muy complicados porque fue un proyecto que costó mucho sacar adelante. A pesar de la aprobación inicial del Presidente del Cabildo de Tenerife por aquel entonces, paradójicamente, el proyecto en sus inicios tuvo muchos enemigos que no lo entendían, no lo supieron ver, o se sintieron amenazados a distintos niveles (incluido el musical…). Esto lo han dicho hasta responsables políticos recientemente en ruedas de prensa del festival, actuales fervientes defensores de FIMUCITÉ como una de las más importantes marcas culturales Canarias, reconociendo que en sus inicios el evento costó sacarlo adelante. Hubo determinados actores políticos y de la más alta esfera musical de la isla por aquel entonces, que no lo veían nada claro, no terminaban de entender el concepto, e incluso lo despreciaban. Es más, hubo alguno que se sintió absurdamente enojado por no haberle consultado antes mi propuesta. Aunque parezca mentira, visto desde el prisma actual, no fue un proyecto fácil de sacar adelante. Se consiguió tras muchísimo trabajo, mucho amor y fe desde la certeza y el convencimiento de que era una apuesta segura y brillante. Todas las ediciones suponen un reto enorme: hay que crear una temática, luego conseguir a nuestros invitados, diseñar diferentes programas de conciertos exclusivos para cada uno de nuestros escenarios con todo lo que ello implica, crear y defender una imagen de marca, gestionar todos los patrocinios con las distintas instituciones, renovar acuerdos con numerosos sponsors privados, colaboradores, media partners, etc. Podría estar páginas y páginas desarrollando en qué consiste crear desde cero una nueva edición del Festival. Cada uno de nuestros conciertos es como una estrella fugaz: es un espectáculo bellísimo, tremendamente intenso, pero efímero ya que sólo tienes la oportunidad de disfrutarlo una vez en ese teatro o auditorio en concreto. Me encanta esa metáfora”. 

¿Y cuál es el aspecto del que más orgulloso te sientes en torno al Festival?

Diego Navarro: “Bueno, en definitiva, hasta qué punto FIMUCITÉ se ha convertido en una de las marcas culturales más importantes de Canarias y cómo se ha conseguido. Cómo hemos conseguido desde la isla el doble tirabuzón invertido. Cómo hemos conseguido desde Tenerife crear un evento referente a nivel mundial dentro del género. Esto es extraordinariamente complicado. Estoy muy orgulloso en ese sentido porque creo que es una marca reconocible a nivel internacional. Toda la industria del cine y su música conoce el Festival y ya situaba a Tenerife en el mapa, mucho antes de que comenzaran a venir los grandes rodajes de Hollywood a la isla”.

Tras estos 18 años de historia, ¿cuál ha sido para ti el concierto más memorable hasta ahora?

Diego Navarro: “Te voy a comenar tres. El primero sería el concierto de clausura de la I edición de FIMUCITÉ, por razones obvias. Fue la primera vez que interpretaba mi música en el Auditorio de Tenerife. Fue un orgullo indescriptible. Parte de ese concierto se conserva en el canal de YouTube de FIMUCITÉ. Son unas imágenes con una fotografía terrible y muy oscura, porque en aquel momento teníamos unos medios muy ajustados, pero la grabación suena maravillosamente bien y ahí se conserva el testimonio. La primera parte del primer concierto de clausura lo centré en mi películas hasta el momento, haciendo un recorrido por mi, por aquel entonces, incipiente filmografía. La segunda parte fue nada más y nada menos que Don Davis dirigiendo ‘The Matrix Symphony’. Ese concierto fue un sueño hecho realidad. Surgió fruto de una distendida cena en Malibú, en casa de Don Davis. Nos propusimos algún día compartir escenario dirigiendo nuestras partituras en un concierto. Finalmente lo hice realidad convirtiéndolo en la clausura de la I edición de FIMUCITÉ. Es más, formó parte del proyecto original ya mencionado que redacté y presenté al Cabildo como epílogo del mismo. Por todas estas razones le tengo un cariño extraordinario. 

El segundo sería en el 2010, ‘The Williams Spielberg Connection’. Este concierto fue un sueño porque John Williams forma parte de mi ADN como compositor. Es una de mis grandes influencias, junto con otros tantos y pude dirigir un programa de concierto centrado en la filmografía de mi director favorito (Steven Spielberg) y uno de los grandes maestros de la música de cine. Todas esas películas que me hacían vibrar de niño cuando caminaba por la calle y escuchaba en mi cabeza la música de ‘Tiburón’, ‘Star Wars’, ‘Indiana Jones’, ‘Parque Jurásico’, etc. Llevar a la vida todas esas músicas, dirigirlas por primera vez y poder tener mi propia interpretación de las mismas fue algo memorable e indescriptible. Cumplir un sueño de infancia. Es el concierto preferido de muchos aficionados y fans de FIMUCITÉ de hecho, y se puede disfrutar íntegro en nuestro canal de Youtube. 

