DEL CONFLICTO DE ORIENTE MEDIO A LA OLIMPIADA POR LA PAZ. A PROPÓSITO DE SEPTEMBER 5 (EEUU-ALEMANIA, 2024).
1. No quiero ofenderos, chicos, pero todo esto os viene demasiado grande.
En un momento crucial del trepidante, directo, conciso y documentado filme September 5, todo un prodigio de ritmo, montaje e iluminación que irrumpió con fuerza en 2024 en la carrera de los premios y festivales de cine más relevantes, el joven periodista y reportero Geoffrey Mason (John Magaro), al mando de la sala de control de la división de deportes de la cadena ABC News, sobrepasado por los acontecimientos de las últimas horas, se enfrenta a un poderoso dilema. Realmente es una de tantas encrucijadas a resolver junto a su equipo en un fatídico plazo de 22 horas de emisión casi ininterrumpida de programación vía satélite. La cuestión es si suministrarle, o no, al locutor Jim McKay, una información no contrastada. ¿Cuál es la línea entre rigurosa televisión y el simple espectáculo? Roone Arledge (Peter Sarsgaard), legendario ejecutivo de la cadena, le ha sugerido que se le pida a McKay que utilice la expresión “según hemos oído”. Marvin Bader (Ben Chaplin), el director de operaciones, todo un experto en la ética del periodismo, es contrario a decirlo, hasta que esté debidamente contrastada. Esperar la confirmación o perder la exclusiva ante la dura competencia informativa. El plano del rostro del actor protagonista de First Cow (EEUU, 2019), el (segundo) western de Kelly Reichardt, con sus gafas de pasta, la mirada cabizbaja, pensativo y todos los monitores de las imágenes de las cámaras delante suya, lo expresa todo. Los segundos parecen horas. El asunto no es menor. La credibilidad de la cadena de televisión está en juego. La audiencia es mayor que la de Neil Amstrong cuando pisó la Luna.
El reportero estadounidense Peter Jennings (Benjamin Walker), cuando éste ya ha sido enviado a la villa para cubrir la noticia, al fin y al cabo, él tiene el “political background”, le dirá al jefe Roone: Mira, nadie sabe todavía lo que está pasando aquí, así que tenemos que ser muy cuidadosos con todo lo que decimos en antena. Tenemos una responsabilidad periodística aquí. Y no quiero ofenderos, chicos, pero sois deportes. Esto os viene demasiado grande. Los de noticias deberían tomar el relevo. Ni Mason, ni Arledge, ni Bader, poseen experiencia ni conocimiento del conflicto árabe-israelí como para la cobertura de la noticia política del momento, que cambia el panorama completo de la olimpiada, que, a partir de las 4.09 a.m. repasaba la rutina deportiva de la siguiente jornada, cuando comienzan a escucharse disparos en la villa olímpica, a apenas cien metros de la newsroom. La primera decisión que han tomado es no soltar la noticia. Al fin y al cabo, ellos están allí. El equipo de noticias está a miles de kilómetros de Múnich.
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2. El conflicto palestino-israelí en el cine estadounidense.
En los años 70 del siglo XX, el llamado conflicto palestino-israelí, se encuentra en pleno apogeo, ocupando los índices más altos de actualidad y peligrosidad a nivel mundial. La posguerra mundial marca un punto de inflexión. Numerosos judíos supervivientes del Holocausto decidieron desplazarse a su tierra de origen, a orillas del mediterráneo. Palestina es entonces un protectorado, gobernado (a su pesar), por un imperio en pleno proceso de descolonización. Ha sido una imposición de la liga de naciones, desde 1920, fecha en la que Palestina se disgregó del imperio otomano, para convertirse en el protectorado bajo la sombra del imperio de Su Majestad. Los británicos son, por tanto, los responsables de mantener la paz en la región en el nuevo panorama postbélico. Los árabes no respetarán esa paz si los ingleses permiten emigración judía a la zona. Desde 1920, por tanto, los judíos emigran incesantemente hasta la tierra prometida. Cuando desde el Reino Unido se acuerdan restricciones en 1939 a los permisos de emigración a la región, las consecuencias ya empiezan a ser irreversibles. La población judía en Jerusalén (el vocablo significa “Ciudad de la Paz”, en hebreo, y “La Santa” en árabe) y el resto de la región, comienza a ser considerable.
A esta ecuación hay que incorporar una importante variable. Los propios británicos habían prometido, y por escrito, que a los judíos que quieran acudir a la zona se les daría tierras en Palestina. Desde los tiempos de la Primera Guerra Mundial, los británicos habían recabado ayuda judía. EEUU no terminaba de entrar en la contienda, y Rusia, que tenía su revolución en ciernes, se apartaba de la misma. Había que combatir a los alemanes y a sus aliados. La declaración Balfour de 1917, constituyó la plasmación expresa de esa promesa de cesión de tierras en oriente medio. Los términos del expreso “permiso” del imperio británico eran para “el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío” con el matiz de que “…no se hará nada para perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina…”. Una promesa que fue confirmada o reafirmada durante la segunda guerra mundial.
La primera piedra del conflicto en oriente medio tal y como lo conocemos en la actualidad, estaba servido en forma de tratado internacional. El siglo XX sería testigo de la deflagración del conflicto, y el siglo XXI, de su cénit y caos más absoluto. 80 años después del final de la Segunda Guerra Mundial, el conflicto en la tierra de Cristo suena más injusto y victimario que nunca. Los estertores del caos en la región se desatan en 2024, cuando un filme “pequeño” en presupuesto, pero destinado a ser “grande” en ambiciones, pretensiones, y, a juicio de este cronista, en resultados. La película September 5, está en su fase de postproducción.
Final de la segunda guerra mundial. Debido a la existencia del referido documento de 1917, miles de judíos supervivientes, una vez fueron liberados los campos de concentración y de exterminio en Europa, trataron de desplazarse, como decíamos, al lugar de ubicación del pueblo de Israel desde hace millones de años. El propósito: fundar un estado, un hogar, una república. El sionismo, o movimiento político partidario y defensor del asentamiento judío en la región de oriente medio, se había fundado en el siglo XIX, como una de las principales consecuencias del racismo en Europa hacia el pueblo judío en general. Y allí se instalaron, al pie del Mar Mediterráneo, creando las bases para la fundación del Estado de Israel.
En el importante año de 1948, las tropas británicas se retiran definitivamente de la región. Un año antes, Las Naciones Unidas querían tomar la salomónica decisión de hacer una partición del territorio de la región entre la población árabe y la judía. Es una de las compensaciones del mundo occidental al pueblo judío por el sangrante holocausto. La votación se produce. Gana el sí a la partición del país en territorios judíos y territorios árabes. La división, propuesta no era equitativa. No fue aceptada por la Liga Árabe (que representaba los intereses de esa población en Palestina).
