Por Manuel García de Mesa.
1.NADA DURA PARA SIEMPRE. MUTACIÓN DE GÉNEROS: DEL FILME NOIR DE LOS 40 AL ACTIONER DE LOS 80.
Había estado trabajando para los productores Larry Gordon y Joel Silver desde hacía siete u ocho años. Habíamos hecho Límite: 48 Horas y Comando. Antes de eso un montón de televisión. Así que me conocían muy bien y confiaban en mi instinto. Además, yo estaba acostumbrado a trabajar muy rápido. Se había reclutado a Bruce Willis muy a última hora. No tenía demasiado tiempo para cambiar cosas. Tenía una importante labor de reescritura por delante.
Steven E. De Souza
sobre su implicación
en el guion de Jungla de Cristal.
Tenerife Noir.
23 de marzo de 2025.
La novela escrita por Roderick Thorp en 1979, Nothing Lasts Forever (Nada dura para siempre), es una secuela de El Detective, escrita, a su vez, en 1966, adaptada para el cine por Gordon Douglas en 1968, con Frank Sinatra de protagonista. El filme con Sinatra en la piel del detective Joseph Leland fue un éxito de público. El propio actor demandaba una secuela literaria (1). Thorp empleó diez años en escribirla.
El personaje central en la referida novela de 1979 tiene más de 65 años. Es un oficial de la policía de Nueva York retirado, un tanto desencantado de la vida, curtido por sus años en las calles. Ha sido oficial de inteligencia militar en la segunda guerra mundial, de modo que posee una mente brillante. Es Navidad y Leland viaja a Los Ángeles a visitar a su hija en su centro de trabajo, un edificio de 40 plantas sede de la Klaxon Oil Corporation. Thorp recibió su inspiración una noche de 1975 en la que fue al cine a ver El coloso en llamas (The Towering Inferno, EEUU, 1973), el emblemático filme de catástrofes de John Guillermin, protagonizado por Steve McQueen y Paul Newman. El género de catástrofes está muy en boga en el cine de Hollywood de los años 70. Cuenta la leyenda que la noche que el escritor vio el filme de Guillermin le causó un impacto tan grande, que su subconsciente ya trabajaba mientras dormía en la que sería su siguiente novela, dibujando en su mente el esquema a trazar. Eliminó el incendio y en un escenario similar aplicó algunos componentes de thriller y suspense. De este modo, la catástrofe viene dada por una docena de terroristas, un secuestro con rehenes, algunas reivindicaciones políticas contemporáneas y un agente de policía jubilado, descalzo, provisto tan solo de su arma reglamentaria y atrapado por los alrededores de la planta donde están los terroristas con los empleados de la compañía. La base literaria es mucho más violenta que el filme que finalmente surgió. El personaje central mucho más antipático e implacable. Leland no tiene inconveniente, por ejemplo, en dispararle al rostro a una joven terrorista que podría tener la edad de su hija. Las heridas que va sufriendo a lo largo de la trama, por otra parte, son mucho más severas en el libro. El personaje también está descalzo, como se ha dicho, y en un momento dado, también tiene que pisar sobre cristales rotos. Leland está empeñado en no dar su brazo a torcer en rescatar a su hija y a su nieto, así como al resto de los 74 rehenes, al tiempo que va acabando uno a uno con los terroristas. Su edad pesa como una losa. Su determinación también.
Cuando Nothing Lasts Forever salió al mercado, las críticas fueron en líneas generales favorables. Por ejemplo, el rotativo Los Ángeles Times dijo que era: Un libro feroz, sangriento y furioso, tan brillante en su concepto y ejecución que debía leerse de una sola sentada. El rotativo Miami Herald por su parte recogió en sus páginas: Nothing Lasts Forever es un espectáculo unipersonal que requerirá un actor de la talla de Sinatra para hacerle justicia.
Sinatra es la primera persona en serle ofrecido el filme, pues tenía el derecho al first refusal, es decir, la primera opción de aceptarlo o rechazarlo. Tan sólo si él lo rechazaba, se le podía ofrecer a otros actores. Eliminada la posibilidad de que Frank Sinatra hiciese la secuela para el cine, lo cierto es que el material tenía enormes posibilidades. El libro dio tumbos por Hollywood.
A lo largo de los años 80 del siglo XX, el cine de acción había alcanzado su propia idiosincrasia y personalidad. Un cine repleto de violencia y testosterona masculina, de frases lapidarias y pilas de cadáveres amontonados ante el paso de los héroes, reventaba las taquillas y reemplazaba al thriller desencantado y desmitificador estandarizado en los años 70. La América de Ronald Reagan, y todo lo que vino con él: la guerra fría, con ese tira y afloja nuclear con la entonces en alza URSS, así como cierto revanchismo social respecto de Vietnam, constituía el ecosistema perfecto para que las audiencias acudiesen una y otra vez a ver a estos mega héroes protagonizando vehículos de lucimiento propios. Filmes de ritmo trepidante y generosas dosis de violencia, mientras salvan al mundo libre de las garras de villanos, normalmente comunistas, o traficantes de droga, o a estadounidenses todavía prisioneros en el país asiático debido a la contienda concluida la década anterior.
Si retrocedemos en el tiempo, podremos observar la deriva completa y su transformación. El género policíaco se había desgajado del cine negro a partir de los años 60 del siglo XX, una década de importantes cambios, especialmente a su final. El Film Noir tiene su período de vigencia histórico entre El Halcón Maltés (The Maltese Falcon, EEUU, 1941), la ópera prima de John Huston, que establece sus bases sobre el cine de gánsteres de la década anterior, y La Ley del Hampa (The Rise and Fall of Legs Diamond, EEUU, 1961), de Budd Boetticher. Ya algunos filmes dirigidos por Richard Fleischer, Anthony Mann, Samuel Fuller o Don Siegel en los años 50, iban trascendiendo de los cánones del Noir para reflejar el duro trabajo policial, donde aguerridos agentes persiguen incansables a villanos que empezaban a pasear por la gran pantalla asomando ciertas psicopatías y delirios de grandeza, que eclosionarían en los 80. La década de los 60, por tanto, supuso una expansión de las formas en este tránsito del Noir al género policíaco. Filmes como Código del Hampa (The Killers, EEUU, 1964), del mencionado Don Siegel y A Quemarropa (Pointblank, EEUU, 1967), de John Boorman, supusieron dos importantes puntos de ruptura. Nuevamente Siegel terminó de configurar el sendero del policíaco. La Jungla Humana (Coogan’s Bluff, EEUU, 1968) y Brigada Homicida (Madigan, EEUU, 1968), preparan el terreno para que filmes como Bullit (EEUU, 1968), de Peter Yates, culminen igualmente una década de importantes cambios en el cine estadounidense. La década siguiente comienza para el género nada menos que con Harry El Sucio (Dirty Harry, EEUU, 1971), nuevamente de Siegel y a French Connection (The French Connection, EEUU, 1971), el influyente filme de William Friedkin. Son filmes que cambian el panorama para siempre. En los setenta tenemos cierta resistencia a las modas que se van instalando, con muestras muy relevantes del cine negro más clásico, con Chinatown (EEUU, 1974) de Roman Polanski a la cabeza, o las más revisionistas El Largo Adiós (The Long Goodbye, EEUU, 1973), de Robert Altman y La Noche se mueve (Night Moves, EEUU, 1975), de Arthur Penn. Todo ello junto a otras muestras del género policíaco que definitivamente tomaría las riendas. Filmes como Driver (The Driver, EEUU, 1978), de Walter Hill, dejan claro que el género del policía frente al delincuente o la banda organizada vienen para quedarse, y para reemplazar al cine negro, que sigue manifestándose, en su esencia, con filmes tan atractivos como Fuego en el Cuerpo (Body Heat, EEUU, 1981), de Lawrence Kasdan, que convierten a la femme fatale, o personaje femenino protagonista en la auténtica perdición del partenaire masculino, saliéndose con la suya en los filmes que protagonizan en estas décadas, una vez los guionistas se vieron libres del código Hays, es decir, de la censura en Hollywood vigente desde los años 30 hasta finales de la década de los 60.
Con la llegada de los años 80 del siglo XX, aparece otro importante cambio de paradigma. El thriller y el cine policíaco de la década anterior se continúa llevando a cabo, pero de alguna forma se diversifica en una corriente paralela en el género de acción de testosterona masculina que venimos mencionando. Todo comienza con Acorralado (First Blood, EEUU, 1981), de Ted Kotchieff y especialmente su secuela, Rambo, Acorralado parte II (Rambo: First Blood, Part II, EEUU, 1984), de George Pan Cosmatos. Son films inaugurales del cine de acción musculado, éxitos de taquilla inmediatos y rotundos, donde los héroes, auténticos culturistas y/o habilidosos en artes marciales y la lucha cuerpo a cuerpo en general. Cada uno de estos héroes constituye un ejército imbatible en sí mismos, y se enfrentan en solitario contra el/ los villanos que le toquen, y su numeroso ejército de facinerosos, acabando con todos ellos. De este modo, se construyen constantemente vehículos de acción específicos para las estrellas que van poblando la pantalla. A Sylvester Stallone, que había triunfado en la década anterior con Rocky (EEUU, 1976), de John G. Avildsen, le siguió gente como Chuck Norris, con sus vehículos del género principalmente producidos por Cannon Group, la compañía de los productores israelíes Menahem Golam (también realizador) y Yoram Globus, productores de la saga Desaparecido en combate, con tres películas los años 1984, 1985 y 1988, o Invasión USA (Invasion USA, EEUU, 1985), de Joseph Zito. El otro rey del género, tras unos pinitos en los años 70 en algunos filmes curiosos, fue el culturista de origen austríaco Arnold Schwarzenegger, que ingresó en esta liga justo después de Conan El Bárbaro (Conan The Barbarian, EEUU, 1981), de John Milius y Terminator (The Terminator, EEUU, 1984), de James Cameron. Su irrupción se produce con el filme Comando (Commando, EEUU, 1985), de Mark L. Lester. Éste último filme fue puesto en marcha por los productores Lawrence Gordon y su protegido Joel Silver.
Gordon es un sólido productor surgido desde finales de los años 70 en el seno de la productora independiente American International Pictures. Gordon emigró a productoras más de serie A, a la primera línea, combinando su labor en productoras como Columbia Pictures, con una importante labor en la televisión de aquella década. Dos éxitos avalaron su trayectoria en cine a finales de los 70 y primeros 80: The Warriors, Los Amos de la Noche (The Warriors, EEUU, 1979) y Límite: 48 Horas (48 Hrs. EEUU, 1982), ambos filmes dirigidos por Walter Hill, uno de los grandes realizadores que emergieron en la década de los 70, dando el salto de la escritura a la dirección, y que se erige por derecho propio, como uno de los grandes cineastas estadounidenses del género. Gordon, y su protegido, el productor Joel Silver, están detrás del éxito de Arnold en el mencionado filme de Lester, toda una deriva del éxito del mencionado filme de Hill de 1982. Silver, que debutaría al mando de la producción, dejando de ser asistente de producción con este filme, sería el prototipo de productor de filmes de acción del período. Tras el éxito de Límite: 48 horas, protagonizado por Nick Nolte y Eddie Murphy, ambos productores tienen en mente una apuesta modesta en estimación económica, pero grande en pretensiones. Comando nació acotada en un presupuesto que no superaba los diez millones de dólares. La fórmula era la de un filme de acción, con algunos de los elementos que convirtieron la mencionada Límite:48 horas en un éxito. Una importante acotación temporal, el héroe siempre a contrarreloj, y algunos de los miembros del equipo del filme de Paramount Pictures repitieron. Los productores mencionados, la música de James Horner, con un score similar para ambos filmes, y la presencia del guionista de Filadelfia, Steven E. De Souza construyendo el traje a medida para un actor al que nadie imaginaba aún en un filme de acción contemporáneo. El filme hizo más de 57 millones en la taquilla, convirtiendo a Arnold Schwarzenegger en una estrella del género de acción.
Avanzados los años 80, en plena era del héroe musculado de mucha acción y pocas palabras, un joven ejecutivo llamado Lloyd Levin, que trabaja para Gordon le habla a éste acerca de las bondades del libro de Roderick Thorp. Gordon y Silver contratan al guionista Jeb Stuart. Éste va desarrollando un texto que, por supuesto parte de la novela, pero empiezan rápidamente a asomar algunos cambios. Se rejuvenece al personaje central y se dota a la trama de esa relación del protagonista con su mujer (que ya sustituye a la hija), su discusión, los intentos de arreglar su relación y el hecho de que el agente reconozca que no es capaz de pedir perdón. Esta idea surge fruto de una discusión del propio Stuart con su mujer una noche. Silver le dice a Stuart que tiene que haber una explosión final importante en la azotea del edificio. Sus películas se van caracterizando claramente por contener importantes explosiones. La idea del libro de que el veterano agente termina perdiendo a su hija cuando la suelta al borde del edificio y cae, por supuesto es igualmente retirada. Si se mantiene el final del camino para el líder de los atracadores, que en el libro cae también del edificio a la calle. Sin embargo, el tratamiento de Stuart no satisface demasiado al veterano productor, toda vez que la prosa densa y en primera persona, parecían adueñarse del espíritu narrativo. Interminables monólogos por el Walkie Talkie y detalladísimas descripciones del tráfico de armas llevado a cabo en secreto por la Klaxon Oil Company, constituían la tónica del libreto.
Silver, que acababa de trabajar con John McTiernan en Depredador (Predator, EEUU, 1987), se empeña en que sea él quien dirija el filme. El cineasta acepta a la tercera o cuarta vez de la petición del insistente Silver. Revisa el guion y hace una petición. Cambiar a los terroristas internacionales, con motivaciones altruistas, por una banda de atracadores, motivados con un móvil claramente económico. Pide igualmente que el filme sea un poco más divertido. Desde producción se aceptan tales peticiones. Es hora de llamar nuevamente a Steven E. de Souza, guionista que navega maravillosamente entre la comedia y la acción para que “aligere” el texto de Stuart. Sus guiones para The Bionic Show (2) en televisión le han granjeado prestigio. En el cine de acción es el hombre del momento. Su revisión del libreto de Límite: 48 Horas (48 Hrs., EEUU, 1982) y sus incendiarias frases para el actor austríaco en el mencionado filme Comando le han granjeado fama. A todo ello, De Souza ha ganado, además, una reputación de rapidez y eficiencia que le viene desde los tiempos de la televisión. Cuando De Souza ha condimentado debidamente el guion, no solo se cambió el nombre de Joseph Leland por el de John McClane, también policía de Nueva York. El personaje viaja a Los Ángeles, no para ver a su hija Stephanie, sino a su esposa Holly, que utiliza su apellido de soltera Gennaro (como la hija en el libro, que tampoco usa el apellido de su padre) y tratar de arreglar las cosas con ella, que se ha mudado a California para trabajar en el Nakatomi Plaza, edificio perteneciente a la corporación japonesa del mismo nombre, que reemplaza a la Klaxon Oil Corporation del libro. De repente, el guion de Jeb Stuart, más serio y fiel al libro, revisado de arriba abajo por Steven De Souza, se convirtió en una especie de “reclamo”, que se paseó por Hollywood.
En el libro de Thorp está ya el sargento Al Powell, el apoyo exterior del héroe, que sería interpretado por el actor de comedia Reginald Vel Johnson (después de considerar y descartar un perfil de actor para el personaje del estilo Gene Hackman o Robert Duvall, o incluso Lawrence Fishburne). También figuran de la pluma de Roderick Thorp, el jefe de policía de Los Ángeles Dwayne T. Robinson, interpretado en el filme por Paul Gleason, y Ellis, el ejecutivo de la compañía que consume cocaína y que es mezquino y miserable (el tipo de personalidad que posee la hija de Leland en el libro), papel que recayó en el filme resultante en manos de Hart Bochner.