Después nombraría, en el 2012, el concierto de celebración del centenario de Universal Pictures. Fue un concierto histórico del género, el único que se celebró ese año. Fuimos elegidos por Universal para celebrar el concierto de celebración de los 100 años de historia de su estudio. Pudiendo haberlo organizado en Los Ángeles, finalmente se celebró aquí, en Tenerife, en FIMUCITÉ. Fue un sueño de concierto producido por Robert Townson y que contó con mi dirección artística. Participar junto con Townson diseñando ese programa de concierto irrepetible. Resumir en un concierto toda la historia del mayor estudio de cine de Hollywood fue una auténtica locura. Un inmenso reto. Sin duda, un concierto que forma parte de la historia del género. Fue algo colosal porque dirigí, sólo en ese concierto, 16 estrenos mundiales de partituras legendarias del género que nunca antes habían sido interpretadas en concierto. Hablamos de películas míticas del estudio, desde el ‘Cabo del Miedo’, pasando por ‘Un Horizonte muy lejano’, ‘El Hombre lobo’, ‘La Momia’, por citar algunas”. 

Con todo lo que hemos hablado queda claro que FIMUCITÉ tiene un impacto enorme en la comunidad internacional pero, ¿qué impacto crees que tiene FIMUCITÉ dentro de la comunidad local? 

Diego Navarro: “Es un festival que emociona, que transmite emociones y nuestro público lo percibe y se engancha. En ese sentido, la audiencia que vive el festival suele repetir al año siguiente. También lo comentábamos en la rueda de prensa que es un festival que no sólo emociona, sino que genera riqueza local. Hay mucho fan del género que viaja a Tenerife, que se aloja en nuestros hoteles, que alquila nuestros coches, disfruta de nuestra gastronomía, etc. Todo esto genera riqueza. El turismo cultural existe, es una realidad, está ahí y no podemos desdeñar porque es una evidencia. Es un elemento que enriquece y complementa al clásico turismo de sol y playa. Yo creo que el festival beneficia de múltiples maneras a nuestra comunidad, a nivel tangible e intangible de forma muy potente. Genera felicidad en nuestra audiencia. Paralelamente, hay otra serie de beneficios objetivos que impregnan a la sociedad. Todo el aspecto educativo del Festival, que lo hemos empujado y desarrollado mucho en los últimos años y que continuamos potenciando. Todo esto impregna a la sociedad. El mostrarles la importancia de la música en el cine y hasta qué punto la partitura puede transmitir esas emociones. También, el haber podido programar y crear conciertos durante años con la Joven Orquesta Sinfónica FIMUCITÉ, con los mejores estudiantes del Conservatorio Profesional de S/C y Superior de Canarias, interpretando música del género en directo, en ocasiones trabajando con los propios compositores y estrenando incluso partituras míticas de los mismos, haciendo que sus talentos fueran disfrutados por sus familias, amigos, etc. Todo esto impregna a la sociedad para bien. Este año, tenemos un completo programa educativo abierto al público, con máster clases fascinantes que van a continuar expandiendo todo ese conocimiento”.

Ahora, para ir acabando en el último bloque, nos vamos a centrar más en la edición de este año. Esta edición viene con los musicales por bandera, ¿por qué la elección de esta temática?

Diego Navarro: “Tenemos un cofre imaginario en el que se van guardando ideas y temas para futuras ediciones y este era uno que yo tenía en mente desde hace muchos años. En el Festival nos gusta hacer las cosas bien y sentíamos que a nivel madurativo era ya el momento de abordar una temática como esta. Estaba en la lista de deseos del festival y es un género que nos ha dado innumerables obras maestras que forman parte del imaginario colectivo. Lo teníamos que hacer sí o sí y este año decidí darle la oportunidad”.

Dentro de la programación viene un plato fuerte que es el live-to-picture de LA LA LAND con Justin Hurwitz a la batuta. ¿Cómo se afronta esto?