El líder sionista David Ben Gurión, ante el desacuerdo internacional, basado en la (ajustada) mayoría del sí de las naciones a la partición, proclama la creación del Estado de Israel en una República presidida por él mismo. En respuesta, las naciones árabes enviaron sus ejércitos. La primera guerra árabe tuvo lugar entre 1948 y 1949, enfrentando a Israel contra Egipto, Siria, Transjordania, Líbano e Irak, en el primer enfrentamiento militar del conflicto árabe-israelí. Era la primera vez que la población judía y la población árabe se disputan el territorio de Palestina. Israel, con su victoria en menos de un año, consolidó el poder sobre prácticamente el 80 por ciento del antiguo territorio palestino. El enfrentamiento supuso la muerte de más de 20.000 personas y la expulsión de la población árabe del nuevo Estado de Israel, población que tuvo que refugiarse en los vecinos países. El resentimiento de la población expulsada y del mundo árabe en general de aquellos años, resuena en nuestro presente con mayúscula intensidad.
Desde entonces, numerosos conflictos bélicos han tenido lugar. Ante la nacionalización del Canal de Suez por parte de Egipto, se produce un ataque conjunto al país, orquestado por Inglaterra, Francia e Israel en 1956. Como resultado de la guerra de los seis días, Israel ocupa la península del Sinaí, los altos del Golán, Cisjordania, Gaza y Jerusalén, todo esto ocurre velozmente en 1967. En 1973 estalla la guerra del Yom Kippur, por la cual Egipto y siria atacan a Israel. Este conflicto concluye con los acuerdos de Camp David, con la mediación de EEUU en 1978, año que Egipto suscribe la paz con Israel.
La exhibición de posiciones de fuerzas, los constantes desafíos, atentados en el suelo extranjero, por las organizaciones terroristas fundadas por Palestinos (La OLP, organización para la liberación de Palestina, se crea en 1964), con el fin de lograr la independencia y atentar contra intereses sionistas, como los constantes secuestros de aviones para pedir el rescate a cambio de presos políticos, la falta de implicación de determinados estados, principalmente árabes, que constituían el puerto seguro tras los atentados (pues miraban hacia otro lado cuando los terroristas se dirigían a sus aeropuertos, si no le daban expreso cobijo), se convierten, junto a los ataques israelíes a campos de refugiados palestinos como el de Shabra o Chatila, en la moneda de cambio más habitual en un conflicto enquistado. Superpuestas poblaciones de judíos y palestinos conviven en el mismo territorio, éstos últimos, o expulsados y hacinados en campos de refugiados de otros países, como el mencionado de Chatila, en Líbano, o recluidos en los territorios palestinos (Cisjordania y la superpoblada franja de Gaza).
Éstos han constituido los eslabones más llamativos de la compleja realidad geopolítica de la región. Los años 70 del siglo XX son especialmente llamativos para el mundo en este conflicto. Ni las guerras siguientes, ni el derecho internacional, ni las naciones unidas, transformadas en la ONU, ni sus resoluciones, han terminado de dar solución a la alteración de la paz, donde opera un difícil desequilibrio de fuerzas. Algunas famosas negociaciones para la solución de conflictos (que se estudian en las universidades), se combinaron con momentos de implacable beligerancia. El israelí vive rodeado de enemigos. La consigna es hay que ganar con contundencia todo enfrentamiento y guerra. Si pierden alguna de las guerras en la que se involucra por sus territorios o con sus países vecinos, no le quedará absolutamente nada. El pueblo palestino de igual modo considera que pertenece al mismo lugar y que si se comprime y se provoca enfrentamiento de manera perpetua, lo lógico es que se reaccione.
El cine, la literatura y la televisión, levantan acta de algunos episodios mencionados, de una manera popular. Destacan dos filmes concebidos para la pantalla grande en la década de los años 60. Éxodo (Exodus, EEUU, 1960), filme de tres horas y veintiocho minutos de duración, dirigido y producido por el alemán Otto Preminger, con guion de Dalton Trumbo, basada en la novela de Leon Uris. Rodada en localizaciones originales de Chipre e Israel, Éxodo narra la historia del buque carguero que da nombre al filme (primero llamado Olympia, rebautizado inmediatamente con el nombre bíblico), en analogía al viaje del pueblo de Israel desde Egipto en la antigüedad, descrito en uno de los libros de la biblia con el mencionado nombre. El carguero logró embarcar a alrededor de 600 personas, supervivientes al holocausto, trasladados desde Alemania, a los campos de refugiados de la referida isla del Mediterráneo (concretamente al centro de refugiados de Caraolos). De ahí al protectorado británico de Palestina, con el propósito fundacional, el mencionado de erigir el Estado de Israel. El filme de Preminger llega hasta los primeros instantes de la creación de la mencionada república, y el comienzo de la referenciada contienda de 1948 a 1948. Paul Newman y Eve Marie Saint encabezan el cartel, rodeados de un estelar equipo de actores. Sal Mineo, Peter Lawford, Ralph Richardson, Hugh Griffith, John Derek o Lee J. Cobb componen el proverbial reparto de un filme realmente espléndido y detallista.
El otro ambicioso filme de Hollywood de aquellos años sesenta fue La Sombra de un Gigante (The Cast of a Giant Shadow, EEUU, 1966),escrita y dirigida por Melville Shavenson, basada en un libro de Ted Berkman. Protagonizado por Kirk Douglas y Senta Berger, en el casting podemos ver actores como Topol (el célebre Violinista del Tejado en la película musical del mismo título dirigida por Norman Jewison en 1971), Angie Dickinson, James Donald, Stathis Giallielis, y en papeles secundarios, nada menos que a John Wayne, Yul Brynner o Frank Sinatra. El filme aborda la tantas veces mencionada primera guerra árabe israelí, desde el punto de vista de un personaje histórico, estadounidense de origen judío, el comandante Markus (interpretado por Douglas), que sería el primer general del ejército israelí.
1971 es el año de la llegada a las librerías del libro Oh, Jerusalem!, escrito por los periodistas Dominique Lapierre y Larry Collins, best seller esencial para entender el conflicto árabe-israelí. Constituye un libro tan voluminoso como ambicioso que trata de comprender todas las posiciones del conflicto. El punto de vista es la historia de dos amigos de la infancia uno de cada bando y su devenir ante la partición y las guerras venideras. Lapierre y Collins son igualmente los autores de ¿Arde París?, también adaptada al cine, y El Quinto Jinete, entre otros libros de gran éxito aquellos años. La novela, que tentó a cineastas como Costa-Gavras y William Friedkin, que trataron de llevar a cabo una adaptación al cine, se quedaron con las ganas. Sería el realizador de origen judío, Elie Chouraqui quien estrenaría en 2006 una adaptación de la mencionada novela, escrita por él mismo con Didier Lepêcheur.
