viernes, abril 26, 2024

Robe Iniesta lo peta en el Pabellón de Deportes de Tenerife Santiago Martín. Por Adrián Gómez


Del tiempo perdido abre un recital, entre arreglos de cuerda y viento (violín y saxofón) que ha sido objeto de ninguneo en la prensa local, tanto generalista como especializado. Culturamanía se hace eco, en vista de las casi 4.000 personas allí congregadas… que no todo va a ser reggaetón…

Robe Iniesta vuelve sin Extremoduro, polémica mediante, tanto por lo de Live Nation, cómo por la inesperada ruptura y cruce de declaraciones con el Uoho (Iñaki Antón). Los que esperábamos una gira de despedida, nos dimos con un canto en los dientes, tras las anteriores visitas a la isla; Plaza del Cristo en 2008, presentando La Ley Innata, y el todavía superior directo en 2014, en La Dársena, con Para todos los públicos.

Es sabida la querencia del creador del rock transgresivo por las obras conceptuales, tras el inicial Dónde están mis amigos, allá por 1993, seguido por Pedra, dos años después (en realidad es un disco colaborativo, que la discográfica pensó que tendría más salida bajo el nombre del grupo), y cristaliza en el citado La Ley Innata, del que Mayéutica, trabajo que justifica la gira presente, es una secuela espiritual.

Por encima del bien y del mal es el segundo tema, que bordan ante el fervor de la audiencia. El de Plasencia está feliz con su nueva banda. Se le ve cómodo con savia nueva, y se nota. Grada y pista a rebosar celebran sus temas en solitario. Querré lo prohibido da paso a Si te vas, coreada a viva voz, cómo si no hubiera un mañana. Van alternando temas recientes con clásicos de Extremoduro. Así, de A la orilla del río, pasamos a la preciosa No me calientes que me hundo, uno de los temas favoritos de siempre, del que esto escribe. Robe intercala poemario y reflexiones entre las tonadas, y da carpetazo del primer bloque con Ininteligible, último single que da paso al descanso, a las birras, al servicio, y al reencuentro con viejos amigos de todas las épocas, y ésta es la magia de éste hombre, reunir al menos tres generaciones en un espacio cerrado y lleno hasta los topes.

Interludio da comienzo a la segunda parte. Interpretación íntegra del citado Mayéutica, al estilo de las agrupaciones de rock progresivo. La ejecución y la puesta en escena es de una perfección intachable. El público está entregado y el Rey de Extremadura lo sabe. Filosofía de mierda pone a todo el mundo a bailar. Aquello no hay quien lo pare. Coda feliz pone punto final al concierto…pero hay sorpresas. El artista sabe ser agradecido y compensa con tres bises para la vieja guardia; Jesucristo García, himno del rock patrio por excelencia, Puta y, finalmente, esa oda a la rebelión, el amor y la autosuficiencia que es Ama, ama, ama y ensancha el alma. Se acabó. Sonrisas de oreja a oreja y casi tres horas de puro disfrute con este Pope del género estatal.


A pesar de que algunos no quieran verlo y hagan oídos sordos, Robe vino, vio y venció.
Ahora es cuando!

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