Los dos principales villanos del filme también están diseñados en la obra literaria. Anton Gruber, el líder de los terroristas, de los pocos que habla inglés, pasó a ser Hans Gruber en el filme. Alan Rickman era un completo desconocido para el gran público cuando se hizo con el papel del villano al que aportó porte, clase y carisma. Era la primera aparición en pantalla del británico Alan Rickman, que ha pasado por derecho propio a ser uno de los grandes villanos de la historia del cine. En el libro escrito por el ex detective privado Roderick Thorp, Gruber, al que apodan “Little Tony The Red” es un terrorista de la era de la guerra fría que había conocido a Leland en la segunda guerra mundial cuando este era agente de inteligencia militar. La mano derecha de Gruber, Karl, también figura ya en la novela. En el filme su papel es abordado por el bailarín Alexander Godunov, que tendría su carrera en Hollywood a raíz de este filme. En el filme, Gruber ha sido un miembro del movimiento terrorista radical alemán Volksfrei. En un momento dado, el líder de dicho movimiento, emite un comunicado dejando perfectamente claro que Gruber fue expulsado hace años del mismo. Así lo narran las noticias televisivas de Los Ángeles.
Debido al empleo de todos estos personajes de la novela, en las siguientes secuelas figurará, por derecho propio, que todos los guiones están basados en “ciertos personajes originales creados por Roderick Thorp”. Tal circunstancia da derecho a algunos Residuals, o derechos que perciben los escritores y guionistas después del estreno de un filme. De este modo, cada vez que se hace una secuela del filme, o cada vez que se emiten los mismos, no sólo Stuart y De Souza perciben su porcentaje de derechos, sino también los descendientes del propio escritor, fallecido en 1999.
En un momento dado de la preproducción de Jungla de Cristal se pretende utilizar el planteamiento de la novela referenciada para construir una secuela de Comando, pero Arnold no desea hacer ese filme. Se decide entonces construir como un filme de acción independiente, pese a que la novela es claramente una secuela de otro personaje bien diferente a lo que podría ser el patrón de un héroe de los 80, como se ha dicho. Gordon y Silver dedican mucho tiempo a moldear bien el guion, antes de ofrecerlo a alguna estrella que pretenda modificaciones a su antojo y capricho.
En un principio se ofreció a aquellos actores acostumbrados a proporcionar al público la testosterona del cine de acción. Sylvester Stallone, Clint Eastwood (en la mente de Jeb Stuart cuando escribió su tratamiento, prefirió rodar La Lista negra– The Dead Pool, EEUU, 1988, de Buddy Van Horn, la cuarta secuela de Harry El Sucio) o nuevamente Arnold Schwarzenegger (que prefirió dar un giro más rotundo hacia la comedia protagonizando la primera de las tres que rodó con Ivan Reitman, Los Gemelos golpean dos veces –Twins, EEUU, 1988) rechazaron el papel uno tras otro.
A partir de ese momento, los productores abrieron el espectro del personaje a otro tipo de personalidades más vulnerables. Se ofreció a actores como Paul Newman, James Caan, Charles Bronson, Richard Gere, Burt Reynolds, Nick Nolte, Robert De Niro, Harrison Ford, Don Johnson o, como le cuenta Al Pacino en 2013 a Lawrence Grobel en el libro “Conversaciones con Al Pacino”, también a él. Incluso Mel Gibson, que tenía por aquellos días el exitazo de Arma Letal (Lethal Weapon, EEUU, 1987), de Richard Donner, otra producción de Joel Silver, fue tentado con un cheque de muchos ceros. Pues bien, uno tras otro, rechazaron el papel.
Steven E. de Souza en una entrevista realizada el 21 de marzo de 2025 aporta importantes claves al respecto, pues los héroes musculados no querían hacerse con el personaje:
Lo que pasó fue que todos los actores y todos sus agentes, dijeron: «Este personaje se esconde de los malos durante 30 páginas. No quieren interpretar este papel, ¡es un cobarde!». Por eso terminaron recurriendo a Bruce Willis, ¡por desesperación! (3)
Entre las muchas curiosidades que rodean el proceso creativo de La Jungla de Cristal está la idea de que el guion escrito por Shane Black, otro de los guionistas claves en la evolución del cine de acción de los 80, que terminó filmándose como El Último Boy Scout (The Last Boy Scout, EEUU, 1991), de Tony Scott (uno de los vehículos más importantes para Willis como héroe de acción, que fluctúa entre la acción y la comedia), se llamaba en los 80, Die Hard. Este poderoso título terminó siendo el del filme dirigido por John McTiernan. Una idea de Joel Silver, que maquinaba hasta mientras dormía ideas para los filmes que producía con mucho éxito aquellos días. Así se lo manifestó Silver a Jeb Stuart cuando comenzó con la escritura.
Quedaba poco para comenzar la filmación y todavía no había un actor principal y el texto no satisfacía plenamente a su exigente productor. El actor que finalmente se haría con el papel constituyó una decisión tan arriesgada como chispeante y visionaria. Bruce Willis combinó su compromiso con la serie Luz de Luna (Moonlighting, 1985-1989), con la filmación de Jungla de Cristal, que se convirtió ante la negativa de los actioners musculados del momento, en un filme que marcaría otra tendencia paralela, muy relevante en la evolución del género. El actor consiguió uno de los salarios más lucrativos del momento, cinco millones de dólares. Su agente, Arnold Rifkin, sabedor de que necesitaban a Willis para sacar adelante la producción, elevó el caché del actor a 5 millones de dólares. Barry Diller, presidente de Fox, fue persuadido por Lawrence Gordon de la necesidad de pagar el salario a Willis, o una producción de aquel calibre se quedaría embarrancada, con la considerable pérdida de oportunidad. Fox pasaría un año entero sin un filme de acción, devino en el ultimátum de Gordon a Diller.
La presencia de Willis, que había rechazado el papel de Martin Riggs en la referenciada Arma Letal, por considerar el guion de Shane Black demasiado violento, no sólo construyó el liderazgo de un héroe más humano y vulnerable, frente al tipo de películas que, en palabras de De Souza “…consolidó al héroe de los 80 como el ‘monstruo de los esteroides’” (4). Además, protagonizó una obra muy específica y rupturista, que luego sería conocido como “Die Hard Movies” o “Jungla de Cristal en…”. Desarrollando lo que el propio De Souza afirmó, efectivamente, las claves para analizar este sub género pueden ser las siguientes: Una estructura de guion que contenga unificación de tiempo (un período de tiempo comprimido, normalmente unas horas) y de lugar, es decir, una única localización donde transcurre la acción; un héroe que está completamente solo, frente a un grupo de delincuentes, atrapado en ese espacio constreñido. El héroe debe encontrarse en medio de fuerzas opuestas. Por un lado, los villanos, de quienes no debe dejarse capturar ni chantajear con los rehenes, y por otro, las fuerzas de la ley y el orden, que también le cuestionan y critican, y lo quieren fuera del tablero de ajedrez, con alguna ayuda puntual y excepcional.
El resultado es un filme que navegó a contracorriente de los cánones del género, con dos actores de protagonistas que aparentemente no eran un reclamo para la taquilla. Bruce Willis había protagonizado dos filmes dirigidos por Blake Edwards. Cita a ciegas (Blind Date, EEUU, 1987), había ido moderadamente bien (recaudó alrededor de 40 millones de dólares). Sin embargo, Asesinato en Beverly Hills (Sunset, EEUU, 1988) siendo un filme sobre una de las grandes estrellas del cine mudo, Tom Mix, paradójicamente apenas hizo cinco millones de dólares en su recorrido final. Willis no era, por tanto, un actor revienta taquillas. Para colmo, sus poses y tics cómicos para la famosa serie, que funcionaban muy bien en la pequeña pantalla, no estaba claro que valiesen para la gran pantalla. Su elección fue realmente arriesgada.
Fue el propio Willis quien propuso para el personaje de Holly a la actriz Bonnie Bedella, que le había causado cierto impacto tras su papel en el filme Corazón sobre ruedas (Heart like a Wheel, EEUU, 1983), dirigido por Jonathan Kaplan, filme que cuenta la vida de Shirley Muldowney, una de las primeras mujeres que practicó la competición automovilística a nivel profesional.
Hubo tensiones entre Willis y McTiernan. Desde la cúpula de Fox no se confiaba demasiado en Willis ni en la rentabilidad de una película tan cara, que claramente se excedía de presupuesto y días de filmación, así como que se reescribía constantemente. El actor fue dejando atrás su ya famosa fanfarronería propia, y encontrando la vulnerabilidad que su personaje requería. También los tics de la serie por la que era una estrella de la televisión iban quedando un tanto atrás. Willis estaba muy centrado en su papel y clavaba sus secuencias de acción en precisión y expresividad. A medida que fue confiando en McTiernan, el trabajo de Willis era cada vez más rico y preciso.
Jungla de Cristal pulverizó la taquilla en todo el mundo con más de 200 millones de dólares de recaudación. El verano de 1988 competía el favor de la taquilla con filmes como Danko, Calor Rojo (Red Heat, EEUU, 1988), de Walter Hill, con Arnold Schwarzenegger, Más Fuerte que el Odio (Presidio, EEUU, 1988), de Peter Hyams, con Sean Connery, la citada La Lista Negra, y Rambo III (EEUU, 1988), de Peter McDonald, segunda secuela del filme que había iniciado todo para los musculosos. Jungla de Cristal pudo con todos estos filmes erigiéndose en el filme de acción más taquillero del año. Estuvo más de diez meses seguidos en la lista de los filmes más taquilleros. Pulverizó igualmente el mercado de alquiler y venta de cintas de video.

La mezcla de elementos pasados y presentes, muchos de los cuales resuenan años después del estreno del filme, convierten esta película en un fenómeno que trasciende su tiempo. Siendo un filme claramente de los 80, tiende puentes hacia realidades históricas. Así, el instante en el que Gruber busca a Takagi (James Shigeta) entre los rehenes y comienza a relatar episodios concretos de su vida, menciona que, en la segunda guerra mundial, él y su familia estuvieron internos en el Centro de Reubicación de Manzanar, uno de los campos de concentración donde la población de ascendencia japonesa fue recluida una vez tuvo lugar el ataque a la base americana de Pearl Harbor que motivó la entrada de EEUU en la Segunda Guerra Mundial. Steven de Souza considera respecto a este detalle, preguntado por este humilde cronista, en el evento que se mencionará en el apartado siguiente, evento acontecido el domingo 23 de marzo de 2025, lo siguiente:
…La mención de Manzanar en la película está hecha para que el personaje sea mejor comprendido por el público y para que, siendo profundamente americano, tuviera su propio background….
Siendo una novela de los años 70, Nothing Lasts Forever manejaba estupendamente los hechos históricos y las sensibilidades, así como las realidades contemporáneas. Los reivindicativos intereses de muchas organizaciones terroristas de los años 70, que aparecen de modo inequívoco en el libro, se ven representados en el filme de 1988, pero como una cortina de humo para las verdaderas razones de la banda de Hans Gruber. El terrorismo en suelo estadounidense era algo bastante desconocido, tanto en 1979 como en 1988. Cierto es que durante los años 70 hubo algunas facciones terroristas que no realizaron ningún atentado realmente relevante o significativo. El llamado Ejército Simbiótico de Liberación, con sede en San Francisco, famosos por el secuestro de la joven Patty Hearst (nieta del magnate William Randolph Hearst) en Berkley, California. La joven, que sufrió un profundo lavado de cerebro, terminó uniéndose al grupo terrorista, formando parte de su estructura (5). El otro grupo armado de extrema izquierda importante que surgió en EEUU en los años 70 fue el Weather Underground, que surge de la Universidad de Michigan. Los años reivindicativos del Black Power, la oposición a la guerra de Vietnam y los movimientos estudiantiles que abogan por la derrota del imperialismo estadounidense, forjaron un ecosistema del que brotaron grupos terroristas como los mencionados, que atacaron una y otra vez al establishment del país. Sin embargo, en esta década, en el resto del mundo, era mucho más habitual el secuestro, por ejemplo, de aviones en vuelos comerciales regulares, para intercambiarlo por miembros de organizaciones terroristas, así como los atentados contra autoridades, en eventos, o respecto a figuras relevantes de la economía y la sociedad.
La base real del grupo de terroristas armados de Nothing Lasts Forever probablemente viene dado por el grupo terrorista alemán Baader-Meinhoff, también conocida como la Facción del Ejército Rojo. Terrorismo de extrema izquierda que sacudió especialmente la Alemania en particular, y a Europa en general, durante los años 70 del siglo XX. El líder de los terroristas de la novela de 1979 es alemán, como se ha dicho. Los miembros de su banda terrorista son hombres y mujeres jóvenes, que, sin decirlo expresamente, parece deducirse han sido reclutados en las universidades americanas, entre estudiantes descontentos y muy activos políticamente. El grupo armado de la novela posee el exigente discurso de que el ataque terrorista a la multinacional pretende asestar un duro golpe al capitalismo e imperialismo estadounidense. Los terroristas del libro pretenden arrojar por las ventanas del edificio seis millones de dólares en efectivo, con la idea de exponer al mundo los ilegales negocios de la compañía por el mundo. En particular, fruto de la venta de armas por parte de la compañía a la dictadura militar de Chile, la denominada Junta de Chile, que gobernó tiránicamente el país entre 1973 y 1990.
Probablemente de esa idea de ambición capitalista desmesurada, sobrevivió en el guion de Stuart y De Souza, pero en forma de cortina de humo frente a los auténticos propósitos. Así, las reivindicaciones terroristas que hace valer Gruber a la policía de Los Ángeles, de que sean liberados terroristas de todo el mundo, se realizan con el único objetivo de jugar al despiste, y hacerles perder tiempo mientras ellos van abriendo la cámara acorazada de la empresa que oculta millones de dólares en bonos negociables. Esa idea de terrorismo izquierdista reivindicativo, permanece en el filme en su esencia, de la primera de algunas de las frases más ingeniosas y audaces del filme, que los guionistas atribuyen con mucha sabiduría al villano. Así Hans Gruber-Alan Rickman recita su primer monólogo en la gran pantalla, cuando se dirige al personal de Nakatomi, ya rehenes, por primera vez:
Damas y caballeros, damas y caballeros…la avaricia demostrada por la empresa Nakatomi a lo largo del mundo, les ha hecho acreedores de una lección sobre el verdadero uso del poder. Ustedes serán testigos. (6)
Entre sus tesoros, el guion contiene otro detalle contextualizado de cierto interés y complejidad. El personaje del agente de la policía de Los Ángeles, Al Powell, que ayuda desde la calle, arrastra un trauma profesional. Ha sido prácticamente retirado del servicio activo y rebajado a actividades de mera patrulla rutinaria y administrativas. El agente disparó sobre un niño de 13 años que tenía una pistola de juguete con un gran poder de convicción respecto de su autenticidad. En 1988 tal situación podía generar en el público cierta comprensión. Además, tal circunstancia proporciona un background de cierta complejidad para el personaje. Sin embargo, si el film se hubiera realizado a partir de la segunda década del nuevo milenio, después de la muerte de varios jóvenes de raza negra en manos de agentes de policía de gatillo fácil, la repercusión entre el público de tal circunstancia habría sido muy diferente. Las intensas manifestaciones en ciudades como Ferguson, Misuri, o en Mineápolis, Minnesota, a raíz del excesivo celo de los agentes del orden acabando con la vida de jóvenes negros, fueron creando y diseñando el movimiento Black Lives Matter y con él el llamado universo Woke, de denuncia de otras realidades, que han modificado las sensibilidades sociales. En ese contexto, resulta poco probable la empatía colectiva con el trauma de Powell. No deja de ser asombroso, en definitiva, como el filme de 1988 puede conectar con asuntos relevantes en épocas tan marcadamente diferentes, previas y posteriores, momentos de la historia donde la humanidad está provista de muy específicas mentalidades, ancladas en ocasiones a las penurias de cada momento.