La televisión estadounidense, consciente del enorme interés con el que el público seguía los ingentes acontecimientos que llenaban la programación de los medios de comunicación en los accidentados años 70 del siglo XX, y cuyo seguimiento periodístico registraba ingentes índices de audiencia, encadenó algunas producciones importantes. Dos acontecimientos se llevaban la palma:
- Uno era la captura del llamado “arquitecto de la solución final” Adolf Eichmann (ejecutor del exterminio planificado meticulosamente de los 6 millones de judíos en los diferentes campos de exterminio europeos). La detención se produjo en Buenos Aires en 1960 y fue ilegalmente trasladado a Israel para un enjuiciamiento que contraviene las normas más elementales de derecho internacional y garantías procesales. El suceso y juicio posterior fueron seguidos profusamente por la opinión pública.
- El otro era el secuestro del avión comercial, vuelo 139 de Air France, procedente de Tel-Aviv, con destino París y escala en Atenas, donde embarcaron terroristas palestinos y alemanes, que secuestraron el aparato, y terminó siendo liberado por un comando israelí en Entebbe, Uganda.
Ante tamaña actualidad, las producciones, reunieron importantes equipos técnicos, y elenco de actores relevantes, y fueron estrenadas en cine en el mundo, además de emitidas por televisión. El punto de vista siempre era inequívocamente favorable a Israel. Al fin y al cabo, poseen una cuota de poder e influencia muy grande en EEUU y en la industria del cine en particular. La segunda guerra mundial estaba muy próxima. Los 6 millones de judíos exterminados en los campos de concentración pesaban mucho. Para recrear ambos hechos, la industria del entretenimiento masivo recurría al álgido conflicto de oriente medio y a sus repercusiones en las diferentes geografías de un mundo, que ya empezaba a ser un universo globalizado.
El secuestro de Eichmann en Buenos Aires, y el posterior enjuiciamiento en Israel, fue documentado entre otros por la filósofa Hanna Arendt, corresponsal en Jerusalén, en su importante manual Ensayo sobre la banalidad del mal. La captura, el interrogatorio y posterior procesamiento del oficial de las SS Adolf Eichmann ha sido numerosas veces abordado por el cine y la televisión. Fue localizado por la red de simpatizantes con el sionismo, y secuestrado en Buenos Aires por parte de un comando del servicio secreto israelí (el Mossad). Un furtivo traslado entre la valija diplomática a oriente medio, para un publicitado juicio en Jerusalén, por 15 cargos criminales, donde desfilaron nada menos que unos 112 testigos, muchos de ellos supervivientes de los campos de exterminio. Eichmann y el mediático proceso se convirtieron, por tanto, en un instrumento de catarsis colectiva, y de reafirmación de la identidad del Estado de Israel, con el fin último de procurarse respecto entre la comunidad internacional.
El telefilme por excelencia del hecho histórico es sin duda A la Caza de Eichmann(The House of Garibaldi Street, 1979), dirigida por Peter Collison, un eficiente realizador británico curtido en la televisión de su país, y realizador para el cine de Un Trabajo en Italia (Italian Job, 1969) entre otros trabajos. Rodada en España, esta película se inspira en el libro escrito por Isser Haren, el jefe del Mossad responsable del operativo del mismo título. Narra con todo lujo de detalles la llamada operación Garibaldi. Desde el comienzo, los créditos aparecen en pantalla a través del teletipo imprimiendo sobre el papel la información emitida por el fiscal alemán Fritz Bauer, informando al servicio secreto israelí del paradero del ex mandatario nazi.La planificación, y desarrollo y ejecución del secuestro el 11 de mayo de 1960 y su posterior traslado a Israel el 21 de mayo, están narrados de manera meticulosa. El filme suministra una ingente cantidad de información y resulta didáctica, entretenida y eficaz, pese a la lectura pro judía. Está interpretada en sus principales papeles por el mencionado Topol, Martin Balsam como Isser Haren o Leo McKern como el primer ministro israelí David Ben Gurión, entre otros actores.
No podemos olvidar en esta trayectoria otro trabajo importante del período. El Hombre de la Cabina de Cristal (The Man In The Glass Booth, 1975), dirigida por Arthur Hiller, es otra aproximación a la figura del arquitecto de la solución final, solo que esta vez, el acercamiento es un tanto metafórico o indirecto. La película del director de Love Story (EEUU, 1970) o El Hombre de La Mancha (The man from La Mancha, EEUU, 1972), Está basada en una obra teatral, escrita por el actor y escritor Robert Shaw, que se estrenó el 27 de julio de 1967 en el St. Martin’s Theatre de Londres, bajo la dirección de Harold Pinter. Cuenta la historia de Arthur Goldman (interpretado por el actor alemán Maximilian Schell, que obtuvo una nominación al óscar por su trabajo en el film) superviviente de los campos de concentración, que logró escapar a Nueva York, convirtiéndose en un próspero hombre de negocios. Debido a su parecido físico con Adolf Dorff (uno de los nazis responsables, se dice, de la solución final) es secuestrado por un comando israelí, conducido al estado judío y juzgado en un tribunal cuya ubicación para el acusado es una cabina de cristal. Obviamente, la obra teatral de Shaw y la película de Hiller parafrasean la captura del criminal de guerra nazi, introduciendo una reflexión incomoda: ¿qué habría sucedido si se hubiera secuestrado y se sometiese a juicio al hombre equivocado?
Dos telefilmes ambiciosos, plagados de estrellas principalmente del Hollywood clásico, como solía ocurrir con los filmes del subgénero denominado “de catástrofes” propio del período, se ponen en marcha nada más ocurrir el secuestro del mencionado avión comercial, en el trayecto de Atenas a París. Ambos filmes se estrenan el mismo año de 1976, en el que ocurre el mencionado secuestro que culmina en Uganda. Uno es Victoria en Entebbe (Victory at Entebbe, EEUU, 1976), dirigido por Martin J. Chomsky, de poco más de dos horas, escrito por Ernest Kinoy. Helmut Berger, Linda Blair, Kirk Douglas, Richard Dreyfuss, Burt Lancaster, Elisabeth Taylor, Helen Hayse y Anthony Hopkins como el primer ministro Ravin, encabezan el espectacular reparto. El otro filme es Brigada Antisecuestro (Raid on Entebbe, EEUU, 1976), dirigido por Irvin Kershner, de dos horas y media de duración, escrito por Barry Beckermann, protagonizado por Peter Finch como el primer ministro Ravin, Charles Bronson, Yaphet Kotto (como el primer ministro ugandés Amin Dada), Horst Bucholtz, Martin Balsam, John Saxon o Jack Warden, Sylvia Sydney y Stephen Macht.
