lunes, mayo 13, 2024

Nadie te salvará (Brian Duffield – 2023): El pasado no te define. Por Pedro J. Mérida

Hacía algún tiempo que no me encontraba frente a frente con una de esas películas que tiran de gimmick narrativo para engrandecer la experiencia respecto de cuanto estamos viviendo a través de la pantalla. Lo más reciente que recuerdo es ‘Birdman’, pero quizá porque tengo una tendencia patológica a poner tierra de por medio con este tipo de cintas que condicionan la efectividad del disfrute a que el truco aguante desde el arranque hasta que los créditos finales echen a rodar por la pantalla.

‘Nadie te salvará’ como declaración de intenciones en sí misma, es uno de los conceptos más inteligentes que en este momento se encuentran a disposición del espectador ávido de experiencias únicas a través de plataformas de streaming, en este caso particular en Disney Plus. No se trata de una cinta sencilla de asimilar (aunque su fluidez visual a nivel de ritmo es sencillamente prodigiosa) ya que sus ideas de fondo y lo que realmente está subcomunicando se cuece en la mente del espectador en un más que agradecido fuego lento. Brian Duffield, responsable integral de esta cinta (también firma en solitario la autoría del guión), despliega con notable habilidad las tramas maestras que vertebran su historia durante el primer acto, dejando bien asentadas las reglas del universo en el que nos vamos a mover durante los siguientes noventa minutos.

La joven Brynn (descomunalmente talentosa Kaitlyn Dever) personifica desde los compases iniciales de la película lo que significa vivir bajo los efectos de la cancelación social. Residente en una de esas aparentemente apacibles e idílicas comunidades del medio oeste americano, todo ser viviente alrededor de su hermosa casa no tiene más que actitudes y respuestas hostiles hacia ella. Tal circunstancia no ha convertido a Brynn en una persona resentida o negativa. Más bien por el contrario (haciendo de la carencia, social en este caso, una virtud) ha logrado generar un mundo ideal a su medida en los confines de su propio hogar. Desde el mismo arranque se describe con envidiable elocuencia cinematográfica, a través de sus silentes acciones, como alguien que ha aprendido a vivir con el estigma de ser una persona marginada y sin posibilidades de establecer una mínima conexión cordial con el entorno que la rodea, es capaz de fluir en armonía consigo misma. En los primeros quince minutos ya Brynn se ha ganado la admiración de la audiencia por como es capaz de desenvolverse en los confines de una sociedad que debería integrarla pero que, por contra, la ha privado de cualquier posibilidad de tener el mínimo contacto verbal con sus semejantes.

Presentada esta realidad, que siembra la pregunta de cómo Brynn ha podido llegar a padecer una situación tan injusta (las respuesta a esto se van filtrando con acertado sentido narrativo, colocando las piezas justas y necesarias para que este pueda ir armando poco a poco el puzzle), el silencio de nuestra protagonista va a verse perturbado pasado el acto inicial, por una canónica invasión venida desde el espacio exterior que, además de desplegar todos los posibles homenajes a las cintas más reconocidas del género de apariciones extraterrestres, van a llevarnos durante gran parte del metraje por un verdadero túnel del terror.

Llegados a este punto, y a título puramente personal, no pude evitar encontrar cierto paralelismo a la historia que se nos narra en adelante con el sentimiento que me transmitían las imágenes del video clip de Fiona Apple ‘Across the Universe’. No es baladí, sobre todo por la propia resonancia del título de la versionada canción de Los Beatles, por ser Brynn esa persona que ha logrado su propósito de que nada pueda hacer cambios en su mundo a pesar de la soterrada violencia social que tiene lugar a su alrededor.

En una solución que tiene resonancias fincherianas, la inicial resistencia de Brynn ante la invasión alienígena va a ser el catalizador de una evolución en la mentalidad del personaje principal, gracias al cual los traumas enterrados emergen en una suerte de expiación, abrazando los cambios a mejor que tan inusual situación le van a motivar a hacer frente. En definitiva, aceptar que cuando aquellos que debían estar a tu lado y apoyarte en una situación adversa simplemente encontraron más acomodaticio juzgarte y ponerse radicalmente en tu contra porque se adecuaba más fácilmente al discurso victimista de una sociedad corta de miras, el silencio de Brynn se erige en la verdadera voz interior que le lleva a sublimar su objetivo de construir la mejor versión de su pequeño mundo a través de la aceptación de lo inevitable.

Creo que no existe película en estos momentos que apele mejor a la empatía de la audiencia como este ‘Nadie te salvará’, título que establece una posición ideológica férrea sobre como cada uno de nosotros debe encontrar su propia fortaleza interior para hacer frente a los cambios y adversidades con los que día a día se nos pone a prueba y que trascienden más allá de las posibles convenciones genéricas que a priori nos ofrece. Brian Duffield se convierte de manera automática en uno de esos autores a los que estamos obligados a seguir la pista de cara a futuros trabajos que lo sitúen tras la cámara.

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