Preguntado por este cronista, Steven de Souza considera respecto al background de Powell que:
…Aquellos años hubo muchos casos de incidentes con armas de fuego y niños implicados, especialmente niños negros, que jugaban en la calle con pistolas de juguete muy parecidas a armas de fuego reales, sembrando confusión en los oficiales de policía, que por error los abatieron. Con ese detalle podíamos establecer una conexión de ese personaje con el público, que recordaría ese tipo de episodios y podían empatizar con la tragedia del personaje de Powell. John McTiernan y yo éramos conscientes de esto. Para redimir al personaje, al final del filme, Powell dispara sobre Karl (mata al último villano) y puedes ver la expresión de Reginald Vel Johnson cuando dispara. Esboza una expresión como de “¡me he curado!, ¡le disparo a un hombre blanco!”. Samuel Fuller hizo una película llamada The Big Red One (7) ambientada en Francia, donde los estadounidenses han librado batallas contra los alemanes. Hay una pelea en ese filme que tiene lugar en un manicomio entre soldados de las fuerzas estadounidenses y alemanas. Esta pelea se lleva a cabo en una cafetería. Se ve como los pacientes están allí comiendo mientras la pelea tiene lugar. En esa cafetería hay un soldado alemán que cae. Uno de los pacientes locos coge su pistola y empieza a disparar diciendo ‘¡estoy cuerdo!’, ‘¡estoy cuerdo!’. Tiene ese momento de claridad, mientras mata a otra gente. Fue exactamente el mismo concepto, la misma idea, que empleamos respecto al personaje de Reginald Vel Johnson.
La coincidencia de oportunidad, tesón, y persistencia dieron sus frutos tanto en el proceso de escritura, como de filmación de Jungla de Cristal. La presencia activa de un gran realizador, la práctica de muchas revisiones de guion nada conformistas, algunas de ellas fruto de conversaciones con los propios actores, y practicadas sobre el propio plató de rodaje, la contratación de estupendos actores, y en particular, un debutante que compone uno de los grandes villanos de la historia del cine, así como la sólida presencia unos especialistas en la acción y de solventes técnicos de efectos especiales, todos ellos de primer orden, terminan consolidando la idea de que el cine y el rodaje de películas constituye un proceso colectivo de coordinación y gran esfuerzo. En definitiva, Jungla de Cristal podía haber sido un filme más pausado, con un septuagenario Frank Sinatra. Podía haber sido también todo un body building para culturistas. Sin embargo, fruto de un cúmulo de decisiones osadas, resultó ser un filme revolucionario, que, partiendo de las estructuras del cine de catástrofes y del azote del terrorismo propios de los años 70 del siglo XX, cambió para siempre el cine de acción, en una estructura de espacio y tiempo que continúa fascinando a los guionistas y realizadores cuarenta años después. Probablemente Jungla de Cristal sea el mejor filme de acción de la historia del cine, junto a Terminator 2: El Juicio Final (Terminator 2: Judgement Day, EEUU, 1991), de James Cameron y Heat (EEUU, 1995), de Michael Mann.

2. WELCOME TO THE PARTY, PAL! STEVEN E. DE SOUZA EN EL TENERIFE NOIR.
Si te fijas en el filme es realmente contemporáneo. Lo único que no es muy moderno que digamos son las hombreras del traje de Holly, muy de la época. El único elemento que probablemente cambiaría a fecha de hoy, si se fuera a hacer nuevamente, es que, seguramente Hans Gruber ordenaría que les quitasen los IPhone a los rehenes, o, pensándolo mejor, tal vez decidiría dejárselos, porque así podrían comunicarse con sus familiares y ‘trabajarían para nosotros, fomentando la paranoia’. Respecto del personaje de Bruce seguramente lo que tendría que hacer en la escena del baño, una vez se percata de todo, sería decir, ‘¡oh! No puedo olvidarme del móvil’.
Steven E. De Souza sobre Jungla de Cristal.
Tenerife Noir.
23 de marzo de 2025.
El 23 de marzo de 2025 en el salón de actos de la sede de la Fundación CajaCanarias en Santa Cruz de Tenerife, tuvo lugar en el seno de la edición número 10 del Festival Atlántico de Género Negro Tenerife Noir una sesión muy especial. El pase del filme Jungla de Cristal, el filme original, y fundacional de toda una era, con la presencia de su guionista Steven E. De Souza en sala tanto en la presentación como en charla posterior con un estimulante Q&A por parte del público. El profesor de cine de la facultad de periodismo de la Universidad de La Laguna, David Fuentefría, moderó una charla con Steven De Souza muy participativa por el público asistente.
Antes del comienzo de la sesión, el escritor estadounidense recibió el premio Unicornio por parte de la Asociación Unicornio, organizadora de la Semana de Cine Fantástico de la Costa del Sol, Festival que lleva 25 años en activo. Un De Souza visiblemente emocionado, dio las gracias y consideró que dicho premio constituye un gran honor y nunca esperó recibirlo en vida.
Es especialmente gratificante este premio, porque siempre trato de ponerme a prueba…, remarcó De Souza. …Siempre trato de superar mis límites como guionista, como director, como artista. Por ello también me atrevo con diferentes géneros, como puede ser la comedia o el fantástico. Se me conoce por otros trabajos, pero para mí es una fantasía estar recibiendo este reconocimiento. Muchas gracias.
Una vez terminaron los trepidantes 126 minutos del prodigioso filme, subió al escenario un jovial Steven de Souza provisto de su sombrero tipo fedora. Y no paró de hablar.
Sus primeras palabras fueron para el fallecido actor Alan Rickman y su debut en el cine:
Fue la primera película de Alan Rickman. Él venía del teatro. Cuando el director lo vio en Broadway en la obra Las Amistades Peligrosas, decidió que era el actor perfecto para interpretar al villano. Cuando vino al estudio la idea era acudir al guardarropa que tenían especialmente para vestir a todo tipo de asesinos y criminales, y vestirlo a él de militar, como el típico villano, como si fuera un asesino de las fuerzas especiales. Él dijo ‘no, yo soy el ejecutivo, el cerebro de esta operación. Debería vestirme como un ejecutivo’. La diseñadora ganadora de un Óscar de la academia, Marilyn Vance, dijo ‘esa es una gran idea’. Siguiendo con esa estela, la idea natural con el resto de su banda era vestirlos como si fuesen modelos de pasarela.
El escritor puntualizó como suele afrontar el desarrollo de personajes:
Siempre intento conocer a los actores y encajar las palabras que escribo a su personalidad, igual que se hace un traje específico para quien lo viste. En contraposición, quise diseñar al personaje de Bruce Willis como un tipo más normal, más americano, no tan sofisticado. En la novela en la que se basó el filme, el personaje que interpretó Bruce Willis, el personaje es mayor que él. Es un oficial de policía retirado. Él había sido un oficial de Inteligencia Militar durante la segunda guerra mundial. Era un personaje mucho más sofisticado, al estilo europeo. Sin embargo, con el drama de la película, el personaje tenía más sentido que fuese diferente, así como que entrase más en el contraste con el villano.
Insistiendo en la idea de la construcción de los personajes principales y el trabajo de la creación del necesario contraste entre el héroe y el villano, Steven De Souza afirmó en la charla lo siguiente:
Cuando empecé a escribir para la televisión la serie de El Hombre de los Seis millones de Dólares tuve un mentor, Harve Bennett, que luego sería el productor de las películas de Star Trek. Me dijo ‘Steven, tu problema en esa escena es que crees que el villano se equivoca y que el héroe tiene la razón. Tienes que escribir diálogos para el villano de manera que realmente crea lo que está diciendo. Observa los diálogos de los villanos en los filmes de Hitchcock’. Aquellas palabras resonaron en mi mente durante muchos años. Así que cuando estaba escribiendo el diálogo para el personaje de Alan Rickman, volví a ver Con La Muerte en los talones (North By Northwest, EEUU, 1959). Observé detenidamente al villano James Mason y lo tuve en mi mente mientras escribía las líneas de Alan Rickman. Empleé otra técnica en contraste para el personaje de Bruce Willis. Fui a conocerlo y en cuanto escuché su acento, dije ‘Ah, somos del mismo lugar’, alrededor de Filadelfia. Hablamos mucho de nuestra infancia, de cómo íbamos a la playa en el océano Atlántico, la televisión que veíamos, así que escribí utilizando la personalidad de Bruce Willis. Como resultado, el diálogo refleja todo ese contraste entre ambos personajes. El villano dice aquello de ‘Eres otro estadounidense que se cree John Wayne, etc., etc.’. De este modo, las propias circunstancias proporcionaron un maravilloso contexto para construir personajes. En un buen guion deberías poder esconder el nombre del personaje y que se sepa perfectamente quien está hablando en cada momento, tan solo con los propios diálogos.
El guionista y director ocasional, apuntó unos cánones en torno a la construcción dramática de los filmes de acción de los años 80 del siglo XX, que constituyen una marca de serie:
A Joel Silver le gustaba decir que, lo más importante es que este tipo de películas de acción son prácticamente historias de amor (love stories), excepto que, realmente son películas de odio (hate movies). El héroe y el villano se conocen, pero no se enamoran, no se besan, al contrario, se vuelven enemigos enseguida. En una historia de amor tendrían unas citas y probablemente se casarían. En las historias de odio, deberían tener muchas peleas y discusiones. Y al final, uno mata al otro. Así, si ustedes piensan en Límite:48 horas, hay varios encuentros entre los héroes y los villanos. El primer encuentro tiene lugar en el hotel, antes de que el personaje de Eddie Murphy ni siquiera haya entrado en escena. El siguiente encuentro ocurre en la estación de metro. Luego viene el tiroteo entre el coche y el autobús. Finalmente, en el barrio chino. En ese momento uno de los personajes mata al otro. En Comando, los villanos vienen a la casa de Arnold, secuestran a su hija, tienen otro encuentro en el aeropuerto, en el centro comercial y en la persecución posterior, luego en el motel y en la isla al final de la película.
Entonces, continúa De Souza, cuando llegamos a Die Hard, teníamos un problema: Bruce Willis está solo y hay una docena de villanos. ¿cómo hacemos entonces para contar esta historia de odio? Después de varias semanas de grabación, en un momento distendido, tomábamos algo y alguien se dirigió a Alan y dijo, ‘vosotros los actores ingleses sabéis hacer de todo, ¿sabes imitar el acento estadounidense?’ Alan dijo ‘Bien, yo no puedo hacer el acento estadounidense per se, pero puedo imitar el acento californiano. Lo hizo. Entonces llamaron a Joel Silver el productor y a John McTiernan el realizador, y le dijeron, ‘hazlo otra vez’. Alan Rickman lo hizo de nuevo, y se quedaron asombrados, pero McTiernan dijo, ‘no, no, es un problema’. ‘En ese momento de la película -dijo- teniendo en cuenta que a esas alturas el público había visto al personaje cometiendo un asesinato, ya da igual si cambiaba la voz’. Entonces yo pregunté ‘¿hemos grabado esa escena ya?’ John se dio la vuelta hacia su asistente y pregunto ‘¿Cuándo hemos de filmar esa escena?’ aquél dijo ‘mañana’. Así, tuvimos la conversación justo el día previo a grabar esa escena. McTiernan dijo ‘vayamos al set mañana y veamos si hay alguna manera de que hacer que Bruce esté en una misma sala, pero que no vea realmente quien aprieta el gatillo’. McTiernan entró en la sala y respiró hondo cuando vio que había una mesa enorme y si se moviera y girara 90 grados, en lugar de cuatro patas, tendría dos grandes patas. Entonces Bruce podría situarse detrás de unas patas y escuchar la voz de Hans, la misma voz que escucha por la radio, pero no podría verle, porque éste estaría de espaldas. McTiernan me dijo ‘Steve, ahora ve enseguida a escribir esa escena’. Fuimos a una de los edificios de oficinas próximos en el estudio, donde había gente trabajando. Un contable dijo a alguien que estaba allí trabajando ‘fuera, él necesita una mesa y una máquina de escribir’. Y en unas dos horas regresé con la nueva secuencia en la que Alan Rickman finge ser uno de los rehenes, que se convirtió en una de las escenas más memorables de la película. (8)
Preguntado si hubo que improvisarse o cambiarse algunas escenas a última hora, De Souza dijo:
Oh, si, muchas. Por ejemplo, una que me viene a la cabeza es la secuencia en la que Bruce tiene una discusión con su mujer al comienzo de la película. Estuvimos ensayando con ellos con el guion. De repente, ambos comenzaron a improvisar. Yo empecé a apuntar cosas, me fui y una hora después regresé y traje las nuevas páginas de la escena.
Afirma De Souza respecto a la improvisación en el proceso de rescritura de Jungla de Cristal:
El mejor ejemplo del trabajo improvisado fue cuando avanzábamos en el rodaje de la película y alguien preguntó si había un plan claro y específico para que Rickman escapase con su equipo. Al final del rodaje hay una escena donde Holly le dice a Rickman aquello de ‘Así que eres un ladrón’, y él tenía un monólogo donde decía que el plan era escapar en medio del caos. Entonces, en lugar de ese monólogo, que era un cliché, menos es más (lo dice en español), decidí reescribir esa parte. Me inspiré en una película que hice unos años atrás, llamada The Spirit (Warner Bros. TV, EEUU, 1986), basada en el comic de Will Eisner, como la que hizo posteriormente Frank Miller, que está por aquí. La villana, P’Gell Roxton, era tan mala, que su plan era hacer estallar un hospital de niños y escapar en una ambulancia. Probé esa idea, pensando que nadie se acordaría ya de la película de 1986. Entonces dijimos, perfecto, tenemos a Argyle en el garaje, y al informático yendo hacia allí, para sacar la ambulancia de dentro del camión. Todo esto se decidió en el último día de rodaje. Nos dimos cuenta que la palabra ‘ambulancia’ estaba mal escrita. Además, como otra evidencia de cómo esa decisión fue tan del último momento, si se fijan en la película cuando la vuelvan a ver, verán que, al principio, cuando los villanos llegan en el camión al edificio y salen, no hay ninguna ambulancia detrás. Nos dimos cuenta de ese detalle unas pocas personas, el director, el productor, el montador y yo dijimos que la secuencia del principio habría que meter la tijera todo lo posible y tratar de oscurecer la tonalidad lumínica para que se viera lo menos posible el interior del camión.
De Souza, en definitiva, es un guionista incansable, además de raudo y veloz. Ventajas de un equipo de producción que contaba a pie del rodaje con un experimentado guionista, habituado a la presión de escribir rápidamente, tras un enorme bagaje en la televisión.
En su habilidad para proporcionar contexto a los filmes en los que interviene, De Souza remarcó una circunstancia de la sociedad de su tiempo que no dejó pasar. Comenta el escritor:
En aquellos años 80 había una paranoia en la población bastante infundada de que algunos países extranjeros estaban comprando edificios y empresas estadounidenses. De hecho, justo antes de estos filmes, una empresa japonesa había comprado el edificio Empire State. También empresas japonesas como Sony Pictures compraron Columbia Pictures, etc. (9) Esa paranoia se despertó pese a que Los Países Bajos poseían más empresas estadounidenses que los japoneses, y nadie se preocupa por los países bajos. Despertó igualmente una oposición en la población estadounidense, claramente en contra de esas maniobras de las empresas japonesas. Todo ello se incluyó en el filme, para proporcionarle el contexto.