La filmografía israelí se hizo igualmente eco al año siguiente del suceso, con una producción de generoso despliegue de medios, concebida directamente para el cine, con coproducción del propio gobierno y la fuerza aérea israelíes. Operación relámpago (Mivtsa, Yonathan, Israel, 1977), de Menahem Golan, escrita por Ken Globus, Menahem Golan y Clarke Reynolds, fue protagonizada por Yehoram Gaon en el papel del teniente coronel Yonathan Netanyahu (hermano del primer ministro Benjamín Netanyahu), protagonista del filme, junto con los actores alemanes Klaus Kinski y Sybil Danning, que interpretan a los dos secuestradores de esa nacionalidad. Como curiosidad, figuras públicas del período, como el primer ministro Yitzak Ravin, Shimon Pereso Yigal Allon, aparecen en imágenes reales cedidas para el montaje final del largometraje. Tres de los cuatro aviones Hércules que se emplearon para la operación real, se usaron igualmente en el filme. Obtuvo una nominación en la categoría del óscar a la mejor película extranjera.
La década de los 90 registra un filme adicional sobre Eichmann y el nuevo milenio algunas otras relecturas no exentas de atractivo, y construidas desde otras mentalidades más abiertas y enriquecedoras al conflicto de oriente medio.
La producción para la televisión por cable americana, La Caza de Eichmann (The man Who Captured Eichmann, 1996) es dirigida por William A. Graham. Filmada en los escenarios reales argentinos del barrio de San Fernando, a las afueras de Buenos Aires, donde el magnífico actor norteamericano Robert Duvall interpreta a Adolf Eichmann (nominado al premio Emmy por el papel), focaliza la trama en el secuestro del oficial nazi y su confrontación dialéctica con Peter Malkin (interpretado por Arliss Howard), el agente del comando israelí que se encargó de modo directo de su reducción física, en las largas charlas que mantuvieron los días que mediaron entre su secuestro (11 de mayo de 1960) y su traslado a Israel (21 de mayo de 1960). El guion de Lionel Chetwind, muy bien documentado, se inspira en el libro escrito por Malkin y Harry Stein Eichmann in my hands. El filme resulta preciso y equilibrado en la dosificación de la información, proporcionando magníficas líneas de diálogo a los personajes. El gran duelo interpretativo de Duvall y Howard, termina de enriquecer la propuesta.
Ya entrados en el milenio, Eichmann (Reino Unido-Hungría, 2007), dirigida por Robert Young, se ocupa magníficamente del interrogatorio en sede policial en Jerusalén, previo al enjuiciamiento, una vez el oligarca nazi es secuestrado en Buenos Aires y conducido a Israel. El cara a cara en dependencias policiales, entre el interrogador, Avner Less (Troy Garity), descendiente de una víctima del holocausto y el que fuera alto mandatario alemán (interpretado magníficamente por Thomas Kretschmann), muestran un interrogatorio previo al juicio exento de las debidas garantías, entre las cuales destaca la falta de presencia letrada. La conversación de ambos hombres, constituye la médula de este correctísimo filme de 96 minutos, escrito por Snoo Wilson.
The Eichmann Show (Feelgood Fiction Production-BBC TV, 2014), de Paul Andrew Williams, es un soberbio telefilme que no deja pasar la oportunidad de destacar la importancia del proceso judicial contra Adolf Eichmann para la credibilidad de los supervivientes de los campos, cuyo relato acerca de lo que allí ocurría era, paradójicamente puesto en entredicho por la comunidad Internacional, incluidos ciertos sectores de la propia comunidad judía mundial. El punto de vista de esta tv movie tiene que ver con la realidad de que el proceso del oligarca nazi fue televisado para el mundo, en competencia por los implacables índices de audiencia, nada menos que con el viaje espacial de Yuri Gagarin, o el desembarco de tropas en la bahía de Cochinos en Cuba orquestado por la CIA. En esta línea The Eichmann Show posee un punto de vista del hecho histórico que aborda, similar al del filme de Tim Fehlbaum, September 5. Precisamente el punto de vista elegido por el realizador Paul Andrew Williams y el guionista Simon Block, es el del equipo de hombres y mujeres que hicieron posible las históricas retransmisiones. El productor Milton Frutchman y el director Leo Hurwitz llevan la supervisión de las películas diarias filmadas con cámaras ocultas colocadas estratégicamente en la sala del tribunal. Las imágenes tomadas en el juzgado de Jerusalén, constituyen la primera serie de documentales difundidos por televisión a nivel mundial, causando una importante conmoción en todo el planeta. El telefilme deviene en agilidad, precisión, y combina la ficción con extractos de imágenes reales del proceso. Se adopta el punto de vista de Leo Hurwitz, personaje que goza de un desarrollo bastante rico y atractivo a lo largo del filme. El veterano realizador ha sido muy bien comprendido por el muy solvente actor Anthony LaPaglia, que realiza una memorable composición. Hurwitz era un prestigioso director de televisión estadounidense, de ascendencia judía, caído en desgracia debido a sus ideas de izquierdas. Tras 10 años incluido en la lista negra del Comité de Actividades Antiamericanas, logra salir de las mismas, al ser llamado por Frutchman para dirigir el «show». El empeño de aquél por captar la esencia del mal, y algún rasgo de humanidad en el acusado, sirve de pretexto para una aguda reflexión sobre el enorme poder de los medios de comunicación sobre las masas. Un filme, en definitiva, muy correcto, de un gran interés social y humano y muy complementario con el filme de 2024, objeto del presente análisis.
En otro contexto geo-político, menos proclive a erigirse en un filme propagandístico israelí, dotada de un punto de vista mucho más crítico, se estrena 7 días en Entebbe (Entebbe, EEUU, 2018), sobre el tantas veces referenciado secuestro del avión comercial que termina en el país africano. Dirigida por José Padilha, escrita por Gregory Burke, fue protagonizada por Daniel Bruhl, Rosamund Pike, Ben Schnetzer, Zina Zinchenkoy o la Batsheva Dance Company, entre otros. El filme es muy crítico con las actitudes y decisiones del gobierno israelí de entonces.
Finalmente, de un modo casi elíptico o residual, la liberación de los pasajeros de ese vuelo comercial en Entebbe, puede verse en los momentos finales del filme dirigido por Kevin McDonald, El Último Rey de Escocia (The Last King of Scotland, Reino Unido, 2006), donde Forest Whittaker, en una interpretación que le valió el óscar de la Academia, interpreta al dictador de Uganda, Iddi Amin Dadá. El filme, escrito por Peter Morgan y Jeremy Brock, contiene el punto de vista del médico personal del déspota africano, el escocés Doctor Nicholas Garrigan (interpretado por James McCavoy).
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3. Aquel radiante día de septiembre de 1972. Precedentes en el cine, televisión y documentales.
5 de septiembre de 1972. En plenas olimpiadas, la masacre de 11 deportistas israelíes, miembros de su equipo olímpico, que siguió a su secuestro y toma como rehenes por parte de un comando de 8 hombres pertenecientes a la secreta organización palestina, Septiembre Negro. El plan era convertirlos en instrumentos de negociación para la liberación de 234 prisioneros palestinos, fedayines (combatientes palestinos en forma de guerrilla contra el Estado de la Estrella de David por la independencia de Palestina). Dichos prisioneros se hallan en prisiones israelíes. La organización terrorista también exigió que Alemania liberase a Andreas Baader y a Ulrike Meinhoff, fundadores de la denominada facción del ejército rojo, que sería conocida también como Baader-Meinhoff.
