En una entrevista exclusiva para Culturamanía, Lucas Morales, el responsable de la exposición «Ucrania: la guerra en viñetas», revela que su motivación personal fue el vínculo con dos estudiantes ucranianos, Araik y Natasha, quienes le hicieron apreciar profundamente el país. La exposición busca mantener viva la discusión sobre el conflicto en Ucrania, destacando su importancia en el panorama europeo y subrayando la necesidad del apoyo internacional para su resolución. Además, explora cómo la sátira y la crítica humorística en las viñetas occidentales ofrecen una perspectiva única sobre el conflicto, destacando la resistencia ucraniana y los desafíos que enfrenta.
¿Qué motivó la creación de la exposición «Ucrania: la guerra en viñetas» y cuál es su objetivo principal?
R- El origen de está exposición es personal. Cuando comencé a dar clase en la universidad, en un centro privado, dos de mis alumnos procedían de Ucrania, Araik y Natasha. Ellos me hicieron amar a un país que nunca he visitado y del que conocía muy poco. Les conocí en 2014, cuando Rusia invadió la península de Crimea, un hecho que fue una anécdota en la agenda informativa mundial pero que nos ayuda a entender como se ha llegado a la situación que actualmente atraviesa el país. El objetivo es que se siga hablando de este conflicto, el primero en suelo europeo desde la Guerra de los Balcanes, porque ahora mismo se ha entrado en el tercer año natural, la contraofensiva ucraniana del pasado verano no ha tenido el éxito esperado y el apoyo de la comunidad internacional es decisivo para la supervivencia de toda una nación. Rusia está tocada militarmente, lo mejor de su ejército y su equipo lo perdió al comienzo de la invasión a gran escala y pierde soldados a niveles alarmantes, pero eso no parece ablandar la determinación del Kremlin. Ucrania: la guerra en viñetas no va a cambiar el curso de la guerra, pero si ayuda a aportar una visión occidental que existe y, en ocasiones, es silenciadas por algunos medios de comunicación de masas.
¿Cómo seleccionaron los 33 hitos claves de la invasión ruso-ucraniana para representarlos en la exposición?
R- Desde un punto de vista académico, estos hitos son 33 marcos cognitivos que describen cómo la prensa occidental ha ordenado el conflicto militar en diferentes medios de comunicación generalistas y de acceso masivo. Ha sido una tarea complicada, porque se han creado tras un exhaustivo análisis informativo de diferentes canales, entre los que incluí redes sociales como X -antes Twitter- o Telegram, donde directamente se compartían noticias de fuentes ucranianas o comunicadores rusos que son críticos con la invasión. La documentación diaria es fundamental para este tipo de trabajos.
¿Cómo crees que la viñeta periodística occidental ofrece una perspectiva única sobre el conflicto y cómo ayuda a comprenderlo?
R- Actualmente, me encuentro trabajando en un artículo científico donde analizo cuáles son las constantes en las viñetas occidentalistas y todavía no cuento con resultados precisos, pero la realidad es que estas obras muestran dos mundos enfrentados. Por un lado, encontramos una Rusia que es representada por Putin y sus decisiones imperialistas, donde sectores de la población civil e incluso los componentes del ejército invasor se cuestionan algunas órdenes o verdades que el Kremlin ha ofrecido para justificar la Guerra.
Es curioso que los viñetistas apenas retratan a Zelenski, presidente de Ucrania, lo que hace suponer que el discurso contrario a la invasión representa lo que Lavrov, ministro de Exteriores ruso, denominó como Occidente Colectivo. Por supuesto, el sufrimiento de la sociedad ucraniana y los crímenes de guerra, cuyo máximo exponente es la infame masacre de Bucha, son expuestos de manera sistemática para recordar que esta invasión tiene poco de heroico y dista mucho de la campaña que emprendió el Ejército Rojo durante la Segunda Guerra Mundial para liberar a Europa del fascismo.
¿Podrías explicar cómo la sátira y la crítica humorística se utilizan para abordar un tema tan serio como la guerra en Ucrania?
R- Aunque muchas obras denuncian la invasión, otras ridiculizan los desastres del ejército ruso en suelo ucraniano. El ataque al puente de Crimea, el hundimiento del barco Moscú, el alto coste en vidas humanas que supuso la conquista de Bajmut -el Grupo Wagner perdió 20.000 mercenarios para tomar esta pequeña ciudad-, la creciente pérdida de material bélico de las fuerzas de Putin, un desfile del Día de la Victoria donde se vio un solo tanque, el asesinato de Prigozhin… Todos los sucesos que ayudan a construir un relato donde Rusia está siendo derrotada han sido magnificados por los viñetistas occidentales.
¿Qué papel juega la labor de los profesionales de la información en la lucha contra la desinformación y la manipulación informativa en el contexto del conflicto ruso-ucraniano?
R- El periodismo es fundamental para que podamos tener una mentalidad crítica. Por ello, es importante escuchar diferentes versiones de un mismo suceso y sacar nuestras propias conclusiones. Evidentemente, este es un trabajo personal donde yo pongo el foco en la parte de la historia que yo creo que es la correcta, pero habrá gente que puede pensar de una manera distinta.
Creo que Ucrania: la guerra en viñetas es una oportunidad para que las voces prorrusas occidentales aborden desde un punto de vista distinto un suceso trascendental en la configuración geopolítica actual. Ojalá alguien llegue a empatizar con el pueblo ucraniano y entienda que la invasión de un país soberano no puede ser defendida de ninguna manera, por muy buena o alineada con nuestras coordenadas intelectuales que nos parezca la propagan del agresor.
Por otra parte, es alarmante el número de propagandistas de la dialéctica rusa que han aparecido en nuestro país. Personajes como Ruben Gisbert o el reservista Pedro Baños repiten pie juntillas todas aquellas consignas que justifican la guerra y piden que Ucrania se rinda para que el conflicto se acabe. Escuchar esto me produce una pena terrible, porque veo a buenos comunicadores decir auténticas barbaridades sin despeinarse. La exposición es, de alguna manera, una respuesta a ese discurso peligroso que no defiende los intereses de nuestro país.
¿Qué impacto esperas que tenga esta exposición en la conciencia pública sobre la situación en Ucrania y en la percepción de Occidente sobre las acciones del Kremlin?
R- Soy realista: está exposición es solo una gota en un océano, pero creo que es lo mejor que puedo hacer desde mi posición. Por ello, siempre me he comprometido en hacer visitas guiadas, a pesar de todas las cosas que tengo que atender últimamente o que alguna vez haya tenido que discutir -nunca de forma violenta, claro- con algún visitante. Desde que comenzó el conflicto, he apoyado económicamente aquellas iniciativas que benefician a Ucrania que he considerado más interesantes y transparentes, incluso llegaron a regalarme el parche de una de las unidades del ejército en agradecimiento a estos aportes, pero creo que esta exposición tiene un impacto distinto.
Por ello, siempre la llevaré a donde quieran que se vea y continuaré expandiéndola. Solo espero que, algún día, pueda añadir un último hito llamado La retirada rusa, donde autores de todo el mundo celebren que el sentido común ha vencido y que la maldad en su estado más puro ha sido derrotada. Es un sueño, está muy lejos de ocurrir, pero es algo que me alegraría profundamente.