Preguntado el guionista acerca de si estaría dispuesto a acometer una nueva historia de sobre John McClane en 2025, si se diese la confluencia de presupuesto y voluntad, el escritor de filadelfia respondió lo siguiente:
No lo sé, quizá venga alguien y haga una buena película con ese material. Mi opinión es que una nueva versión tan solo es una buena idea si tienes algo nuevo que contar respecto a esa historia. Si la puedes mejorar. Por ejemplo, Kevin Costner hizo una película, No Hay Salida (No Way Out, EEUU, 1987), que era una nueva versión de un filme de los años 40 (10). Es bien diferente, no muy superior, pero sí bien diferente. También suele ser un argumento el hecho de que la tecnología es mucho mejor para rehacer una película en la actualidad. Otro ejemplo contrario es el remake de Psicosis (11) que nunca he entendido cual fue el propósito para hacer una nueva versión de un filme magistral. Hay otros ejemplos de que a veces los remakes son mejores. Recuerden El Halcón Maltés, con Humphrey Bogart. Es un clásico. Esa fue la tercera vez que se hizo esa película (12). La gente no recuerda las dos primeras, que son muy diferentes del libro. Así que, si no puedes mejorar una película, no hagas un remake. Personalmente no creo que Jungla de Cristal se pueda mejorar.
De los actores para los que De Souza escribió películas de acción, como Stallone, Schwarzenegger o Van Damme y Willis, sus preferencias y opiniones se postulan del siguiente modo:
El actor que tiene un mayor rango actoral era Bruce Willis, precisamente porque no es ese héroe musculado, sino que es alguien más cercano, más ordinario.
Considera De Souza que Arnold es mejor actor de lo que mucha gente piensa:
Conozco muy bien su voz y sus capacidades, pues escribí cinco películas para él. Somos de hecho amigos cercanos. Él mismo ha dicho en muchas entrevistas que los guiones que he escrito para él han hecho mucho por cambiar su carrera y poder interpretar papeles más allá de robots o hombres de las cavernas.
En cuanto a Sylvester Stallone, De Souza considera que:
…podría ser mejor, pero él mismo se coloca piedras en el camino. De hecho, cuando salió Jungla de Cristal me dijo ¿por qué no me escribes una ‘Die Hard movie’? Escribí aquel guion que era un thriller de ciencia ficción ambientada en un tren, en un tren bala, en un futuro cercano (13). El personaje de Stallone se sube en el tren. Hay mucha ceremonia, pues cuando comienza la trama es la primera vez que el tren parte. El personaje está constantemente haciendo una serie de observaciones, de las que toma nota. Tiene toda la pinta de ser una especie de agente secreto. Los villanos atacan el tren y consiguen tomarlo. Los pasajeros le piden a Stallone que les salve. Pero resulta que su personaje no parece capaz de hacerlo, porque su trabajo es, simplemente, el de un ejecutivo de la compañía del tren, cuya misión es velar por la calidad del servicio del tren (“quality control”): El tren tiene que salir a las 8 en punto; si las azafatas han proporcionado las almohadas a los pasajeros; si el servicio de comida para los pasajeros es correcto; si la azafata llevaba las medias del color correcto, etc. Aunque su personaje parecía un héroe de acción, pues iba al gimnasio cinco veces por semana (su padre había sufrido un ataque al corazón a los 40 años), realmente no tenía nada de héroe. Pues bien, durante todo ese proceso de preparación, Stallone venía y me decía ‘Steve, quizá mi personaje podría haber sido un Boina Verde, antes de que estuviese en el tren’. ‘Bueno, bien, vemos más adelante’, le decía yo. Dos semanas más tarde, ‘Steve quizá antes de que el filme comenzase mi personaje podría haber sido un paracaidista’. Yo tenía que insistirle que no, que habíamos dicho desde el principio, que este personaje iba a ser un hombre normal. Finalmente, no pudimos hacer la película, porque el estudio entró en bancarrota y nunca hicieron la película.
De Souza sentenció que los mejores actores con los que ha trabajado son John Lithgow, Alan Rickman, Denzel Washington, Raul Julia, Christopher Plummer, y Timothy Dalton. “No es ninguna casualidad que todos ellos empezaron en el teatro”, sentencia el escritor.
Al guionista de Filadelfia se le preguntó también por el guion de En el Ojo del Huracán (Knock-off, EEUU, 1998), dirigida por Tsui Hark:
Tsui Hark era un director de muchísimo talento. Yo escribí aquel guion, Knock off (14) para que fuera todo lo contrario a la típica película de acción. De hecho, el propio título, Knock-off quiere decir ‘que no es una copia’. Aquellos años muchas películas de acción estaban copiando otras películas, muchas de ellas escritas por mí. En aquel momento estaba ocurriendo el histórico traspaso de Hong Kong a China. Los productores estaban muy paranoicos con la idea de que podría haber muchos problemas con el gobierno chino. En el último momento hicieron muchos cambios en el guion. Cambiaron la situación del héroe, cambiaron la trama, los villanos, que en mi versión eran chinos, llegaron y dijeron ‘no, no pueden ser chinos, ni de Hong Kong’ y los convirtieron en villanos rusos, en villanos de cliché. Muchas de las decisiones tomadas fueron en contra del espíritu principal de la película y perjudicaron el filme resultante. También ocurrió que el realizador, Tsui Hark trabajaba en inglés, que no era su idioma nativo, y no se percató de todos los cambios que le estaban haciendo en el guion original, hasta el punto de que a veces no tenía ni sentido lo que estaban diciendo en la película. Esta situación llegó a tal extremo que, una vez terminaron de rodar la película, me llamaron para volver a grabar algunas secuencias del audio para que la historia fuera más comprensible.
Respecto a la consideración, con el transcurso del tiempo, de Jungla de Cristal convertida en un clásico navideño, el guionista de Filadelfia deja claro que:
Ya desde el libro, la trama esta situada en Navidad. En el libro, la historia transcurre en cinco días. Comienza en Nueva York. John McTiernan tuvo en un principio la idea de inspirarse en la obra de Shakespeare, El Sueño de una Noche de Verano, en la que los mismos actores van interpretando repetidamente los diferentes personajes, pero al final no pudo ser. Tuvimos que comprimir el tiempo y aglutinarlo todo en la víspera de Navidad. Joel Silver dijo ‘Bien, aunque la película no tenga mucho éxito, supongo que todos vamos a recibir los beneficios por nuestros derechos cada Navidad, pues la película va a emitirse cada Navidad’. No me había dado cuenta de hasta qué punto se convirtió en una película navideña por todos los detalles presentes en el rodaje que recordaban a la navidad, los motivos de decoración navideños, etc. Yo añadí un punto más. Que al final del filme todo se salva por una pistola envuelta en papel de navidad. Todos los años tenemos ese debate, de si es una película navideña o no. Definitivamente, los gráficos estadísticos sobre la emisión de la película, demuestran que efectivamente Die Hard es una importante película navideña. Hasta entonces la película navideña por excelencia era Navidades Blancas, con Bing Crosby. Cuando apareció Die Hard, pasó a ser la película navideña por excelencia, por el número de canciones navideñas y porque estadísticamente transcurre en su integridad en fechas navideñas.

3. Y CUANDO ALEJANDRO MAGNO DESCUBRIÓ LA MAGNITUD DE SU IMPERIO, LLORÓ, PORQUE YA NO LE QUEDABAN REINOS POR CONQUISTAR (15). DIE HARD MOVIES: UNA FÓRMULA DEBIDAMENTE EXPLOTADA. COPIAS Y SECUELAS.
Si ves las secuelas de Jungla de Cristal, con excepción de la primera de ellas, que también escribí yo, las otras tres son muy diferentes y no creo que necesariamente mejores. La tercera también es buena. Si en las tres primeras películas McClane es un hombre normal y corriente, en las dos últimas, es un superhéroe. Se han hecho muchos remakes no oficiales de Die Hard. Speed es ‘Die Hard en un autobús’; Under Siege es ‘Die Hard en un barco’; Air Force One, en el avión presidencial; White House Down es… en fin ustedes captan la idea. Incluso Jean-Claude Van Damme hizo ‘Die Hard en una pista de Hockey’. De hecho, Die Hard se ha convertido en un género propio, e incluso en una manera de hablar que se utiliza en las reuniones. Actualmente en Hollywood cuando se tiene una idea sobre una película, se dice, por ejemplo, ‘será como ‘Die Hard en el espacio’. En fin, que hay muchos ejemplos ridículos. Quizá vieron Possessed con Timothy Dalton el otro día (16). Un día me llamó el productor y me dijo ‘He visto el filme y pensé que deberías dejar de hacer este tipo de películas de terror y volver a escribir películas de acción’. Me dijo: ‘Tengo este guion, no es muy bueno, pero puedes reescribirlo y dirigirlo’. Le pregunté ‘¿de qué va?’ y me dice ‘es un Die Hard en un edificio’. El guion era realmente terrible. El productor me dijo ‘al menos Air Force One va sobre el avión presidencial’. La única diferencia que tenía ese guion era que el agente de policía era una mujer. Le dije: ‘No, no haré esa película’. He ido contando esta historia durante todos estos años. Es tan ridícula, que nadie me creyó cada vez que la conté. Un día se lo conté a Bruce Willis y resultó una anécdota muy divertida. Cuando él fue entrevistado en Vanity Fair, contó la historia. A partir de ese momento, todo el mundo la creyó.
Steven E. De Souza.
23 de marzo de 2025. Tenerife Noir
3.1. Jungla de Cristal en…
Con el éxito rotundo de Jungla de Cristal, revalidado por la primera secuela, filmada rápidamente, aprovechando la estela del éxito del original, cobró vida e importancia, casi como un auténtico valor o activo financiero, la fórmula denominada Die Hard Movies, o “Jungla de cristal en…”. Los actores, los guionistas y directores, trabajaban en fórmulas similares y los agentes cerraban contratos millonarios, siguiendo la estela de igualmente de Willis que cobró 5 millones de dólares por su participación en el primer film, y siete millones y medio por el segundo. Todos querían probar variables de esa fórmula. Como ha apuntado el propio De Souza, desde el estreno de Jungla de Cristal, muchos han sido los filmes que han reelaborado y explotado la fórmula hasta la saciedad.
Destacan como botón de muestra los siguientes filmes: Operación Soldados de Juguete (Toy Soldiers, EEUU, 1991), de Daniel Petrie Jr. con el secuestro de un instituto estadounidense de élite para canjear a los rehenes por la liberación de un narcotraficante, padre de uno de los jóvenes. Alerta Máxima (Under Siege, EEUU, 1992), de Andrew Davis, con Steven Segal, que emplea la fórmula en un acorazado militar. Su secuela, de 1995, (que transcurre en un tren), fue dirigida por Geoff Murphy; Pasajero 57 (Passenger 57, EEUU, 1992), de Kevin Hooks, con Westley Snipes traslada el esquema a un vuelo regular, con un prisionero que escapa de su captor, sembrando el caos en el reducido espacio de un vuelo comercial. En Máximo Riesgo (Cliffhunger, EEUU, 1993), de Renny Harlin, tenemos a un Sylvester Stallone con un trauma personal que resolver, que se enfrenta a una banda de peligrosos atracadores cuyo aeroplano se ha estrellado en alta montaña; En Speed (EEUU, 1994), de Jan de Bont, Keanu Reeves debe desactivar una bomba colocada por un psicópata en un autobús cargado de pasajeros, que no puede reducir su velocidad a menos de 50 millas por hora. En su secuela (Jason Patrick sustituye a Reeves) ocurre otro tanto en un crucero por el caribe. También fue firmada por el habitualmente director de fotografía De Bont; En Muerte Súbita (Sudden Death, EEUU, 1995), de Peter Hyams (es el filme protagonizado por Jean-Claude Van Damme al que aludía De Souza), la trama y el esquema trascurre en un estadio de Hockey sobre hielo; Air Force One (EEUU, 1997), de Wolfgang Petersen (Con Harrison Ford como el presidente de EEUU) trascurre en el avión presidencial. Ya en el nuevo milenio, los ejemplos continúan. Así, la saga Has Fallen, protagonizada por Gerald Butler, está compuesta por los siguientes tres filmes: Asalto a la Casa Blanca (Olympus Has Fallen, EEUU, 2013), de Antoine Fuqua (con Gerald Butler recorriendo una diezmada residencia del alto mandatario matando terroristas). Sus dos secuelas, son Objetivo Londres (London Has Fallen, EEUU, 2016) y Objetivo: Washington D.C. (Angel Has Fallen, EEUU, 2019), dirigidas, respectivamente, por Babak Najafi y Ric Roman Waugh, salen del extrarradio del lugar cerrado, pues la primera transcurre en una ciudad de Londres sumida en un continuado ataque terrorista. En la siguiente secuela, el personaje central, el agente del servicio secreto Mike Banning, es acusado del intento de asesinato del Presidente del país, que debe resolver a contrarreloj sin dejarse capturar por el FBI y la policía de la ciudad. La Plataforma Netfix estrenó a finales de 2024 Equipaje de Mano (Carry-on, EEUU, 2024), dirigida por Jaume Collet-Serra, con el actor Taron Egerton interpretando a un agente de seguridad del LAX, el aeropuerto de Los Ángeles, que es chantajeado para que permita pasar una maleta que contiene una bomba por el control de seguridad y causar un caos importante en el referido recinto, en plenas navidades. La pareja del agente, trabaja también en el aeropuerto. En este caso, la fórmula es más cercana a la primera secuela del original, firmada por Renny Harlin. No podemos omitir en este recorrido el filme de Amazon Studios, G-20 (EEUU, 2025), dirigida por Patricia Riggen, con la actriz Viola Davis como la presidenta de EEUU, atrapada en las instalaciones de la cumbre del referido grupo de los 20 mandatarios más poderosos del mundo, celebrada en Sudáfrica y que ha sido tomada por terroristas internacionales. Tampoco podemos pasar por alto el remake de una de las copias de la formula original mencionada. El realizador español afincado en Hollywood, el citado Jaume Collet-Serra ha dirigido Cliffhunger (EEUU, 2025), remake casi avant la letre del mencionado filme protagonizado por Stallone, con Lily James y Pierce Brosnan, en sus papeles principales. El único cambio destacable en esta nueva versión viene dado por el hecho de que la pareja del protagonista, interpretada en el filme original por Janine Turner, se convierte en la hija del veterano héroe y, cánones actuales mandan, deviene en la protagonista de la función. De este modo, se relega al veterano héroe masculino a un segundo lugar en la acción. La lista, en definitiva, si se realiza de una manera exhaustiva, puede resultar inabarcable.
En todos estos filmes, insistimos, se ha imitado la fórmula del original, incluso, en lo que al peso del villano se refiere. A lo largo de los años los cineastas que han querido reproducir la fórmula han sido conscientes de la importancia de reclutar estupendos actores para los roles de la némesis del héroe. Y así actores como Tommy Lee Jones, Gary Oldman, Powers Boothie, Dennis Hooper, Willem Dafoe o John Lithgow, entre otros muchos, han percibido suculentos cheques por desplegar su carisma, y recitar potentes diálogos en algunos de los filmes mencionados, como parte de la mencionada fórmula.

3.2. Secuelas
Se da la importante paradoja de que estos filmes enumerados, no casuísticamente, sino a título de ejemplo, y otros, acogen la estructura “Jungla de Cristal en…”. Lo hacen de una manera mucho más fiel que la propia saga original, que se desmarca de los requisitos más importantes de la fórmula, especialmente a partir de su segunda secuela. Efectivamente, Jungla de Cristal: La Venganza, como veremos, en su intento de presentar un filme de acción lo más original posible, hizo que la saga dejase atrás la fórmula Die Hard para convertirse en películas de acción casi independiente, y poder venderla como un producto diferente. El filme de 1995 marcó el destino de la serie. Los tres siguientes filmes de la saga transcurren, como veremos, en otros contextos y estructuras. Tales circunstancias afectan claramente al tratamiento del héroe, convertido, como dijo De Souza, en una especie de super héroe.
3.2.1.¡Volvemos a estar hasta arriba de terroristas, John! La Jungla 2: Alerta Roja.