Después de haber asesinado a Moshe Weinberg, entrenador de esgrima, y el luchador Yosef Romano, los terroristas capturaron a nueve israelíes: Ze’ev Friedman y Avid Berger, pesistas; Yakov Springer, juez de pesas; Eliezer Halfin y Mark Slavin, luchadores; Yossef Guttfreund, árbitro de lucha libre; Kehat Shorr, entrenador de tiro; Andre Spitzer, entrenador de esgrima, y Amitzur Shapira, entrenador de atletismo. A la 1.30 de la madrugada del 6, sus cuerpos yacían inertes en el aeropuerto militar de Furstenfeldbruck, unos carbonizados, otros con numerosos proyectiles en sus cuerpos. Cinco de los ocho terroristas yacían igualmente inertes. Los otros tres fueron liberados al mes siguiente, a cambio de los rehenes de otro vuelo comercial secuestrado de la compañía Lufthansa.
El suceso convirtió unas alegres y coloridas olimpiadas por la paz, las vigésimas de nuestra era, en una crónica negruzca, donde volvió a derramarse sangre judía en suelo alemán. El terrorismo internacional, que se había mezclado entre la gente, tanto en la villa olímpica, como en los hogares de los televidentes, obtenía su primera gran victoria. Eran las segundas olimpiadas celebradas en suelo germano. Las primeras habían tenido lugar en Berlín, de 1936, durante el Tercer Reich, inmortalizadas para el cine por la directora alemana Leni Reifenstahl, poco antes del comienzo de la segunda guerra mundial. Para evitar comparativas, la atmósfera de 1972 era mucho más amistosa y pacífica. El dispositivo de seguridad era enormemente permisivo y laxo, sin puestos de control en la valla perimetral. No había personal armado circulando por la villa. El cine estadounidense, en la línea expuesta, rápidamente se hacía eco de sucesos tan espectaculares como trágicos, que conmovieron al mundo, y cambiaron los protocolos de seguridad para siempre.
Llama profundamente la atención el documental Visions of Eight (EEUU, 1973), cuyo estreno mundial tuvo lugar en la edición del Festival Internacional de Cine de Cannes de ese mismo año de 1973. Este cronista tuvo la ocasión de visualizar el pase de una copia restaurada en la 76 edición del Festival, celebrado en mayo de 2022. La Sala Buñuel, ubicada en la quinta planta del Palacio de Congresos y del Festival, en la sección retrospectiva, era el lugar ubicado para el referido pase. 8 cineastas del mundo (Arthur Penn, Milos Forman, Claude Lelouch, Kon Ichikawa, Yuriy Ozerov, Michael Pflelgar, Mai Zetterling y John Schlesinger), dan su respectiva «Visión» de las Olimpiadas de Munich de 1972, sin entrar en el análisis del secuestro. Al equipo olímpico de Israel va dedicado el filme. Llama la atención profundamente la tercera de las seis «visiones». El segmento dirigido por Arthur Penn, The Highest (Lo más alto). El cineasta revolucionó el cine estadounidense con su filme Bonnie & Clyde (EEUU, 1967), no sólo abriendo la puerta al «New Hollywood», sino a una concepción de la violencia en el cine, que incluye disparos en el rostro, montaje corto, previo a la explosión de violencia, y cámara lenta para desarrollar es estallido de la misma y mostrarla en toda su extensión. Concepción ésta de la violencia que harían suyas Sam Peckinpah y otros, y que venía de Akira Kurosawa. Al observar en la pantalla a los deportistas saltando con pértiga (a cámara lenta) con el objetivo de sortear una barra a gran altura, unas veces lográndolo otras no, resulta difícil no pensar, ni asociar esas imágenes con las mencionadas ideas visuales. Parece que, en un momento dado, los atletas van a recibir disparos a quemarropa, en esa asociación de ideas propias de la cinefilia. El montaje (Dede Allen es una de las grandes editoras del cine estadounidense), la cámara lenta y la textura del color parece intuir la escenificación antes referenciada. Christian Aguilera en su imprescindible monólogo que comprende la filmografía de Arthur Penn afirma sobre este documental lo siguiente: Sin margen de error, Visions of Eight (1973), a día de hoy, aún sigue siendo considerado uno de los documentales más emblemáticos circunscritos al mundo de los Juegos Olímpicos preferentemente por la fortuna de haber reclutado a ocho realizadores de categoría mundial, la mayor parte de los cuales en franca progresión en sus respectivas carreras en aquel período. (1)
El ya mencionado cineasta William A. Graham fue el director elegido para capitanear, siguiendo el patrón referenciado, el telefilme estrenado en cines a lo largo del mundo, 21 horas en Munich (21 Hours in Munich, 1976), con guion del también novelista Howard Fast y el habitualmente guionista de televisión Edward Hume, basado en la novela de Serge Groussard. 21 horas en Munich fue filmada en los lugares donde todo ocurrió, es decir, en la villa olímpica, sus pasillos, pabellones, dependencias, las propias habitaciones del equipo olímpico israelí, o el mismísimo aeropuerto de Furstenfeldbruck. Combina imágenes de ficción con imágenes reales de los juegos y del despliegue policial y de tanques por la ciudad una vez se van desarrollando los acontecimientos. El telefilm reconstruye en apenas 100 minutos todo el suceso magníficamente. Comienza a las 4:09 de la madrugada, concluyendo bien entrada la noche siguiente, con todo el desencadenante de la tragedia. La mayor carencia viene dada por actores estadounidenses interpretando personajes alemanes. William Holden como Manfred Schreiber, el jefe de la policía de Múnich, Richard Basehart como el canciller alemán Willy Brandt, y Shirley Knight como Anneliese Graes, la agente de seguridad de la villa olímpica convocada para establecer una cordial línea de diálogo con los secuestradores palestinos. En cualquier caso, el telefilme potencia el drama, no sólo desde el punto de vista de los deportistas secuestrados. Trata de conceder algo de humanidad al líder de los secuestradores, Lutif Afif, que se hacía llamar “Issa” (Jesús, en árabe), interpretado correctamente por el italiano Franco Nero, con un atuendo muy similar al llamativo original, es decir, con traje y sombrero blancos. Es el instante que capta una de las conversaciones del terrorista con la referida guardia de seguridad, donde le cuenta la paradoja de que su padre es judío y que él nació en Galilea, mucho antes de que fuese ocupada por los sionistas. La postura de Israel de no negociar con los terroristas palestinos y la publicidad en la comunicación de la misma por medios radiofónicos, para conocimiento de los palestinos, complicando las negociaciones; la posición del gobierno alemán, donde el canciller Brandt deja claro que un país con honor no puede permitir la fuga de los terroristas con rehenes; las importantes tomas de decisiones a las que se enfrentan las fuerzas policiales: si el rescate debe tener lugar en la propia villa olímpica, en las mismas dependencias del secuestro, o en el subterráneo trayecto hasta los helicópteros, o en el referido aeropuerto militar; la falta de cooperación entre los países, reflejada en la negativa del alto mandatario egipcio de tener nada que ver con el asunto, ni de colaborar con Alemania, mirando para otro lado si los terroristas vuelan a su aeropuerto; o el caótico y monumental atasco en las autovías de camino al aeropuerto, se dice, que por culpa de la difusión por parte de la prensa (cuando realmente hacen su trabajo), atascos que impiden a la policía más especializada llegar a tiempo para liberar a los rehenes. Un filme, en definitiva, enormemente popular en la década, como los demás largometrajes mencionados, y que han caído en un considerable olvido en los tiempos que corren, pese a la utilidad de los mismos para el análisis del conflicto.
