“Cuando las historias se repiten tanto, lo difícil es encontrar maneras diferentes de contar lo mismo, de elegir el enfoque”
“Mis dibujos atacan la intolerancia, la intransigencia, la estupidez y la corrupción, me siento muy libre en ese terreno”
Un caricaturista francés dibuja la cara del rey, inmediatamente lo amenazan con condenarlo, entonces pinta otra muy parecida a la anterior y les dice: “Pues me tienen que condenar también por esta”, y luego hace otras dos o tres más, que progresivamente van tomando la apariencia de una pera. El resultado es que al final cuando alguien quería reírse del rey bastaba con pintar una simple pera. La anécdota está recogida en uno de los treinta libros que el caricaturista catalán, Jaume Capdevilla Kap ha recopilado sobre la historia de esta particular forma de retratar a los demás, exagerar ciertos rasgos y acabar burlándose del personaje de una manera más o menos indirecta y más o menos sutil. Kap ha desarrollado una larga carrera que abarca ya tres décadas, de hecho no se ha dedicado a otro trabajo en su vida, en las que ha publicado de forma regular en periódicos como La Vanguardia, Mundo Deportivo, El Mundo y El Jueves, entre otras muchos, adaptándose al correspondiente formato pero en todo momento siendo reconocible en el fondo. Durante estos años ha recibido una larga serie de cartas en las que se recogen críticas despiadadas y también elogios, alguno incluso desde la Casa Real, que han crecido de forma exponencial debido a las facilidades con las que hoy se envían mensajes. Sus dibujos son de una elevada carga crítica, frente a los cuales el lector no sabe si reír, indignarse o acabar desesperado pero que en cualquier caso mueven a reflexionar, precisamente su objetivo. Cuando se le pregunta con qué sector se lleva peor esta es su respuesta.
-Mira, la verdad que a mí lo que me interesa es la viñeta satírica y política porque el modelo político es el eje de la sociedad y define como vivimos y como somos. Algunos dirigentes se enfadan, claro que sí, pero también hago viñetas deportivas que habla de aficionados al fútbol, lo que parece algo mucho más intrascendente, porque en teoría no deja de ser más que un juego, pero que realmente es lo que levanta pasiones enormes. Te aseguro que he sufrido muchos más problemas, ruido y enfados con viñetas relacionadas con el fútbol que con las de política. Eso la verdad es que dice mucho de una sociedad en la que a veces son los colores de un equipo, los goles y la pelota lo que nos preocupa más que los problemas, en teoría realmente importantes, como los derechos humanos.
-Dadas las diferencias de publicaciones para las que trabaja ¿Diría que tiene una línea marcada y constante o que depende y se adapta al país o el lector al que va dirigida la viñeta?
-Mi línea es ser coherente con unas ideas. Creo en una serie de valores que pueden ser mejores o peores, según quien los vea. Me considero una persona de convicciones, digamos democráticas, tolerante y defiendo una serie de derechos. Dentro de esa línea general intento hacer viñetas, no tanto que causen problemas, sino que sean coherentes con lo que pienso. Es decir, nunca haría una viñeta misógina o cualquiera que vaya en contra de los derechos básicos de gente a la que en realidad hay que defender utilizando el humor. Por eso mis dibujos atacan la intolerancia, la intransigencia, la estupidez, la corrupción y en ese sentido, evidentemente me siento muy libre y en mi terreno.
-Entonces está claro que a los políticos habitualmente no les debe resultar muy simpático su trabajo.
-En treinta años de profesión he visto gobiernos de todos los colores, de todas las tendencias y lo que siempre ha sido común es que cuando están en la oposición te dan palmaditas en las espalda, te dicen que eres muy bueno y muy gracioso porque estás a tope criticando a sus enemigos. Pero luego cuando mandan dicen que eres un hijo de puta porque te estás metiendo con ellos. En realidad me llena de satisfacción poder decir: “Bueno, oiga, no estoy aquí con éste ni con el otro sino con la gente” porque al final el dibujante, no deja de ser una persona normal y corriente que paga sus impuestos, que tiene sus problemas y que sufre en sus carnes las mismas dificultades que el resto de los ciudadanos. Y eso precisamente es lo que nos permite retratar la realidad de una forma mucho más próxima. Los políticos suelen acabar encerrados en una burbuja, alejados de la realidad y por eso es muy difícil que ofrezcan soluciones.