La Jungla 2: Alerta roja (Die Hard 2: Die Harder, EEUU, 1990) fue puesta en marcha por Lawrence Gordon y Joel Silver en tiempo récord, ante el éxito inconmensurable del filme de 1988. Se puso en marcha tan rápido, que se erigió en la primera de las imitaciones de la fórmula original.
Nick De Semlyen en su libro “Los Últimos Héroes de Acción. Triunfos, Fracasos y Rivalidades de los Reyes de la Masacre en Hollywood” (NeoPerson Club, septiembre de 2024) (17) apunta sobre la génesis de la primera secuela del éxito de 1988 lo siguiente:
El nuevo jefe de 20th Century Fox, Joe Roth, echó un ojo al calendario del estudio para el verano de 1990, vio que le faltaba un gran estreno y llegó a la conclusión de que podían convertir rápidamente un guion que acababa de leer, titulado 58 minutes, en una continuación de Jungla de Cristal.
Se partió, por tanto, nuevamente, de material ajeno. En este caso, la novela de base es 58 minutes, escrita por Walter Wager (18) en 1987. Nada tiene que ver con la saga, ni con el material literario que inspiró el filme original. Se compraron rápidamente los derechos, simultáneamente al encargo del primer borrador de guion al prácticamente debutante Doug Hutchinson. En el libro 58 minutos tenemos a Frank Malone, un agente de la policía de Nueva York que debe de detener a un terrorista conocido como Number 1. El malvado se ha hecho con el control aéreo y de las luces de aterrizaje del aeropuerto JFK de Nueva York. La hija de Malone sobrevuela el mencionado aeropuerto. Malone y las autoridades tienen cincuenta y ocho minutos para conseguir detener al terrorista antes de que el avión en el que vuela la hija del agente se estrelle. Otros aviones planean igualmente en círculo, esperando una oportunidad de poder aterrizar.
Concluido un primer tratamiento, su revisión no se hizo esperar. El tono de comedia y el toque de la franquicia Die Hard fue encomendado nuevamente a Steven E. De Souza. Descartado McTiernan, que no deseaba repetirse, la responsabilidad tras las cámaras recayó en el finlandés Renny Harlin, que había tenido mucho éxito con la tercera secuela de la saga de terror Pesadilla en Elm Street dos años antes. En el mismo año de 1990 estrenaba además la gamberrada Las Aventuras de Ford Fairlane (The Adventures of Ford Fairlane, EEUU, 1990), al servicio del cómico y actor estadounidense Andrew ‘Dice’ Clay.
La trama de las nuevas aventuras de John McClane vuelve a ambientarse en período navideño. John y su esposa Holly han reconducido su relación a raíz de los eventos del primer filme. Al Powell, encarnado nuevamente por Reginald Vel Johnson, vuelve a tener un pequeño papel, más administrativo esta vez, ayudando al héroe a recabar información a distancia acerca de las huellas dactilares de uno de los mercenarios del villano de esta secuela, el coronel Stuart. También el odioso periodista Richard “Dick” Thorburg, interpretado nuevamente por William Atherton, tiene un par de secuencias. Thorburg viaja en el mismo avión de Holly. Se da la circunstancia de que ésta posee una orden judicial de alejamiento contra aquél, propiciada por el puñetazo que la mujer le dio al mísero periodista al final del filme original, después de haber entrado a sus dependencias, chantajeando a Paulina, el ama de llaves mejicana, y entrevistado a sus dos hijos pequeños con fines puramente sensacionalistas. El Nakatomi Plaza de Los Ángeles (realmente el edificio Fox Plaza recién construido, con algunas plantas en obras, y otras ocupadas por abogados y contables durante la filmación del filme original de 1988) es reemplazado por otro lugar cerrado. El escenario es el aeropuerto de Dulles en Washington D.C. y sus entrañas: pasillos, galerías, salas de equipaje y pistas de aterrizaje. Todos estos parajes constituyen el ocasionalmente claustrofóbico espacio por dónde el policía fan de Roy Rogers vuelve a enfrentarse a un grupo delincuencial organizado. Nuevamente, invade cierto tono de las películas de catástrofe de los años 70, salvo por la carencia del torrente de estrellas de otro tiempo.

Como secuela al pie de la letra, siguiendo la fórmula Jungla de Cristal en, nuevamente el héroe se encuentra en un lugar muy concreto, acotado en tiempo y espacio. Nuevamente tiene en contra a la autoridad policial, focalizada en el jefe de policía del Aeropuerto, Carmine Lorenzo, interpretado por Dennis Franz. Se crean igualmente varias capas de villanos. Los dos principales son William Sadler como Stuart, que definitivamente carece del carisma de Alan Rickman, pero da el pego como el líder del grupo de mercenarios, y el actor internacional, el carismático actor italiano Franco Nero que interpreta al dictador de país sudamericano y narcotraficante Esperanza. El personaje, esa fusión entre gobernante y delincuente, que en los años 80 había llevado a EEUU a la declaración de la guerra al narcotráfico, claramente está inspirado en el real personaje del dictador panameño Manuel Noriega (19), constituye un importante cordón de este filme, hábilmente construido, con la realidad de su país. En una rutinaria operación de traslado, será liberado por Stuart y los suyos, aprovechando su tránsito por Dulles, insinuando alguna de las reales y secretas colaboraciones entre el dictador Manuel Noriega y la CIA.
En una escala inferior en protagonismo, aparecen los personajes interpretados por John Amos, como Grant, protagonista de uno de los giros importantes del filme. Actores que despuntan como Robert Patrick o John Leguizamo son secuaces de los villanos principales. Ocasionalmente el héroe es ayudado por Marvin (Tom Bower), empleado del aeropuerto, veterano de la segunda guerra mundial, que se conoce las instalaciones al dedillo. El héroe colabora igualmente con Barnes (Tom Evans) alto jefe de la torre de control, y ocasionalmente con uno de los mandamases del aeropuerto, Trudey (Fred Dalton Thompson), que termina por respetar al héroe y su tesón y arrojo.
Salvo un par de secuencias que constituyen todo un desafío a la capacidad de la suspensión de la credulidad del espectador, el filme funciona espléndidamente. Es trepidante, entretenido, y pese a poseer la estructura de una Die Hard movie, trata de posicionarse como un autónomo filme que navega sabiamente entre la acción y las catástrofes aéreas. Las secuencias que desafían el intelecto son las siguientes: la que transcurre en la cabina del avión que trae a Esperanza. McClane termina encerrado en la cabina de los pilotos mientras los terroristas, capitaneados por el coronel Stuart, disparan y lanzan todas las granadas que poseen. El héroe escapa en el último segundo de la cabina gracias al sillón eyectable del piloto, que lo lanza hacia arriba mientras esta explota, reventada por las granadas, no alcanzando la explosión al agente por salir éste despedido, para caer en paracaídas. Los villanos de la función, casualmente o no, se tienen que ir inmediatamente a escape, porque llega la policía del aeropuerto al rescate y no tienen tiempo de rematar al héroe. La otra secuencia desproporcionada es la final. Cuando, a duras penas ha logrado abrir el depósito de combustible del avión en el que los mercenarios y el narcotraficante pretenden escapar. Después de haber derrotado a Grant, Stuart lanza al héroe desde el ala del avión hacia la pista de aterrizaje de una patada. McClane saca su mechero y lo tira a la columna de combustible derramado que se va incendiando, mientras profiere la mítica frase de Roy Rogers. La columna de fuego que se forma en la columna de gasolina en la nieve, se expande y asciende, contra la fuerza de gravedad (sic), hacia el avión, que acaba de despegar, haciéndolo estallar. La explosión y las bolas de fuego acaban con la totalidad de los villanos y proporcionan al avión de su esposa y a los demás, las necesarias luces de aterrizaje a la pista del Aeropuerto de Dulles.
El guion está, como toda secuela que se precie, trufado de frases con reminiscencias al filme original. En este sentido, Bruce Willis profiere expresiones al estilo de: “¡volvemos a estar hasta arriba de terroristas, John!”, y cuando se produce el encuentro final entre el agente de policía de Nueva York y su esposa, ésta le dice “¿Porqué siempre nos pasa a nosotros?”.
En definitiva, el filme de Harlin es una secuela resuelta con mucho oficio, tremendamente entretenida, con una atractiva descripción y estratificación de los personajes, así como algunas secuencias de acción bien resueltas, con algún toque bastante aterrador. Sirva como ejemplo, la secuencia donde nuestro héroe por fuera de la iglesia que sirve de control de mando para Stuart, le clava una estalactita en el ojo a uno de los secuaces de éste, Baker (Tony Ganios). Estaba claro de las influyentes bases de Renny Harlin en el terror.
La taquilla volvió a acompañar, premiando la empresa. Más de 240 millones de dólares por todo el mundo sobre un presupuesto de 70 millones (30 más que los inicialmente previstos), avalan la realidad de que la operación nuevamente fue un éxito rotundo. La Jungla 2 se estrenó en un verano, el de 1990 plagado de secuelas. Competía con Cuarenta y ocho horas más (Another 48 Hrs, EEUU, 1990), de Walter Hill, Robocop 2 (EEUU, 1990), de Irving Kershner y Regreso al Futuro III (Back To The Future, Part III, EEUU, 1990), de Robert Zemeckis. El complejo rodaje en la nieve y la presión para Harlin de conseguir que los espectadores repitieran la experiencia del primer filme sin que la secuela resultase una mera copia, parecía verse compensada y coronada. Fue la secuela que más recaudó, pero no el filme más taquillero del año. En la lucha por la taquilla, se quedó en el tercer puesto, por debajo de Ghost, más allá del amor (Ghost, EEUU, 1990), de Jerry Zucker, protagonizada por Patrick Swayze y la esposa de Willis, Demi Moore, y de Desafío Total (Total Recall, EEUU, 1990), de Paul Verhoeven, protagonizada por Arnold Schwarzenegger y Sharon Stone.
3.2.2. Adiós a la fórmula. Jungla de Cristal: La Venganza.
Como apunta igualmente Nick de Semylen en su mencionado libro “Los Últimos Héroes de Acción. Triunfos, Fracasos y Rivalidades de los Reyes de la Masacre en Hollywood”, cuando se le pregunta a Bruce Willis en el verano de 1990 si habría más películas sobre el personaje del cowboy moderno, respondió: Claro Jungla de cristal 3: ha muerto. La verdad es que no. Creo que ya hemos dicho todo lo que había que decir sobre McClane y el terrorismo.
Probablemente ni él mismo se creía esa afirmación. Cierto es que Willis tenía otros filmes en mente. Había trabajado muy a gusto con el veterano Norman Jewison en Recuerdos de Guerra (In Country, EEUU, 1989) y estaba pensando ya en sacar adelante su proyecto personal, El Gran Halcón (Hudson Hawk, EEUU, 1991), de Michael Lehmann, que partía de una historia del propio Willis, con Robert Kraft, y de un guion escrito por Daniel Waters, que sería revisado por Steven de Souza, por petición expresa del actor. De Souza revisaría igualmente, esta vez sin acreditar, el guion de Persecución Mortal (Striking Distance, EEUU, 1993), de Rowdy Herrington, firmado por el propio Herrington y Martin Kaplan.
Efectivamente, Fox todavía quería explotar la gallina de los huevos de oro y el sagaz De Souza ya tenía incluso un plan elaborado al respecto. Recurrimos nuevamente a las palabras de De Souza, pero no las vertidas en el acto del Tenerife Noir, sino recogidas en el referenciado manual de De Semlyen. Dice De Souza:
Se nos había ocurrido la idea de que la tercera se desarrollara en un crucero, dice el guionista, Las veíamos, básicamente, como películas de catástrofes de los setenta con una capa de acción. O sea, Jungla de Cristal era El Coloso en Llamas, la segunda era Aeropuerto y la tercera tenía que ser La Aventura del Poseidón. Llegamos a elaborar una trama entera en la que Bruce y su familia se iban de vacaciones en un crucero.
El problema para este tercer proyecto, llegó en la forma de una de las tantas repeticiones de la formula de las Die Hard Movies. Desde Warner Bros. llevaban un tiempo fabricando un vehículo de lucimiento más caro para el rentable Steven Seagal. La mencionada Alerta Máxima, se adelantó a la idea de una aventura en alta mar. Si bien es cierto que este filme dirigido por Andrew Davis transcurre en un acorazado, la idea expuesta por De Souza, de un Jungla de Cristal en un crucero, también vería la luz, aunque tampoco en la saga original. En 1997 (dos años después del estreno de la segunda secuela del filme original) se estrena Speed 2 (EEUU, 1987), de Jan de Bont, donde Sandra Bullock y Jason Patrick, reemplazando a Keanu Reeves, deben retomar el control de un crucero por el Caribe, amenazado por el villano que encarna Willem Dafoe.
La segunda secuela de Jungla de Cristal, por tanto, se quedó en barbecho y tardaría un poco más en ser erigida. Surge fruto de un importante cambio en la cadena de producción. Ya no están los productores Lawrence Gordon o Joel Silver. Los ejecutivos para esta empresa, nada tienen que ver con Fox. La cúpula del estudio 20th Century Fox deja de tomar el mando de la franquicia y es otra productora la que asume labores de producción, relegando a la compañía de la famosa fanfarria musical en labores de distribución y sólo para países anglosajones. En España, por ejemplo, se exhibió sin el logo de Fox y en formato doméstico se distribuyó por las filiales de Disney Touchstone Pictures y Hollywood Pictures. Andrew J. Vajna y Michael Tadross toman el relevo. No serán los únicos cambios.
Así En Jungla de Cristal, la Venganza (Die Hard With a Vengance, EEUU, 1995), de John McTiernan, desaparece por vez primera en la saga, como se ha dicho, todo contexto cerrado, claustrofóbico compartido entre el héroe y los villanos. Ya en el anterior filme se apuntaba cierto rupturismo, teniendo en cuenta que Stuart y sus hombres se movían alrededor de una iglesia cercana al aeropuerto, es decir, fuera de éste, como base de operaciones, y por las pistas de aterrizaje en un complejo rodaje que buscaba la nieve en grandes cantidades. En este filme de 1995, la pluralidad de localizaciones no afecta al acotamiento del tiempo, transcurriendo la trama en unas horas, que abarcan prácticamente todo un día, comenzando por la mañana en Nueva York y concluyendo entrada la noche en Quebec, Canadá. McClane, tiene que lidiar con una enorme resaca personal y con un villano íntimamente relacionado con el filme original. Se enfrenta a Simon (Jeremy Irons), hermano de Hans Gruber. El policía se encuentra distanciado de Holly (que nunca aparece en el filme, tan solo escuchamos su voz en un momento dado al otro lado del teléfono), personaje que resuena a lo largo del filme. La mujer continúa residiendo en Los Ángeles, mientras que él está en la gran manzana, ejerciendo allí como policía. Tan solo hay dos conatos de hablar con ella por teléfono, dejando en el aire si realmente Holly y John llegan a hablar y a arreglar sus cosas un tanto frías entre ambos. No han roto oficialmente su relación, pero llevan todo un año sin hablar. La deriva de los dos filmes siguientes, apunta claramente a que el matrimonio entre ambos no ha sobrevivido.
Es bastante posible que, en el cambio de estructura de esta secuela, para marcar cierta diferencia con los dos filmes precedentes de la saga, tenga mucho que ver las variaciones desde la producción, que recayó en manos de Cinergi Pictures, productora que creó en 1989 el productor húngaro, el antes mencionado Andrew V. Vajna, una vez rompió su sociedad con el productor de origen libanés Mario Kassar, Carolco Pictures (20).