Para asistir al estreno de una película que recree la ficción del atentado en la villa olímpica germana, aunque someramente, tenemos que esperar al filme Múnich (Munich, EEUU, 2005), de Steven Spielberg. El filme marca el comienzo de una estrecha colaboración del cineasta con el dramaturgo y premio Pulitzer, Tony Kushner, creador de la serie Ángeles en América (Angels in América, HBO, 2003). Kushner adapta la novela Venganza: El relato verídico de una misión antiterrorista israelí, escrito por George Jonás. El filme y la novela relatan, con marcado tono político, la selección de un comando de cinco hombres que llevaría adelante la represalia del gobierno israelí después del atentado a los deportistas de ese país en las Olimpiadas alemanas de 1972. La operación se denominó “La Cólera de Dios”. Se acabó en Roma con el reclutador del comando de Munich. En los años siguientes se acabó con 14 presuntos terroristas. El asesinato por error de un camarero marroquí en Noruega hizo que la primera ministro Golda Meir desactivase el comando.
Para Oliver Bousquet, Arnaud Devillard y Nicholas Schaller, “Spielberg resurge, tras un período de silencio, con películas de inspiraciones muy diversas y con una conciencia política tan audaz como inédita, en su caso. El punto culminante de esta nueva etapa es Múnich, la película más arriesgada de su carrera” (2).
Tomás Valero considera respecto a este importante filme que “…Múnich es un trasunto de las tensiones entre Al Qaeda (Septiembre Negro) y Estados Unidos (Cólera de Dios), o, lo que es lo mismo, entre la yihad más exacerbada y el evangelismo más ultramontano de George Bush Jr. De tal revelación da testimonio el plano final del Skyline de Nueva York con las torres gemelas, aún incólumes, al fondo de la imagen” (3).
Existen, por otra parte, otros documentales recientes sobre estos hechos, que demuestran cierto interés historicista y humano, entrando a hablar y valorar el conflicto de oriente medio, abordando todos los puntos de vista a la vez que reconstruyendo meticulosamente el trágico suceso. Vamos a destacar dos de ellos. Septiembre Negro (Der Olympia-Mord: München ’72 – Die wahre Geschichte Alemania, 2006, dirigido y escrito por Sebastian Dehnhardt, Uli Weidenbach y Manfred Oldenburg es uno. Incluye la reconstrucción de los hechos, combinando entrevistas e imágenes reales, y las represalias posteriores del Estado Israelí (el mencionado filme de Spielberg estaba muy cercano en el tiempo), que incluyen bombardeos a campos de refugiados palestinos y ataques a miembros de la cúpula de las organizaciones palestinas más representativas. El documental, que entrevista a miembros de comandos israelí que participaron en algunas de estas misiones de represalia, como Ahvd Barak o Muki Betser, subraya cómo el suceso marca una nueva era en el terrorismo Internacional, así como una revisión de todos los protocolos de seguridad.
El otro importante botón de muestra lo constituye el espléndido documental 1972 Munich’s Black September (Alemania, 2022), dirigido por Christian Stiefenhofer, con guion de Kathrina Edinger y Theresa Moebus. Se construye sobre la figura del miembro de la policía bávara, y parte de una premisa única. Ankie Splitzer, la viuda del deportista olímpico Andrei Splitzer, recibe en su domicilio de Tel-Aviv en 2021, al agente de la policía bávara retirado Guido Schlosser y a su hija, Patrizia Schlosser, que hará las veces de traductora al inglés, para que la conversación entre ambos sea fluida. Dicho encuentro se erige en las primeras disculpas, y la primera explicación, por parte de un agente de la policía alemana a la viuda del deportista olímpico, sobre la realidad de los hechos allí acontecidos, reconociendo cierta negligencia a la hora del desarrollo de los hechos. Negligencia que viene dada en una doble vía. La carencia de un “plan b” a unas olimpiadas serenas y tranquilas (en la villa olímpica no había, como decíamos, una policía especializada, ni armada, pues primaba un claro objetivo reconciliador y de limpieza de la imagen represiva de la autoridad alemana, todavía demasiado recientes los trágicos sucesos de la segunda guerra mundial). El otro pilar de la indolencia viene dada por la carencia de experiencia de la mayoría de los agentes empleados en el aeropuerto militar de Furstenfeldbruck, cuando se acercaba el momento de la confrontación para la liberación de los rehenes en el aeropuerto militar, que acabó con la masacre. A todo ello este segundo documental, añade imágenes que combinan las históricas de archivo de las olimpiadas del 72, y del conflicto de oriente medio, con secuencias actuales, tanto de los campos de refugiados palestinos (5 de los 8 terroristas palestinos provenían del mencionado campo de Chatila, Líbano), como imágenes de Tel-Aviv. Todas esas secuencias se coordinan con algunas de ficción, ambientadas en 1972. Se subraya como la problemática más compleja del problema de oriente medio, viene dada por la cuestión de los refugiados palestinos. Existen más de 2 millones de personas repartidas por los países árabes de la región. Muchas de ellas permanecen agolpadas y hacinadas en los referidos campos de refugiados. Contundentes entrevistas, por ejemplo, a uno de los terroristas supervivientes, Jamal Al Gashey, a miembros del servicio secreto israelí frustrados porque no pudieron desplegarse en la ciudad germana por razones de seguridad, y a otros agentes de la policía bávara, completan una propuesta realmente apasionante.
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4. El punto de vista del Newsroom. Si disparan a alguien en televisión en vivo y en directo, ¿de quién es esa noticia? ¿es nuestra? o ¿es suya?
