sábado, abril 20, 2024

Entrevista con Max, autor del Cartel del primer día nacional del Cómic y el Tebeo

“EN EL CARTEL INTENTO REFLEJAR COMO ALGO FESTIVO LA CELEBRACIÓN DEL PRIMER DÍA NACIONAL DEL CÓMIC”

“LA PIRATERÍA ES LA MUERTE DE LA CULTURA”

Tras el pseudónimo de Max se esconde uno de los más prestigiosos y conocidos autores de cómics de toda España: el barcelonés Frances Capdevilla, premio nacional del Cómic del Ministerio de Cultura en 2007, Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona en 2000, y ganador del Ignatz estadounidense en 1999. Este año recibió el encargo de realizar el cartel del primer día nacional oficial del Cómic y el Tebeo, que se celebra el próximo 17 de marzo. En la ilustración Max plasma, precisamente, la satisfacción en el sector del cómic porque se haya avanzado un nuevo paso más en el reconocimiento del medio, creando un día de celebración nacional, similar al que tienen otros estamentos con mayor reconocimiento social. Desde sus inicios como uno de los principales autores del underground barcelonés, tras el franquismo y hasta su consolidación en grandes medios como El País, el autor es referente de un período clave en la aceptación adulta de la historieta. En esta entrevista  habla de su obra, de su recorrido artístico y no tiene reparos en dar contundentes opiniones sobre asuntos como el auge de la ultraderecha, que combatió en los años setenta y que ahora ve con pasmo que vuelve a resurgir, o sus críticas a la piratería, que considera “una extraña tierra en la que todo es gratis·.

-¿Le sorprendió recibir el encargo del cartel del primer día nacional del cómic?

– Cierto, lo hice aunque en realidad no me tocaba. Han puesto una regla por la que se supone que el cartel de cada año lo debe hacer el ganador del premio del Cómic del año anterior, que es Pablo Sordo, pero dijo que no podía porque tenía mucho trabajo. Entonces el Ministerio decidió encargárselo a quien lo ganó el primer año, que soy yo. 

¿Qué le parece que se haya instaurado oficialmente la celebración de este día?

-Cuando recibí el encargo de hacer el cartel por la Dirección General del Libro, me propuse reflejar como algo festivo esta celebración. A partir de ahora tendrá lugar siempre todos los 17 de marzo. El año pasado lo habíamos celebrado pero no de forma oficial, ahora ha sido aprobado en Consejo de Ministros.

-En su ilustración lo que más llama la atención es la sencillez de la propuesta

-Bueno, también soy ilustrador. Por eso intenté hacer una composición con una sola imagen pero que fuera impactante. Al tratarse de un día sobre el cómic era inevitable que hubiese viñetas. Utilicé para ello un recurso gráfico exclusivo del cómic que se llama líneas sintéticas. 

¿Podría explicar en qué consisten las líneas sintéticas?

-Verá: al cómic le faltan siempre dos cosas desde sus orígenes. El sonido y el movimiento. El primero lo conseguimos con onomatopeyas y lo segundo con este recurso –las líneas sintéticas- cuyo objetivo es permitir que las cosas parezcan que se mueven ante nuestros ojos. Esa es la idea que tenía en la cabeza y luego surgió un proceso como metáfora que es la historia tan accidentada que han sufrido los cómics, llena de castañazos, trompazos… hasta lograr que sea considerado un arte más, al mismo nivel que el resto. 

Hace años que venimos batallando para tener un día propio, específico y por fin lo hemos logrado de forma oficial. Por eso, el cartel recoge una sucesión de viñetas y una metáfora de esa lucha accidentada de tantos años. También se puede entender cómo un reflejo de la forma en la que vive el sector hoy en día en la que los dibujantes se enfrentan todavía a muchas dificultades. Pero bueno, sabemos que todas las personas que se dedican a la cultura se tienen que afrontar obstáculos continuamente y que resulta muy complicado vivir de esto. Lo que pasa es que al igual que ocurre con los cómics, tras las batallas al final llegará la victoria y serás feliz si consigues publicar el libro.

¿Cree que con la celebración de este Día se avanza en dignificar y valorar más el trabajo de los dibujantes?

-La iniciativa me parece genial porque ya se nos equipara al Día del Libro que está consolidado desde hace muchos años, ahora se nos da el mismo estatus y el cómic sube un escalón. Me parece estupendo. Yo participé desde la base para que se celebrara este Día, ha sido una lucha que han llevado a cabo asociaciones del sector, autores, editores o libreros… es el resultado de un esfuerzo conjunto que ha sabido recoger el Ministerio de Cultura. No sabemos cuántos años se celebrará, pero esperamos que muchos. Hay que tener en cuenta que para la conseguir la convocatoria del Premio Nacional tardamos quince años y ahora logramos lo del Día Nacional. Creemos que es el momento de avanzar en reforzar el estatuto del dibujante que creemos necesario en un sector como éste que tanto flaquea.