En similar medida, es bastante probable que, precisamente ese cambio de estructura narrativa, haya sido uno de los reclamos empleados para reclutar al director del filme original, John McTiernan (21)
Respecto a Jungla de Cristal La Venganza, corrió por Hollywood el rumor de que el guion escrito por Jonathan Hensleigh era realmente el guion para una de las secuelas de la saga de la saga Arma letal. La tercera parte de la saga dirigida por Richard Donner se había estrenado, con mucho éxito, en 1992. En 1995 se buscaban ideas para la cuarta entrega, que vería la luz en 1998. El rumor tenía sentido. Tales circunstancias explicarían la presencia constante del personaje de Zeus, interpretado por un emergente Samuel L. Jackson, así como ese tono de buddy movie que posee la película. Sin embargo, Steven De Souza desmiente esa leyenda urbana en su presencia en el Tenerife Noir de 2025. Al final de la charla mencionada, cuando es preguntado directamente acerca de si el guion de esta segunda secuela era realmente el de la cuarta película de la saga protagonizada por Mel Gibson y Danny Glover, el guionista dice categóricamente, que no, que ese texto tiene nada que ver con la saga de Arma Letal. Y continúa hablando, como es su tónica. De Souza es un hombre con mucho que decir. Comparte una jugosa reflexión:
Die Hard 3 se basa en un guion previo que nada tiene que ver con Die Hard, llamado Simon Says (22). Alguien dijo ‘¡hey! quizá podríamos hacer una Die Hard movie’, pero realmente no es una Die Hard movie. Las dos primeras para mí si lo son, pues la idea, en mi opinión, es que, en las dos primeras secuelas y en la mejor de las Die Hard movies, Air Force One, (también en las demás realmente), lo que tienen en común es un solo lugar, en el que el héroe está entre el villano y las autoridades, que no autorizan, no aprueban al héroe. Las autoridades no quieren al héroe allí. Y los villanos, por supuesto, tampoco quieren al héroe allí. Unidad en tiempo, lugar y acción. Las dos primeras películas de la saga, como digo, lo tienen. En la tercera película, el héroe tiene un amigo y la policía los está ayudando todo el tiempo. No está ambientada en un solo lugar, al contrario, el héroe va de un lado a otro por todo Manhattan. Incluso va a Canadá en la parte final. En la siguiente película, la policía se cambia por los agentes de la CIA, que lo apoyan. Las restantes películas ya no son Die Hard movies nunca más. Debes estar solo y no tener a nadie que confíe en ti. Eso es lo que funciona correctamente, en mi opinión.
En Jungla de Cristal: La Venganza¸ el héroe como decíamos, continúa ejerciendo su función de agente de policía en Nueva York. Una mañana como cualquier otra en la ciudad que nunca duerme, mientras suenan los acordes de la canción Summer in the city, la rutina se ve alterada por una importante detonación explosiva que destroza un edificio y los vehículos estacionados delante. Entre ellos, un enorme furgón sale despedido hacia la avenida impactando con algunos de los vehículos que circulan en el ya fluido tráfico. Una nube de polvo, infraestructura del edificio y de vehículos envuelve el ambiente, bajo la sorprendida y aterrada mirada de los habitantes de la ciudad, a pie y en sus vehículos. La secuencia, muy convincente, vaticina en alguna medida lo que ocurriría en la ciudad 7 años más tarde: algunas de las aterradoras imágenes de los rostros neoyorkinos captados tras los atentados del 11-S. Con esta secuela, como podemos comprobar, la saga continúa anclada de alguna forma en la historia más reciente de EEUU.
McClane, que se levanta de resaca, es implicado en la trama que va arrancando y lo es por parte de Simon, el nuevo villano de acento europeo, que ha sembrado la ciudad de bombas dispuestas para explotar. El agente atraviesa la isla de Manhattan de un lado a otro, en vehículo, metro, bicicleta o a la carrera. Esta vez está acompañado por el mencionado Zeus, un afroamericano bastante reivindicativo que tiene una ferretería en el Bronx. Se ve implicado en la trama a partir del instante en el que ha tenido, por orden de Simon, que desplazarse hacia el Bronx en ropa interior, con un cartel colgado de su cuello por delante y por detrás que dice “Odio a los Negros”.
El balance final es un filme que siente claramente la presión de tener que lidiar con un más difícil todavía, y que necesita una profunda escalada en torno a la acción de las secuencias, que, paradójicamente empaña el resultado final. Esa competitividad se produce a varios niveles. No sólo en relación a la saga a la que pertenece, ya que los dos filmes previos constituyeron todo un hito, y profundos desafíos técnicos. Es que el propio género, con la mencionada saga Arma Letal (con filmes realmente taquilleros y espectaculares estrenados en 1987, 1989, 1992 y 1998) a la cabeza o un filme tan determinante como Heat, el portentoso largometraje de Michael Mann, han puesto las cosas realmente complicadas al género a mitad de los 90. La rivalidad entre los filmes de acción aquellos días es notoria. Comienzan, por otra parte, a perder irremediablemente la hegemonía en la taquilla de la década anterior.
No cabe duda de que McTiernan es uno de los nombres clave del cine de acción, pero la saga vuelve a hacer gala de algunas secuencias que ponen a prueba nuevamente la necesaria suspensión de la incredulidad de la audiencia. Esa imposible huida por el túnel mientras persigue a los villanos, conduciendo uno de los camiones, escapando de la contundente columna de agua, pues Simon ha hecho volar el dique de contención, raya en el ridículo. Cuesta mucho asimilar igualmente ese inverosímil acceso de McClane y Zeus al barco lleno de contenedores (buque en el que pretenden escapar los villanos), y lo hacen a través de un cable de acero tendido desde un vehículo situado en el carril de uno de los enormes puentes de Nueva York. Imágenes trucadas que resultan muy difíciles de digerir. Por otra parte, la constante (y forzada) presencia de Zeus todo el tiempo con los histrionismos del actor terminan igualmente lastrando la narrativa. Un cameo del actor y personaje al comienzo y que luego desapareciera, habría dejado un mejor sabor.
En cualquier caso, el balance positivo, está el mencionado impactante comienzo del filme que rompe con la rutina del amanecer de la ciudad, donde la mencionada canción Summer in the city queda interrumpida con la detonación. La secuencia del atraco a la reserva federal con ese plano grúa de Jeremy Irons, y la posterior escena del héroe en el ascensor lleno de villanos, que luego sería copiada por Quentin Tarantino en Malditos Bastardos (Inglourious Basterds, EEUU, 2009), en la famosa secuencia de la planta baja del pub alemán, y, especialmente en la secuencia del ascensor exterior de Capitán América: El Soldado de Invierno (Captain America: Winter Soldier, EEUU, 2014), de Anthony y Joe Russo, resulta modélica y como hemos visto muy influyente. Por otra parte, el artificio dramático de escuchar la voz del villano durante gran parte del metraje sin verlo nunca, hasta que, avanzada la acción, la cámara en picado nos lleva ante su rostro (los rasgos de Jeremy Irons), cuando éste está en la azotea de un edificio mirando directamente a los sobresaturados policías, resulta de una contundencia modélica. La secuencia transcurre, mutatis mutandi, al modo de los villanos encabezados por Robert De Niro en la secuencia de la mencionada Heat, donde los policías y atracadores se estudian mutuamente. Constituyen estas últimas imágenes comentadas todo un acierto narrativo y técnico, que proporcionan la justa medida de un realizador francamente dotado para el género. El filme también funciona maravillosamente a nivel de capas de personajes. Los agentes de policía que pululan alrededor de McClane, son interpretados por un grupo de secundarios muy bien elegidos. El actor indio Graham Greene, la veterana Colleen Camp o Larry Bryggman, todos poseen su relieve, sus líneas de diálogos, y aparecen en el filme perfectamente delimitados en momentos determinantes en la trama. La propia ciudad, particularmente la isla de Manhattan, atravesada por los protagonistas, mientras entran en el siniestro juego que propone Simon, constituye un personaje adicional.
En definitiva, Jungla de Cristal: La Venganza es entretenida, está realizada con bastante oficio y habilidad, pero es irregular a nivel de algunas decisiones de deriva de la acción. Su meta principal viene a ser, como decíamos, construir la acción cuanto más insólita y espectacular mejor.
La taquilla, sin embargo, volvió a pulverizarse. Unos chispeantes 366 millones de dólares sobre un presupuesto de 90, dejaron claro que las decisiones tomadas fueron las correctas, al menos comercialmente hablando. El público, definitivamente, continúa adorando a John McClane.
3.2.3. McClane recorre la costa este del país. Jungla 4.0
El nuevo milenio nos trae dos nuevas entregas del héroe John McClane, cada vez menos vulnerable, cada vez menos temeroso de las alturas, cada vez más super héroe de Marvel o DC. Cada vez menos cowboy.
El regreso de la saga a los rediles de Twentieth Century Fox, se produce con Jungla 4.0 (Live Free or Die Hard, EEUU, 2007). Las labores de dirección se encomiendan a un realizador de contrastado éxito comercial, Len Wiseman, en la cresta de la ola con la saga Underworld a mayor gloria de su esposa la actriz británica Kate Beckinsdale. La tercera secuela está inspirada en el artículo periodístico, Farewell To Arms, del periodista John Charles Carlin, escritor y periodista británico, que también posee la nacionalidad española. El artículo, publicado en 1997, constituye un material excelente para reflexionar sobre como la defensa de Estados Unidos es puesta a prueba “desde dentro”, a través de determinados juegos como el denominado “El Día Después”. El objetivo es formar cinco grupos de 10 miembros cada uno, de los diferentes organismos que velan por la seguridad nacional y testearla desde la perspectiva de las posibilidades más o menos hipotéticas de sufrir un ataque, o toda una sucesión de atentados, demostrando las exposiciones y vulnerabilidades del sistema. El artículo menciona que este juego se llevó a cabo por vez primera durante la guerra fría, bajo la motivación del fundado temor a un ataque nuclear. A fecha del artículo, según el cronista, se juega recientemente para testear la seguridad en torno a una guerra bien distinta a la fría y nuclear: la guerra de la información. El juego alerta sobre la posibilidad de ataques cibernéticos por todo el país a gran escala, que afectan a los abastecimientos de agua y luz, a la detención de ascensores, pillaje, saqueos, fallos en el control del tráfico aéreo, de centrales nucleares, información bancaria y financiera, etc. Todo este torrente de información tecnológica y estratégica, acerca de por donde nos pueden venir los conflictos bélicos en estos tiempos de saturación tecnológica, fue hábilmente utilizado por el guionista Mark Bomback (23) para la construcción de un guion, en principio autónomo, que no se llegó a filmar y que se iba a denominar denominado WWW·.com. Se terminó adaptando al universo de John McClane, intensificando su autosuficiencia tecnológica, y rodeándolo de hackers y variopintos internautas, así como de su hija mayor Lucy. Se llevó por vez primera a la saga hacia el mundo post 11 de septiembre, y a los cambios de sensibilidades y paradigmas de la nueva era, así como de los nuevos escenarios de espionaje, seguridad y geopolítica. Farewell To Arms, en definitiva, pasó a engrosas el rosario de material ajeno e independiente que dotó de coraza narrativa a las historias del agente cowboy definitivamente instalado en el imaginario colectivo.
El héroe es presentado interrumpiendo la intimidad de su hija Lucy Gennaro (interpretada por la ascendente Mary Elisabeth Winstead), a quien sorprende con su novio o un amigo en el vehículo de éste por fuera de su casa. La relación entre ambos, los cánones de la saga mandan, está un tanto maltrecha. El periplo del agente del departamento de policía de Nueva York, comienza en New Jersey. Allí mismo recibe el encargo de custodiar un joven Hacker, Matt Farrell (Justin Long) hasta Washington. En el domicilio de éste ya el veterano agente se encuentra con una importante resistencia por parte de los secuaces de Gabriel. Ya en el distrito de Columbia, les espera el agente de ciberseguridad del FBI, Bowman (el neozelandés Cliff Curtis, habitualmente relegado a papeles de villano en el cine americano). Desatado el caos cibernético, con la emisión de fake news tales como la explosión del Capitolio, y ante la real caída de la red tecnológica y de suministros, McClane y Farrel viajan a Virginia Occidental, a una central nuclear, para intentar detener la caída del suministro. De allí se desplazan hasta Baltimore para ver al Frederick Caludis, conocido como “Warlock”, es decir, “el brujo” (el habitualmente realizador Kevin Smith) que posee sensible información acerca de quién puede estar detrás de todo este desastre. El veterano agente deberá enfrentarse a Thomas Gabriel, el villano cibernético del filme, interpretado por Timothy Olyphant (24) el agente del caos que invade la costa este.
Gabriel fue programador jefe de seguridad en el Ministerio de Defensa del país. Se le reclutó como ciber espía. Después del 11 de septiembre informó vehementemente al alto mando que el sistema era altamente vulnerable. Es un hombre demasiado insistente y apremiante, sin bajar la guardia en ningún momento. Warlock lo define como alguien “de ideas fijas”. Propuso un cambio radical en materia de ciberseguridad, auspiciado por él, pero desde las altas esferas no le hicieron demasiado caso. “Se limitaron a tomar nota y darle las gracias” como se explica en el filme. En su escalada ególatra, Gabriel decide colarse en una reunión de alta seguridad y con su ordenador portátil acceder a Defensa Aeroespacial, burlando todas las claves y cortafuegos de seguridad para bloquear la red de defensa en su integridad. Lo hace tan solo para demostrar que tenía razón. En ese momento, “Le colocan una pistola en la cabeza y le piden que desbloquee”, como también se explica en el filme. Cuando Gabriel, ante la falta de caso, trató de hacer públicas las carencias del sistema, los altos cargos hundieron su reputación, le congelaron las cuentas bancarias y el personaje desapareció del mapa. “Es un fantasma”, como explica el brujo, pero al mismo tiempo, alguien conocido y temido en el mundo del ciber ataque. Ante la crisis que se desata en la capital de la nación y en la costa este como preludio de todo el país, resulta evidente que Gabriel ha vuelto. Utiliza unos algoritmos mutantes para atacar a las fuentes de electricidad, centrales nucleares, etc., creando un estado de guerra cibernética por todo el país. Lo que en términos del gremio informático y de los Hackers se denomina un “Siniestro Total” (fire sale).
Es en Baltimore donde, además del domicilio de Warlock, se encuentra igualmente Woodlum, un edificio de la NSA, la Agencia de Seguridad Nacional, montado tras el 11-S para realizar un back up un volcado de la información financiera. Allí se encuentra Thomas Gabriel durante la acción del filme, tratando de acceder a toda esa información para robar millones de dólares mientras provoca el caos más absoluto. La información completa y detallada sobre entidades bancarias, Wall Street, fondos del gobierno, archivos con la detallada información de las empresas, etc. todo se descargó en sus servidores. También puede devolver al país a la edad de piedra. El sistema lo diseñó él mismo, de modo que lo conoce al detalle.
En las siguientes capas de enemigos cibernéticos de la nación sobresale Mai (la estrella de cine de Hong Kong, Maggie Q, también integrada en la saga fílmica de Misión Imposible).
McClane, como se ha apuntado, carece ya de los miedos a volar de los primeros filmes, diciendo que ha hecho cursos enfrentándose a sus propios temores (sic) y conduce helicópteros. La secuencia del ataque del avión supersónico al camión conducido por el héroe, ataque inducido por Gabriel, que se hace pasar por miembro del departamento de Defensa y como tal ordena al caza destruir a McClane, es una de esas secuencias de imposible suspensión de incredulidad. El personaje ya no tiene reparo en saltar sobre el ala de un caza F-35 en pleno vuelo, de ahí a un anillo de autopista destruido y al suelo, escapando milagrosamente de las explosiones del camión a escasos metros, y del propio caza, en unas situaciones filmadas con abuso de CGI, más propias de los super héroes de Marvel o DC. Claramente ha perdido su esencia. Deja de ser anti tecnológico. Su personalidad ha perdido todo rastro del cowboy a destiempo y desubicado entre tanta tecnología. El hecho de que vuelva a pronunciar la frase de Roy Rogers, muy recurrente en el filme original, relegada para el momento final en las secuelas de Harlin y el propio McTiernan, no consigue traernos a la esencia original, definitivamente perdida.