Un joven adolescente suizo, nacido en 1981, Tim Fehlbaum, estudiante de cine en la Universidad de Televisión y Cine de Múnich, vio el documental Un día de septiembre (One day at September, Reino Unido, Suiza, Alemania, 1999), opera prima del documentalista y director de cine ya mencionado Kevin McDonald, nieto del realizador húngaro Emeric Pressburger. Ganador del óscar al mejor documental en la primera ceremonia de la entrega de premios de la academia del milenio, Un día de septiembre, recorre los sucesos de las olimpíadas de Múnich desde un punto de vista enormemente crítico y desencantado. Se subraya la descoordinación de la policía bávara y se condena cómo los medios de comunicación retransmitían imágenes en directo que revelaban al mundo entero, pero también a los terroristas en la villa olímpica, y los vanos intentos policiales de entrar a las habitaciones donde el equipo olímpico estaba retenido. El filme narrado por el actor Michael Douglas, remarca el final de la inocencia y el principio de una era de controles transfronterizos, de férreas zonas de seguridad en los aeropuertos, que se agravaría aún más a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Testimonios de familiares de las víctimas, el del antes referido miembro del comando de Septiembre Negro secuestrador, Jamal Al-Gashey, liberado a los pocos días de la masacre de Múnich, junto a los otros dos secuestradores supervivientes, por parte del gobierno alemán, como exigencia del secuestro de otro avión comercial. El documental denuncia como dicha liberación encubre el acto defensivo del gobierno germano de evitar que un juicio mediático, ponga en evidencia la incompetencia de su policía bávara en la gestión de la crisis. Cierta codicia del comité olímpico, que no quiere suspender los juegos, las negativas de la policía alemana de colaborar con el Mossad israelí, esgrimiendo razones de soberanía, o la necesidad de los palestinos de llamar la atención en un lugar concurrido por las cámaras de televisión del mundo entero, hace que el documental sea absolutamente crítico con todos los implicados, dejando un calculado regusto salobre que impresiona al joven futuro realizador nacido en Suiza.
Tim Fehlbaum, tomó, por tanto, conocimiento de los hechos acontecidos en Múnich en 1972, a través de este magnífico documental de Kevin McDonald. Como ya tenía clara su vocación como cineasta, decidió que haría algún día una película sobre tales hechos. La idea la comparte con amigo y compañero de promoción, el también estudiante de cine y televisión, Moritz Binder. Quién les habría dicho que su texto resultante sería candidato el Óscar al mejor guion original.
Pasan los años, Fehlbaum dirige dos filmes distópicos especulativos sobre ciertas catástrofes ecológicas que asolan nuestro planeta. Los filmes son The Colony (Alemania, 2021) y Hell (Alemania-Suiza, 2011). Llega 2022, año del 50 aniversario de los Juegos Olímpicos de Múnich. Es el momento de sumergirse en los hechos acontecidos durante las olimpiadas de 1972.
La primera de las evidencias que deben tener en cuenta los dos guionistas, es la existencia de ingente material audiovisual de los hechos históricos. Como estudiantes de televisión además de cine, Fehlbaum y Binder tras realizar una investigación, se pregunta cuál será el punto de vista que debe elegir para la narración. Los hechos de septiembre de 1972 marcaron todo un punto de ruptura en la historia de la televisión. Fue la primera vez que el público veía desde el salón de su hogar eventos emitidos al mundo entero a tiempo real. Fue la primera vez, por tanto, que una cadena de televisión emitió imágenes en directo de un atentado terrorista. Como fue la primera vez que se utilizó retransmisión vía satélite, la emisión la vieron 900 millones de personas en todo el mundo. Los cineastas comienzan a llegar a su historia. Un equipo de la división de la cadena de televisión ABC, que tenía que retransmitir la rutinaria emisión de los encuentros deportivos del día, estuvo al pie de la noticia durante 22 horas de manera continuada, grabando y emitiendo vía satélite, así como tomando decisiones de profundo calado. Los únicos periodistas con experiencia en aquellas lides de corte político, eran el reportero Peter Jennings, que afirma en un momento dado la ironía de que había sido corresponsal en Beirut muchos años, pero nunca había estado tan cerca del conflicto árabe-israelí hasta ese momento, en los Juegos de Múnich, y Jim McKay, el rostro de la cadena en Alemania, que proporciona la noticia en directo, a los pocos segundos de recibir la trágica información por el pinganillo de la boca de Mason.
Fehlbaum, y su guionista Moritz Binder, ya tienen clara la perspectiva del atentado que les interesa. Como estudiantes de televisión, el ángulo del newsroom de la división de deportes de ABC. Al fin y al cabo, los cineastas, respecto a la filmación, van a adoptar un punto de vista similar al de los directores de comunicación de la cadena aquel día. El equipo de ABC tuvo que tomar las mejores decisiones acerca de cómo una estación central de noticias debe cubrir un ataque terrorista. El resultado de su labor es historia de la televisión y del periodismo informativo. Fehlbaum y su equipo también deben decidir lo que filman, como lo hacen y seleccionar el ingente material grabado. Las aparentes limitaciones, en definitiva, de no poder estar al pie de los lugares de producción de los impactantes hechos, y de que prácticamente no van a poder emplazar la imagen fuera de la nave donde está ubicada la cadena, definitivamente terminan siendo las grandes virtudes de este modesto y modélico largometraje.
Una conversación con el auténtico Geoffrey Mason, de 82 años, pero con la mente tremendamente clara respecto a lo acontecido aquel 5 de septiembre, les revela a los jóvenes cineastas que su narración de la trágica historia de lo acontecido aquel día de septiembre, debe tomar su punto de vista. Por supuesto hay que ir completando el guion con los dilemas, con las decisiones a tomar, como el uso de la palabra “Terrorista”, calcular hasta donde se puede llegar en televisión, y qué se puede mostrar en televisión, así como los recursos formales a emplear. A este respecto se harían tomas largas, en lugar de cortes a primeros planos. En los monitores de televisión debían quedar reflejados en el rostro o las gafas de los personajes. La cámara tendría un tono documental, al estilo del modélico filme United 93 (EEUU, 2006), dirigido por el también documentalista televisivo Paul Greengrass, filme que suponía todo un modelo a seguir.
La primera escritura del guion por parte de Fehlbaum y Binder, se produce en alemán. El coescritor Alex David hace una traducción al inglés. La revisión de todo el metraje de la ABC de aquel día trae varias decisiones adicionales. Peter Jennings requeriría un actor que lo interpretase. No sería el caso de Jim McKay, respecto al cual se utilizarían siempre imágenes de archivo, sin perjuicio de un tratamiento del personaje en la narración como si fuese un actor más. La inmediata necesidad, antes de reestructurar el texto, por tanto, era la de garantizarse los derechos sobre las imágenes de la ABC. Las imágenes reales traen algunas de las soluciones reales que deben incorporarse al texto, como la necesidad de que McKay interrumpiese su entrevista al entrenador israelí, porque la CBS iba a utilizar la emisión del satélite (que era de uso compartido), sin perjuicio de que se decide grabarla para posterior emisión.
Fue surgiendo, en futuras escrituras, el enriquecimiento de la historia con la perspectiva alemana, que llegó con el personaje interpretado por Leonie Benesch, la excelente actriz protagonista de Sala de Profesores (Das Lehrerzimmer, Alemania, 2023), dirigida por Ilker Çatak, y coescrita por éste con Johannes Dunncker. Representa el punto de vista alemán, y en concreto de la juventud, de la generación posterior al Holocausto. Benesch interpreta a la traductora local y reportera de la cadena, Marianne Gebhardt.