-Uno de sus principales rasgos es la defensa de esta profesión.
-Sí, me considero un gran activista de esta profesión y me he metido en todos los saraos para defenderla, entonces la verdad es que cualquier problema que exista en contra de la libertad de expresión, aunque al principio afecte a alguien en el otro lado del mundo, al final nos acaba afectando a todos. Porque cuando lo hacen en un lugar, por muy alejado que esté, en realidad es la antesala de lo que nos van a prohibir a nosotros, así que debemos luchar y oponernos aunque sea por propio egoísmo. Estoy totalmente en contra de las ideas machistas, xenófobas, homófobas… porque van en contra de una sociedad democrática en la que yo creo.
-No sé si conoce el caso concreto de la reciente prohibición que se ha impuesto en Marbella para que los caricaturistas no dibujen en la calle, que es una imagen clásica que se repite en muchos lugares, especialmente en las ciudades turísticas.
-No conozco exactamente esa situación pero creo que si le ha ocurrido a los caricaturistas supongo que habrá pasado lo mismo con cualquier persona que venda en la calle. Debe ser un intento de ordenar una actividad económica en un espacio público, como pueden ser vendedores de pulseras o de lo que sea. Un caricaturista en plena calle no hace daño a nadie pero también hay que tener en cuenta que cobra por su trabajo, que no deja de ser un negocio y supongo que eso es lo que se querrá regular de alguna forma. Habría que ver el contexto real y ahora mismo lo desconozco.
-¿Usted sabe si ha ocurrido algo parecido en otro sitio?
-En el caso de las Ramblas de Barcelona también había muchos caricaturistas y se impusieron normas para ordenar su actividad porque ocupaban un espacio público y se les obligó a que tuvieran su licencia. No me parece incompatible ejercer una profesión con que esté regulada pero desconozco si ha existido alguna vez una prohibición explícita que sólo afecte a los caricaturistas que están en la calle y se dedican a dibujar a turistas. En nuestro caso estamos más bien centrados en defender la libertad de expresión.
-Dentro de ese compromiso contra las injusticias, una de sus preocupaciones ahora mismo es lo que está ocurriendo en Gaza.
-Lo que está ocurriendo en Gaza es terrible, lo triste es que vivimos en un mundo con muchísimos problemas como el auge de los extremismos de todo color y pelaje, los recortes de derechos humanos y sociales… También está el drama de la vivienda en cuanto que hay gente joven que no puede acceder a una casa para desarrollar una vida con total normalidad. Hace un par de generaciones los jóvenes encontraban un trabajo y salían del hogar de sus padres y eso hoy es prácticamente imposible. Mi obligación es que si explota un bombazo donde sea, lo que por supuesto no me gusta nada que ocurra, o surja un caso de corrupción, tengo que escribir sobre eso. Así que al final como es imposible elegir el tema del que vas a hablar por lo menos te queda el consuelo de que puedes ver cuál es el mejor enfoque. Cuando las historias se repiten tanto, lo difícil es encontrar maneras diferentes de contar lo mismo para atraer la atención de los lectores.
-Está claro que algunos de sus asuntos son recurrentes como el que menciona de la corrupción, el auge de la ultraderecha…
-Si hay cuestiones que obviamente son constantes y más cuando llevas treinta años de profesión y ves como se van repitiendo. Lo principal tal vez sea la desconexión entre la política y el ciudadano, las falsas expectativas, incumplimientos de promesas… todo eso lleva a la gente a los extremos, a la intolerancia. La verdad es que sí, siento que la sociedad es cada vez más complicada, más compleja, con más problemas. Es una lástima porque tenemos un potencial como país que es cojonudo y que se pierde en tonterías políticas, en peleas que no llegan a ninguna parte, una corrupción que abarca a todos los ámbitos o falta de miras a largo plazo. Es una lástima.
-¿Es tan pesimista sobre el futuro como parece?
-Tiendo a ser optimista pero claro la situación es la que es. No pinta muy bien la cosa aunque el consuelo es que en el fondo no es que vayan tan mal sino que hoy nos enteramos de más cosas y además nos las explican hasta el mínimo detalle en las redes sociales.