Nuevamente la magia de los números sonrió a los productores. Un presupuesto de 110 millones de dólares, terminó proporcionando unos rendimientos de más de 388 millones. El tránsito hacia la ciber tecnología, funcionaba en una ecuación cuya narrativa no es del todo desdeñable, pero que nada tiene que ver con los orígenes de la saga.

3.2.4. Vayamos a ese pueblo y hagamos lo nuestro. La Jungla: un buen día para morir.
Segunda década del milenio. Bruce Willis no para de trabajar. Productos A se combinan con producciones B o Z, algunos directos al formato doméstico. La plataforma y la pandemia no han llegado aún. Lo que sí parece llegar es el momento de “resucitar” a John McClane, al menos una vez más.
Silver y Gordon están claramente en otros menesteres, muy desvinculados ya de 2oth Century Fox, que, por otra parte, está a punto de sufrir sus transformaciones. Sería adquirida por Disney el 20 de marzo de 2019. La falta de mimo de los guiones, y de revisión por alguien del talento de De Souza pesan como una losa. Las carencias narrativas se sustituyen como en la gran mayoría del cine contemporáneo, por el uso y abuso del CGI para la exageradamente imposible acción. Este vuelve a ser el ecosistema y la tónica reinantes. Definitivamente el John McClane del nuevo milenio, del escenario post 11-S, deviene en excesivamente artificial, sin alma, rodeado de una acción completamente desproporcionada y resignada a ese destino. Willis viene acompañado en los dos últimos filmes de actores y actrices jóvenes, rostros más asumibles por la juventud que asiste, todo sea dicho, con cierta desgana a los pases en la gran pantalla. Como si la sola presencia de Willis no fuese garantía suficiente. Si en el filme de Weisman, Willis venía acompañado de los ascendentes Justin Long y Mary Elisabeth Winstead, en esta ocasión, el veterano actor está acompañado en la acción todo el tiempo por el también ascendente Jai Courtney (25).
Para la dirección, desde labores de producción se pensó en un realizador que ha hecho algunos remakes que todavía resonaban aquellos días. La Jungla: Un Buen Día para Morir (A Good Day to Die Hard, EEUU, 2013), fue dirigida por John Moore (26). Para la escritura del guion, se contrató a Skip Woods (27). Como decíamos, en esta ocasión, el personaje sale de su propio país, así como del continente americano. Lucy vuelve a estar interpretada por Mary Elisabeth Winstead, aunque su presencia es relegada al comienzo y final de la película. Papá McClane comparte aventura y misión con su hijo, ayudando codo a codo a su retoño cuan buddy movie de los 80, al tiempo que ambos reconstruyen su maltrecha relación, como mandan nuevamente los previsibles cánones de la saga, convertidos hace tiempo en todo un cliché.
El filme comienza con una secuencia donde vemos al veterano policía practicando el tiro sobre diana en el sótano de una comisaría de policía. Habla con un compañero agente, que le proporciona información acerca de su hijo Jack, convertido con los años en un agente secreto de la CIA, infiltrado en una peligrosa misión en la antigua Unión Soviética. Jack aparentemente, va a ser juzgado por asesinato en un tribunal en Moscú. Las primeras imágenes del filme son las del joven entrando por la cocina a un local de ocio y matando a un sicario ruso. El veterano agente de policía de Nueva York se desplaza al país del norte de Europa. Realmente, la situación de Jack es una tapadera. El joven está en plena misión. Su único contacto en el país es su superior, Mike Collins (Cole Hauser). Jack ha querido ingresar en prisión para contactar con Yuri Komarov (Sebastian Koch), rival del Ministro de Justicia Viktor Chagarin (Sergei Kolesnikov). Komarov posee un informe que incrimina a Chagarin. La CIA estadounidense va tras él. El propio Chagarin es el principal interesado en ese incriminatorio documento.
El día que llega McClane a Rusia, es el previsto para conducir a Komarov y a Jack a los tribunales para sus respectivos procesos. El juicio del multimillonario, divide a la opinión pública del país. Se produce una fuga del tribunal. Jack se lleva a Komarov, que quiere reunirse con su hija Irina (la actriz y modelo Yuliya Signir) como condición para entregar el informe a los estadounidenses. El veterano policía de Nueva York hace acto de presencia en plena acción, para sorpresa de su hijo. Los diferentes giros de la acción irán mostrando que no existe tal informe, que Komarov y Chagarin eran socios en actividades delictivas desde los tiempos que se produjo la catástrofe de Chernóbil. Debido a la ambición de ambos hombres y al abuso en la producción de uranio enriquecido para armamento, se produjo la devastadora explosión y el no menos devastador escape radioactivo. Chagarin ascendió, se hizo un hombre que maneja los hilos del poder, y logró enviar a Komarov a prisión. Tras el rescate y algún giro protagonizado por Irina, ambos, padre e hija, quieren recuperar uranio para bombas, situado en la ciudad ucraniana, en unas cajas reforzadas que soportaron la explosión, con los fines de venderlo para la fabricación de bombas y ganar así ingentes cantidades de dinero. “Siempre es por dinero”, dirá un McClane de vuelta de todo. Komarov envía un sicario a acabar con Chagarin, quien podía llegar a tomar el poder de la nación, lo que hubiese motivado, como le explica Jack a su padre, el caos del terrorismo, las armas de destrucción masiva e incluso la amenaza nuclear. El objetivo es acabar con Komarov e Irina. Ante la idea de ir a Chernóbil, John le dirá a su hijo: “Vayamos a ese pueblo y hagamos lo nuestro”.
En el filme los villanos carecen del menor relieve, salvo Komarov, gracias a la presencia de un actor como el alemán Sebastian Koch, excelente aun recitando las páginas amarillas. Sin embargo, resulta muy pobre el balance final. No existen capas de villanos destacables. El personaje de Irina se limita a ir y venir entre los dos rivales rusos. En rango inferior no existe ni un actor ni un personaje que sea destacable. Alik (Radivoje Bukvic), es un villano completamente plano, cuyo único sentido es, complicar apenas la vida al padre e hijo protagonistas y dejarse matar, no sin antes expresar su odio a los americanos y a los cowboys, como si eso diera algo de relieve a la narrativa.
Curiosamente, en un original detalle de la saga, el filme posee una duración de tan solo 99 minutos, créditos incluidos, frente a las cuatro restantes películas, que sobrepasan holgadamente todas ellas las dos horas de metraje.
Una vez más el rotundo éxito acompañó. Los 304 millones de dólares de andadura final, amortizaron con creces los 92 millones presupuestarios. El público fue fiel a la cita. Los artífices de la fórmula no lo fueron.
3.3. ¿Vas buscando problemas o es que siempre te encuentran a ti? Conclusiones.
En definitiva, Jungla de Cristal y sus secuelas constituyen y dan forma a una saga que surgió en medio de una moda imperante, la del héroe musculoso. El destino quiso que el primer filme no fuese uno más de dicha tendencia, pese a que se intentó renuentemente. Las casualidades traen a veces importantes mutaciones. Esa paradoja motivó un escenario y un tipo de acción que fue tremendamente influyente, como se ha demostrado, y cuya estela llega hasta nuestros días. Otra de las grandes paradojas viene dada porque John McClane sobrevivió años después del primer filme, a la caída de los grandes héroes de acción en los años 90. Héroes que como se ha demostrado, tuvieron su momento álgido en cuanto a caché salarial y concepción de filmes revienta-taquillas en los referidos años 80. 1993 fue un año clave para el comienzo de esa caída, cuando el filme El Último Gran Héroe (The Last Action Hero, EEUU, 1993), de John McTiernan es desbancado notoriamente en taquilla por Parque Jurásico (Jurassic Park, EEUU, 1993), de Steven Spielberg. Es el comienzo del fin para un tipo de filmes, que se han seguido haciendo, pero de una manera mucho más discreta, sin grandes presupuestos, y sin el respaldo popular de los primeros años. Frente al fracaso del filme de Arnold Schwarzenegger para 1993 (una lástima pues El Último Gran Héroe es un filme excelente), su realizador John McTiernan volvió a tener dos años después el enorme éxito con un héroe más humano, más a pie de calle, en la tercera entrega de la saga Jungla de Cristal. Arnold también se recompuso momentáneamente al año siguiente con el éxito de Mentiras Arriesgadas (True Lies, EEUU, 1994), de James Cameron. Fue simplemente retrasar la lenta agonía.
Los dos vehículos de acción de Sylvester Stallone del citado año de 1993, Máximo Riesgo (Cliffhunger, EEUU, 1993), de Renny Harlin y Demolition Man (EEUU, 1993), de Marco Brambilla, siendo moderados éxitos de público, ocuparon los puestos 10 y 18 de la taquilla estadounidense, por debajo del mencionado filme de Spielberg, incluso del otro filme del realizador de aquel año, La Lista de Schindler (Schindler’s List, EEUU, 1993). No es que lo hayan hecho mal, al contrario, fueron dos éxitos, pero probablemente unos años antes, lo habrían hecho aún mejor. Ambos filmes también se hayan muy por debajo en recaudación respecto de otro filme de acción, basado en una legendaria serie de televisión, nuevamente con héroe sin la exagerada musculatura, y también vulnerable, de protagonista. El Fugitivo (The Fugitive, EEUU, 1993), de Andrew Davis, con guion de Jeb Stuart (recordemos uno de los guionistas de Jungla de Cristal) y David Twohy, se terminó convirtiendo en un vehículo de lucimiento para Harrison Ford. La operación fue coronada por el éxito y se convirtió en el tercer filme más taquillero del año con casi 369 millones de dólares de recorrido por las taquillas del mundo entero. Stuart y Twohy cuidaron mucho a los personajes. Y el casting acompañó. La presencia de Tommy Lee Jones y Jeroen Krabbé contribuyen y mucho a la espléndida configuración de los personajes. En definitiva, el héroe musculado estaba “tocado”. El héroe sensible y vulnerable no.
Respecto a la saga Jungla de Cristal, la evidencia de que Bruce Willis no regresará, acaba con ciertos rumores acerca de un posible reboot del personaje, o de un proyecto que transcurre paralelamente en dos tiempos, con el personaje veterano, en contraste con el personaje más joven, en sus orígenes. En definitiva, navegando entre el presente y el pasado, al estilo El Padrino Parte II (The Godfather Part II, EEUU, 1974), de Francis Ford Coppola, para entendernos. La imposible presencia de Bruce Willis hace completamente innecesaria la reactivación de la franquicia. Teniendo en cuenta que historias que nada tuvieron que ver con la saga fueron incorporadas a ésta, en prácticamente todos los filmes, quizá es el momento del proceso inverso. Tal vez sea la hora de que cualquier borrador de guion que exista y se haya pensado para una posible secuela de Jungla de Cristal deba de ser valorado para construir un filme que nada tenga que ver con la saga. Si realmente no poseyera interés como para esa proeza, que siga durmiendo el sueño de los justos en el cajón de algún ejecutivo de Hollywood.
Es hora de que los problemas (buscados o que le encuentran, como le pregunta Jack en el último filme a su padre) dejen a John McClane un poco de tranquilidad, para que pueda disfrutar de su relación con sus hijos, definitivamente recompuesta y reintegrada, como hacía hincapié el bellísimo y prolongado plano final de La Jungla: Un buen día para morir. De paso los espectadores fans de las primeras películas dejaremos de traicionarnos a nosotros mismos acudiendo a las salas de cine a recibir nuevas dosis de frustración.
Un final el mencionado, por cierto, muy premonitorio con el final del camino para el propio Bruce Willis, disfrutando de su familia y del merecido retiro. El cine y las circunstancias muchas veces conectan con la propia vida. Algo parecido ha ocurrido con el malogrado Val Kilmer y el final de su personaje Tom ‘Iceman’ Kazansky, en la memorable Top Gun Maverick (EEUU, 2022), de Joseph Kosinski, la (esperada) secuela de otro filme emblemático de los 80, que robó bastante protagonismo a los cachas testosterónicos de la década, Top Gun: Ídolos del Aire (Top Gun, EEUU, 1986), de Tony Scott. El filme de 2022 constituyó toda una “despedida fílmica” por la puerta grande para el extraordinario actor. El estrellato de Tom Cruise, por otra parte, y su reinado durante décadas, con otra saga de héroe de acción, constituye otro fenómeno completamente diferente e igualmente apasionante.
4. NOTAS A PIE DE PÁGINA
- A finales de los años sesenta, Sinatra protagonizó tres filmes que navegan entre el cine policíaco emergente del período y el clásico filme noir. Todos ellos, los tres, filmes fueron dirigidos por el veterano realizador estadounidense Gordon Douglas. En Hampa Dorada (Tony Rome, EEUU, 1967), filme que no hay que confundir con el filme de gánsteres del mismo título en español protagonizado por Edward G. Robinson, el actor y cantante interpreta al detective privado de nombre que coincide con el título original que vive en una casa flotante y debe investigar la muerte de su compañero. En La Mujer de Cemento (Lady in Cement, EEUU, 1968) Sinatra vuelve a encarnar a Tony Rome, el detective creado por el novelista Marvin H. Albert, también guionista. Esta vez el detective buscando la novia de un matón de segunda, resulta acusado de asesinato. Finalmente, Sinatra hizo a las órdenes de Douglas un tercer filme, el mencionado filme El Detective, donde interpreta a Joe Leland, que, investigando un crimen del hijo de un político de la ciudad de Nueva York, da con una importante trama de corrupción policial. En el filme El Primero Pecado Mortal (The First Deadly Sin, EEUU, 1980), dirigido por Brian G. Hutton, según la novela de Lawrence Sanders, que registra la última aparición del actor y cantante en la gran pantalla, casualmente o no, Sinatra interpreta a un veterano, curtido y desencantado, policía de Nueva York, que muy bien hubiera podido encajar en el personaje diseñado por Roderick Thorp en el libro publicado tan solo un año antes. Otra gran paradoja de este filme de 1980 es que el mismo contiene una aparición no acreditada de un joven actor del sur de New Jersey, aspirante a actor teatral, llamado Walter Bruce Willis, en el que fue su debut cinematográfico.
- Bionic Show es la forma genérica de referirse al siguiente conglomerado: las cinco temporadas de El Hombre de los Seis Millones de Dólares (The Six Million Dollars Man, 1973-1978); a su spin-off, o La Mujer Biónica (Bionic Woman, 1976-1978), que abarcó tres temporadas; también a las tres películas para televisión sobre los personajes: El Regreso del Hombre de los Seis Millones de Dólares y de la Mujer Biónica (The Return of The Six Million Dollar Man and The Bionic Woman, EEUU, 1987), dirigida por Ray Austin; La Mujer Biónica (Bionic Showdown: The Six Million Dollar Man and The Bionic Woman, EEUU, 1989), de Alan J. Levi; y Biónicos Para Siempre (Bionic Ever After? EEUU, 1994), dirigida por Steve Stafford.
- La entrevista a De Souza, realizada por este cronista, ha sido publicada en el presente espacio web con el siguiente título: Desgranar al héroe y hacerle un traje a medida: Entrevista al guionista y realizador estadounidense Steven E. De Souza
- Ídem (3)
- El guionista y realizador Paul Schrader dirigió el filme Patty Hearst (EEUU, 1988), escrito por Nicholas Kazan, basado en el libro de la propia Hearst, sobre su secuestro en Berkley en 1974. Natasha Richardson interpreta el papel principal. En el propio filme Jungla de Cristal, después del instante en el que los terroristas, definitivamente atracadores, ya han tomado el Nakatomi plaza, en la televisión aparece una pequeña entrevista al doctor Hasselhof, Psiquiatra, autor del libro “Rehenes terroristas, terroristas rehenes, estudio de una dualidad”. Hasselhof habla en la entrevista televisiva de la empatía de los secuestrados hacia los terroristas captores y como aquéllos en ocasiones abrazan la causa de éstos haciéndose militantes, como ocurrió con Patricia “Patty” Hearst. Realmente la secuencia posee un toque humorístico, y se concibe como una muestra adicional de que todo el mundo está “tragándose” el cebo de Gruber, de hacer creer al mundo de que él y su banda son terroristas internacionales portadores de lo que consideran reivindicaciones legítimas.