Diego Navarro: “Es el tercer live-to-picture que hacemos en la historia del Festival. Yo dirigí en Cracovia el estreno mundial de ‘LA LA LAND’, la primera vez que se interpretaba en concierto tras su estreno. Fue una suite orquestal que se puede disfrutar en Youtube, pero luego surgió el proyecto hacer el live-to-picture, es decir, ver la película mientras su música original se interpreta en perfecta sincronización con el film y el resto de elementos sonoros. Se afronta con mucha ilusión, muchas ganas y un sentimiento de responsabilidad enorme porque un live-to-picture es siempre un proyecto extraordinariamente complicado. Intervienen muchos elementos a nivel artístico y técnico en la ecuación pero el resultado final es un espectáculo. A nivel sensorial es una barbaridad, toda una experiencia. Es pura magia porque ves que todos esos elementos, de forma coral, encajan a la perfección. Es un formato que quería recuperar porque es la experiencia vivencial absoluta del género pero, claro, los anteriores los hicimos antes del COVID y tuvimos que recuperarnos de toda esa situación para volver a retomarlo. Este año regresa nada más y nada menos que con ‘LA LA LAND’, el film que resucitó el género en el cine ya que estaba un poco estancado. Se convirtió en un éxito absoluto ganando seis Óscars, dos de ellos a mejor música y canción para su compositor Justin Hurwitz. Para este año era el proyecto soñado, la opción número uno. Cuando se lo ofrecimos a Justin, no dudó en aceptar el encargo con una enorme emoción por venir a FIMUCITÉ”. 

Dentro de la programación también tenemos el nuevo show de la Pop Culture Band entonces, ¿qué nos vamos a poder encontrar?

Diego Navarro: “Este año la Pop Culture Band cumple once años en el Festival y es la rama pop-rock del evento. En un determinado momento, más allá de la música orquestal escrita para el audiovisual, quisimos abordar a las canciones que se han escrito o han sido utilizadas en muchos films. También para ampliar el espectro de público y atraer a más audiencia. Las hay que han sido creadas ex profeso o, como es el caso de Tarantino, canciones preexistentes que han sido utilizadas inteligentemente en muchas películas y que funcionan de maravilla. Quisimos abordar una división dentro del Festival especializada en el pop-rock y en las mejores canciones del cine. Hemos hecho ya recorridos enormes por décadas enteras como: ‘Back to the 80’s’, ‘That 70´s Show’, ‘Back to the 90’s’, etc. Después nos hemos centrado en filmografías concretas como en ‘Tarantino Unchained’ o ‘Scorsese Afterhours’, o géneros dentro del cine como las ‘Road movies’, llegando a exportar el formato a la Península Ibérica y a Polonia con varios de nuestros conciertos. Este año vamos a hacer un recorrido maravilloso por las canciones del género musical en el cine y los biopics de las grandes bandas y músicos de leyenda. Esa es la temática de este concierto que tendrá lugar el 13 de julio en el Teatro Guimerá y que se titula ‘Don’t Stop Believin’. Paralelamente no hay que olvidar el concierto de apertura del 12 de julio que tendrá lugar en el Teatro Leal de La Laguna y que bajo el título ‘FIMUCITÉ Cabaret’, realizaremos un viaje por el sub-género del cabaret dentro del cine musical. Toda la información ya está disponible en nuestro web www.fimucite.com, así como la venta de tickets para todos nuestros conciertos que ya está activada”.

Ya para cerrar, ¿qué mensaje le mandarías tanto a los ya apasionados de FIMUCITÉ así como a las personas que aún no se han adentrado al Festival?

Diego Navarro: “Todo el mundo cabe en FIMUCITÉ: los cinéfilos, los melómanos, los amantes de la música para el cine, los amantes de las artes escénicas, los inquietos que buscan nuevas experiencias o conocimientos, no pueden dejar de vivir esta experiencia. Es un festival que engancha en el buen sentido, que genera emociones y que te hace vibrar de una manera muy excepcional. Siempre es muy emocionante escuchar la música de tus películas preferidas en vivo y en directo, descubrir otras tantas, siendo interpretadas por una orquesta y un coro de primer nivel en un espacio de ensueño como es el Auditorio de Tenerife, el Teatro Guimerá o el Teatro Leal. Ser testigo de numerosos estrenos mundiales de partituras escritas y arregladas para el festival, en compañía de los compositores y personalidades invitadas, auténticos prescriptores de primer nivel del Festival y Tenerife. Siempre digo que si hay gente capaz de coger tres o cuatro aviones y venirse a Tenerife desde cualquier lugar del mundo para vivir la experiencia FIMUCITÉ, cuanto menos alguien que es canario, que tiene el festival celebrándose en su casa. Es un festival hecho a mano, por un equipo muy reducido pero muy comprometido con el evento, que siente mucho amor por FIMUCITÉ y que lo ha visto crecer. De verdad que recomiendo a todo el mundo que invada nuestros escenarios porque lo que se siente y se percibe es una auténtica explosión de emociones, que después guardarás en la memoria para siempre”. 

Entrevista realizada por Vicky Ferrer.

Autoría de imágenes: cedidas por Diego Navarro

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