-Usted hizo la traducción del número especial del cómic de la publicación francesa Charlie Hebdo tras el atentado en la sede de la revista porque ridiculizaba la figura de Mahoma ¿Sufrió problemas o alguna represalia especial?
-Cuando tuvo lugar aquel atentado se produjo una gran ola de solidaridad en toda Europa y entre las muestras de apoyo estuvieron las traducciones a varios idiomas del número especial que sacaron a continuación. En España lo hicimos Carlos Romero que estaba en El País, Miguel Villalba, otro colega dibujante y yo. Fue una experiencia interesante porque no sólo puedes buscar la traducción literal de las frases sino la manera de que los chistes, pensados por dibujantes franceses para un público francés, sean entendidos y causen gracia en los lectores españoles. Es decir, traducir el humor siempre es más complicado que traducir la literatura, porque una frase puede tomar diferentes caminos.
´-¿Recibieron alguna amenaza entonces?
-En algunos momentos sí estuvimos bajo vigilancia policial porque hubo una pequeña psicosis en toda Europa.
-También es conocida su labor investigadora sobre el mundo de las caricaturas.
-Sí, he publicado más de treinta libros sobre revistas satíricas y dibujantes, intentando dar a conocer su obra y biografía. Creo que es un mundo muy curioso porque las caricaturas dejan un pozo que permite explicar muy bien la historia que vivimos. Uno de los libros que me parece más interesante de los que he hecho fue en el que explico lo que ocurrió con los chistes en la Guerra Civil, tanto los publicados en el lado republicano como en el de los nacionales. Cada uno contaba su parte de verdad y resultaba muy curioso confrontarlas. Creo que las viñetas sirven muy bien para explicar la historia.
-¿Cuál diría que ha sido la mejor y la peor época para la caricatura?
-Paradójicamente cuanto más censura hay es cuando realmente salen las mejores caricaturas porque suponen una posibilidad de esquivarla. Es decir, cuando los periodistas no pueden decir ciertas cosas, los humoristas sí pueden hacerlo. Y eso ha ocurrido en muchas ocasiones en la historia de nuestro país. Así que esos son los mejores tiempos para la caricatura pero los peores para la sociedad. En cambio cuando se puede decir de todo, la caricatura acaba perdiendo un poco de sentido. Así que para mí la mejor época ha sido el final del franquismo que es cuando aparecen grandísimos autores como Chumy Chúmez, Forges, o Perich que fueron muy potentes y definieron muy bien la esencia de nuestro país.
-¿El hecho de estar muy ligado a Cataluña, pese a haber publicado en medios internacionales y en España, cree que le ha restado posibilidades de ser más reconocido?
-La verdad es que soy catalán y dibujo mayoritariamente para medios catalanes pero también para franceses, americanos, así que en cierta manera mi reconocimiento en el resto de España es limitado, no como Forges que trabajaba en El País con una gran tirada. Yo dibujo en La Vanguardia que es el periódico más vendido en Cataluña y es menos conocido en el resto de España, así que en realidad hablamos más bien de matemáticas. Pero la verdad es que no hago este trabajo por reconocimiento sino porque me gusta y quiero que mi obra llegue al mayor número de personas posible. ¡Claro que sí! Pero esto no es una competición ni creo tener un gran ego en ese sentido, lo que me preocupa es ser coherente, hacer las cosas bien y que sean interesantes, más allá cual sea su alcance real. He publicado muchísimo en prensa internacional, como la francesa y de Estados Unidos, dentro de diez días voy a Estonia a un encuentro que han organizado sobre el humor y después a Italia para otro foro internacional sobre la libertad de expresión.
-¿No le resulta muy estresante tener que enfrentarse cada día al reto de hacer un trabajo que obligatoriamente debe ser siempre ingenioso?
-Cuando estás frente a una hoja en blanco al final siempre sale algo que valga la pena. A mí no me estresa realmente, al contrario me desestresa. Peor estoy cuando no tengo que dibujar, entonces me pongo más nervioso.
-¿Cuál es su horario de trabajo?
-El horario lo marca el cierre del periódico porque tienes que enviar el chiste a una hora límite determinada, así que intento tenerlo lo antes posible para que no sufran los compañeros de la redacción. Eso la verdad, sí que es un apuro.
Foto: ©La Fotogràfica