-Usted fue uno de los primeros dibujantes que participó en la revolución del género underground. Este movimiento supuso todo un revulsivo en los años finales del franquismo… 

-En aquellos días la rebeldía de algunos reflejaba la de gran parte de la sociedad, pese a que al principio de la democracia nos enfrentamos a muchísimos problemas de todo tipo. Pero tuve la suerte de estar en el sitio adecuado en el momento correcto. No sólo hablamos de un movimiento underground sino que incluso clandestino que surgió cuando se empezó a reconocer la libertad de expresión. Todo ello sucedió en un momento de gran clamor social a favor de la democracia pero dicho así parece que todo fue fácil y no es cierto. Al contrario, fue realmente duro. En aquel entonces éramos relativamente pocos los que nos dedicamos a esto y percibimos que los autores anteriores que trabajaban para las grandes editoriales iban envejeciendo, vivían en la miseria o directamente a lo único que aspiraban era a jubilarse lo antes posible. Nuestra intención siempre ha sido levantar al sector para que no vuelva a ocurrir. De ahí nuestra lucha por dignificar el trabajo, hacerlo visible y que sea reconocido institucionalmente.

-Sin embargo supongo que los autores establecidos de aquellos tiempos vieron a los nuevos creadores con desconfianza.

-Eso es algo inevitable y generacional. Cuando una nueva generación busca hacerse un hueco en lo que sea acaba desplazando a la anterior y de ahí surge cierto resentimiento. Pero ya digo, es algo generacional que ahora me está pasando a mí. Están llegando nuevos autores que trabajan de otra manera, con un estilo diferente pero igual de bien o mejor que nosotros. Con la veteranía consigues que se reconozca tu prestigio pero las modas cambian y los jóvenes, lógicamente, tienen mayores expectativas. Pero ya digo el relevo generacional es inevitable. Ahora deben ser otros autores los que ocupen la palestra y a los mayores nos toca conseguir una retirada digna. Estoy en ello, aunque la verdad es que todavía me veo con la energía suficiente para emprender proyectos como hacer este cartel, por ejemplo, o trabajar en un nuevo libro. Sigo en activo pero el foco mediático ahora se dirige hacia otros dibujantes más jóvenes.

¿En qué se perciben esos cambios generacionales?

-Pues en que la temática varía con los tiempos. Yo mismo no tengo nada que ver con quien fui cuando tenía 25 años. Entonces era un producto de aquel tiempo, ahora hago otras cosas, con la mirada de un sesentón, no de un quinceañero. Quien es capaz de captar este proceso es el que lo vivirá intensamente. No soy un nostálgico de lo que hice en aquel momento. Todavía puedo seguir manteniéndome y hacer las cosas que puedo. Como dice Sabina: “no me arrepiento de nada”, hice lo que sabía hacer y lo que quería.

-Usted comenzó en El Rrollo enmascarado, y luego se convirtió en uno de los autores fundamentales de El Víbora. Ambas eran, de distinta forma, publicaciones que reivindicaban la estética del underground.

-Sí pero hay un período de tiempo muy importante entre ambas, Rrollo salió en 1973 y El Víbora a finales del 79. En medio hubo multitud de publicaciones, algunas incluso clandestinas y todas minoritarias hasta que surgió El Víbora y comenzamos a tener visibilidad y a ser un poco conocidos.

¿En esos años sufrió las consecuencias de la censura que estuvo viva durante algunos años más tras la muerte de Franco?

-Pues la verdad que yo jamás fui censurado. Pero sí hay compañeros que sufrieron la censura. Incluso El Víbora tuvo que cambiar su nombre previsto antes de salir, que era Goma Tres. Pero a mí personalmente no me han censurado nunca, nunca he tenido ningún problema.

-También trabajó para el mercado francés.

-Muy poco tiempo. Hice un libro llamado Mujeres Fatales basado en las historias del Mique Beltrán centrado en cinco o seis mujeres, que tuvo muy buena acogida y que publicó, efectivamente, una editorial francesa. Después me replegué al mercado español y desde entonces sólo he publicado aquí, aunque la verdad es que he conseguido ver editados una treintena de libros.

¿Sabe cuántos lectores han leído sus obras?

-No podría decir exactamente cuántos ejemplares he vendido, pero sé que son muchísimos más de los que lo creí que podría vender. El más famoso de mis cómics, el que tuvo mejor acogida en el público fue la serie protagonizada Peter Pank, que se sigue reeditando desde 1984, cuando salió publicado el primer álbum. 

-Colabora ahora en El País…

-Si, no ha sido un proceso repentino, sino gradual. En El Víbora estuve durante la década de los ‘80 hasta los ‘90. Al final acabé un poco cansado, y decidí centrarme más en la ilustración. Hice dibujos para cuentos infantiles, trabajos para revistas, portadas de discos… y de ahí salté a El País, ilustrando su sección literaria, Babelia, primero como colaborador y luego en 2014 me ofrecieron una sección propia que llamé Trampantojo. Pero considero que a pesar de todos estos cambios no he perdido la rebeldía inicial que debe tener todo el mundo, tanto en sus planteamientos creativos como en la irreverencia. Pero hay que hacerlo sin mala leche y tener buena puntería para mantener siempre ese espíritu libre.