- La memorable frase de Hans Gruber, en su version original, es la siguiente: Ladies and Gentlemen, Ladies and gentlemen…due to the Nakatomi Corporation’s legacy of greed around the Globe, they are about to be to a lesson in the real use of power. You will be the witnesses.
- The Big Red One, conocida en espala como Uno rojo: división de choque, es un espléndido filme bélico dirigido, efectivamente, por Samuel Fuller, uno de los exponentes de la generación de la violencia, un grupo de realizadores estadounidenses que eclosionaron en los años 50 y subieron el tono y las dosis de crueldad en el cine americano. Uno Rojo: división de choque, recoge las experiencias del propio Fuller en la Segunda guerra mundial. El reparto está compuesto por Lee Marvin, Mark Hamill y Robert Carradine y Stephanie Audran en los papeles principales. En 2004 fue restaurada y reeditada incluyendo cuarenta minutos de metraje que otorgan una extraordinaria dimensión de los propósitos de Fuller con este soberbio filme, que compitió en el festival de Cannes de 1980 por la Palma de Oro al mejor filme.
- De Souza se refiere a la vinculación existente entre dos secuencias memorables del filme. Una en la que Hans Gruber amenaza a Takagi a punta de pistola para que le proporcione el código de la cámara acorazada y como el ejecutivo no cede, lo mata a sangre fría. Era necesario que en esa secuencia el actor Alan Rickman fuese colocado de espaldas a la otra habitación, donde John McClane está debajo de la enorme mesa de ejecutivos. De esta forma, el agente no puede verle el rostro a Hans, ni podrá reconocerle posteriormente, pues, insistimos, solo lo ha visto de espaldas. Esto era imprescindible para una secuencia posterior, la del encuentro posterior cara a cara entre ambos antagonistas. Gruber, simulando un perfecto acento californiano, engaña a McClane, haciéndose pasar por uno de los rehenes. Ello es posible gracias a que tan solo ha escuchado la voz europea del líder terrorista, pero nunca lo ha visto personalmente. El acento de Rickman desconcierta al personaje de Willis. Todo ello para desespero e impotencia de los espectadores del filme.
- Esta paranoia que explica De Souza, fue recogida hábilmente por el escritor Michael Crichton en su libro Son Naciente, un thriller policíaco con el asesinato de una modelo en uno de estos edificios que alberga a una empresa japonesa. La novela, un éxito de ventas, da pie al autor para reflexionar sobre las numerosas compras por parte de empresas japonesas de patrimonio en suelo estadounidense y sus consecuencias y efectos en la población y la economía. La novela fue adaptada por Phillip Kaufman, el propio Crichton y Michael Bakes en el filme Sol Naciente (Rising Sun, EEUU, 1993), dirigida por Kaufman.
- Efectivamente, el filme dirigido por Roger Donaldson, No Hay Salida, dirigido por Roger Donaldson y protagonizado por Kevin Costner, Gene Hackman, Sean Young y Will Patton es un remake del filme El Reloj Asesino (The Big Clock, EEUU, 1948), dirigido por John Farrow y protagonizado por Ray Milland, Charles Laughton, Maureen O`Sullivan y George McReady. Ambos filmes se inspiran en la novela de Kenneth Fearing. El filme de 1948 transcurre en la redacción de un periódico en su mayor parte, mientras que el de 1987 lo hace en el edificio del Pentágono principalmente.
- En 1988 Gus Van Sant dirigió un remake plano a plano del clásico de Alfred Hitchcock Psicosis (Psycho, EEUU, 1960), donde, cambiando el color por el blanco y negro, introduciendo una secuencia de Norman Bates (Vince Vaughn) masturbándose mientras observa a Marion (Anne Heche) ducharse y los planos de unas nubes a cámara rápida en medio de la secuencia de la ducha, poca diferencia hay entre ambos filmes. Hay teorías que defienden que ambos filmes encajarían perfectamente en una exposición museística proyectadas en dos grandes pantallas simultáneamente.
- Efectivamente, existen dos versiones previas al filme de Huston, de la novela de Dashiel Hammet publicada en 1930. El Halcón Maltés (The Maltese Falcon, EEUU, 1931), dirigida por Roy del Ruth, protagonizada por Bebe Daniels y Ricardo Cortez. El estudio Warner Bros. quiso reestrenar la película en 1936, pero la censura del Código Hays, de reciente creación, impidió el reestreno. Ejecutivos de Warner, decidieron filmar una nueva versión, con un importante viraje hacia la comedia. El filme resultante fue Satán encontró una mujer” (Satan Met a Lady, 1936), de William Dieterle. Sería protagonizado por Bette Davis y Warren William. Como curiosidad, muy posteriormente de la influyente opera prima de John Huston, el habitualmente guionista David Giler filmó un remake también en clave de comedia, denominado El Halcón Negro (The Black Bird, EEUU, 1975), con George Segal y Stephanie Audran.
- Steven De Souza se refiere al guion titulado Isobar, una película nunca realizada, pero un proyecto muy conocido, que levantó enormes expectativas en los años 90. Su trama es parecida a la del filme Rompe nieves (Snowpiercer) (Snowpiercer, EEUU-Corea del sur, 2013), de Bong Joon-Ho. En el libro The Greatest Sci-Fi movies never made, escrito por David Hughes, se le dedica un capítulo completo, junto a otros proyectos que nunca vieron la luz como el I’m a Legend de Ridley Scott, The Planet of The Apes, de Oliver Stone, Spider-man de James Cameron o Superman de Tim Burton. Isobar está ambientada en un futuro cercano donde un tren bala recorre el mundo y unos terroristas internacionales deciden tomarlo. La idea era emplear la fórmula del filme clásico Gran Hotel (Grand Hotel, EEUU, 1932), de Edmund Golding, es decir, muchos personajes llegando a un lugar concreto, con mucha fanfarria y celebración, interpretados por grandes actores, que componen una historia coral. Estaba pensado que a Stallone se le rodease de gente como Kim Basinger o Jim Belushi, entre otros. El filme iba a ser una de las grandes superproducciones del estudio independiente Carolco Pictures, pero su inminente bancarrota hizo que se cancelase el rodaje dos semanas antes del inicio.
- En el ojo del Huracán es el título español del filme de 1998 Knock-off, filme de acción definitivamente decepcionante a mayor servicio del actor belga Jean-Claude Van Damme, acompañado por el cómico Rob Schneider. El título original además de hacer referencia a la copia de productos comerciales, también es la manera de referirse a los asesinatos selectivos.
- La frase original, recitada por Rickman, cuando ve la maqueta de Indonesia con los planes de la empresa Nakatomi para esa región, dice así: And When Alexander saw the great of his domain, he weaped, for there are no more worlds to conquer.
- El jueves 20 de marzo de 2025, una de las actividades inaugurales del Tenerife Noir en su edición 10ª, fue la presencia de Steven E. De Souza con su TV Movie, Poseído (Possessed, EEUU, 2000), una producción de Showtime, protagonizada por Timothy Dalton, Henry Czemy, Christopher Plummer y Piper Laurie. El telefilm, escrito y dirigido por De Souza, se basa en la novela de Thomas B. Allen, que recopila los hechos que inspiraron a William Peter Blatty para el guion de El Exorcista (The Exorcist, EEUU, 1973), de William Friedkin
- El libro de De Semlyen, editor de la revista Empire,estudia el fenómeno de los héroes de acción de los años 80, con el aliciente de haber recabado opiniones de algunos de sus principales artífices. Sin embargo, su trabajo deviene definitivamente en incompleto. Resulta particularmente decepcionante para este cronista, pues ni siquiera menciona a Walter Hill, uno de los realizadores y guionistas más importantes del período (Su nombre no aparece en ningún rincón del libro. De Semlyen se limita a mencionar algunas películas suyas, con el exclusivo fin de mostrar la competencia por el box office de algunos de los filmes analizados). Hill dirigió a lo largo de su carrera a los principales héroes de acción del período acotado en el manual. A Arnold Schwarzenegger en la citada Danko: Calor Rojo; a Bruce Willis en El Último Hombre (Last Man Standing, EEUU, 1996); y a Sylvester Stallone en Una Bala en la Cabeza (Bullet to the head, EEUU, 2013). El CEO Lawrence Gordon, a quien tanta importancia otorga el referido autor en su libro, fue productor, nada menos, que 7 de los 21 filmes dirigidos por Walter Hill para el cine. Finalmente destacar que la omisión de Hill es sangrante en el referido libro, porque el cineasta californiano tuvo su punto álgido en la década de los 80, donde. salvo en 1983, el resto de los años estrenó al menos una película que tiene que ver con el género de acción de manera directa o indirecta. Se puede entender que se hable y mucho de John McTiernan en el referido texto. Sin embargo, ello hace más evidente la omisión denunciada, pues Hill fue todavía un cineasta más prolífico e importante para la evolución del género en la década de los 80. Walter Hill realizó obras notables igualmente en los años 90. Su más reciente filme, El Cazador de Recompensas (Dead for a Dollar, EEUU-Canadá, 2022), estrenada mundialmente en el Festival de Cine de Venecia, constituye todo un canto de amor al género clásico por excelencia, y a las inquietudes de su autor.
- Walter Wagner está, además, detrás de los libros que sirvieron de base igualmente para los filmes Teléfono (Telefon, EEUU, 197), de Don Siegel, y Alerta: Misiles (Twilight’s Last Gleaming, EEUU, 1977), de Robert Aldrich. A título de curiosidad La Jungla 2 se tituló en Francia 58 minutes pour vivre Die Hard 2, es decir, 58 minutos para vivir, duro de morir 2, en clara referencia a la novela de base.
- Manuel Noriega gobernó Panamá con mano de hierro entre los años 1983 y 1989. Además de tirano, Noriega ejerció como traficante de drogas a alto nivel, fue espía de la CIA y derrocado por un ejército estadounidense que asaltó la ciudad capitalina, probablemente empujado por los considerables intereses económicos concentrados en el paso comercial del canal de Panamá, que el presidente Donald Trump ha querido, por cierto, controlar por completo en su segundo mandato. El gobierno del “reyezuelo” latinoamericano dejó un legado de corrupción al más alto nivel, donde la gobernanza y el narcotráfico eran indisolubles, así como el blanqueo de dinero, y la tortura. Capturado y juzgado, Noriega pasó los últimos 26 años de su vida en prisiones de Estados Unidos, Francia y Panamá. Murió en mayo de 2017, a los 83 años de edad. El realizador, guionista y productor Oliver Stone llegó a escribir un denso guion sobre su historia, con la idea de que Al Pacino interpretase al narco-dictador. Stone no pudo llevar a imágenes ese texto. El montador, guionista y realizador Rober Spottswoode dirigió, sin embargo, una correcta TV movie, escrita por Lawrence Wright y protagonizada por el británico Bob Hoskins, en la piel del personaje. El filme en cuestión es Noriega (Noriega: God’s Favorite, EEUU, 2000).
- Carolco Pictures fue un estudio de cine independiente, fabricante de éxitos de taquilla tan rotundos como la saga Rambo, la citada Terminator 2: El Juicio Final, de James Cameron, o la citada Desafío Total e Instinto Básico (Basic Instinct, EEUU, 1992), éstas dos últimas de Paul Verhoeven, entre muchas otras. Carolco Pictures, que había sido fundada en 1976, se declaró en bancarrota en 1995, el mismo año de estreno de esta segunda secuela, sobrepasada por los gastos inmensos en pago de honorarios para actores, guionistas, etc., unido a algunos fracasos en taquilla no menos rotundos, que impidieron su continuación.
- Andrew J. Vajna le había encomendado a McTiernan la dirección de Los Últimos Días del Edén (Last Days of Eden, EEUU, 1992), conocida también como Medicine Man, un filme de más de 40 millones de dólares, entre el cual están los más de 3 millones de dólares abonados a su guionista (y ocasional realizador) Tom Schulman, con Sally Robinson. La taquilla mundial resultante fue de unos paupérrimos 45 millones. No perdió, pero apenas ganó. El siguiente filme de McTiernan, El Último Gran Héroe también constituyó, como se explica en el texto, cierta derrota en el box office. De un presupuesto de unos 85 millones, la taquilla global del planeta proporcionó alrededor de 135 millones, que no cubrieron la campaña publicitaria posterior. Para seguir manteniendo su posición en el sistema de producción, McTiernan, le gustase o, no el guion de Hensleigh, debía filmar Jungla de Cristal: La Venganza.
- Alrededor de siete años antes del estreno de Jungla de Cristal: La Venganza, Steven de Souza había escrito un artículo para la revista Premiere que constituye una especulación sobre un filme que se sale del control de su presupuesto. El filme, ficticio, era una especie de cross over entre Jungla de Cristal y Superdetective en Hollywood. Mucha gente en la industria pensó que ese filme se estaba filmando realmente o se iba a hacer. Hubo tras el artículo, páginas enteras de guion, memorándum en los estudios, etc. Se provocó, en definitiva, un pequeño caos a pequeña escala comparable con esa emisión radiofónica de Orson Welles en los años 30 de La Guerra de los Mundos, donde mucha gente creyó que realmente había una invasión alienígena a La Tierra. La trama de la fake movie, resultó ser la trama de Jungla de Cristal: La Venganza y del texto previo Simon Says. Bruce Willis aliándose con Eddie Murphy para detener a un maniaco que va colocando bombas por toda la ciudad. Finalmente, como sabemos, el personaje del compañero del héroe, lo interpretó el actor también afroamericano Samuel L. Jackson.
- Olyphant ha sido el protagonista de las series Deadwood (EEUU, HBO, 2004-2006), de tres temporadas, cerrada con el filme Deadwood, la película (Deadwood, the movie, EEUU, HBO, 2019), dirigida por Daniel Minahan y Justified La Ley de Rayland (Justified, EEUU, FX Television, 2010-2015), de seis temporadas, concluida con la miniserie Justified: Ciudad Salvaje (Justified, City Primeval, FX Productions, 2023), dirigida por Jon Avnet.
- Mark Bomback es el guionista del remake del original de Paul Verhoeven, Desafío total: Total Recall (Total Recall, EEUU, 2012), de Len Weisman y de filmes de la saga Divergente, así como de los dos primeros eslabones del reboot de la Saga El Planeta de los Simios.
- Jai Courtney, resultó toda una apuesta del casting del filme, al hacerse con un papel que colocó al actor en las sagas Divergente, Terminator, o Escuadrón Suicida.
- John Moore había acometido dos remakes arriesgados, que francamente, no aportan gran novedad: El Vuelo del Fénix (The Flight of The Fenix, EEUU, 2004), que parte del original del mismo título de Robert Aldrich y La Profecía (The Omen, EEUU, 2006), que parte del original de Richard Donner. Su película Tras la línea enemiga (Behind Enemy Line, EEUU, 2001), protagonizada por Gene Hackman y Owen Wilson constituye un “inconfeso” remake de Bat 21 (EEUU, 1988), de Peter Markle, también protagonizada por Hackman, con Danny Glover de partenaire.
- Skip Woods viene de la escritura de Operación Swordfish (Swordfish, EEUU, 2000), de Dominique Sena, que comparte no pocos puntos en común con La Jungla 4.0. Woods ha escrito las dos adaptaciones del videojuego Hitman, la adaptación para el cine de El Equipo A (The A-Team, EEUU, 20), de Joe Carnahan o el Spin Off de X Men Orígenes: Lobezno (X-Men Origins: Wolverine, EEUU, 2009), de Gavin Hood.