La entrada del actor, productor y realizador Sean Penn, en labores de producción, aporta cambios sustanciales. Se puede resumir en la perspectiva estadounidense del texto en todos los aspectos. El personaje de Geoffrey Manson según Penn (que leyó una de las primeras versiones del guion) necesitaba una “obsesión por el deporte” mucho mayor, al fin y al cabo, es un periodista especializado. Penn nada más leer el texto, sugiere una mayor claridad y referencia directa desde el principio respecto a todos los personajes, los reporteros de ABC, unos fanáticos del deporte. Todos ellos tenían en su cabeza la totalidad de los juegos, y las agendas, de modo que el texto requería muchas expresiones lingüísticas estadounidenses al respecto, enriqueciendo de un modo definitivo el lenguaje y la fonética del filme. De esa manera, según Penn, se remarcaría de un modo más contundente ese improvisado cambio de la cobertura periodística de los deportes a la información de noticias y actualidad del conflicto de oriente medio.
La traducción del alemán al inglés y el toque americano proporcionado por Sean Penn otorgó el “gancho” necesario. El escaso presupuesto (unos 8 millones doscientos mil dólares) se reunió para su filmación en los estudios de Bavaria, donde se construyó un set réplica del newsroom de la ABC para la cobertura de aquellas olimpiadas por la paz.
El filme estaba en su fase de postproducción cuando Hamás atacó a Israel el 7 de octubre de 2023, que ha motivado la respuesta más salvaje del estado judío a lo largo de todo el conflicto árabe israelí. El 29 de agosto de 2024, en plena guerra en la región, donde los ataques a mujeres y niños se producía a diario, tuvo lugar el estreno mundial del filme en la 81 edición del festival de cine de Venecia. Allí fue preguntado Fehlbaum y su equipo en la rueda de prensa por el conflicto Árabe Israelí. Al respecto, considerando la relevancia de la pregunta, el cineasta dejó clara la responsabilidad suya y de su equipo de que, al ser una historia real o histórica, no alterarían la línea narrativa, ni el impacto de aquello que se ve en pantalla, siempre manteniendo la perspectiva de los medios de comunicación que se habían trazado.
September 5 ha sido vista igualmente en la 51 edición del festival de cine de Telluride, Colorado, EEUU, y en el mercado de la 49 edición del festival de cine de Toronto, Canadá. Las críticas favorables y las ovaciones en los diversos encuentros de cine, motivaron que Paramount Pictures (su filial Republic había financiado parte del presupuesto mencionado), decidiera estrenar en las pantallas estadounidenses el 13 de diciembre de 2024, tras un estreno en salas puntuales el 29 de noviembre. El estreno masivo en salas comerciales de EEUU se produjo el 17 de enero de 2025. El estreno en España ha tenido lugar el 31 de enero de 2024.
En resumidas cuentas, September 5 constituye un filme honesto, confeccionado desde el amor al periodismo, preciso en la descripción de unos hechos que conmovieron al mundo, y preciso también a la hora de trazar y cumplir con las reglas narrativas, de no perder la perspectiva de la redacción del grupo de reporteros de deportes de la ABC. Tan solo se ve el exterior cuando el propio Mason sale fuera para ver los helicópteros sobrevolándola villa olímpica con los rehenes y terroristas, o cuando Marianne acude al aeropuerto militar de Furstenfeldbruck, sin poder pasar desde la valla perimetral, levantada a una distancia considerable de donde ocurren los hechos. A través de las imágenes captadas por Jennings y su equipo en la villa olímpica, podemos ver la impactante imagen el terrorista enmascarado que sale al balcón, o la extravagante indumentaria blanca de Lutif Afif, “Issa”, el mencionado líder del grupo de terroristas, así como la presencia de Anneliese Graes, la aludida agente de seguridad del perímetro que conversa con él, siempre desde el distante punto de vista de las reales imágenes captadas por la unidad y emitidas por la cadena. El espíritu de filmes como Todos los hombres del Presidente (All the President`s men, EEUU, 1976), de Alan J. Pakula, o Buenas Noches, Buena suerte (Good Night, and Good Luck, EEUU, 2000), de George Clooney, donde otro personaje histórico, el senador McCarthy, no era encarnado por ningún actor, sino que siempre aparece en imágenes de archivo, sobrevuela la esencia de September 5. También lo hace la formidable serie de televisión The Newsroom (HBO, 2012-2014, tres temporadas), creada por el escritor, guionista y realizador Aaron Sorkin, la serie que cuenta las vidas de un equipo de redacción, mientras ellos cuentan los sucesos del mundo globalizado actual.
September 5 escomo decíamos, candidato al premio de la Academia de 2025 al mejorguion original, aunque merecedor también de los relativos a la laborde montaje (HansjörgWeißbrich,tuvo que enfrentarse aingente material de archivo, a seleccionar y editar, junto a lasimágenes del filme. September5 no deja de ser un filmesobre editar para la retransmisión de imágenes vía satélite. Laexcelente fotografía (ese tono apagado de la imagen, nocturno enmuchas ocasiones, se mezcla maravillosamente con el celuloide dearchivo, resalta la impecable labor de Markus Förderer), no debiópasar desapercibida tampoco. Por su parte, la partitura de LorenzDangel es atmosférica, constante, a veces atonal, y acompaña másque subraya, lejos de buscar el efecto fácil. Finalmente destacar lacreativa labor de dirección. La manera que esgrime Tim Fehlbaum defilmar los rostros, de un grupo de entusiastas del deporte, abrumadospor unas horas intensas de actualidad informativa, y hacerlo sinapenas cortes de plano (de una forma muy diferente al montaje que lospropios periodistas practican con las imágenes que procesan yemiten), en plena complicidad con la concepción del guion, escrito acuatro manos entre el realizador y Moritz Binder, como decíamos,resulta modélica. La labor periodística de la cadena ABC en 1972estuvo sujeta a muchas críticas de la policía alemana. Lo cierto esque no solo hicieron su labor. Hicieron historia periodística, enuna filosofía de actuar que a día de hoy constituye en modelos deauténtica inspiración. No hay más que saber verlo en la propia lalabor de sus artífices, que despliegan en las imágenes de September5 puro amor por laprofesión del periodismo informativo.
(1) AGUILERA, Christian. Arthur Penn. La Transgresión de los géneros. Página 204. Visions of Eight (1973). En las Alturas. 2025. Kane Ediciones
(2) BOUSQUET, Óliver, DEVILLARD, Arnaud y SCHALLER, Nicholas. Spielberg. 48 películas, telefilmes y episodios de series de TV al detalle. Página 355.2024. Múnich. Blume.
(3) VALERO, Tomás. El Mundo Actual a través del cine. 25 historias de película. Alianza Editorial. Madrid, 2018.