¿Todavía le indignan muchas cosas?

-Me indignan demasiadas pero la primera que se me viene a la cabeza es la desfachatez con la que se expresan algunos políticos de la ultraderecha y peor aún, el caso que le hacen muchos dándoles sus votos. Me indigna después de lo que viví en los años del franquismo, aunque era un adolescente pero así y todo no comprendo que se les preste oído a ese tipo de mensajes. Parece que el mundo primero se ha parado y ahora va al revés.

-El actor Antonio Banderas dijo recientemente que Franco está más vivo hoy que durante los años ochenta

-Y tiene razón, lamentablemente. Hoy existen nostálgicos de una época que yo creo que ni ellos mismo pueden imaginar lo que era en realidad y el esfuerzo que costó quitarse esa caspa rancia de encima. Es cierto que las alternativas son confusas y poco ilusionantes pero lo que no puedo concebir es que se reivindique algo que ya se ha comprobado lo que era y los resultados que tuvo.

-Usted estudió la carrera de Bellas Artes en Barcelona. ¿Qué recuerdos tiene de aquella institución?

-Era la posibilidad que tenía más a mano y por eso me incliné por lo más cercano a mis gustos. Pero era una escuela superior, con demasiado academicismo y profesores de cierta edad, muy conservadores que en cuanto a arte moderno no pasaban del impresionismo. Eso era lo más atrevido a lo que llegaban. Yo allí no encajaba.

¿No hubo ningún profesor que apreciara su trabajo y posibilidades?

-Sí… algún profesor se salvaba de la mentalidad conservadora. Pero yo tampoco hacía grandes maravillas. Estaba empezando y mi trabajo no era especialmente brillante.

-Supongo que en esos años era difícil acceder a cómics de otros lugares y de otras temáticas.

-Había una tienda pequeña en Barcelona llamada ‘Zap’ que importaba publicaciones de Estados Unidos, a través de Amsterdam y también llegaban de Holanda y Francia. Luego están las inevitables lecturas de cuando eres más joven como las de Tintín, Astérix, Vázquez… y a partir de esas influencias y otras más, creas tu propio estilo. 

¿Cuál es su autor favorito?

-Diría que Robert Crumb aunque su forma de dibujar no tiene mucho que ver con la mía. Pero siempre me ha parecido un ejemplo de ética de autor, aparte de ser un grandísimo artista que nunca ha abdicado de la libertad creativa y pese a las dificultades ha seguido a lo suyo.

-También dibujó El Capital de Karl Marx. ¿Tuvo que leérselo entero? Son miles de páginas…

-No, no, que vá. Me dieron un resumen, y además lo hice a medias con otros dibujantes como Paco Mir de El Tricicle. Nos pasaron un guión y nos limitamos a leerlo. Yo ni siquiera soy marxista. No milito. Lo hice por dinero, fue el primer trabajo que me pagaron.

¿Como ve la situación del cómic hoy?

-Creo que se vive un momento dulce pero la contrapartida es que se publica mucho e incluso a los que son muy fans les resulta casi imposible estar al tanto de todo lo que sale. Las ventas se dividen entre muchos autores, y a cada uno le acaba tocando menos. Es un panorama complicado, pero en el que puedes ver una gran variedad de estilos, temáticas y tener una oferta muy amplia donde escoger.

¿Ve al cine como competencia o cree que ambos medios pueden colaborar?

-Para mí el cine no es una competencia sino un añadido, una industria muy poderosa, muy potente que mueve mucho dinero y capta la atención de un gran número de gente que cuando conocen a través de este medio a personajes como Capitán América, luego acuden a los cómics. Es un proceso de retroalimentación. Nuestra verdadera competencia es internet porque existe tantísima variedad que ha dado lugar a que bajen las ventas de cómics y se produzca el cierre de cines. Internet es un medio que lo absorbe todo, pero también tiene su lado bueno y es que permite que muchos autores se den a conocer desde su casa sin tener que ir a Nueva York. Basta con colgar su trabajo y a partir de ahí consiguen seguidores. Ya hay muchos casos de autores que nacen en internet y luego son contratados por las grandes editoriales.

¿Qué opinión tiene sobre la piratería? ¿Es una manera de que la cultura llegue a todos?

-No. Yo estoy totalmente en contra de la piratería, porque provoca que los autores no puedan vivir de su trabajo y tengan que dedicarse a otras cosas. No concibo esa tierra extraña, en la que todo es gratis. El trabajo bien hecho requiere mucho esfuerzo, y si no se cobra los autores dejarán de hacerlo. La piratería supone la muerte de la cultura. Puede equipararse a eso.

Entrevista realizada por Noé Ramón

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