jueves, noviembre 7, 2024

El 41,7% de los y las canarias no leen nunca o casi nunca: ¿Por qué no hablar del 58,3% que sí lee?. Por Álex Ro

Constantemente, cuando se publican los estudios sobre la lectura en España, me llama la atención que siempre se aborde el problema en negativo, como si lo importante fuera quienes no leen, despreciando los que tienen la lectura como parte de su ocio. Que en Canarias 4 de cada 10 personas no leen me parecen hasta poco, teniendo en cuenta el contexto social en donde nos movemos. Un sociólogo afirmó una vez que en España los bajos índices de lectura eran consecuencia directa del haber pasado del analfabetismo a la radio y televisión directamente, sin transitar por una fase previa de lectura como ocurrió en el mundo francés o anglosajón, por ejemplo. Pues bien, en Canarias, ese salto tuvo carácter de triple mortal con tirabuzón lateral pues directamente pasamos a la fase de la televisión e internet, comiéndonos en una generación el proceso que en otras sociedades había requerido décadas de años, y ese salto se ha realizado con un esfuerzo inconmensurable para superar el atraso cultural y económico en que nos hallábamos; habría que sacar a la palestra los datos de analfabetismo en Canarias hace 60 años para darse cuenta de lo mucho que se ha avanzado y de lo que nos queda por delante para seguir mejorando. Y esa situación deja una impronta muy profunda en una sociedad en donde si en la familia no se lee, los más pequeños y pequeñas no leerán y cuando sean personas adultas, no considerarán la lectura como una forma de ocio valorable, creando un círculo vicioso. ¿Cómo romper este círculo? No lo sé, y parafraseando a Umberto Eco en El nombre de la rosa: si tuviera todas las respuestas, estaría enseñando teología en París.

Solo tengo mi experiencia personal. Yo provengo de una generación cuyos padres eran analfabetos pero que tenían muy claro que la lectura era uno de los mejores dones de los seres humanos y, por ello, éramos una de las muchas familias que estaban suscritos a esa maravillosa iniciativa que era Círculo de Lectores, unos catálogos llenos de libros de todo tipo que llegaban a tu casa cada mes, como si Navidades se reprodujera 12 veces al año; a eso se añadía el orgullo de tener un carnet de lector de 2 bibliotecas: la biblioteca del barrio, abierta por CajaCanarias (gran iniciativa que acercaba los libros a los barrios, aunque duró solo un par de años); y la Biblioteca Pública del Estado. Seguramente de ahí proviene mi pasión por la lectura y me ha llevado a ser uno de esos 6 canarios que leen de manera habitual, y muy orgulloso de tener en la lectura una forma de ocio que trae sosiego y paz a mi existencia.

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