sábado, mayo 11, 2024

María del Mar Rodríguez: “Me gusta fabular”

La escritora presenta este jueves en Tacoronte Histórica su segunda novela, ‘La tuerta’

Anuncia que escribe ya su tercera obra, con la que cierra la trilogía ‘Relatos de unas islas desamparadas’

“Me gusta fabular”, dice María del Mar Rodríguez para explicar cómo comenzó la aventura de una psicopedagoga que ejercía como orientadora en la educación pública hasta convertirse en una escritora con un seguimiento inesperado para ella. Le gusta fabular, “imaginar qué podría pasar a determinados personajes en un contexto histórico” y, además, es “una mujer previsora”, que cinco años antes de su jubilación se propuso encontrar “alguna alternativa a toda esa dedicación que yo le había puesto al mundo del trabajo, porque es muy vocacional”.

Rodríguez presenta en Tacoronte Histórica este jueves, 9 de noviembre, su segunda novela, La tuerta (Baile del sol, 2023), que, junto a La prestamista (Baile del sol, 2019) y la novela que escribe en estos momentos, formarán “la trilogía Relatos de unas islas desamparadas”, anuncia.

El acto comienza a las 19.00 en la Sala Óscar Domínguez de la Casa de la Cultura, donde la escritora estará acompañada por el historiador Aarón León. Con su libro se abre una agenda que se completa con la presentación de Historias imaginadas de Canarias (Idea-Aguere, 2023), de Domingo Garí-Montllor, también con León, en la misma sala, a las 20.00. Tras las presentaciones, el investigador de lo extraordinario José Gregorio González guiará la ruta Terror en el convento, que parte a las 21.00 desde la puerta del centro cultural.

Las protagonistas de las novelas de Rodríguez son mujeres y esto es una decisión consciente: “me apetece mucho hablar de mujeres, de sus vivencias y ponerlas en el centro de las novelas como protagonistas. Todas ellas –dice en referencia a las mujeres que viven en sus páginas–, de alguna manera reflejan la historia de mis antepasadas, de mi madre, la mía, la de mis amigas, la de todas las mujeres que yo he conocido a lo largo de mi vida, que me han enseñado mucho”.

La tuerta se desarrolla en los años 1946 y 1947, los más duros de la postguerra; su protagonista “es muy peculiar, porque es una mujer que ha vivido el periodo republicano, con lo que eso significó de esperanza, de derechos conquistados, de leyes aprobadas y de oportunidades para las mujeres, que desaparecieron de golpe el 18 de julio del 36, una semana después en La Palma y dos días después en Vallehermoso. Muchas veces me pregunto cómo esas mujeres no se asfixiaron con la pérdida de la esperanza y no fue así porque había que sobrevivir”.

Para quienes aún no conozcan su obra, Rodríguez recomienda que sus nuevos lectores empiecen en la misma secuencia de la publicación, primero, La prestamista y después, La tuerta. Aunque son obras independientes, la protagonista de La tuerta “nació” en La prestamista. “Cuando estaba escribiendo esta primera novela me di cuenta de que esta mujer me encantaba, pero no podía desarrollarla entonces, así que ya tenía claro que iba a ser la protagonista de la segunda obra”, que se desarrolla en la calle Miraflores de Santa Cruz de Tenerife, donde los burdeles conforman un entramado despreciado y aceptado como necesario.

La primera novela se extiende durante casi un siglo, en La Palma, desde 1850 a 1946. A través de la historia de Petra, los lectores pueden conocer las hambrunas que fuerzan la emigración a Cuba, el esplendor y las miserias del siglo de oro palmero, la irrupción de la ideología de izquierdas en una sociedad cansada y desabastecida, la esperanza republicana, la crudeza de la Guerra Civil, los alzados y su lucha por la supervivencia.

“Hay un mito de que aquí no ha pasado nada, que aquí no se ha sufrido, que aquí solo hay sol y turismo. No. Hemos sido unas islas olvidadas y desamparadas y aquí han sucedido muchísimas cosas, nos lo han contado nuestras familias y los historiadores que se han atrevido a investigar en la historia oculta”, afirma.

Sobre su método de trabajo, detalla que, en los primeros años, antes de jubilarse, combinaba trabajo y escritura, pero, en lo básico, el procedimiento no ha cambiado: no planifica el contenido desde el principio, sino que define un marco general y, de resto, se guía por su intuición y por la vida propia que cobran sus personajes, y escribe cuando quiere.

“Como nunca me lo he planteado como una tarea para ganarme la vida, ni tengo ningún tipo de presión, depende de las ganas que tenga. Primero voy creando en mi cabeza posibilidades con una historia, nunca tengo totalmente preparado lo que va a suceder, puede cambiar. Cuando arranco, suelo mantenerme escribiendo muchas horas al día, hasta que me noto cansada o que las cosas que me salen no son frescas o no me gustan. Entonces descanso y descanso y sigo gestando y después me vuelvo a sentar a escribir. La única continuidad es que escribo en el ordenador”.

La documentación, claro, es fundamental a la hora de escribir, como ocurre con cualquier novelista de temática histórica. La autora agradece la existencia de Internet, porque se documenta más rápido, sin necesidad de trasladarse a bibliotecas o archivos. Además, hasta ahora ha contado con dos historiadores que han resultado fundamentales. Se trata de Salvador González Vázquez, profesor de Historia de La Palma, que cuenta con trabajos que le han permitido documentar el periodo en el que se desarrolla La prestamista. González también accedió a realizar una primera lectura de la obra, para detectar y corregir errores básicos. El mismo papel desempeñó el historiador Aarón López con La tuerta. “A mí me da la tranquilidad de que a nivel histórico no hay errores graves”, apunta.

Clubes de lectura

“No me defino como escritora, soy una profesora jubilada que me he echado escribir”, dice María del Mar Rodríguez con modestia, pero lo cierto es que, casi en silencio, han ido creciendo los lectores que tiene, especialmente, lectoras, que la siguen entusiastas allá donde presenta sus libros en una especie de fenómeno “fan” que es desconocido en Canarias con autores de las islas. El recorrido de sus novelas crece casi como en la misma intimidad con la que ha escrito sus novelas.

“A esas personas que me siguen las han ganado la prestamista y la tuerta, las protagonistas de las novelas, Petra, Juana, porque yo soy persona que no es conocida y con pocas estrategias de promoción. Simplemente he presentado las novelas donde me invitan, pero sí hay un elemento que me ha ayudado muchísimo y al que le estoy muy muy muy agradecida: los clubes de lectura de Canarias. Los libros que se han vendido –la dimensión no es exagerada, pero es mucho más de lo que yo pude esperar nunca–, son debidas a los clubes de lectura y se extienden de boca en boca. En los clubes la novela ya está leída. No tengo miedo a destriparla y la gente me devuelve su visión de los personajes de una manera muchas veces asombrosa para mí”, explica.

El encuentro con las lectoras de los clubes –compuestos en su mayoría por mujeres, “porque nos gusta socializar”, explica– tiene para ella un efecto doble: “me cuesta entender y aceptar ese seguimiento, pero también es un regalo de la vida; es una cosa tan bonita, y con lo que yo he escrito, que empecé a escribir el otro día…”.

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